Y después de un año y medio sin viajes por esta maldita pandemia, desde aquella escapada a Boston por noviembre de 2019 de la que ya casi ni me acordaba, volvía a un aeropuerto para tomar un vuelo, no podía estar más feliz 👏👏😁, ¡¡volvía a hacer un viaje internacional!!

Dado que no quería irme muy lejos por temor a que el COVID me pudiera fastidiar el viaje, decidí volver a un país en el que la vez que fuí me encantó, y además me apetecía un destino de playa y no muy ajetreado después de casi un año nada menos sin vacaciones.
Ese país era GRECIA, del que ya conocía Atenas, Mykonos y Santorini en 2017. Esta vez quería visitar las llamadas islas Jónicas, al oeste de la península helénica y cuya isla más conocida era Zakynthos con su maravillosa playa Navagio, de la que cuando vi su foto por primera vez, me quedé boquiabierto y me dije, Luis, ahí tienes que ir.
Al final y después de investigar, decidí que valía la pena conocer otra, Kefalonia, que a la postre sería la estrella del viaje.

Compré los billetes con Iberia el trayecto Madrid – Atenas aprovechando un bono de viajes cancelados por el COVID y pagamos Claudia y yo unos 100€ cada uno, muy bien de precio. Luego para ir de la capital griega a la isla de Kefalonia, que sería la primera isla que visitaríamos, iríamos con las aerolínea Sky express, por unos 50€ cada uno por trayecto.
Unos seis días antes de partir nos cancelaron nuestro vuelo interno y buscamos incluso la posiblidad de ir en autobús, cuya opción salía por 52€ los dos, pero apenas 48 horas antes del viaje finalmente nos ubicaron en otro avión y pudimos volar.
Así, el jueves 10 de junio tomamos el vuelo a Atenas, y dado que el otro vuelo a Kefalonia no salía hasta el día siguiente, tuvimos que dormir la primera noche en un hotel en la capital. Elegí uno muy cerca del aeropuerto, ya que al llegar sobre las 19h, no teníamos tiempo prácticamente de visitar nada.

El hotel, de gracioso nombre, NN LUXURY ROOM NEAR ATHENS AIRPORT resultó de una calidad-precio fantástica, ya que nos costó con la página Booking.com 55€ la habitación doble con desayuno. Se trataba de una casa particular con únicamente dos habitaciones a disposición de los húespedes. Nos recogieron y nos llevaron al aeropuerto al día siguiente por 20€ más, con una atención exquisita.

Esa noche cenamos algo en el pueblo de Spata, donde estaba el hotel, en un restaurante llamado Haus Homey Lounge, y por dos pizzas, una cerveza y un mojito pagamos 29€.
Día 2. Vuelo a Kefalonia
Al día siguiente nos esperaba un buen desayuno para comenzar bien el día, y como no, el maravilloso yogur griego que tanto me apasiona.

Al mediodía tomamos el vuelo de Sky express que nos llevaría a Kefalonia con escala en Zakynthos. Kefalonia es conocida por su territorio montañoso, por los recuerdos históricos relacionados con la Segunda Guerra Mundial y por las numerosas playas que la convierten en un verdadero paraíso natural.
Llegamos sobre las 6 de la tarde al pequeño aeropuerto de la isla, donde nos estaba esperando nuestro medio de transporte🚗 , de la que puedo otorgar el título de mejor compañia de alquiler de coches que me he encontrado en todos mis viajes. Una entrañable empresa familiar cuyo trato fue más que impecable, llamada Simotas Car rental (https://simotascarrental.com). Allí nos esperaba Ifigenia para darnos nuestro coche y explicarnos un sinfín de cosas que nos podría ser útil. Además nos ofreció sin coste adicional uno descapotable que decidimos coger aunque fuera de gasolina. ¿El precio? increíble, 30€ al día con el seguro básico a terceros.
Desde allí condujimos con la ayuda como siempre de Google Maps a Sami, al este de la isla, a unos 35 kms del aeropuerto y donde teníamos nuestro alojamiento, que iba ser otra de las estrellas del viaje, unos maravillosos apartamentos llamados Alancia Suites (http://alancia-suites.ionianislandshotels.com/es/) que reservamos con la plataforma Airbnb, pero que podéis hacer a través de Booking o directamente en su web. El apartamento por las fotos y las opiniones ya intuíamos que iba a estar muy bien, pero superó ampliamente todas nuestras expectactivas. El alojamiento disponía de todos los detalles imaginables, todo super limpio y con una decoración espectacular. También la amabilidad de los anfitriones hizo que la estancia fuera más espectacular.



