Después de haber estado 4 intensos días en Hong Kong y Macao, nos dirigimos a TAILANDIA, para disfrutar de las playas y el buen tiempo.
Tailandia quizás es el destino para los españoles más típico para comenzar una aventura en ese continente fantástico que es Asia, ya que tiene buen clima, es bastante asequible y muy seguro. Esto hace también que Tailandia esté entre los quince países que más turistas recibe al año y entre los diez en gasto por turista (2014). Es un país con bastante población, unos 64 millones de habitantes, parecido a Francia o Reino Unido. La principal religión practicada es el budismo, por aproximadamente el 95 por ciento de la población
Dado que elegimos Hong Kong como destino primero, tuvimos que descartar Bangkok como ciudad a visitar porque no nos daban los días y preferíamos disfrutar más tiempo de las playas tailandesas. Sé que la capital merece mucho la pena, pero lo dejaremos para una próxima vez. Estuve dudando entre ir a la zona de Phuket / Krabi o Koh Samui, que está al otro lado en el Golfo de Tailandia, pero optamos por la primera. Luego entre Phuket y Krabi, y elegimos la segunda por tranquilidad, huyo de las aglomeraciones siempre que puedo, y Phuket sin duda lo es. También dudé por un momento en alojarnos en las islas de Koh Yao Noi y Koh Yao Yai, pero las descarté por ser demasiado tranquilas.
Así que finalmente elegimos la costa cercana a Krabi y ahí cogimos el hotel, que fue un gran acierto creo yo.
Llegamos a Krabi un 28 de abril en un vuelo procedente de Hong Kong y con escala en Bangkok. El vuelo HK-BK lo hicimos con Hong Kong Airlines, estuvo bien, aunque recuerdo que el vuelo no fue barato, como unos 120€. En Bangkok teníamos una escala de unas 3 horas y tuvimos una muy agradable sorpresa y que en ningún otro viaje me he encontrado, y fue que la compañía Bangkok Airways, que no suena muy glamourosa precisamente, nos obsequiaba con una sala de espera en Bangkok a la clase t-u-r-i-s-t-a (ya podían aprender otras aerolíneas), con un montón de aperitivos, bebidas, café, fruta, y además wifi gratis. Fue un «regalo» estupendo e hizo que la espera se nos pasara mucho más rápido. Esos detalles, siempre se recuerdan.
Cogimos el vuelo sobre las 19h, y en apenas una hora estábamos en Krabi. Al llegar al aeropuerto (amo profundamente los aeropuertos pequeños), habíamos contratado el transporte del hotel, así que a pesar de que se retrasó un poco, ahí apareció un tailandés como no, sonriendo, como la mayoría en este país, y como pudimos comprobar en los siete días que teníamos por delante.
Al llegar y bajar del avión nos encontramos lo que temíamos (yo que soy un auténtico fanático del clima), estaba lloviendo a cántaros. Ya lo habíamos visto en las previsiones del tiempo en las que aparecía un enigmático sol, con nubes y lluvia, todo en uno, con los días descubriríamos que tenía razón. He de decir que las fechas en las que fuimos fueron más tarde que lo previmos en un primer momento, ya que estábamos rozando el comienzo de la época de las lluvias pero finalmente no nos quedó más remedio que coger esas. Después de unos 40 minutos y experimentando de cerca cómo iba a ser la conducción en Tailandia llegamos al hotel.
El hotel elegido fue el Amari Vogue Krabi, un hotel que no es barato para lo que puedes dormir en Tailandia, pero quería llevar a mi mujer como a una reina, jeje, así que después de mucho buscar me decanté por este, en la web de Booking y después de tener varias bajadas de precio, lo conseguí por 858€ las 6 noches, con desayuno incluido y que además tenía una cuestión importante para nosotros, tenía un restaurante de comida thai, pero también un italiano, sorry, pero como digo siempre, la gastronomía no es mi razón principal de viajar a algunos sitios, y eso que aquí comimos unas cuantas veces comida local.
Es verdad que veníamos del hotel de HK, en el que la habitación era tan moderna y tan espectacular que era difícil superarlo, y no fue así, pero nos encontramos con una habitación grande, con un baño también grande y una cama muy espaciosa, y con un denominador común, ducha y bañera separadas, buena costumbre por ahora de los hoteles de esta parte del mundo.
