MANILA

El miércoles 13 de marzo tenemos nuestro segundo contacto con la capital filipina, la anterior había sido de paso hacia el volcán Pinatubo. Esta vez ya dormiríamos en la ciudad.

De regreso en autobús tras visitar el volcán, nos bajamos y cogimos un coche para ir en búsqueda de nuestro alojamiento para esa noche. Desde España y con mucha antelación había reservado un apartamento en el centro con Booking.com, llamado Seven Doors Aparthotels en uno de los rascacielos más altos de la ciudad, concretamente el que nos dieron estaba en el piso 57 de un total de 71.

Esperamos que nos dieran las llaves y alucinamos con lo bien que estaba el apartamento, por los que pagamos 3,250 pesos (55€). Fijaos las vistas.

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Sabíamos que había una espectacular piscina en la planta 35, así que nos pusimos el bañador y para allí que nos fuimos, y la verdad que alucinamos, qué vista del Skyline para ver el atardecer desde una tumbona!!

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Como estábamos muertos de hambre bajamos a buscar un sitio para cenar. La zona donde estaba nuestro alojamiento llamado Makati es de las más aconsejables para dormir, junto quizás con Malate. Es la zona financiera de la ciudad y está llena de edificios gigantescos y desde luego con un skyline que por ejemplo en toda Europa no encontraréis. Cenamos en un Pizza Hut, 2 pizzas grandes con bebidas (1,290 pesos (22€)), tomamos algo en un bar cercano y subimos a la habitación a dormir, estábamos agotados tras el madrugón y el día tan movidito…al día siguiente dejábamos la isla de Luzón para ir a la de Bohol.

Y nos fuimos a dormir con estas vistas junto a la cama, no están mal ¿no? 🙂

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El jueves 21 y tras pasar unos días en Bohol y Palawan, aterrizaríamos de nuevo en MANILA a las 10:15h, en la terminal doméstica del aeropuerto Ninoy Aquino.

Este día sí que dedicaríamos más tiempo a visitar la ciudad, que aunque todo el mundo dice que no merece la pena, nosotros le dimos una oportunidad, toda vez que era un día que teníamos que pasar por la capital filipina sí o sí para continuar nuestro viaje a Singapur.

Quizás de las cosas por las que se ha hecho más famosa en los últimos años ha sido por sus cementerios, sí parece raro, pero apareció en un reportaje del New York Times del que se hicieron eco otros medios occidentales y la noticia corrió como la espuma. ¿Y por qué fue tan curiosa la noticia? pues por la cantidad de familias que vivían en ellos. Como era una cosa tan diferente y hasta extravagante para nosotros decidimos ir y verlos, pero no lo haríamos sólos, contactamos con un español que vivía y allí y que nos acompañaría.

El hotel de esa noche decidí cogerlo muy cerca del aeropuerto para llegar, poder dejar las cosas y no perder tiempo para visitar lo más posible de la capital filipina. Fue el hotel Achievers Airport, y al que se podía llegar caminando una vez que se aterriza en la T4.

A pesar de que era pronto nos permitieron dejar las cosas en la habitación y pagamos 1,000 pesos de señal. Finalmente yo decidí dejar la cámara reflex por si acaso y sólo hacer fotos con el móvil.

Bajamos a recepción y pedimos un coche con Grab para ir al llamado Cementerio del Norte, uno de los múltiples camposantos de la ciudad. Pagamos 432 pesos (7.5€) y llegamos en unos 40 minutos, felizmente no era hora punta, llegamos sobre las 12 de la mañana. Allí nos esperaba Juan, nuestro acompañante. El Cementerio del Norte es uno de los más antiguos (1904) y el más grande del área metropolitana de Manila, con unas 54 hectáreas.

En la entrada nos dicen que tenemos que pagar si queremos hacer fotos, otro «business» pensamos, le decimos que no haremos fotos y pasamos.

