La Comunidad Foral de Navarra es una de las zonas de España que menos conocía hasta hace poco, por eso en cuanto tuve oportunidad busqué información sobre algún sitio interesante para visitar y encontré y me hablaron de este precioso pueblo, Olite, que posee uno de los conjuntos monumentales más destacables de nuestro país.
Olite se encuentra a unos 40 kilómetros al sur de la ciudad de Pamplona y tiene unos 3900 habitantes (2014), con lo que el pueblo se ve rápidamente, con un día es suficiente.
Decir de Olite, que desde el siglo XIII, fue una de las sedes reales del Reino de Navarra y fue uno de sus reyes más importantes, Carlos III el Noble quien la eligió como residencia predilecta y por tanto cuando vivió su máximo esplendor. Carlos fue rey de Navarra durante el período 1387-1425 y un auténtico pacificador en sus relaciones con sus vecinos.
De aquella época de gloria queda como testimonio el espectacular Palacio Real, declarado monumento nacional en el año 1925.
Llego a Olite un día festivo por la mañana y lo primero que veo es lo fácil que es aparcar, no sólo en los aparcamientos señalizados sino en cualquier calle cerca del Palacio. Me acerco a él, que se ve desde cualquier lugar, aunque paso primero por el denominado hoy Palacio Viejo o de los Teobaldos donde se encuentra el magnífico Parador de Turismo, y que fue lo primero que comenzó a reconstruir Carlos III a partir de una construcción romana.
Si no estás alojado en el parador apenas puedes ver nada del interior salvo que vayas a comer en su restaurante, así que sólo pude asomarme un poco y ver una pequeña parte de su majestuoso interior.
A continuación me dirigí ya al Palacio Real. La entrada, que cuesta actualmente 3.5€ (2016) no me pareció nada cara, viendo por ejemplo lo que cobran en algunos lugares sobre todo fuera de España, ahora bien si me permitís un consejo, os diría que sin dudarlo compréis el ticket que incluye una visita guiada aunque haya que pagar un poco más por ella, concretamente 4.9€. Hay varios pases al día y sin él, no sabréis datos como que el palacio contó con habitaciones doradas, exóticos jardines, caprichosas torres, pajarera, un pequeño zoológico y un complejo sistema de riego.
Este es un plano del enorme palacio. La entrada al recinto se hace por donde indica la flecha.
Carlos III y su esposa Leonor de Trastámara (hija de Enrique II de Castilla) van a ser los artífices de la construcción del Palacio Real “que tenía tantas habitaciones como días el año”. El derroche económico, creatividad y desde luego capricho, va a convertirlo en un palacio de ensueño, uno de los palacios más esplendidos de Europa en su época.
Lo primero que se levantó del palacio fue lo primero a lo que se accede en la visita, el núcleo central donde se alojaba la gran cámara del rey. Se comienza visitando una sala llamada de las Excavaciones, para luego pasar a la interesante Cámara de la Reina, aposentos de la reina Leonor. Lamentablemente ahora está vacía pero en su día gozaba de un esplendor increíble según nos comenta la guía. En esta sala puede verse los restos de una de las obras más increíbles del palacio, tuberías de plomo para la canalización del agua, una obra de ingeniería muy adelantada para la época.

La Cámara del Rey es una sala más grande que la anterior. Se trata de una amplia habitación que servía principalmente como sala de recepciones y que dispone a su vez de otra pequeña utilizada como lugar de descanso del monarca. Dispone de chimenea de piedra y amplios ventanales góticos con bancos para sentarse a ambos lados.

Hay otra sala que es la galería de yeserías mudéjares pero se encuentra cerrada en el momento de mi visita. No profundizo en contar la historia de cada una porque me gustaría que os la contaran in situ, mucho más interesante. Lo que es una lástima es que debido a tantos avatares que llevó el palacio, no haya sobrevivido nada del mobiliario original, que le habría dado al mismo un aspecto mucho más admirable, me atrevo a decir que hasta mágico.
Salimos a la Galería del Rey que dispone de dos arquerías góticas superpuestas y que tiene unas vistas privilegiadas del Jardín de la Morera.