Las vistas desde la habitación las pudimos ver al día siguiente, bonitas, ¿no?
DIA 1: Hotel y Ao Nang
Este primer día teníamos para estar de relax en el hotel, y a pesar del chaparrón de la noche anterior, amaneció un día espléndido, que fue un denominador común todos los días. Fuimos a desayunar, que tuvo todo lo que tiene un buen desayuno buffet, y además tortillas hechas al momento. Sin duda más orientado a occidentales que a orientales, aunque había unos cuantos japoneses y coreanos en el hotel.
Tras el desayuno bajamos a la zona de las piscinas y donde ya sabía que era lo mejor del hotel, y ahí sí que nos enamoramos del hotel, una auténtica pasada, la playa genial y también las vistas. El hotel era pequeño, así que muy tranquilo. Las fotos hablan por sí solas…
Comimos en el restaurante italiano, muy bueno por cierto y con precios parecidos a los occidentales, y tras leer un poco disfrutando de la piscina y las vistas cogimos un transporte que pone el hotel a un precio de unos tres euros por persona para llevarte al pueblo cercano de Ao Nang. El camino hasta el pueblo, que fue como de media hora, es de esos que a mí más me gustan, y de los que no pierdo ojo, ver el día a día de la gente, las viviendas, las calles… Tailandia en estado puro. Me recordó en ciertos momentos a México o República Dominicana. Mucha humildad, pero no pobreza extrema. Las viviendas gracias al clima son apenas una chabola con todo abierto, y muchas de las que están cerca de la carretera, suelen tener una pequeña tienda delante. La conducción es un caso aparte, los dos ejemplos que puedo decir y que me resultaron más desconcertantes, fue primero ver una especie de sidecar en el que un hombre conducía la moto y en el sidecar, iba un niño con no más de 2 años, de pie!!. También me quedé boquiabierto cuando ví en una moto a un niño con no más de 9 años, llevando de paquete a uno de 3, buff, qué riesgo, pero allí todo es normal. Todas estas imprudencias se pagan, en Tailandia murieron en 2012 nada menos que 24.000 personas en accidentes de tráfico, cuando por ejemplo en España lo hicieron apenas 2.000, una pena.
El pueblo de Ao Nang tiene todo de un pueblo típico dedicado al turismo, muchísimos puestos de todo tipo, y los dos negocios principales de la zona, los masajes, y las compañías de excursiones. Lo de alquilar motos los turistas lo vimos por todos lados, pero yo, aunque cueste como 10 euros por día, eso de que se queden con mi pasaporte, como que no me apetece mucho.
Damos una vuelta por el pueblo donde encontramos varias veces imágenes del rey Rama IX, noveno rey de la Dinastía chakri, que ha reinado desde nada menos que 1946, es el jefe de Estado con más largo reinado en el mundo y además es considerado a día de hoy el rey con la mayor fortuna del mundo según la revista Forbes. Todo el mundo lo venera de una manera increíble.
Fuimos a cenar a un restaurante cerca del McDonalds, todo de madera y que parecía una selva, el sitio era muy chulo y tenía a una jovencita bailando para los turistas. Al fin probamos la gastronomía local, y nos gustó bastante, aunque como en todo el pueblo, el picante que por aquí le echan a todo (hasta a la fruta), era muy «light».
A las 21h cogimos el transporte de vuelta al hotel y a descansar en nuestra fantástica cama, al día siguiente teníamos un día completito.