Ese día salimos a cenar por Sami y ya pudimos apreciar lo que sería un denominador común durante todo este viaje, la falta de turistas por las restricciones a los viajes derivadas del COVID, sobre todo por parte de los ingleses, que suponen aproximadamente las 3/4 partes de los visitantes extranjeros que acuden cada año a la isla.

Buscamos un restaurante haciendo caso a las críticas de Internet y finalmente nos decidimos por uno llamado TO PAXATI (RAHATI) que ofrecía comida local 100%. Nos dejamos llevar por las recomendaciones del camarero que nos ofreció varios platos, una especia de algas, una morcilla caliente y unas albóndigas. No estuvieron mal como primera toma de contacto con la gastronomía griega que tanto me gusta. Pagamos 23€ con agua y un postre que nos regaló el propietario, muy amable por cierto.
Día 3. PLAYA AGIA ELENI. ARGOSTOLI.
Desayunamos por nuestra cuenta en nuestro impresionante alojamiento en el que estábamos solos y nos preparamos para pasar el día. Si os gusta el yogur griego tanto como a mí, elegir esta marca, recomendada por ellos mismos.

La primera playa que queríamos visitar se trataba de una llamada Agia Eleni.
Vamos con unos pequeños datos sobre las Islas Jónicas. Tradicionalmente se han llamado las Siete islas, siendo estas las principales, entre las que están Kefalonia y Zakynthos pero también otras como Corfú, Itaca, Paxos, etc. No tan conocidas como las Cícladas, con Mykonos y Santorini al frente, os puedo asegurar que nada tienen que envidiar a estas.
Son islas son de relieve muy accidentado, como pudimos apreciar conduciendo por sus reviradas carreteras. El clima es mediterráneo, aunque con un microclima que hace sea más húmedo que el de otras costas mediterráneas y, pese a los vientos fríos, un clima cálido que hace que tenga características subtropicales. Esto se nota constantemente en la cantidad de arbolado y lo verde que son sus paisajes, nada que ver por ejemplo con los de Mykonos y Santorini.
Kefalonia es la más grande de las islas Jónicas y la sexta de todas las griegas y cuando ves las distancias en kilómetros parece que todo está cerca pero debido al relieve y las curvas, las distancias se alargan en el tiempo.
La primera playa que queríamos visitar se trataba de una llamada Agia Eleni. Tardamos en llegar un poco más de una hora, ya que se encuentra en la otra parte de la isla. Cruzamos paisajes de olivos, cipreses y mucho arbolado. La miel es otro de las especialidades más apreciadas de la isla.
Había leído que para acceder a nuestra playa destino había que descender por un pendiente muy pronunciada, así que decidimos dejar el coche al comienzo y bajar caminando. Desde arriba ya pudimos apreciar el color de sus aguas y la buena pinta que tenía la playa, ya estábamos emocionados por bañarnos!!, ¡¡Viva Grecia!! 👏👏

Bajando vimos a nuestra derecha otra playa más conocida y concurrida, la de Petani.

Llegamos y apenas había una pareja de mediana edad en la playa que al poco rato se fueron, con lo que la teníamos toda para nosotros, ¡¡qué gozada!!. Como la mayoría de las de la isla, su suelo estaba formado por piedras pequeñas, así que os recomiendo llevar calzado tipo escarpines, pienso que las disfrutaréis más.

Estuvimos un buen rato disfrutando de sus aguas y de su maravillosa tranquilidad, qué espectacular rincón para nuestro primer día, ¡¡que paraíso!!

Cuando ya nos cansamos de bañarnos y era la hora de comer, nos fuimos en busca de nuestro coche, haciendo frente al repecho que teníamos por delante que la verdad que subiéndolo sí que nos dimos cuenta de lo empinada que era la cuestecita.
Viendo los pocos turistas que había en la isla y que nos íbamos encontrando muchos restaurantes cerrados, decidimos no arriesgar e ir a Argostoli, capital de Kefalonia, allí seguramente habría más alternativas.
Aparcamos fácilmente junto al mercado local y decidimos comer en uno de los restaurantes que hay en esa zona. Ya eran como las 4 de la tarde, con lo que todavía había menos gente. Éramos los únicos sentados en las numerosas mesas que había colocadas en fila.
Teníamos antojo de carne con pan de pita así que pedimos dos gyros, uno de cordero y otro de pollo, por los que con la bebida pagamos 24.4€. El camarero nos hizo un poco el truco para que pidiéramos el plato grande sin decirnos que cambiaba el precio de la carta, así que no lo recomiendo, esas artimañas nunca me han gustado. El restaurante se llamaba Kalafati y la comida no estaba mal aunque como siempre y por la falta de clientela, parecía la carne un poco reseca.

