En 2008, y cuatro meses antes de casarme, decidimos hacer un viaje (llamarle despedida de soltero que nunca tuve, llamarle X, cualquier excusa es buena) los viajeros de siempre, osea, Eva Braun y Manolo, junto con un fichaje de última hora, mi cuñado Víctor, asturiano de pro y que lo apuntamos a ver si salía un poco de Gijón y veía un poco de mundo, aunque eso sí, ahí estuvo como si hubiera viajado toda la vida, además, se encontró muchas cosas familiares, los paisajes verdes, las gaitas, los acantilados, etc.
Nos apetecía un destino europeo, y elegimos ESCOCIA porque era un país que nos atraía a todos, castillos, bonitos paisajes, y un país de tamaño correcto para recorrerlo en 6 ó 7 días. Además sólo conocíamos Londres de las Islas Británicas.
Decir de Escocia, o «Alba» en gaélico, que junto con Inglaterra y Gales, forma parte de la isla de Gran Bretaña y que su población se estima en 5.347.000 habitantes en 2014 (parecida al de la Comunidad Valenciana por ejemplo). Escocia obtuvo su independencia en 1314 cuando Roberto I (Robert The Bruce) derrotó a los ingleses en la batalla de Bannockburn, cerca de Stirling. Hasta 1707, Escocia siguió siendo un país independiente, pero entonces firmó las Actas de la Unión, pasando a unirse a Inglaterra en el Reino Unido de Gran Bretaña.
La capital del país es Edimburgo, mientras que Glasgow es la ciudad más grande, cuya área metropolitana de ésta última concentra un 40% del total de la población escocesa. Las principales exportaciones escocesas son el whisky, los productos electrónicos y los servicios financieros, quién lo diría de estos dos últimos, el primero, ya nos lo imaginábamos.
Fue un viaje preparado a conciencia y con el tiempo suficiente para recorrer más o menos sin agobios el país, comenzando en Edimburgo y con un recorrido en sentido inverso a las agujas del reloj, recorriendo las Highlands (o tierras altas), para luego bajar por el oeste y descartando Glasgow, ya que había que priorizar.
Esta fue la ruta principal, con algún pequeño desvío siempre justificado:
El 8 de junio de 2008 partimos hacia Edimburgo con la compañía aérea Easyjet. En la foto estamos 3, porque Manolo ya estaba roncando nada más despegar, un clásico…
Llegamos sobre las 19h. así que poco pudimos hacer este día. Cogimos un bus desde el aeropuerto y fuimos en busca de nuestro Bed & Breakfast. Se llamaba Castle Park Guest House y estaba bastante bien, sin lujos pero muy limpio y muy correcto.
Una vez que dejamos las maletas, fuimos a dar una vuelta por la ciudad, era domingo, y aunque no llovía, en las calles, no había mucho ambiente precisamente…, estos países europeos…
Así que decidimos tirar de clásicos e ir a tomarnos unas «beers» en el famoso pub Bobby’s Bar. «Sablazo» por las cervezas como no podía ser de otra manera pero buen sitio y buen ambiente, recomendable.
Eran ya sobre las 23h y faltaba una cosa importante, cenar!!, así que salimos dispuestos a encontrar un sitio, y no tardamos mucho, al lado justo del Pub había un sitio llamado «Pizza Paradise», y además estaba… abierto!! así que allí llenamos nuestros vacíos estómagos. Y la verdad es que nos sentaron a gloria.
DÍA 2. Edimburgo.
Al día siguiente y repletos de energías, nos tomamos el buen desayuno que teníamos en el B&B. Típico desayuno británico con huevo frito, bacon y salchicas. Víctor casi llora cuando se encontró les fabes…bueno, mini fabes más bien…
Bueno, pues estábamos preparados para ver Edimburgo, una de las ciudades más interesantes de Europa, un lugar lleno de encanto, por sus callejones escenarios de misteriosas historias y terribles sucesos, así como también por sus magníficos edificios, parques y jardines y por su oferta cultural. Es la segunda ciudad más visitada del Reino Unido después de Londres, y una de las más visitas de Europa. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y tiene unos 460.000 habitantes (2013), un población similar a la de por ejemplo la ciudad de Murcia. Edimburgo es además el centro de las finanzas en Escocia, y el sexto centro financiero más importante de Europa después de Londres, París, Francfort, Zúrich y Ámsterdam.
Bueno, al lío. Después de llenar bien la barriga, llegamos enseguida caminando al centro de Edimburgo, que se recorre fácil, cosa que a mí personalmente me encanta de una ciudad. Allí nos hicimos una foto con la estatua del emblema del pub en el que habíamos estado tomando cervezas el día anterior, un can llamado Greyfriars Bobby.
Tiene una historia que me parece interesante. Bobby, un perro de raza Skye Terrier, fue el mejor amigo del policía John Gray hasta su muerte por tuberculosis en 1858. Después de que su dueño fuera enterrado en el Cementerio Greyfriars, Bobby no se movió del lado de su tumba durante los 14 años siguientes (por esta razón es conocido como Greyfriars Bobby). En 1872 Bobby falleció y por fin descansó en paz junto a la tumba de su querido dueño.
En un quiosco pudimos ver en portada de un diario, a alguien que nos era familiar, Rafa Nadal había ganado el día anterior su cuarto título de Roland Garros, ganando, qué digo ganando, destrozando a un tal Roger Federer por 6-1, 6-3, 6-0. Buena noticia para comenzar el día.
Y por fin llegamos a la famosísima Royal Mile, que es el nombre que recibe la avenida que comunica el Castillo de Edimburgo con el palacio Holyroodhouse y que se sitúa en pleno corazón del casco antiguo de Edimburgo. Es la auténtica arteria principal de la ciudad y no sé cuántas veces la recorrimos.
En medio más o menos se encuentra la catedral de St Giles, que fue erigida sobre un antiguo santuario construido en el siglo IX, para ser consagrada al patrón de los leprosos. Por dentro está chula, pero comparada con la de Salamanca, no hay color.