DIA 2: Tour por las islas
En el segundo día teníamos una excursión reservada desde Madrid a la agencia de unos españoles precisamente, llamada Thalassa Tour. La había encontrado por internet y había visto que los tours eran caros, pero parecían muy exclusivos, y sobre todo tenían muy buenas críticas de los que la habían hecho, así que a pesar del precio que costaba, unos 285€ al cambio los dos, decidimos coger uno de ellas, que es la que está debajo. Me entusiasmaba sobre todo el snorkel nocturno en una cueva y la puesta de sol. Este era el programa:
Aprovecho este punto para hablar un poco, espero no ser muy pesado, de cómo a mí me gusta viajar y organizar los viajes. Trato de huir de excursiones organizadas siempre que puedo, detesto las que llamo yo las «turistadas» y que las compañías te llevan donde quieren e intentar hacer el mayor negocio posible con los turistas, como si fueran, como si fuéramos, tontos. De ahí que me considere un viajero, no un turista, el matiz es importante. Yo he alquilado coches en muchos países que he visitado, en EEUU, en Islandia, Francia, Eslovenia e incluso en Turquía, pero no alquilaría en México por ejemplo, y tampoco en Tailandia, viendo sobre todo la forma de conducir que tienen y yendo con mi mujer, demasiado riesgo. Así que en este viaje no me quedó más remedio que amoldarme un par de veces y coger excursiones organizadas. Al menos en esta, tendríamos una persona y un longtail (las barcas de Tailandia) para nosotros dos todo el día.
La excursión obviamente prometía pero hubo un par de infortunios que hizo que no fuera todo lo bien que esperábamos.
Nos recogieron en el hotel una furgoneta sobre las 11:30 y de ahí fuimos hasta un puerto cercano donde nos esperaba un longtail. Ahí conocimos al chico que nos iba a acompañar, un gaditano aventurero muy muy majo y que nos hizo muy ameno el viaje porque nos contó mil historias. El recogernos un poco tarde era una buena idea porque las excursiones masificadas de gente y que suelen salir a las 9, a las 11 ya empiezan a volver a los lugares de origen o a ir a otras islas, por lo que a las que ibamos yendo ya no tenían mucho turista. La excursión giraba en torno a la isla Hong, pero primero fuimos a otra cercana a hacer snorkel, el sitio estaba bien y nos tiramos al agua. Comenzamos a ver peces muy chulos, vi un pez payaso, y todo iba bien, pero al poco rato, mi compañero me avisó que había visto un par de medusas pequeñas, y una de ellas le picó y todo, yo cuando me puse a mirar a mi alrededor, estaba rodeado de ellas, así que volví a la barca rápidamente y ahí se acabó la actividad, mala suerte y primer infortunio.
A medida que avanzábamos empezábamos a ver las típicas fotos de Tailandia y los islotes de piedra caliza que dan esa forma tan característica y que hemos visto en miles de fotos.

Luego ya fuimos a la isla Hong, donde entramos primero en una laguna en el medio de la isla donde se veía bien la erosión sobre la piedra caliza. El agua estaba muy transparente y fue muy chulo, aunque no un imprescindible como suelo decir.
De ahí ya fuimos a la playa de la isla, donde como decía estaba con muy poca gente, cosa que agradecimos todo el viaje. Sólo había un reportaje de boda de mucho nivel porque todo era grabado con un dron enorme.
Allí nos montó el gaditano un chiringuito con una mesa y unos tuppers y comimos algunas de las comidas típicas de Tailandia, por ejemplo el pad thai. La verdad es que la comida fue super tranquila y lo gozamos de verdad.
Deciros de las playas de esta isla que el color del agua no es el transparente cien por cien, ni el color azul turquesa que esperábamos, y que puede que os parezca que no está tan limpia como parece, pero no es así, como nos dijo nuestro compañero de viaje, eso es debido a que el agua del mar de Andaman, que es donde está esa isla, no circula tanto al ser un entrante en la tierra, por eso no está tan cristalina. Por ejemplo en las islas Phi Phi como descubriremos más adelante sí que el agua está menos turbia y sí es transparente y tiene ese azul «caribeño» que tanto enamora, al menos a nosotros.
Después de comer, darnos un baño y estar disfrutando de la tranquilidad de la playa, cogimos el longtail y dejamos la isla.
Tras una hora de viaje más o menos y un trayecto de lo más agradable por los paisajes que ibamos viendo, llegamos a nuestro siguiente destino, la isla Poda.
Esta isla es preciosa y pudimos disfrutar de una hora ahí fantástica, bañándonos y disfrutando del atardecer.
De ahí ya dejamos las islas y fuimos a la famosa Railay Beach, cerca de Ao Nang, a la que sólo se puede ir desde el pueblo por el agua.
La playa nos gustó mucho, no había apenas gente y nos dimos un baño estupendo (el agua como siempre, bastante templada).