Nuestra mesa estaba justo al lado del agua, con unas estupendas vistas al lago que llaman Koutavos, aunque en realidad es de agua salada. Nadando en ellas, se podían ver asomar a tortugas que acudían a la zona en busca de comida que le suelen tirar los restaurantes y comensales.
Después de comer dimos un paseo por el paseo marítimo, pequeño pero con buenas vistas.

Y luego nos adentramos en esta coqueta población que tiene unos 10,000 habitantes y que fue fundada por los venecianos en el siglo XVIII. Es lo más visitado de la isla y destacan como puntos de interés el puente Drapano, el museo Arquelógico o los Molinos de Mar.
Su centro nos gustó mucho, aunque a la hora que era, sobre las 5pm, no había apenas gente. Kefalonia, fue devastada por un terremoto de 1953, por lo que gran parte de la edificaciones de Argostoli responden a estilos arquitectónicos muy modernos.
Recorrimos la calle principal llena de bares, restaurantes y tiendas, destacando las de souvenirs y todo tipo de artículos dedicados sobre todo a los turistas, algunos de los cuales llegan en cruceros. Por una vez, habría deseado que llegara alguno para llenar de algo de ambiente sus calles 🙂

Después de un rato, decidimos seguir explorando la isla y volver a una hora más cerca de la cena para ver si había más ambiente.
Cogimos el coche y nos acercamos a un lugar que había leído que era interesante y muy visitado para ver el atardecer, el faro St. Theodore, en el que estuvimos un rato disfrutando de las vistas del mar y de la localidad de Lixouri al fondo. Este faro fue construido en 1829 bajo el mandado británico de la isla y restaurado tras el terremoto.

Retomamos el camino, compramos algo de comida en un supermercado para cenar y nos fuimos hacia Sami para cenar en nuestro apartamento, no sin antes pegarnos un bañito para refrescarnos.

Este había sido el recorrido realizado este primer día completo en la isla.

Día 4. PLAYA EMPLISI. FISKARDO. ALATHIES.
Nos levantamos y tras desayunar pusimos rumbo al norte. La carretera va bordeando la costa y es realmente bonita, con vistas de la vecina isla de Itaca. Atravesamos el pueblo de Agia Effimia y tras un rato giramos a la derecha para iniciar el ascenso hacia la parte norte de isla, mucho más abrupta que el resto y llena de paisajes espectaculares.

Lucía un sol radiante con lo que fuimos en buscar de otra nueva playa que había leído que recomendaban en diversos blogs, Dafnoudi. Tras unos 50 min de recorrido, Google Maps nos llevó perfectamente al comienzo del camino que tras unos 10 minutos de bajada por un frondoso bosque nos llevaría a la playa. Esta vez nos vimos un poco decepcionados, con lo que decidimos no quedarnos y continuar en busca de otras. Juzgar vosotros mismos viendo esta playa y a la que fuimos a continuación.

Que no fue otra que Emplisi, y esta sí que nos encantó, además mucho más accesible con un parking justo al lado de ella. En esta había más gente, todos locales supongo que animados por el clima y que era domingo.

Aquí estuvimos un buen rato disfrutando de esta fantástica playa de aguas cristalinas hasta que el estómago nos pidió ir a comer.

Nos acercamos a Fiskardo, otro de los platos fuertes de la isla, un pequeño pueblo de pescadores que escapó milagrosamente del terremoto que azotó el archipiélago jónico en 1953. Este hecho ha permitido a la ciudad conservar casi intactas sus características arquitectónicas que, con el tiempo, han demostrado ser una excelente atracción turística.

Nos acercamos en busca de los restaurantes para comer, todos a pie del puerto y de nuevo, prácticamente vacíos. Nos decidimos por uno llamado Roulas restaurant n’ grill house.

Donde decidimos «tirar» de clásicos y pedir una ensalada griega (me encanta el queso feta), una moussaka y una ensala de pulpo para terminar, lo mejor de todo fue esto último. Pagamos por todo 30.8€ con agua mineral para los dos.
Luego tomamos un helado y dimos una vuelta por el pueblo, cuya vida se encuentra en torno al puerto, ahora más deportivo que pescador. El pueblo es escantador, lleno de edificios bien cuidados y adornados con todo tipo de flores y plantas.
Tomamos un café al módico precio de 3.8€ (lo más caro y desorbitado que he encontrado en todo este viaje, en el bar el Greco) y decidimos buscar otra playa para seguir disfrutando del agua y del espléndido día que hacía.
Nos acercamos a otra nombrada en los blogs que había leído, la playa de Foki, pero tampoco nos convenció así que decidimos volver a Fiskardo.