Tras recorrer la Royal Mile desde la catedral hacia arriba, fuimos en dirección al IMPRESCINDIBLE por excelencia de la ciudad, visitado por más de un millón de personas al año.
El Castillo de Edimburgo, más que un castillo, se trata de una completa fortaleza con varios edificios militares y centros de interés en su interior, construida en lo alto de un impresionante volcán extinto de 700 millones de años de edad y que ha sido utilizado con fines de tipo militar desde el siglo XII, siendo destinado a usos civiles solo hasta épocas muy recientes. La datación de las distintas partes del castillo comprenden fechas desde el siglo XII hasta el siglo XVIII.
El castillo es muy grande y tiene unos cuantos edificios para ver así que pensar en echarle una mañana mínimo para visitarlo. La entrada como ya sabíamos es cara, así que ya que nuestra intención era visitar un montón de castillos, decidirnos comprar la llamada Explorer Pass de varios días, que costaba como unas 30 libras. Una tarjeta que te permitía visitar unos 70 monumentos. Merece la pena si tienes en cuenta que sólo la entrada para ver el castillo de Edimburgo ya costaba unas 15 libras. Por lo tanto, con ver 2 ó 3 monumentos la inversión ya se amortiza. Para ver si nos enterábamos cogimos una audioguía, que personalmente no me gustan mucho pero como teníamos tiempo sí que le pudimos sacar provecho.
Aquí las vistas desde el castillo y los cañones de la llamada Batería de Argyle.
Seguíamos visitando todo el complejo, con multitud de edificos interesantes, como la Capilla de Santa Margarita, que es el edificio más antiguo del castillo, de alrededor de 1130, y uno de los más antiguos de toda Escocia.
También está el National War Museum, que fue utilizado inicialmente como almacén de armamento y después como hospital militar y que en su interior hay una buena colección de uniformes, medallas y armamento, y donde nos sentamos a la mesa y todo, a escondidas claro…
Muy cerca se encuentra el Scottish National War Memorial, un monumento que conmemora a los soldados escoceses caídos en las 2 guerras mundiales.
Es muy curioso el gigantesco cañón llamado Mons Meg, cuyos dos nombres provienen de la ciudad belga donde se construyó (Mons) y el nombre de la esposa del artillero que se ocupaba de su mantenimiento. El artilugio pesa nada menos que casi 6 toneladas. A su lado hay algunas de las bolas de piedras más grandes que podía disparar de unos 150kg!!!, impresionantes.
Dentro del castillo pudimos ver el Gran Salón, precioso.
Y después de varias horas, ya decidimos salir del castillo, en cuya entrada se encuentra esta gran explanada donde se realiza el Military Tattoo, un desfile militar acompañado de gaitas, trajes de los clanes escoceses y fuegos artificiales, que se celebra en el mes de agosto. En junio, parecía que ya estaban con ensayos…
Por cierto saliendo del castillo, la amiga Eva afirma que vió a Javier Sardá y a Santiago Segura, que estaban grabando un programa que se emitía en esa época llamado «Duty Free», y ni nos avisó!!!. Ya tuvo coñas hasta el final del viaje…
Tras la visita y Víctor hermanarse con un escocés del desfile, volvimos a la Royal Mile, que la recorrimos hasta abajo del todo para ver el Palacio de Holyroodhouse, que continúa siendo hoy en día la residencia oficial de la Reina de Inglaterra en Escocia. El edificio es una joya de la arquitectura clásica, con una impresionante decoración barroca en su interior.
Durante la visita al palacio pudimos ver las suntuosas salas de ceremonia que preceden a los apartamentos reales, y sobre todo la «Great Gallery», con 44 metros de longitud, en la que aún se conservan 96 retratos de los miembros de la dinastía. La Reina continúa utilizando este gran salón para realizar las recepciones oficiales.
Al lado del Palacio pudimos ver la Holyrood Abbey, abadía agustina que fue construida en 1128 por orden del rey David I de Escocia y que aunque está en parte derruida nos gustó mucho, toda rodeada de naturaleza.
Cuando acabó la visita eran ya las 16h. casi ya la hora de merendar por ahí, así que buscamos un sitio para comer, un buen italiano, y donde la «galga» del grupo, se puso fina con el postre.
Como podéis ver por las fotos, tuvimos mucha suerte con el tiempo, hasta había ratos de sol y buena temperatura, a veces para manga corta y todo como podéis ver en esta foto.
Por cierto, en la calle nos encontramos a esta mujer, Elaine Davidson, que se presentaba como la mujer que tiene el récord Guinness con más piercings en el cuerpo. En aquel momento tenía más de 4.200, aunque ahora está por los 9000, buff, qué grima sólo verla. Es brasileña, aunque casada con un escocés.
Tras comprar un poco de todo, nos dispusimos a dejar la Royal Mile e ir a la parte más al noroeste de la ciudad. Ahí comenzamos por ver la New Register House, con la estatua del gran Wellington, el Scott Monument, para terminar paseando por la Princess Street, calle llena de tiendas y entre las que estaba por supuesto el imperio de nuestro amigo Amancio Ortega. Tenemos la tradición de hacernos una foto en cada ZARA que nos encontramos por el mundo, sorry.
Llegamos a un parque debajo del castillo típicamente británico, frondoso y verde, al lado de la National Gallery de Escocia, y desde había unas vistas de la parte alta y del castillo espectaculares.
Seguimos bajando hacia el oeste, visitando la iglesia conocida como The Parish Church of St Cuthbert, y finalmente acabamos en una fuente del parque con una panorámica imponente del castillo.
Toda esa zona es preciosa, y me gusta tanto o más que la Royal Mile, así que si váis, no os la perdáis.
Dado que ya comenzaba a oscurecer nos acercamos al centro de nuevo a primero tomar unas cervezas, bueno, descubrimos las sidras (tipo el Gaitero), y nos aficionamos.