Al final de la playa hay una cueva llamada Pranang Cave llenas de penes de madera (sí, como suena) que son dejados por los pescadores a modo de ofrendas en un altar. En los árboles cercanos a la playa vemos unos cuantos monos que recogen todo lo que pillan y que dan bastante grima, al menos a mí, no sé el motivo. Al lado justo de donde están y en la pared de caliza, está uno de los paraísos para la escalada de toda Asia, y donde por cierto se rodó el programa de Cuatro Planeta Calleja con Dani Rovira.
Nos empezamos a preocupar por el tiempo porque vemos en el horizonte unas nubes negras que no presagian nada nuevo, y todavía quedaba lo más interesante del tour!!!
Nuestro compañero nos preparó ya deprisa y corriendo de nuevo la mesa para lo que iba a ser una cena romántica viendo el atardecer, pero se convierte en un corre, corre, que se acerca la tormenta, finalmente y en la fruta de postre, empieza a llover, primero despacio y luego empieza la tromba del siglo. Nos refugiamos en el longtail, pero tiene un problema, que están abiertas por ambos lados así que nos empezamos a mojar, y mucho más cuando se pone en marcha y empezamos a regresar bordeando la costa, nos da todo el viento, con el agua y estamos helados, aunque nuestro acompañante nos dice que quizás podemos buscar otra isla, cosa que fue de agradecer, la tromba es el diluvio universal y lamentablemente tenemos que quedarnos sin el snorkel nocturno con plancton luminescente, lo que más tenía ganas, pero bueno, el destino y los imprevistos en un viaje, siempre están y no queda más remedio que aceptarlos.
Una vez en la costa, nos despedimos del gaditano, era un 30 de abril, y ese día era el último que harían las excursiones hasta el final de la época de lluvias, y a las pruebas me remito, era una buena decisión.
Un coche nos llevó de vuelta al hotel. Fue un día estupendo a pesar de que el final fuera un poco decepcionante.
DIA 3: Excursión por el interior
En este día hicimos otra excursión que tenía ya reservada desde España. Dado que en Tailandia ibamos a tener playa y playa, pensé que también estaría bien algo de interior, algo de selva que en Tailandia es muy exhuberante y a la que no estamos acostumbrados. Por eso me puse a buscar en Internet una agencia que estuviera bien de precio, y que otros usuarios me pudieran decir que además no fuera muy turística y que dado que incluía un paseo en elefante, que estos tuvieran buen aspecto y no diera la impresión de estar explotados. Al final encontramos una llamada Huay tho safari en la dirección siguiente: http://krabidir.com/huaythosafari. Era todo en inglés y tenía buenas críticas, y me atendió via mail muy atentamente un tal Naris, así que decidí reservar para este día. El precio total de 90€ la pareja, muy bien, que incluía recogernos en el hotel, la comida del mediodía y dejarnos sobre las 17:30h. La elección al final resultó un gran acierto.
Nos fueron a buscar al hotel a las 8h. en una furgoneta, y tras coger a otras dos parejas más, enfilamos el camino hacia el parque natural de Khao Phanom Bencha National Park, que había visto que era una muy buena oportunidad de conocer el interior del país, y además estaba lejos de los circuitos masivos de turistas. Se trata de un área protegida de 50 kilómetros cuadrados de extensión y que fue declarado en 1981, como el parque nacional n.º 30 del país.
Tuvimos 40 min. de camino así que nos dió tiempo a ver muchos pueblos, y yo, a hacer muchas fotos. Por ejemplo una casa típica tailandesa, elevada sobre el suelo con motivo de evitar posibles inundaciones o el acceso de animales varios (como los hórreos en Asturias 😉 así como también un colegio de la zona con la imagen como no del rey Rama IX y su esposa la reina Sirikit, en la entrada.
El camino fue bastante ameno. Con una de las parejas hicimos bastante amistad, eran una brasileña y un holandés muy majos, la otra pareja eran dos indios que iban a su bola, y que a la chica, le dio por ir medio camino cantando en la furgoneta, así, sin más.
Cuando llegamos ya vimos que el entorno era selva 100% así que fue una sorpresa muy agradable. Pronto nos encontramos a los elefantes, nos hicimos unas fotos y venga, a dar una vuelta encima encima de ellos. El paseo en elefante, como en camello por ejemplo en los países árabes puede tener un poco o un mucho de turistada, pero este busqué que no fuera así, ya que para empezar el entorno en el que lo hicimos fue una auténtica pasada, juzgar por las fotos, y de verdad que no lo fue.