Finalmente y dado que vimos que ibamos a estar sólos, decidimos quedarnos en una enclavada en pleno pueblo, llamada Zavalata. En ella estuvimos perfectamente aunque desde luego de todas las de alrededor nos quedamos con la de Emplisi como playa favorita.

De vuelta a nuestro alojamiento decidimos hacer una parada para tener una perspectiva de un sitio famoso para ver el atardecer, Alaties beach en el que hay un pequeño restaurante en el que podréis cenar viendo la puesta de sol.

Como no teníamos hambre decidimos seguir la ruta y pudimos disfrutar de unas vistas espectaculares del atardecer desde la carretera.

Por casualidad paramos en un mirador y pudimos ALUCINAR con mayúsculas con la vista de la playa más famosa y bonita de la isla y declarada una de las 30 mejores del mundo, Myrtos beach.

Ya casi de noche llegamos a Sami, donde cenamos y nos fuimos a dormir bastante cansados, el día había sido largo. Este había sido el recorrido del día.

Día 5. PLAYA MYRTOS. ASSOS. PLAYA ANTISAMOS.
Se despertó este quinto día un poco nublado y con viento, y era una pena, porque tocaba conocer la playa más famosa de la isla y que ya habíamos visto desde las alturas el día anterior.
Llegamos pronto y fácilmente con el GPS, por un descenso desde la aldea de Divarata, empinado pero no excesivamente. Enseguida nos dimos cuenta de que no era el mejor día para visitar la playa. Había apenas 2 caravanas aparcadas, y hacía mucho viento y con algún nubarrón a lo lejos que no presagiaban nada bueno. Debido al gran oleaje, la playa tenía bandera roja y por tanto prohibido el baño. Desde luego el viento frío no invitaba al mismo, fue una pena porque habría sido estupendo haber disfrutado de esta maravillosa playa.

Aún así estuvimos un buen rato paseando por ella y disfrutando de la vista de sus aguas azules turquesa.

Desde aquí decidimos seguir subiendo al norte en busca de otro de los pueblos más pintorescos y visitados, Assos. No sin antes volver a disfrutar de la vista de esta maravillosa playa.

Assos se encuentra en una franja de territorio que se ve espectacular desde la carretera. Una península con un castillo veneciano, aguas azules, cipreses y pinos.

Assos es un pequeño pueblo típico de pescadores en el que reinan la mansiones italianas que se mantienen en pie ya que sufrió muy poco el terremoto de 1953. Tiene un par de calas de aguas cristalinas pero destaca más por su típica arquitectura local con casitas de colores. La verdad que es ideal para dar un pequeño paseo, tomar un café o comer y disfrutar de las vistas. La villa está custodiada por un castillo veneciano construido a fines del siglo XVI, al que recomiendo subir para disfrutar de las vistas desde allí.

Una vez visitado decidimos volver a nuestro apartamento a comer, para luego ir en busca de otras de las playas top de la isla y que está muy cerca de Sami, hablo de la maravillosa playa de Antisamos.
A mí como amante de la historia y más de la Segunda Guerra Mundial, cabe recordar que en Kefalonia fueron asesinados cinco mil soldados italianos en septiembre de 1943. A partir de un hecho tan triste se rodó una película que hizo famosa a esta isla en todo el mundo: La mandolina del Capitán Corelli, rodada precisamente en Sami y la playa de Antisamos.

Es la única playa que encontramos con más ambiente, con un espectacular bar lleno de tumbonas y sombrillas y que además no cobraban nada por ellas si consumías algo del bar. La playa tiene bandera azul con lo que tiene todos los servicios, amplio parking y nos resultó muy cómoda.
Es una playa super limpia, de guijarro fino y con un agua de distintas tonalidades que hacen de ella un auténtico paraíso.

Estuvimos un buen rato en la playa hasta que comenzó a levantarse un viento que acabó casi en huracán y nos obligó a nosotros y a todos a dejar la playa.
Volvimos al hotel y nos cambiamos para salir a cenar por Sami. Esta vez elegimos el restaurante Dolphins, que además se veía con más gente que en días anteriores.

Pedimos otra ensalada griega, moussaka y una chuleta, todo muy bien, la moussaka por ejemplo bastante mejor que la de Fiskardo. Con agua y un referesco, pagamos 28€, de nuevo el trato, fue muy bueno.