En este pub ya cenamos y todo, así que salimos de allí casi a medianoche. Había sido un día largo pero que habíamos aprovechado y que prácticamente creíamos haber visto lo mejor de la ciudad.
Por cierto, ya este primer día me sorprendió una cosa de los escoceses, la cantidad de pelirojos que nos encontramos!!!, y estaba en lo cierto, ya que pude leer que Escocia tiene la mayor proporción de pelirrojos sobre el total de su población del mundo. Aproximadamente un 13% de los escoceses son pelirrojos, y en Escocia nacen el 25% de los pelirrojos de todo el mundo!!!!
DÍA 3. Glamis Castle. Dunnottar Castle.
En este tercer día teníamos pensado ya comenzar nuestra ruta por el país, pero como el viaje de este día no era muy largo y por tanto podíamos salir incluso después de comer, decidimos ir de nuevo al centro de Edimburgo, esta vez para comprar algún souvenir y algún que otro regalo. Ni qué decir tiene que lo que había más en las tiendas eran ropa con el famoso cuadro escocés, los foulares de cachemir, y por supuesto los famosos kilts, la tradicional falda vestida por los hombres. Y en cuanto a la pregunta del millón, ¿qué se lleva debajo del kilt? la tradición dice que un escocés de verdad no debería llevar ropa interior, pero hoy en día, por razones de higiene (¡y de temperatura!) es habitual llevarla. Por último decir que comprar un kilt a medida es caro: los precios van desde poco menos de 100 libras hasta los 500 – 600, y por supuesto, no lo hicimos.
Después de comer ya nos dirigimos al aeropuerto a buscar el coche de alquiler. Tuvimos suerte, nos dieron un monovolumen muy cómodo y que nos fué muy bien todo el viaje.
Manolo, con la excusa de que es zurdo, aunque realmente fue para que no se quedara dormido todo el camino ;), lo pusimos a conducir, ya que recordar que se hace por la izquierda. A Víctor se le olvidó el carnet y a Eva, la vetamos directamente…), así que yo le dí algún que otro relevo. Salimos del aeropuerto muertos de risa con la conducción al revés, la verdad es que cuesta acostumbrarse, sobre todo en las rotondas, que se hacen en el sentido contrario o cuando sales en los cruces que miras al otro lado.
Y ahí comenzó la ruta. En este primer día teníamos pensado ir a ver dos de los castillos más bonitos de Escocia, el primero un IMPRESCINDIBLE y que teníamos bien fijo en nuestra ruta, el Glamis Castle.
Tardamos como una hora y media en llegar, y cuando lo hicimos, ya el camino de llegada al castillo es absolutamente espectacular porque es una carretera toda flanqueada de árboles y al final de los cuales llegas como a una explanada donde está el castillo, era el primero de esas características y nos quedamos gratamente sorprendidos. La mala noticia es que llegamos a las 5 y poco y ya estaba cerrado!!! el castillo sólo admite visitas guiadas y el último pase fue a las 4 y media!!. Fue una auténtica pena porque el interior en todas las guías decían que era majestuoso, pero bueno, pudimos disfrutar de él por fuera y ver sus jardines. Este castillo, al ser privado como algunos otros, no lo podíamos haber visitado gratis con la tarjeta que habíamos comprado.
Decir que el castillo ha sido el hogar de los condes de Strathmore desde 1372, año en el que el rey Robert II lo cedió a Sir John Lyon, señor de Glamis, que estaba casada con su hija. Desde entonces la fortificación y sus tierras han estado vinculadas a la familia Bowes-Lyon, a la que pertenecía la madre de la reina Isabel II de Inglaterra, así que aquí pasó mucha de su infancia. Además aquí Shakespeare situó en una de sus salas el asesinato del rey Duncan en la famosa obra Macbeth.
Del castillo y ya controlando la hora del reloj, nos fuimos en dirección a la ciudad más próxima, Forfar, para buscar un pub donde poder ver un partido de fútbol que no nos podíamos perder. En ese mes se estaba celebrando la Eurocopa de Austria y Suiza, y España jugaba su primer partido del mundial ante Rusia. Al fin encontramos un pub en el que había cuatro gatos así que desplegamos la bandera española y asturiana, y nos dispusimos a ver el partido, todo regado con zumo de cebada de la tierra. Víctor por cierto nos tenía fritos con que David Villa iba a meter tres goles.
Y no se equivocó, España ganó 4-1 con un hat trick de Villa y otro gol de Cesc, no pasamos ni nervios durante el partido y lo celebramos con la algarabía habitual. Una lugareña algo ebria se hizo española por un día. Quién iba a decir que ese partido se repetiría en semifinales unos días más tarde, con un resultado similar (3-0).
Una vez que terminó el encuentro, nos apresuramos para llegar a otro absoluto IMPRESCINDIBLE antes de que anocheciera. El castillo de Dunnottar. Realmente no es un castillo que tenga mucho para visitar ya que se encuentra medio en ruinas, pero el lugar en el que está, en un acantilado, le hace ser único, además el tiempo era buenísimo, lo que le hacía destacar todavía más.
En este castillo ya se produjo una batalla entre el Rey Donald II y vikingos daneses en el año 900 AD. Más adelante y como hechos destacados que sucedieron en esta fortaleza, el mismísimo William Wallace (os suena de Braveheart?)quemó una guarnición entera de ingleses dentro de la capilla en 1297. Pero las más famosa de sus historias es la defensa de las joyas de la Corona de Escocia, conocidas como Honours of Scotland (corona, cetro y espada). Después de la coronación de Charles II, en 1651, y durante 8 meses, 70 hombres resistieron el ataque de Oliver Cromwell (fundador de la Commonwealth), cuyo único objetivo era destruir las joyas. Hoy en día la Corona, el cetro y la espada, descansan en un lugar privilegiado del Castillo de Edimburgo.