El paseo duró como una hora, y después jugamos un poco con los animales y los niños que había por allí. Nos dieron algo de fruta y tras descansar unos minutos nos fuimos a adentrarnos en la selva y a ver una cascada del parque natural.
Todo el camino y la cascada final fue espectacular, estábamos sólos los de la excursión y lo disfrutamos muchísimo, qué vegetación, y eso que no bajaba mucha agua por estar en el comienzo de la época de lluvias.
Tras la agradable incursión en la selva, continuamos la visita llevándonos en la pick-up a comer a un restaurante llamado Riimna. El sitio estaba muy bien, muy tranquilo y comimos muy muy bien, en la misma mesa con la pareja brasileña-holandesa, con la que hicimos muy buena amistad. Comida 100% local.
Tras llenar el estómago, nos subimos a la furgoneta de nuevo para hacer un trayecto más largo de regreso a Krabi, para conocer uno de los sitios más visitados de la zona, el Tiger Cave Temple. Se trata de un templo en lo alto de una montaña muy vertical a la que hay que subir tras superar concretamente 1237 escalones. Es probablemente el lugar budista más sagrado y más famoso de la zona. Este templo debe su importancia religiosa por su ubicación (278 metros de altura) , por albergar en una cueva las garras de un tigre y por las estatua dorada de Buda en lo alto del templo (estatua de oro). En los alrededores hay una numerosa comunidad de monjes budistas.
Como sucedió el día anterior, de repente se empezó a nublar y cayó un aguacero, que pensábamos que nos arruinaría la subida.
Pero tras esperar alrededor de media hora, fue parar la lluvia y comenzar a salir el sol, así que comenzamos la subida con la intención de subir hasta donde pudiéramos, el calor y la humedad tras la tormenta eran terribles.
Subimos y subimos, y a pesar de sudar como pocas veces… llegamos finalmente. Durante el camino tuvimos unos acompañantes bastante descarados de los que no te podías fiar, monos.
El esfuerzo mereció la pena porque las vistas desde arriba fueron impagables, pudimos ver toda la zona desde ese punto tan alto, y las estatuas de arriba preciosas. Un lugar IMPRESCINDIBLE.
Y al bajar, este fue el después de nuestros cuerpos, qué humedad por dios…
Una vez recuperados y tras tomarnos unos refrigerios en la base del templo, dejamos la zona para ir en dirección al río Krabi, para montarnos en un longtail y donde pudimos ver los manglares del río y las viviendas típicas de las orillas del mismo.
Llegamos a una especie de piscifactoría, donde vimos alimentar a los peces ahí, y que nos sirvió para descansar un poco de todo el día. Allí pudimos sentarnos en una mesa y charlar la pareja y nosotros, con el guía con el que nos quedamos, todo en inglés. En un determinado momento de la conversación, el guía nos comenzó a hablar del terrible tsunami del domingo 26 de diciembre de 2004 que azotó entre otros países, la costa de Tailandia y que pudieron contarse entre muertos y desaparecidos más de 300.000 personas. Es verdad que la zona de Krabi en la que estábamos, no le afectó demasiado al estar protegido por estar en el mar de Andamán, pero el guía ese día se encontraba en la isla más grande del archipiélago de las Phi Phi, totalmente expuestas al tsunami al estar más al sur. El terremoto que tuvo su origen en la costa oeste de Sumatra, Indonesia, sobre las 8 de la mañana, llegó poco después a estas islas y a mucha gente le pilló durmiendo. Él tuvo la gran suerte de que le tocó ir a lo alto de una pequeña montaña a llevar a unos turistas, y por tanto no le arrastró la primera ola. Lo que no sabíamos los que estábamos en esa mesa, fue que tras la devastadora primera ola que fue como de unos 3 metros y que cogió a todo el mundo por sorpresa, llegó una segunda, más alta que la primera, él hablaba de unos 5 ó 6 metros, y que a muchos turistas por ejemplo les pilló yendo a sus habitaciones a intentar buscar sus pertenencias o a buscar a sus familiares y que terminó de ahogar mucha gente más. También nos comentó que las olas de retroceso hacia el mar, también fueron igualmente muy destructivas. Le brillaban los ojos cuando contaba todo esto, y terminó diciendo que las infrastructuras de la isla quedaron arrasadas en un 70 por ciento, y que él estuvo 4 días allí sin apenas dormir ayudando en todo lo que pudo. Una experiencia terrible sin duda y que él afortunadamente ha podido contarlo.