Este es el recorrido que habíamos hecho este día

Día 6. CUEVA DROGARATI. LAGO MELISSANI. ARGOSTOLI.
Amaneció otro día con un sol espléndido en el que teníamos pensado visitar la última perla de la isla, el Lago Melissani. Como había leído que la mejor hora para ir era al mediodía, con el sol en su cénit, y ya que por tanto teníamos tiempo y además se encontraba muy cerca de nuestro alojamiento decidimos visitar la cueva Drogarati. No había apenas gente, así que pagamos los 4€ que costaba la entrada y descendimos las pocas escaleras de acceso que tiene.

Esta cueva que se calcula tiene más de 10.000 años de antigüedad, se tiene constancia de ella desde hace unos 300, aunque fue tras el terremoto de 1953 cuando un derrumbe dejó al descubierto una entrada a la misma.

Alberga una gran zona central que pudimos leer que cuenta con una acústica excelente, es por este motivo que es un escenario en el que frecuentemente se puede disfrutar de conciertos y eventos musicales.

Si me preguntáis si recomiendo su visita, os diré que si estáis por la zona, tenéis tiempo y no os importa pagar la entrada, pues sí, pero la visita no os llevará más de 15 minutos y si ya habéis visto más cuevas, esta desde luego es prescindible.
Pero la que no me parece prescindible fue nuestro próximo destino, muy cerca de Drogarati, que es el Lago Melissani. De nuevo el terremoto adquiere protagonismo ya que fue el que dejó también al descubierto esta joya, abriendo un gran hueco ovalado a la superficie que deja proyectar los rayos del sol en un precioso lago de agua salada y de color verde, muy parecido a los cenotes característicos de México.
Pagamos 8€ por entrar y ojo porque suele ser un lugar donde se forman grandes colas en temporada alta y a veces decepciona porque la visita que te permiten hacer es muy breve, de apenas 10 – 15 minutos.

El pequeño lago natural tiene una profundidad de casi 30 metros, y se extiende por las dos cámaras de la cueva. La manera de visitarlas es en pequeños botes y en el que el barquero explica algunas cosas y también hace fotos y bromas esperando las «tips» de los turistas.

Una vez terminada la visita, con apenas 5 personas en la barca y librándonos por poco de una marea de gente desembarcados de un autobús, nos acercamos a un supermercado en Sami para comprar algo y comer en el apartamento.
Tenía apuntado visitar otra playa que por fotos y opiniones parecía espectacular, llamada Fteri beach, pero entre que había un tramo de la carretera que por un desprendimiento se hacía peligroso y provocaba dar un rodeo para llegar a la playa y dado que habíamos conocido ya playas preciosas los días anteriores, decidimos tomar la tarde más de relax y visitar de nuevo Argostoli. Así que repitiendo el camino de días anteriores hacia el oeste nos dirigimos de nuevo a la capital.
Acudimos a una gasolinera antes de entrar en la localidad (por cierto pagamos a nada menos que 1.70€ el litro de gasolina, qué dolor!) y aparcamos de nuevo y sin ningún problema al lado del mercado local.
Eran como las 19h y por tanto las calles estaban más animadas que la última vez, sobre todo en los bares y restaurantes.

Dimos una vuelta, compramos algunos recuerdos a precios nada caros y antes de que anocheciera, decidimos volver a nuestro alojamiento y cenar allí algo ligero.
Este es el recorrido que habíamos seguido ese día.

Día 7. POROS. SKALA. FERRY A ZAKYNTHOS
Este quinto día era el señalado para pasar en ferry a Zakynthos. Había dos diarios, a las 7.45 y a las 18h. Decidimos tomar el primero para aprovechar el día en aquella isla. El ferry partía desde el minúsculo puerto de Pesada, al sur, y teníamos casi una hora de camino desde Sami. Llegamos con tiempo y allí habíamos quedado con Ifigenia para devolverle el coche de alquiler. A la hora acordada, el ferry lo vimos acercarse… todo perfecto, parecía.

Pero cuál es nuestra sorpresa cuando nos dicen que sus trabajadores están en huelga y que este ferry no saldría a la hora acordada sino a las 18h. Resignados, empezamos a pensar qué hacer en el día y volvemos en a Sami, que muy amablemente y sin recargo alguno nos permite hacer la compañía en el coche alquilado, otro gran detalle. Llegamos a nuestro alojamiento sobre las 10 de la mañana y comentamos la situación a los propietarios, y de nuevo otro detallazo, nos dicen que nos quedemos todo el tiempo que necesitemos.
Sobre las 12 decidimos ya dejar el alojamiento y recorrer una zona que no teníamos pensado, la zona sureste de la isla, así que partimos hacia allí siguiendo las sinuosas carreteras. Pasamos por Poros, otro pueblo del que parten ferries a islas cercanas, es tan pequeño que nada destacable, y por fin llegamos a la localidad de Skala, a unos 40 kms de Sami, que es famosa como un lugar de reproducción de las tortugas Caretta Caretta, las últimas tortugas marinas del mar Mediterráneo. Es un destino favorito del turismo británico y enseguida vemos una estampa que hasta deprime, muchos locales cerrados y apenas turistas.
Era la hora de comer y encontramos un chiringuito muy bien situado frente al mar llamado Metaxa beach. Pedimos de nuevo un gyros, que resultó enorme y nos supo a gloria. El lugar fue perfecto para comer tranquilamente. Pagamos 35€ por dos gyros, refresco, agua y un helado.