Algunas escenas de la película Hamlet, con Mel Gibson y Glenn Close, fueron rodadas en el castillo de Dunnottar. Las ruinas contienen casas, la iglesia, cocinas, etc., y se pueden visitar lo que queda de ellas aunque cuando llegamos obviamente estaba todo cerrado.
Los alrededores también son dignos de descubrir, en la que anidan gran cantidades de aves.
En resumen, a mí personalmente fue el castillo que más me gustó y me impresionó de toda Escocia, con esto creo que lo digo todo.
Tras la visita fuimos al cercano pueblo costero de Stonehaven en busca del B&B que habíamos reservado. Dejamos las maletas y rápidamente buscamos un sitio para cenar, que menos mal que en la plaza del pueblo encontramos una pizzería abierta, un martes a las 11 de la noche.
Esta fue la ruta completa del día:
DÍA 4. Destilería Glenfiddich. Cawdor Castle. Urquart Castle. Lago Ness.
En Stonehaven dormimos en el B&B Gleniffer, y fue el mejor de todo el viaje, por comodidad, y sobre todo por el desayuno, qué festival!!
Nada más levantarnos fue curioso ver en el teletexto de la BBC cómo se destacaba la hazaña de Villa del día anterior.
Nos pusimos en ruta y pudimos ver que por tercer día no llovía. empezamos a pensar que no llovía tanto como creíamos. Realmente y tras leer diversas estadísticas, comprobamos que los meses de Mayo-Junio y Septiembre son los más secos. La cantidad de precipitaciones en Edimburgo por ejemplo es parecida a las que podemos encontrar en Gijón, y además varían enormemente a través de Escocia. El oeste de las Highlands es la zona más lluviosa, con más de 3.000 milímetros anuales. En cambio, gran parte de Escocia recibe menos de 800 mm.
Empezamos a ver los castillos, la mayoría de los cuales nos entraban en el pase gratuito y menos mal porque sinceramente, que tengas que pagar 8 libras por ver un castillo derruido como este tiene delito!! en España lo hacen y alguno sale con los pies por delante. Este se llamaba Huntly Castle.
El Castillo de Huntly era el hogar ancestral del conde de Huntly, jefe del clan Gordon (una de las familias más poderosas de Escocia y, entre 1540 y 1640, la más acaudalada del país). Fue construido alrededor del año 1450 por el recién ennoblecido conde de Huntly, y aunque está en ruinas desde el s. XVIII merece la pena visitarlo, además con ese entorno tan verde, luce más.
A continuación por esa zona teníamos pensado visitar una de las muchas destilerías de whisky que hay en este país. Hay controversia por donde se destiló esta bebida por primera vez, parece que fueron unos monjes en Irlanda en 1405, cuando aparece el primer registro escrito de whisky, hechos que algunos ponen en duda. En Escocia, la primera evidencia de la producción de whisky es de 1494, cuando el fraile Juan Cor logró un volumen equivalente a más de 1400 litros del preciado néctar. Un dato curioso es que durante siglos la producción de whisky escocés se mantuvo estable, pero su explosión definitiva se produjo en el siglo XIX, cuando se desarrollaron nuevos modos de producción, y aprovechando la plaga de filoxera que asoló los viñedos franceses y españoles en 1880.
El whisky escocés o Scotch Whisky se compone de agua, cereal y levadura. La calidad del agua es un factor determinante y por eso los escoceses llaman al whisky «el agua de la vida». Hay dos solamente: el de malta y el de grano. El primero sólo se hace de cebada malteada y el segundo es la mezcla de varias maltas. El whisky de una sola malta (single malt) se produce en una destilería. El de grano, mezcla lo producido de varias.
¿Y por qué en Escocia? allí por lo visto la calidad de agua es única y tiene un clima que permite que el proceso de maduración sea muy estable. El exceso de sol es muy perjudicial.
Entre las muchas marcas y que a muchos nos suenan de los fines de semana (desde luego no es mi bebida favorita), como J&B, Ballantine’s, Chivas, Cardhu, Johnny Walker, Cutty Sark y tantas otras (hay más de 100 destilerías) decidimos visitar la de Glenfiddich, primero porque era gratis, y luego por otro detalle importante que veréis más abajo.
Glenfiddich (Valle de los ciervos en gaélico) es una destilería de whisky escocés de malta fundada en 1886 por William Grant en Dufftown.
Desde luego no está entre las más vendidas del mundo de whisky escocés, podio que ocupan Johnnie Walker (1º), Ballantine’s (2º) y Chivas (3º) (2014), pero hay que recordar que es un whisky de malta, y de este tipo sí que es el primero.
Una vez en el hall llegó una chica muy atenta y cuando le dijimos que eramos españoles, nos respondió en un castellano muy aceptable, que ella sería nuestra guía. Este era el segundo motivo de por qué visitar esta destilería. Nos acompañó a una visita muy interesante, y entre la que nos dijo, y por no alargarme, que Glenfiddich es el único whisky escocés de la zona que es destilado, madurado y embotellado en una única destilería. Al igual que otras destilerías, Glenfiddich usa una fuente natural de agua del manantial de Robbie Dhu, y es madurado en barricas de roble, como barriles de ron de Cuba, barriles de bourbon americano (su gran rival en los whiskys), y barriles nuevos de roble o de vino de jerez («Sherry») español.
Al final de la visita nos ofreció una mini desgutación del whisky y se despidió muy amablemente dejándonos en la tienda de la destilería, donde por supuesto compramos todos alguna botella, buena estrategia de marketing, sí señor. Para mí una visita a una destilería de whisky, un IMPRESCINDIBLE.
Tras salir, fuimos a visitar otro castillo que estaba justo al lado, este también en ruinas, el castillo Balvenie.
Fue construido en el siglo XII por una rama de la poderosa familia Comyn y ampliado y modificado en los siglos XV y XVI. Parece más grande por fuera de lo que es por dentro, y de nuevo se hace muy interesante por el entorno en el que está. Si váis a la destilería es un buen motivo para acercaros a visitarlo.