Cuenta la leyenda que esta morera fue plantada por el mismísimo Carlos III. Hoy en día mide aproximadamente 12 metros y fue declarada Monumento Natural. En los patios además de plantas exóticas que cubrían con toldos en invierno, el rey disponía de un curioso zoológico privado, una excentricidad que me dejó boquiabierto. Entre las especies más raras contaba con un león que fue un regalo de Pedro IV el Ceremonioso, dos camellos, una jirafa, ardillas, cisnes, toros, etc…
Por esta galería se sale al exterior a un primer nivel magnífico con unas vistas muy interesantes y donde podréis ver varios patios entre el que se encuentra también el Patio de la Pajarera, un espacio reservado para los pájaros que poblaban el castillo.
Uno de los elementos más admirados eran los famosos jardines colgantes que, como los legendarios de Babilonia, llegaron a estar suspendidos a 20 metros del suelo, provistos de plantas y flores de todo el mundo, imaginaos el esplendor.
Continúa el recorrido hacia la parte sureste del palacio, donde ya es posible contemplar de cerca la Torre del Atalaya a la derecha en la foto y la Torre de los Vientos justo al lado.
A ambas tuve la oportunidad de subir y para mí tiene las mejores vistas del propio palacio así que sin duda no os las perdáis. Detrás del castillo se ve el Monasterio de San Francisco, fundado por San Francisco de Asís en 1213 y que en su día tuvo sus más de cien habitaciones ocupadas de frailes franciscanos pero que lamentablemente tuvo que ser cerrado en 2014 básicamente por quedarse sin habitantes.
En el año 1813, durante la Guerra de la Independencia, el palacio quedó prácticamente destruido por un incendio provocado por el general Espoz y Mina para evitar que las tropas francesas se hicieran fuertes en el castillo. En 1913 es adquirido por la Diputación Foral de Navarra y 25 años más tarde se inicia una minuciosa restauración que le da su imagen actual.
Por fin subo a la La Torre del Homenaje donde se encuentran los aposentos reales y son una de las estancias más impresionantes de este conjunto arquitectónico. La torre llega casi a los 40 metros de altura y para llegar a la cima hay que subir 133 peldaños. Desde aquí, las vistas de Olite y su comarca son excepcionales.
Esta vista de la foto inferior es de la parte frontal, donde se ve en primer término la plaza más importante y transitada del pueblo y bautizada como no, con el nombre de Carlos III el Noble.
No os perdáis tampoco la llamada Torre de las Tres Coronas u Ochavada, la que para mí es la más bonita del palacio y desde donde se ve abajo una muy curiosa construcción, el pozo de hielo, o como es conocido popularmente ‘el huevo’. Se trata del lugar donde se almacenaban las capas de nieve separadas por capas de paja que servían para conservar los alimentos y los remedios farmacéuticos de los que disponían en esa época. La tapa con forma de huevo cubre un pozo de unos ocho metros de profundidad.
Una vez que dejamos ya el palacio, podemos ver junto a la entrada del mismo la Iglesia de Santa María la Real, y que visitaré por la tarde.
Camino ya tranquilamente por la plaza central de Olite, y que había visto desde lo alto del palacio. Es la zona más transitada y animada, y un buen lugar para hacer una pausa en nuestro recorrido en alguno de sus bares o restaurantes.
En él hay varios edificios destacables, como por ejemplo el Ayuntamiento de Olite, un edificio construido entre el año 1947 – 1950 siguiendo la arquitectura de las casas nobles olitenses.
También la torre del Chapitel que en su origen formaba parte del recinto amurallado de la villa y era una de las puertas de acceso a la misma, llegó más adelante a albergar un reloj público que avisaba al pueblo con una especie de «toque de queda» para el cierre de las murallas.
Desde allí y yendo hacia la zona del parador, salen las Rúas de San Francisco y Judería, muy agradables para recorrer y para disfrutar del ambiente medieval que se respira, para mí más agradables en otoño e invierno que en verano.
Dado que ya es la hora de comer, desde la plaza Carlos III, recorro otra de las arterias principales del pueblo, la calle Rúa Mayor.
Mi objetivo es llegar a uno de los restaurantes con mejores críticas y que se encuentra en esa calle, Casa Zanito, por supuesto tenéis otras ofertas gastronómicas, pero yo decidí probar este. LLego pronto porque sé que es difícil comer si es sin reserva un día festivo. Me sorprende para bien la atmósfera del sitio y tengo la impresión de que voy a disfrutar de la misma y de la comida.