El sitio es espectacular y la playa, qué decir de ella, pero mirar la estampa, ¡¡estaba vacía!! a mí desde luego no me gustan las aglomeraciones, pero como se suele decir, ni tanto ni tan calvo…


La playa preciosa, y como siempre con un color de agua, no tan espectacular como las del norte al no ser las piedras del fondo de color blanco pero igualmente espectacular.

Toda esta zona se encuentra llena de playas interesantes, Kaminia, Loutraki, Potamakia, etc.
Dimos un paseo en coche por el pueblo, que estaba lleno de tiendas, bares y restaurantes, no en vano es uno de los destinos con mayores servicios turísticos de toda la isla, pero todo tan vacío que decidimos continuar hacia el oeste en búsqueda de Pesada, con la incertidumbre de si pudiera pasar otra vez lo de la huelga y quedarnos en tierra.
Este fue el recorrido que habíamos hecho ese día.

Finalmente llegamos con tiempo al puerto y del ferry salió una persona que nos cobró los 9€ de la entrada por persona. Dejamos el coche de alquiler a nuestra querida y simpática Ifigenia y entramos en el ferry.
Esta es la vista hacia el este desde habíamos venido desde Skala.

Estábamos tristes por dejar Kefalonia que NOS HABÍA ENCANTADO y que desde luego superó ampliamente nuestras expectativas pero también estábamos esperanzados y expectantes por llegar a Zakynthos y ver con nuestros propios ojos la maravillosa imagen que hizo que yo hace años quisiese a toda costa visitar estas islas Jónicas.
El trayecto del ferry duró como un par de horas y sobre las 20h llegamos al puerto de Agios Nikolaos, al norte de Zakynthos. Allí nos estaba esperando nuestro coche de alquiler de otra compañía local llamada Caretta Rentals y que nos recomendó mi amigo Vagelis. Como el precio no era alto, decidimos coger un descapotable, un Volkswagen Eos por el que pagamos 149€ los 3 días con un seguro a todo riesgo de franquicia máxima de 500€. El coche estaba muy bien, mejor que el de Kefalonia.
Fuimos directamente al hotel, al que llegamos tras unas carreteras muy sinuosas, mucho más que las de la otra isla. Nuestro alojamiento fue el Armonia Boutique Hotel, con una calidad precio espectacular.

Nuestra habitación que era un estudio con una pequeña cocina, estaba en un edificio al lado del principal, y aunque es verdad que veníamos de un alojamiento tan espectacular como el de los días anteriores, este no estaba nada mal viendo el magnífico precio que pagamos, 157€ las 3 noches (sin desayuno).



Ese día había sido largo y estábamos cansados así que decidimos cenar en el hotel. El propietario, Dionisis, muy simpático y servicial tuvo el detalle de sentarse con nosotros para resolver todas las dudas que teníamos, aunque como me suele pasar, se sorprendió de lo bien que tengo todo organizado previamente, aún así, se agradece esa disponibilidad.
En la cena cometimos un error, decidimos pedir pescado frito, que luego pensamos y viendo los pocos clientes que había, que muy fresco, no iba a ser, otro de los inconvenientes de la falta de turismo. Eso sí, el postre casero que nos ofrecieron estaba espectacular.
La atención fue muy buena en todo momento. Nos invitaron a las dos copas de vino que pedimos y pagamos 23€ dejando algo de propina.
Día 8. NAVAGIO BEACH – BLUE CAVES. PORTO LIMNIONAS.
Dado que al día siguiente a este teníamos a las ocho de la mañana la prueba PCR del COVID en la capital y viendo el buen tiempo que hacía, decidimos este primer día completo en la isla asegurar lo más esperado de esta visita y del viaje, conocer la maravillosa playa de Navagio. Para ello nos acercamos con el coche a Agios Nikolaos, donde había llegado el ferry el día anterior.