A continuación seguimos nuestro viaje hacia el norte, y ahora sí vimos un IMPRESCINDIBLE de la ruta de los castillos, el imponente castillo de Cawdor.
Éste es un precioso castillo que parece sacado de un cuento de hadas que data de finales del siglo XIV. Se trata de uno de los castillos más bellos y mejor conservados de Las Tierras Altas, y no solo está relacionado con el el Castillo de Macbeth de William Shakespeare, sino que fue construido como fortaleza privada para los Barones de Cawdor, la cual fue fundada por Guillermo el León en 1179. Cawdor Castle es un lugar verdaderamente extraordinario, es un castillo físicamente muy clásico, con un puente levadizo y grandes jardines que lo rodean. El castillo al ser privado, había que pagar como unas 10 libras, así que lo dejamos para otra ocasión. Recorrimos los alrededores, visitamos los preciosos jardines y pasamos un rato muy agradable. Sin duda este castillo es una parada obligada.
Tras la visita y dado que ya se había pasado la hora de comer, decicidimos comer en la cercana ciudad de Inverness, la quinta más grande del país. Finalmente no arriesgamos y comimos en un italiano.
Dado que teníamos toda la tarde todavía por delante y estábamos ya cerca del sitio donde ibamos a dormir, decidimos acercarnos al famosísimo lago Ness.
La verdad es que siempre creimos que el lago sería más pequeño, pero es enorme, tiene unos 36 kms de largo!!, aunque no es muy ancho. Albergaría en teoría, al monstruo apodado Nessie, que como Bigfoot o el Yeti ocupa un lugar en esos misterios nunca probados propios de Iker Jiménez. No me voy a detener mucho en esta historia porque sinceramente no me apasiona, y por lo que vimos, sigue sirviendo para vender merchandaising y organizar paseos «guiados» por el lago.
El castillo que teníamos previsto visitar es el de Urquart, que para mí sí merece la pena, sobre todo porque está enclavado en un sitio privilegiado junto al lago, que domina el espectacular paisaje del Great Glen (“El Gran Valle”). Llegamos superadas las 6 de la tarde, con lo que el castillo estaba cerrado, pero dado que el concepto de «cerrado» era una valla de poco más de un metro de altura, como buenos hispanos, la saltamos y entramos al recinto. La verdad es que nos incluía la visita el pase que llevábamos así que no nos sentimos como que nos colamos del todo ;).
Este castillo, bueno, lo que queda de él, es sin embargo el tercero más visitado de Escocia. Data de inicios del siglo XIII y sus fundadores fueron muy posiblemente la familia Durward, aunque a finales del siglo XIII el castillo de Urquhart fue capturado por el rey Eduardo I de Inglaterra. En 1692 fueron los ingleses quienes lo destruyeron para evitar que los jacobitas se hicieran con él. Nunca fue reconstruido y lo único que nos ha llegado hoy son unas ruinas majestuosas que evidencían lo que un día fue.
Tras la visita, pusimos ya rumbo de nuevo hacia el este para aunque desviarnos un poco de nuestro camino, llegar a domir a un sitio que nos apetecía mucho, un espectacular castillo!!!
Aquí hago un pequeño inciso para dos cuestiones rápidas, que todo el viaje lo hicimos sin GPS, todo con mapa, lo que le hizo mucho más divertido y auténtico, sin duda los haría siempre así. Y por otro lado hablar de las carreteras en el país. Nos llevamos una gran decepción con las mismas, ya que todas eran de doble sentido, y no encontramos autovía hasta el final del viaje, ya llegando a Glasgow, lo que hacían las rutas muy lentas al haber bastante tráfico. Además, a poco que te salieras de las carreteras generales, se convertían en carreteras estrechas de un único sentido!!, con los llamados passing place, es decir pequeños espacios cada cierto tiempo en las cunetas para parar y poder apartarse si viene un coche de frente. Ni en la provincia de Zamora entre dos pueblos de 100 habitantes hay estos caminos, en fin, que muchas veces criticamos nuestras infraestructuras y es porque no hemos visto lo que hay por ahí fuera, ahí queda eso.
Después de parar en un pueblo a tomar unas cervezas y darnos un susto con un ciervo en la carretera llegando a nuestro alojamiento, por fin llegamos, al castillo de Carbisdale. La verdad es que es un auténtico LUJO con mayúsculas que un castillo como este sea reconvertido como albergue y se permita dormir en él.
El sitio nos encantó, ya no sólo por fuera, si no que cuando entramos nos quedamos flipados, alguien se imagina dormir en un sitio así y por menos de 20€ cada uno??
Cogimos una habitación cuádruple con literas, muy sencilla, pero también bastante barata, y como ya era tarde, improvisamos un picnic de cena en la habitación.
Deciros que el castillo es relativamente reciente, fue construido entre 1906 y 1917 por la viuda del Duque de Sunderland y, desde entonces, ha acogido a personalidades muy influyentes, e incluso ha servido como refugio real. Sus estancias han acogido a un rey, un príncipe y un duque, y ahora a nosotros ;). En 1945, el castillo fue donado a la Asociación de Youth Hostels Escoceses o Scottish Youth Hostels Association (SYHA) para así, ser reconvertido en albergue de visitantes y turistas. Lamentablemente, en 2011 dejó de pertenecer a dicha red de albergues, así que nos consideramos unos verdaderos privilegiados.
El castillo, como tantos otros, cuenta con una larga historia de apariciones de fantasmas que llevan ocurriendo desde antes de convertirse en albergue y que siguen dándose en la actualidad, pero vamos, que nosotros y sobre todo a Manolo, ni le importó para dormir como troncos.
Esta fue la ruta que hicimos este día, con desvío de la ruta al final incluido.
DÍA 5. Elian Donan Castle. Isla de Skye.