Enseguida vemos grandes mauselos e interminables filas de tumbas humildes y apiladas que albergan a más de un millón de personas según nos dicen. Caminamos por sus calles siendo objeto de miradas de los habitantes. Aquello parece una ciudad, es enorme.

Aquí están enterrados presidentes, estrellas cinematográficas y todo tipo de personas importantes, pero el cementerio también es habitado por algunas de las personas más pobres de Manila. Muchos viven en las criptas y mausoleos de las familias ricas, quienes les pagan una cuota fija por limpiarlos y cuidarlos. Nos impactan imágenes como estas.

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La verdad que como cosa sorprendente y curiosa es digno de ver. Este turismo que llaman «negro» a alguno le parecerá tétrico pero yo no lo veo más que descubrir una manera diferente de vivir de la población y entiendo que hasta más seguro que hacerlo en los peligrosos barrios pobres de la ciudad.

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No hay mucha gente ese día, es un día entre semana, pero en este lugar puede haber en un día hasta 70 funerales, con lo que el trajín está asegurado. La mayoría de las tumbas tienen electricidad pero no agua corriente.

Después de un gran paseo por el lugar y tratando de no resultar ofensivos ni demasiado curiosos salimos ya para dirigirnos al lugar con más historia de la ciudad, Intramuros.

Cruzamos un mercadillo y vamos en dirección al metro para desplazarnos. Este, de reciente construcción (apenas tiene 20 años) sólo dispone de una línea y es más bien un tren ligero que un metro subterráneo.

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Pagamos el billete de apenas 20 pesos (0.35€) y nos subimos en el convoy, que estaba bastante bien.

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Llegamos al Parque Rizal, en la zona donde hay una reproducción del mapa de Filipinas y está la estatua del Centinela de la Libertad. Este pulmón verde no sólo es un relajante lugar para pasear sino que en sus 58 hectáreas veréis un recorrido por cientos de años de historia filipina, desde el período español hasta la actualidad. Es un área muy abierta y llena de museos como el Nacional de Historia Natural, o de Antropología.

Desde aquí tomamos dirección a lo más representativo de la historia de Manila, la zona amurallada colonial española de Intramuros.

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Las iglesias y escuelas construidas con completa influencia española hacen difícil creer que todavía estás en una isla asiática, no en vano Filipinas es el tercer país con más católicos del mundo, tras Brasil y México.

Manila fue cristianizada ya en el siglo XVI, cuando los conquistadores españoles llegaron por primera vez. Fue incorporada en 1571 por el español Miguel López de Legazpi.

Aunque Manila es bastante «despreciada» en la actualidad, fue conocida a finales del siglo XIX como “La Perla de Oriente” como resultado de su ubicación central en las vitales rutas del comercio marítimo por el Pacífico.

Tras la guerra hispano-estadounidense de 1898 a España no le quedó más remedio que ceder Filipinas a Estados Unidos lo cual transformó la capital, dejando atrás la tradición y convirtiéndola en una ciudad más grande y modernizada, una ciudad sin alma, que es lo que al menos sentí yo caminando por Intramuros, con pocos edificios antiguos, la mayoría reconstruídos.

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Pero ¿por qué han llegado tan pocos edificios antiguos a la actualidad? la razón está en que durante la Segunda Guerra Mundial, Manila fue ocupada por los japoneses y la ciudad fue arrasada por el ejército estadounidene que no dudó en bombardear también la ciudadela colonial de Intramuros. La capital filipina fue la segunda ciudad más devastada durante la II GM únicamente superada por Varsovia y lo que es peor, no se puso mucho interés en la reconstrucción.

Comimos algo rápido en un lugar que nos llevó Juan llamado Café Sofía, donde por 99 pesos (menos de 2€) comimos un plato y bebida, para luego ir hacia la Iglesia de San Agustín. Finalizada en 1607​ se trata de la iglesia más antigua existente en Filipinas.

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Tras esta fuimos a visitar la Catedral de Manila, quizás el edificio antiguo más representativo de la ciudad junto con el Fuerte Santiago.