Allí tendríamos que hacer algo que no me gusta mucho, buscar una empresa y negociar precio para hacer la excursión. Nos pedían en principio 20€ por cada uno pero finalmente había leído que solían bajar a 15€ así que con poco esfuerzo conseguimos ese precio. Quería hacer la excursión con poca gente pero no me garantizaban una hora así que finalmente decidimos salir cuanto antes para no perder tiempo. Iríamos en esta embarcación con unas 20 personas, pero a pesar de esto la verdad viéndolo después, creo que acertamos.

El piloto de la embarcación resultó ser un griego simpatíquísimo que nos amenizó todo el viaje con comentarios interesantes y sobre todo bromas, muchas bromas.
Bordeamos la costa norte de la isla girando hacia el oeste en busca de la playa destino. Pasamos por delante de la zona llamada Blue Caves, y donde a la vuelta haríamos una pequeña parada.

Toda esa zona está llena de espectaculares acantilados, que van creciendo a medida que se va avanzando.

Continuamos hacia el oeste y el color azul del agua nos cautivaba. El patrón nos habla de la profundidad tan increíble que tiene esta zona y de que hay focas monje que habitan estos ajetreados acantilados. Es verdad que vemos unos cuantos barcos pero nada de masificación, no quiero pensar en cómo se pondrá esta ruta en julio y agosto.

Y despúes de un rato navegando por fin doblamos un pequeño cabo, y de repente apareció ante nuestros ojos la maravillosa playa del naufragio, ese lugar por el que habíamos recorrido tantos kilómetros para conocerlo y disfrutar al máximo.

Es verdad que no es la mejor hora para visitarla, cerca de las 12 de la mañana porque a esta hora empieza la hora punta de visitantes y embarcaciones. Yo no iría antes de esa hora porque el sol no está lo suficientemente alto y daría la sombra en alguna parte de la playa. La mejor es a partir de las 14h, cuando hay menos visitantes y todavía el sol ilumina la playa entera. A partir de las 18h aproximadamente en este mes (julio) empezaría el sol a ocultarse tras su pared norte, por lo que repito, entre aproximadamente las 15h y las 18h podría ser la mejor franja.
Cuando llegamos había bastante gente, nada de playa paradisíaca como ya no preveíamos. Y todo porque había dos embarcaciones grandes con muchas personas a bordo.

Pero aún y con la gente, yo la playa la disfruté mucho porque aluciné con las imponentes paredes que la circundan y sobre todo, por el espectacular color de sus aguas. Además la presencia del barco encallado lo hace de lo más singular, una embarcación herrumbrosa y hasta llena de pintadas, a la que afortunadamente ya no dejan subir ni acercarse por seguridad. Celebro que hubiera dos personas de seguridad que no dejaban a la gente tampoco acercarse a los extremos de la isla por peligro de derrumbes.

Y vamos con la famosa historia de esta Navagio Beach o también llamada Shipwreck Beach, historia que todo el mundo cree pero también hay sospechas de si fueron realmente las autoridades helenas las que dejaron encallado este barco aquí para sacarle réditos turísticos, pero bueno, no seamos mal pensados…
Pues resulta que este barco, construido en 1937 en astilleros escoceses y que pasó luego por varias navieras, acabó siendo utilizado por la mafia italiana para transportar tabaco y alcohol de contrabando desde Turquía. El 10 de enero de 1980 la marina griega que venía observando las actividades de este barco, lo persiguió para su abordaje justo cuando estaba atravesando el norte de la isla de Zakynthos y en medio de un fuete oleaje el buque fue arrastrado hasta la playa donde quedaría encallado para siempre. Desde entonces esta olvidada cala es conocida como la playa del naufragio y conocida en medio mundo.

Normalmente las excursiones te dejan allí más o menos una hora y entre fotos y disfrutar del entorno se pasa volando. Al final ya de nuestra visita se fueron varias embarcaciones y estuvimos mucho más a gusto disfrutando de sus frescas y azules aguas. La playa es de piedra blanca y fina, bastante incómoda para caminar descalzo por lo que de nuevo recomiendo escarpines.

A la vuelta haríamos parada en otro de los puntos fuertes de esta excursión, las Blue Caves, que son una sucesión de arcos de piedra caliza creadas naturalmente por la erosión. Paramos primero en una cueva donde el patrón griego nos casi obligó a tirarnos al agua, y fue increíble ver como si hubiera iluminación debajo del agua, puro efecto óptico provocado por el sol.

A continuación fuimos a otra zona todavía más impresionante.

Allí nos tiramos de nuevo al agua y pudimos disfrutar de esas aguas de color azul turquesa.