Nos levantamos y tras desayunar en uno de sus salones que nos daba la categoría de reyes, pusimos rumbo hacia el oeste. En un cruce de caminos, es lo que tiene ir con mapa, no cogimos la ruta correcta, y acabamos perdidos en una carretera que no sabíamos donde iba. Finalmente encontramos una granja, así que paramos a preguntarle, obviamente no había dios que lo entendiera, pero por señas le pudimos entender que básicamente nos habíamos equivocado en un cruce, y por tanto tuvimos que volver y coger el camino correcto.
Desandamos un buen tramo que habíamos hecho el día anterior, llegando de nuevo a Inverness, y pasando junto al lago de Urquart, para coger rumbo a una parte de las Highlands que recomendaban en todos los foros, la isla de Skye.
Esta fue una de las mayores dudas que tuve durante el viaje, si subir o no a esta isla, ya que se encuentra bastante apartada, pero tanto insistían que me decidí a que fuéramos. Bordeamos todo el lago Ness para en un determinado momento desviarnos hacia la derecha para empezar a subir hacia Kyle of Lochalsh. Al lado justo encontramos otro de los IMPRESCINDIBLES de la ruta, y que si no es más visitado seguramente sea por lo aislado que está, el gran Elian Donan Castle. Este castillo que entre otras cosas es famoso por ser imagen de la marca de whisky Cardhu y por grabarse escenas de algunas películas como Los inmortales, Braveheart o Lago Ness, tiene un emplazamiento único a orillas del lago Duich que hace que la vista del mismo sea antológica.
El castillo comenzó a construirse en 1220 por orden de Alejandro II de Escocia sobre las ruinas de un antiguo fuerte usado por los pictos (confederación de tribus que habitaban el norte y centro de Escocia), como defensa frente a las incursiones vikingas. Se dice que fue uno de los refugios usados por Robert the Bruce cuando huía de las invasiones inglesas de Eduardo I. Posteriormente el castillo se convirtió en residencia del clan MacRae antes de quedar abandonado poco después de la unión entre Escocia e Inglaterra. En 1719 fue ocupado por curiosamente una expedición española que tenía como objetivo levantar militarmente a los escoceses contra la corona inglesa. Tras un mes de ocupación, tres fragatas inglesas penetraron en el lago Alsh y desde allí bombardearon masivamente la fortaleza hasta que las tropas españolas se rindieron y fueron hechas prisioneras, vaya por dios. El castillo de Eilean Donan quedó entonces abandonado en estado de ruina hasta que John MacRae-Gilstrap lo restauró entre 1912 y 1932 y hoy sigue siendo la residencia oficial del Clan McRae.
Este fue el primero que visitamos por dentro desde el de Edimburgo, y pese a que no es muy grande, nos gustó mucho. Esta es una foto hecha en modo prohibido, y el de la ventana no es un fantasma, es Manolo en modo vigilante.
Tras disfrutar de este maravilloso castillo pusimos rumbo a la isla de Skye que como dije anteriormente me generó bastantes dudas sobre el ir o no, sobre todo por lo aislada que está. Finalmente decidimos ir pero creo que o porque no conseguimos ver lo más interesante (por un tema de tiempo), o por las altas expectativas que llevábamos, no nos terminó de entusiasmar como a otros viajeros. De todas maneras desde luego es una buena opción si se tiene tiempo ya que está muy cerca de Elian Donan. Espero en el futuro volver y tener el tiempo suficiente para apreciarla como se merece.
A la isla de Skye pasamos a través de un larguísimo puente arqueado, el Skye Bridge, y tras unos cincuenta minutos llegamos a la capital Portree, que con sus 2.500 habitantes, es el único lugar de la isla que podemos considerar como un verdadero pueblo, pues el resto de las localidades forman muy pequeñas comunidades.
Su denominación de Portree significa “El Puerto del Rey“, y hace alusión a una visita en 1540 del rey Jacobo V de Escocia. El pueblo vive de la pesca y del turismo, ya que sirve como centro para los visitantes que van a explorar la isla, y es famoso por sus originales casas de colores.
Dimos una vuelta por el pueblo en la que pudimos ver muchos B&B, y dado que era la hora de comer nos dispusimos a buscar un sitio. Finalmente encontramos uno con comida local, y que nos gustó mucho, hasta Víctor se lo comió todo, aunque echaba ya de menos unas fabes con almejes.
Después de comer nos dirigimos a dar una vuelta a la isla. Enseguida pudimos ver a lo lejos una de las atracciones naturales más importantes de la isla, los pináculos (o «pegollos» según Víctor) de “Old Man and The Storr”. Se trata de unas formaciones rocosas modeladas por la erosión. El mayor de los pináculos se conoce como “The Old Man”, y la montaña que se encuentra detrás, mostrando unos desafiantes cortados, se denomina “The Storr”. Aquí empieza una ruta de senderismo de unas dos horas para subir a lo alto de las Montañas Quiraing, pero no hubo consenso en hacer la ruta, así que finalmente decidimos reanudar la marcha, para mí un error no pararnos y hacerla, pero bueno.
Seguimos por la carretera viendo paisajes muy chulos, típicos de las Highlands.
Continuamos nuestra ruta siempre bordeando la costa…
En Kilmuir, pudimos ver un conjunto de casas que eran la recreación de las antiguas viviendas escocesas de piedra y techos de paja que imperaban en la isla en siglos pasados, el Skye Museum of Island Life.
Y después de mucho buscar, y mucho otear el horizonte, pudimos ver las famosas ovejas de Skye!! 😉
Continuamos nuestra ruta hasta llegar a ver otra de las atracciones más importantes de la isla, el Castillo de Duvengan. Es el que lleva más tiempo habitado de toda Escocia, desde hace 800 años ha sido la casa del clan escocés de los MacLeod. Pero aunque el castillo fue construido en el siglo XIII, la estructura actual del mismo se remonta al siglo XIX, pues durante toda su historia ha experimentado diversas remodelaciones.
Ese día no había ninguna muestra de vida alrededor del castillo, así que lo vimos desde fuera un rato y reemprendimos la marcha.