Tras el interesante relato y cuando ya nos creíamos que nos volvíamos al hotel, cosa que ibamos a agradecer, todavía quedaba una visita más, unas cuevas en una isla, que finalmente también nos pareció interesante.
Sobre las 18h. nos subimos de nuevo en la barca y luego en la furgoneta para que nos llevaran a nuestros hoteles, no sin antes despedirnos y darnos las direcciones de la pareja holandesa-brasileña y con la que tan buenas migas habíamos hecho. Una vez que llegamos al hotel, nos fuimos directos a las piscinas para darnos un baño y relajarnos tras el fantástico, pero agotador día, fue un momento sublime, y que todavía mi mujer recuerda.
Tras el baño y subir a la habitación, gozamos de una cena fantástica en el restaurante italiano del hotel y del que todavía no habíamos disfrutado. El hotel, a pie de mar, y viendo el atardecer, fue increíble el momento, y desde luego que lo repetiríamos.
DIA 4: hotel y Ao Nang
Dadas las palizas que nos habíamos metido los dos días anteriores y también para disfrutar un poco del hotel, nos quedamos toda la mañana en él, descansando, leyendo y disfrutando de las piscinas y de la playa, que estaba muy bien para estar tranquilamente y gozar de un buen baño.
El hotel desde el agua…
Después de comer, decidimos ir de nuevo a Ao Nang, a dar una vuelta, hacer las últimas compras, y reservar la excursión del día siguiente a las islas Phi Phi.
En dos días era el combate del año entre Mayweather y Pacquiao, este último, filipino, con mucho tirón por estas tierras, una pena que ganara el americano. Había carteles de la pelea por todos los sitios, como de los del famoso Muay Thai, una especie de boxeo pero que permite el contacto tanto de brazos como de piernas, y que allí es como el fútbol para nosotros.
También encontramos cosas curiosas en los supermercados, que nos llevaban a pensar por ejemplo, qué habrían comido las gallinas de estos huevos…
Me imagino al técnico de la Telefónica de allí, buscando qué cable es de cada casa :):):)
Tampoco podíamos dejar de fijarnos en los bebés, acordándonos a cada momento de nuestra nena.
Tras pasar un calor mezclado con humedad terrible, buscamos una agencia para reservar la excursión a las Phi Phi, que finalmente y tras preguntar en unas cuantas, conseguimos por 1000 bath por persona, unos 24€ al cambio (al día siguiente nos acordaríamos de la que nos antendió), y disfrutamos del atardecer en la playa de Ao Nang antes de volver al hotel.
DIA 5: Islas Phi Phi
Este día, que era domingo, y penúltimo día en Tailandia, lo teníamos guardado para uno de los IMPRESCINDIBLES del viaje, el archipiélago de las islas Phi Phi.
En mi casa antes de partir hacia el viaje, estuve buscando la manera de ir a las islas de una manera más «exclusiva», y no en los típicos speed boat llenos de gente a modo de rebaño, y finalmente, no encontré una buena manera, salvo con alguna agencia pero a precios desorbitados. Tampoco encontré ninguna que por ejemplo te llevara antes de las 8 de la mañana.
Hay viajeros que optan por la opción de ir y quedarse a dormir allí dado que hay unos cuantos hoteles en las islas, pero eso ya suponía andar con la maleta de aquí para allí y no me apetecía, y a mi mujer, menos, así que finalmente tuve que tragar, y hacer el viaje bien acompañado de gente, como a mí NO me gusta.