Y la verdad es que así fue. Elegí el menú de 25€ y he de decir que tanto el lugar, como la calidad del menú, como la atención me pareció muy buena, así que sin duda lo recomiendo, espero que vosotros tengáis la misma experiencia si tenéis la oportunidad.
Después de comer me acerco a la Iglesia de San Pedro, la iglesia más antigua de Olite. Fue iniciada en estilo románico y ampliada con posterioridad en época barroca. Destacan la portada y el claustro románicos, y una original torre gótica de 54 m. de altura, la más alta del pueblo, rematada con un bonito y curioso chapitel agudo. A la hora a la que voy se encuentra cerrada, pero si váis por la mañana podréis entrar antes de la misa que se celebra.
Desde la Iglesia de San Pedro, recorro otra de las calles más conocidas del pueblo, la calle Villavieja, y desde donde nos acercaremos de nuevo al palacio.
Me tomo un café tranquilamente en la plaza Carlos III, para esperar a las 16:30 y acceder a otro de los lugares visitables del pueblo. La entrada cuesta 1.50€ y os recomiendo visitarla sólo si de verdad os interesa la historia y sentís la curiosidad. Las galerías medievales se encuentran bajo el suelo de esta plaza, y son dos galerías subterráneas paralelas, unidas por un muro común. Aunque se sabe que datan del siglo XIV, se desconoce la finalidad con que fueron construidas, a pesar de que los más fantasiosos creen que pudieron haber sido pasadizos secretos de escape del palacio. En diferentes excavaciones, también se han encontrado galerías menores en otros puntos de la ciudad.
El interior alberga una exposición que habla entre otras informaciones de la vida de la corte en Olite con muestras de armaduras y los trajes que vestían tanto reyes y reinas como los campesinos, artesanos o curanderos.
A continuación visito la Iglesia de Santa María la Real (iglesia gótica del siglo XV) que aunque está situada entre el Palacio Viejo y el Palacio Nuevo, no era el templo dedicado a los actos religiosos privados de los reyes, ya que éstos disponían de su propia capilla, conocida como Capilla de San Jorge. Esta iglesia fue utilizada por los monarcas navarros en las grandes festividades y actos solemnes.
Es una pena que en el día de mi visita se encuentra en obras la fachada principal, que es uno de sus principales atractivos. Se trata de una fachada de arquitectura gótica en la que se percibe la influencia de los talleres de Nôtre Dame de París y que constituye uno de los conjuntos más significativos de la escultura gótica navarra. Tiene también un bello claustro descubierto de la misma época.
Esta es una foto de cuando no estaba en obras para que os hagáis una idea de cómo es y que he tomado de la interesante página www.fuenterrebollo.com.
Dado que no se encontraba disponible lo más interesante de la parte exterior, decido visitarla por dentro (1.5€) ya que su interior alberga otra de sus joyas.
Esta es un magnífico retablo mayor de estilo renacentista presidido por una bella talla gótica de la Virgen con el Niño del siglo XIV, del llamado estilo navarro de influencia francesa, obra de Pedro de Aponte y una imagen, también gótica, del Cristo de la Buena Muerte.
Una vez que visito la iglesia y como broche final, yo recomendaría recorrer la llamada Ronda del Castillo, donde podréis ver los restos que se conservan del recinto amurallado de la época romana. Se construyó para demarcar el término municipal y vigilar toda la zona, defendiéndose así de posibles ataques enemigos. A la derecha de la foto se encuentra la parte trasera del parador de turismo o Palacio Viejo.
Y ya por fin tenemos la última perspectiva del castillo, la primera que tuve nada más llegar y que impresiona, la cual permite apreciar el tamaño y la majestuosidad del palacio.
Esta es una ruta que yo recomendaría hacer entre las muchas que podéis seguir. Esta os permitirá ver lo más interesante a mi entender de este interesante municipio.
No cabe olvidar que Olite también es la gran bodega de Navarra. Sus vinos están adscritos a la Denominación de Origen Navarra y hay unas cuantas bodegas alrededor que son visitables así como también el Museo del vino de la localidad. Al que os interese el tema, no os las perdáis.
Pues este ha sido el resumen de la visita a Olite, una joya medieval con un conjunto histórico artístico que os hará disfrutar tanto como lo hice yo y que os hará pasar un día estupendo. Sin lugar a dudas un IMPRESCINDIBLE no sólo del norte nuestro país.
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