Seguimos avanzando hacia el sur, haciendo una parada en el camino en el primer conjunto de casas que vimos para cenar y tomar algo, menudos personajes había en la cantina…
En Escocia una de los animales más famosos y que más curiosidad despiertan, son las llamativas vacas peludas, conocidas como ‘hairy coo‘. Son originarias de las tierras altas pero las puedes ver por toda Escocia. Suelen ser rojizas y tienen largos cuernos, y sobre todo tienen un pelaje impresionante, pudimos ver como se rascaban con la alambrada como quien se pasa una lima por las uñas.
No sé cómo empezó la cosa, pero paramos el coche en un determinado momento, nos vinimos arriba, y nos dió por saltar la valla y empezar a torearlas?? y Víctor a darles de comer como si fueran palomas. Nos reímos muchísimo, y menos mal que eran mansas y no nos hicieron ni caso, porque no me puedo imaginar un accidente, ahí, en el medio de la nada, alejado de toda civilización.
Yo también me vine arriba, y planté la bandera, lo siento…
Ya empezaba a oscurecer así que ya seguimos hacia el albergue donde dormiríamos esa noche, llamado Glenbrittle. Fue el más sencillo de todos (y más barato) y tenía más pinta de refugio de montaña que de albergue juvenil. Era muy tranquilo y pudimos descansar y acostarnos pronto porque poco había que hacer.
Esta fue la ruta completa que hicimos este día:
Día 6. Valle de Glencoe. Kilchurn Castle. Lago Lomond.
Este segundo día tras prepararnos y salir fuera para coger el coche, pudimos apreciar los alrededores de naturaleza que tenía el albergue, y sobre todo el fresquito que hacía.
Dado que no teníamos desayuno en el albergue, nos fuimos pitando, ya que pensábamos desayunar en Armadale antes de coger el ferry, pueblo al que tardamos sobre una hora en llegar. Tras llenar los estómagos y ser ya personas, cogimos el ferry de Armadale a Mallaig.
El billete nos costó como unas 4£ por persona y 20£ por el coche. En la espera de subir al ferry, otra vez tuvimos la gran suerte de que nos salió el sol y nos dejó unas imágenes como esta. ¿Pero quién dijo que en Escocia llovía?
Cogimos el ferry y en una media hora estábamos en el otro lado, fue un paseo muy agradable aunque las caras no digan lo mismo, ;), el viento que venía indicaba lo al norte que nos encontrábamos.
Aquí tenéis un pequeño vídeo de este enlace en ferry.
En el otro lado nos sorprendió muchísimo al avanzar por la A830, la paradisíaca playa de Morar. Una magnífica playa de arena blanca que parecía que estábamos en cualquiera de nuestro país, además con ese sol…seguro que los escoceses vienen aquí en los meses de más calor y se bañan sin problemas.
Al poco tiempo, sufrimos un retraso importante por una de aquellas cosas, que crees que sólo pueden pasar en España, pues no, seguramente en nuestro país se habrían gestionado hasta mejor las cosas. Nos encontramos unas obras en la carretera, hasta aquí todo normal, pero es que estaban los dos sentidos cortados!!! en lugar de dejar al menos pasar a uno porque espacio había. Ah y lo de uno trabajar y cinco mirar, por aquí también se lleva… Bueno la broma nos supuso más de una hora ahí parado, gritando en un inglés perfecto «it’s a shame» cuando por fin reemprendimos la marcha.
Un poco más adelante, teníamos una parada obligada, el Glenfinnan Viaduct, ese famosísimo puente inmortalizado en tres entregas de las películas de Harry Potter. El tren de vapor que lo cruza se llama The Jacobite y pasa desde Fort William hasta Mallaig en la línea conocida como el West Highland Line y la que fue sido votado como el viaje de tren más hermoso del mundo en 2009. Qué pena no tener tiempo para montar en él. El puente fue construido entre 1897 y 1901 y tiene una altura máxima de 30 metros.
Recomiendo subir a la ladera que hay cerca del puente, no sólo para ver éste, sino para disfrutar de la vista espectacular sobre el lago Shie que hay al otro lado y donde se puede ver el Monumento Jacobita o monumento de Glenifan, de 18 metros de altura y que fue erigido en 1815 en homenaje a los miembros de los clanes que lucharon y murieron por la causa Jacobita en la rebelión de 1745, que buscaba, por tercera vez, restaurar a la familia Estuardo en el trono de Gran Bretaña.
Todo este recorrido nos pareció espectacular, un IMPRESCINDIBLE sin duda.
Como ya el estómago pedía fiesta, paramos a comer en Fort William, segunda ciudad más grande de los Highlands tras Inverness, en un restaurante de madera a pie de carretera, muy agradable y donde pudimos disfrutar de la amabilidad de los escoceses, característica que durante todo el viaje nos demostraron. Sólo podemos decir buenas palabras de ellos.
Al lado de Fort William es posible apreciar el pico Ben Nevis, que no es sólo el más alto de Escocia con sus 1.344 m, sino de todo el Reino Unido.
Más tarde seguimos y llegamos al valle de Glencoe, grandioso, donde paramos cada poco a apreciar los paisajes que ibamos viendo. Fue formado por un glaciar y tiene una longitud de 16 km. En esta foto hasta conseguimos una instantánea con ciervo incluido. No es una postal, no.
Seguimos avanzando para llegar a otro castillo, Kilchurn. Este aunque esté en ruinas, es uno de los más fotografiados de Escocia, al estar en un lugar privilegiado en un extremo del Lago Awe. Fue construido a mediados del siglo XV, y en 1760 el castillo fue dañado en una tormenta y completamente abandonado. Lo que queda de la fortaleza está ahora gestionado por el gobierno y pudimos acceder a él a pie, donde pudimos ver el tamaño que tenía, una pena que esté abandonado.