Nos vinieron a buscar sobre las a las 8:30h. de la mañana al hotel, y ya nos mosqueó cuando el que venía nos pregunta si éramos los dos para la Isla Hong, tras corregirle, no le dimos más importancia. Tras un trayecto de unos 30 minutos, llegamos a una playa que hacía de embarcadero, Nopparat Thara, donde no estábamos sólos precisamente, igual había otras 500 personas para ir a las Phi Phi o a otras islas, pero las nuestras desde luego eran el destino estrella. Después de hacer los grupos, y tirarnos allí más de una hora para ellos organizarlo todo, sin prisa como siempre, nos dice el de la agencia de las lanchas rápidas, que no era la misma que en la que contratamos el tour en Ao Nang, que en sus papeles figura que estamos apuntados para la excursión de la isla Hong. Ahí entro en modo pánico, se me comienza a subir la sangre a la cabeza, pensando que además era el último día en Tailandia, imaginar si no vamos a las Phi Phi. La solución que nos da es ir a Ao Nang y hablar con la agencia y que nos devuelva el dinero, qué simpático. Nos plantamos, y decimos que de allí no nos vamos, y él que el grupo está lleno. Tras el tira y afloja, hablamos con una chica local que también estaba de organizadora de los grupos y le explicamos el caso, nos deja ahí en espera, y ahí apareció la suerte del viajero desesperado, la de que tras una mala noticia a veces viene una buena, y nos tocó. De repente viene la chica dando gritos y diciendo que tiene buenas noticias, que hay dos chicas que están apuntadas para las Phi Phi pero que quieren ir a las Hong, así que nos intercambiamos, y finalmente podemos ir. Nos abrazamos a la chica, cuya cara, no se me olvidará.
Finalmente, y casi después de una hora y media tras este malentendido vamos finalmente todos al fueraborda, y emprendemos la marcha casi los últimos. Esto a la postre, sería una ventaja. Para organizarnos en la lancha, que por cierto era espectacular con dos motores en la popa con sabe dios cuántos caballos, piden voluntarios para ir en la part de adelante, en proa, nosotros los más chulos para allí que vamos. Empezamos el paseo y madre mía a qué velocidad, a todo lo que daba, yo no sé a qué velocidad iríamos, pero a pesar de los botes con el agua que se iban directamente a los riñones y el sol de justicia que caía, el paseo fue una pasada, la velocidad, el viento, los paisajes…al lado llevaba una pareja de malayos, que en cada bote de la barca los miraba y ellos disimulaban sonriendo, esa acción tan barata en esta parte del mundo y que en Europa parece que nos resulta mucho más cara…
Tardamos unos 45 minutos en llegar, que se me hicieron muy cortos, ojo porque si vais en longtail podéis tardar mucho mucho tiempo, así que a pesar de ser más barato, yo no lo haría.
El archipiélago Phi Phi, lo comprenden seis islas: Isla Phi Phi Don, Isla Phi Phi Leh, Isla Mosquito, Isla Bamboo, Isla Bida Nai e Isla Bida Nok, aunque estas dos últimas apenas se visitan.
La primera isla que visitamos fue la Koh Mai Pai o Isla Bamboo (Ko o Koh, lo he visto escrito de las dos formas, quiere decir isla en tailandés), y ahí sí que pudimos ver lo que llevábamos esperando durante 5 días, las playas de arena blanca y sobre todo agua cristalina, además favorecido por el espectacular día de sol que hacía. La playa, aunque abarrotada de gente de otras excursiones, era preciosa e hice mil fotos, estas eran las playas que esperábamos!!!!
Luego fuimos un poco hacia el oeste a Koh Yung, o isla Mosquito, una isla rocosa donde se suele parar a hacer snorkel. Nos dieron gafas y tubo, y al agua. La actividad fue más placentera el hecho de poder refrescarnos, que los peces que pudimos ver.
Tras unos 50 minutos allí más o menos, era ya la hora de comer, así que tocamos tierra en la bahía de Ton Say, en la isla más grande, la Phi Phi Don. Por cierto, esta bahía, junto con la del otro lado de la isla, las que llaman las Bahías gemelas y que están separados por un estrecho trozo de tierra, fue literalmente engullido por el mar y por tanto partida la isla en dos, cuando ocurrió el gran tsunami de 2004 y que se cebó con estas islas como ya comenté en la conversación con el guía. Esta por cierto, tiene una gran comunidad musulmana, mayor en número a la budista, aunque debido al turismo esa proporción va cambiando año a año.