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Construído y destruído varias veces a lo largo de los siglos por diversas razones, incendios, terremotos, bombardeos, se reconstruyó por última vez en 1958.

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Seguimos avanzando para llegar al Fuerte Santiago, donde pagamos una entrada de 75 pesos (1.3€) y accedemos a su interior.

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En el mismo lugar donde se encuentra actualmente el Fuerte estuvo el palacio del reino de Rajah Suleiman, destruido por los conquistadores españoles en 1570 después de duros enfrentamientos. Aquí construyeron el fuerte un año más tarde, ordenado de nuevo por el famoso conquistador Miguel López de Legazpi.

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José Rizal, el héroe nacional filipino, fue encarcelado aquí por los españoles antes de su ejecución en 1896. El museo santuario de Rizal exhibe objetos en recuerdo del héroe y cuenta la historia no dejando en muy buen lugar a los conquistadores. Incluso hay unos cuantos carteles explicativos en castellano.

Al igual que la catedral, el Fuerte fue destruído varias veces por terremotos e invasiones, para después ser reconstruído. Una vez terminada la guerra de 1898 se convirtió en cuartel del ejército americano hasta que fue ocupado por los japoneses en 1942, donde encarcelaron, torturaron y asesinaron a miles de filipinos. En 1945 fue destruído de nuevo por la aviación estadounidense.

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Tras la II GM fue utilizado por los norteamericanos hasta la dependencia de Filipinas en 1946.

Dejamos ya Intramuros para ir de nuevo al Parque Rizal, en la parte de la Bahía, ahí se encuentra uno de los puntos más representativos de la ciudad, el monumento a José Rizal.

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Caminamos hacia el sur por Roxas Boulevard, pasando junto a la Embajada de Estados Unidos, que por cierto tiene un sitio más que privilegiado frente a la bahía, como no. Esta zona tiene muy poco ambiente y nada interesante.

El sol va cayendo y había leído que el atardecer desde esta zona era digna de ver, y la verdad es que no se equivocaban, y si no mirar esta fotografía, nada que envidar a los de otros lugares.

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Decidimos ya dejar de andar, despedirnos de Juan y coger un coche para acercarnos a la zona de los centros comerciales. Caminamos tanto esa tarde bajo un sol de justicia que cogimos una especie de alergia al sol en las piernas que se nos hincharon y llenaron de rojeces. Os recomiendo no hacer este camino y desde Intramuros coger un transporte para ir a vuestro siguiente destino.

Tomamos un Grab que nos deja junto al centro comercial Mall of Asia, uno de esos mega centros comerciales de la ciudad, en los que se nota claramente la influencia estadounidense. Con 400,000 metros cuadrados es el cuarto más grande del país y el 14 del mundo y se estima un tránsito medio de 200,000 personas al día. También podéis ir al SM City North EDSA, el más grande del país, y octavo del mundo!!!. Entre los 20 malls más grandes del Planeta hay 5 filipinos, que demuestra la afición por este tipo de establecimientos de los 106 millones de habitantes del país.

Esta zona sí que está mucho más animada, con multitud de restaurantes y atracciones.

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Entramos en el centro comercial y vemos enseguida las dimensiones del edificio.

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Compro unos regalos para mis hijos a prácticamente la mitad de precio que en España y buscamos un sitio para cenar. Finalmente lo hacemos en uno llamado Adriático, con platos en una sección llamada nuestra herencia española que nos hacen reír…

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Pagamos 1,300 pesos (22€) por la cena y estamos tan agotados después de hacer mil kilómetros caminando que decidimos volver al hotel. Desde aquí tomamos otro Grab que por 192 pesos (3.3€) nos lleva a nuestro alojamiento. Por el camino vemos el Okada, un megacasino de 993 habitaciones con una fuente multicolor tipo grandes casinos de las Vegas que es espectacular.

Esta es la ruta que habíamos hecho este día.

Ruta Manila

Este sería nuestro último día en Manila y el país, al día siguiente partiríamos a nuestro siguiente destino… SINGAPUR.

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