Nos desviamos, y paramos en el castillo de Inveraray, este sí muy bien conservado. En él vivió el Duque de Argyl, que fue quien mando construirlo en 1745, para vivir en él junto al clan Campbell, considerado el clan más importante de Escocia. El castillo es impresionante por fuera y por dentro según pude leer es imponente, pero nosotros para variar, llegamos pasadas las 6 de la tarde, y ya estaba cerrado.
Por fin cuando ya anochecía, y antes de ir a nuestra alojamiento, decidimos cenar en un pub de un pueblo cercano llamado Alexandría, al sur del lago Lomond.
Ahí descubrimos la sidra Strongbow, a la que nos aficionamos rápidamente, qué risas nos pasamos y qué animaos llegamos al albergue 😉 Viva Scotland!!
El albergue fue el Loch Lomond Youth Hostel, como el Carbisdale, otro de esos que se recuerdan siempre, un castillo muy bien conservado y espectacular la experiencia de dormir en él. El interior era impresionante y con cada sala alucinábamos. Con poco que hacer aprovechamos para hacernos algunas fotos en el salón central, qué pasada!!!
Esta fue la ruta del día:
DÍA 7. Stirling Castle.
Por la mañana y ya de día, y además de nuevo con un día soleado, pudimos ver lo bonito que era el castillo y lo bien conservado que estaba. Este, al contrario que el Carbisdale, sí que continúa siendo un albergue, así que si tenéis ocasión, ya sabéis.
Ese día, 14 de junio, era ya el último en Escocia, pero todavía quedaba un plato fuerte, el histórico castillo de Stirling, al que tardamos en llegar más o menos una hora desde el albergue.
Para entrar en el castillo menos mal que hicimos que lo incluyera el pase que habíamos comprado porque la entrada costaba 14 libras, buff, qué sablazos pegan estos escoceses, y luego dicen algunos que el Museo del Prado es caro costando 14 euros…
Al igual que el de Edimburgo, se sitúa sobre un inmenso peñón que en su día formaba un volcán, y también está formado por un conjunto de edificios que se remontan al siglo XV y XVI en su mayoría.
Ahora lo siento, pero para recordar una de mis películas favoritas, BRAVEHART, viene a colación decir que la batalla de Bannockburn, cerca de Stirling, tuvo lugar el 24 de junio de 1314, y constituye uno de los episodios históricos más celebrados por los escoceses, nacionalistas o no. La razón de que este acontecimiento sea incluso hoy día rememorado con orgullo tiene que ver, evidentemente, con sus consecuencias prácticas: Escocia obtuvo tras esta victoria, la independencia de Inglaterra, independencia que se confirmaría jurídicamente en 1328, tras los tratados de paz entre el líder escocés Roberto I Bruce (o ‘Brus’, ya que era de origen normando) y el monarca inglés Eduardo II. Esta batalla supuso de hecho el momento más relevante de la que se ha dado en llamar Primera Guerra de Independencia escocesa. William Wallace, que era un simple terrateniente escocés no perteneciente a la nobleza (y por tanto sin formación militar), aparentemente de origen galés, y del que históricamente se sabe muy poco, fue nombrado, tras su sonada victoria en la Batalla del Puente de Stirling en 1297, Guardián de Escocia, convirtiéndose en héroe de esta Primera Guerra de Independencia escocesa, aunque ya sabéis como terminó una vez que fue capturado por los ingleses en 1305… hecho que le convirtió en leyenda.
El castillo nos recibe con una entrada monumental. Un añadido a la fortaleza medieval, diseñado en el siglo XVIII, para hacer frente a la nueva artillería emergente. Destaca su forma en estrella que contrasta con el resto del castillo de apariencia más medieval.
Visitamos por supuesto el palacio del castillo
Y también en el Museo de los Highlanders, las antiguas cocinas del castillo, que eran enormes lo que dice mucho de los fiestones que se pegarían por aquí.
Todo el complejo de la fortaleza además, tiene otros lugares de interés como son: la capilla y la cárcel del castillo, el museo de las tallas de madera o los jardines. También la Iglesia de Holy Rude.
En una suave depresión entre la iglesia y la fortaleza, se asienta el impresionante cementerio de la “Old Town”, de una excepcional importancia dentro del paisaje histórico que ofrece la ciudad de Stirling. Los monumentos mortuorios y las personalidades que son recordadas en este camposanto son algunos de los más destacados de la Historia de Escocia y, por supuesto, para la de Stirling. Uno de los más representativos es el Monumento Conmemorativo a los Mártires.
No dejamos de dar un paseo por este cementerio que se ha convertido en uno de los mayores parques públicos de la ciudad.
Estatua de Robert The Bruce (Roberto I), fue rey de Escocia de 1306 a 1329 y del que ya hablé anteriormente.
Para terminar nuestra visita, un poco de foto típica…
El castillo obviamente nos gustó, es muy interesante, pero como siempre suelo decir, al ser el último, y después de todo lo visto, sinceramente, me gustaron más los emplazamientos de Dunnottar o Elian Donan. Además por dentro, sinceramente no nos impresionó.
Del castillo ya nos fuimos al aeropuerto, para primero dejar el coche y luego tomar el avión de vuelta a Madrid. Allí tiramos de clásico, un picnic a la española.
y Eva sin dejarme echar una cabezadita, que le faltaba el tiramisú decía… que esto no es Italia!!
Pero cuál es nuestra sorpresa cuando nos avisan que el vuelo está retrasado, y por una vez en la vida, me alegré, porque eso nos permitió ver el segundo partido de España en la Eurocopa, la victoria ante Suecia 2:1, con goles del gran David Villa de nuevo y Fernando Torres. Una vez que terminó el partido, al poco tiempo cogimos el vuelo de vuelta a casa.
Y aquí terminó nuestro viaje, cuyo balance, personalmente fue extraordinario. Tuvo mucha parte de aventura, muchos castillos y construcciones muy interesantes, paisajes únicos, momentos muy divertidos y además no nos llovió ni un día, qué más se puede decir.
Sólo espero que este diario os pueda ayudar si algún día váis a visitar ese pequeño país.
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