Comimos por cuenta de la excursión en un chiringuito grande con mesas y sillas un buffet de «batalla» muy básico consistente en arroz y comida típica tailandesa con tallarines. De postre la fruta que más ofrecían, la sandía. Desde el lugar de la comida, se podía apreciar toda la bahía, y además la gran cantidad de lanchas de otras excursiones.
Tras terminar de comer y con poco tiempo para descansar, odio estas prisas por hacerlo todo deprisa y corriendo y viendo mil sitios sin tiempo para pararse en nada, fuimos hacia la segunda parte del tour, la más interesante.
Nos dirigimos hacia la isla más al Sur, la Phi Phi Leh. Primero nos acercamos a ver la llamada Viking Cave, una cueva a la que le dan ese nombre porque en su interior se encontraron pinturas de barcos pero no se ha probado que sean de barcos vikingos, si no quizás más bien de barcos europeos que llegaron allí y que se refugían allí de las tormentas monzónicas. Actualmente está llena de nidos de vencejos, que son hechos con su propia saliva, y que tanto son utilizados por ejemplo los chinos para sus famosas sopas. Los «andamios» de bambú que se pueden ver dentro han sido construidos por los pobladores locales que se dedican a recoger dichos nidos.
Tras pasar la cueva seguimos bordeando la isla que nos da unos paisajes fantásticos, junto con los colores del agua.
Entramos en la Pileh Bay o Pileh Lagoon, que tiene un arrecife de coral en la entrada y cuyo color del agua es espectacular.
Seguimos bordeando la isla, y nos acercamos a la atracción turística número uno del archipiélago.
Esta es la archiconocida Maya beach, que se hizo mundialmente famosa porque aquí se rodó la película ‘La Playa’ estrenada en el año 2000 y protagonizada por Leonardo Dicaprio. Como curiosidad deciros que tras el estreno de la película, una legión de asociaciones ecologistas, jueces, políticos y vecinos de la isla llevaron ante la justicia a la 20th Century Fox por alterar el paisaje original de la cala para ampliar la playa y plantar cocoteros adicionales. Tres millones de dólares le costó a la productora la indemnización por los daños causados al ecosistema, pero debido a los mayores destrozos que provocaría unos años después el gran tsunami, la sentencia jamás llegó a cumplirse.
La entrada en la isla es grandiosa, las vistas espectaculares, con los acantilados de fondo que rodean el agua cristalina de la playa. La diferencia de tonalidades es impresionante, la visita, a pesar de la gente que había, es un absoluto IMPRESCINDIBLE.
Esta es la playa vista desde el agua según llegábamos.
Y estas desde la playa misma.
Dado que íbamos con un poco de retraso con respecto al resto de tours, esto hizo que al final de nuestra visita la encontráramos con muy poca gente, lo que sin duda nos permitió disfrutar mucho más de ella. Nos bañamos, el agua estaba como el caldo, y ya sabéis lo que pasa cuando sucede eso, que a las medusas les encanta, así que tuvimos que compartir playa con ellas, por suerte eran pequeñas.
Después de unos 40 minutos tuvimos lamentablemente que volver al barco y dejar la isla, cuando nos habríamos quedado allí horas e incluso días. Esta última visita, fue el colofón a un tour, que a pesar de no ser en el modo que nos hubiera gustado más, nos mereció muchísimo la pena.
Tras regresar la lancha, dejarnos en la playa de salida y llevarnos un coche hasta el hotel, todavía pudimos apreciar el último espectáculo que nos regalaría este hermoso país, el atardecer desde la playa del hotel.
Nos dimos un buen baño en un agua que estaba espectacular, y nos fuimos despidiendo de este fantástico país.
Cuando se fue el sol y tras cenar nos fuimos a dormir no muy tarde, al día siguiente teníamos 4 vuelos por delante (Krabi-Bangkok-Hong Kong-Dubai-Madrid).
Fue el final de la visita a un país que nos encantó. Además de los paisajes, la seguridad que se respira y los buenos precios de todo para nosotros, la gente en general es fantástica, viven a otro ritmo y aunque hay pobreza, la felicidad se respira por todos lados, el ‘sawasdee’ juntando las manos es más que un saludo, es una invitación a conocer este hospitalario país. Espero volver a verte pronto…
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