Cerca de este punto entramos de nuevo en otra cueva donde pudimos adentrarnos nadando una decena de metros.
Finalmente y ya después de como media hora de paradas, volvimos al puerto de donde habíamos salido, muy satisfechos con la experiencia y con la agencia con la que fuimos. Nuestra intención a continuación, ya que estábamos cerca y era una buena hora, fue ir al mirador para ver la playa desde arriba, atracción todavía más popular que incluso pisarla in situ.
Para llegar a él, si váis con Google Maps debéis poner Navagio Beach View, pero ojo porque el GPS os puede pasar una mala pasada para salir del puerto de Agios Nikolaos, ya que hay tantas carreteras y opciones, que nos metió dos veces en caminos de tierra y pendiente arriba que casi nos cuesta un disgusto dar la vuelta.
Después de unos 25 minutos siguiendo la carretera sinuosa, llegamos al mirador, en el que había apenas unas 20 personas esperando, menos mal que vinimos en esta época…Parece que hace tiempo esta zona no tenía ningún control y cada visitante se acercaba al borde del acantilado para observar la playa y por supuesto hacer fotos pero tras varios accidentes, las autoridades decidieron organizar las visitas y tener a gente vigilando para evitar desgracias. Sólo dejan asomarse ya desde el balcón artificial preparado para esta concurrida visita.

Y después de unos 20 minutos tuvimos la recompensa, y seguro la foto de este viaje, absolutamente espectacular y maravillosa.

A continuación y dado que eran ya como las 3 de la tarde, decidimos parar en el primer sitio que encontráramos para comer, y ese fué en uno llamado Margarita Tavern, en el pueblo de Anafonitria, muy cerca del mirador y lleno de restaurantes y tiendas de souvenirs. El sitio resultó un rotundo acierto, con unas vistas de los campos de olivos cercanos y sobre todo la atención de un establecimiento 100% familiar. Pedimos dos moussakas, que nos acompañaron de unos panes con aceite y de postre un yogur griego con miel, otra especialidad de la zona.

Pudimos charlar amistosamente con el propietario, que nos comentó que esta playa lógicamente hace 25 años no la conocía nadie y él acudía con su padre a cuidar colmenas que tenía allí sin dar más importancia al mirador. También nos comentó que en julio y sobre todo agosto, se forman colas de más de 2 horas para visitar el mirador, una auténtica locura.
Pagamos apenas 22€ por la comida y seguidamente teníamos pensado ir al oeste de la isla a conocer una playa muy recomendada en todos sitios, Porto Limnionas. Otra media hora en hacer los apenas 18 kms que nos separaban de la playa.
Zakynthos es más pequeña que Kefalonia, con 406 km2, por 781 km2 de esta última y se agradece a la hora de moverse por la isla, pero es verdad que posee una red de carreteras y caminos mucho más numerosa y además más sinuosos, lo que hacía que las medias para moverse por la isla fueran bajísimas.
Y por fin llegamos a la playa, que dispone de un parking gratuito y consiste en una pequeña y rocosa bahía con un bar al lado lleno de agradables tumbonas donde tomar o comer algo.

Nosotros decidimos bajar junto al agua para tumbarnos al sol y darnos un refrescante baño. De nuevo nos encontramos con un color de agua espectacular. La zona es ideal para el esnorquel incluso para el buceo, ya que encontramos un pequeño establecimiento para el que quisiera probarlo.

Aunque es verdad que no es una playa cómoda porque es pequeña, sin orillas y de accesos rocosos, es ideal si buscáis una alejada de las clásicas y de las aglomeraciones. A mí personalmente me gustó mucho.

Estuvimos hasta que dio la sombra en la playa, cuando ya decidimos coger el coche para dirigirnos al este de la isla y buscar un lugar para cenar.
Atravesamos la isla por multitud de pueblecitos y pequeñas aldeas de lo más rural y donde el GPS nos guió otra vez por caminos de tierra de difícil acceso. Si utilizáis Google Maps como hice yo, intentar circular por carreteras menos secundarias y no siempre las más rápidas que dice la aplicación, si no queréis veros encerrados en alguna carretera poco transitada.
Teníamos la intención de ir a cenar a Zante, la capital, pero terminamos un poco antes, en el pueblo de Tsilivi, porque vimos que estaba lleno de restaurantes y algo de ambiente. Es verdad que en esta isla pudimos ver más turismo que en Kefalonia, mucho más desangelada. Compramos algún souvenir en las enormes tiendas que había, por cierto a muy bien precio y cenamos en un restaurante llamado Aris.
De nuevo comimos un gyros y una ensalada, por los que pagamos 30.5€ con bebidas. Un muy buen precio y muy buena atención.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese primer día en Zakynthos.

Día 9. ZANTE. PORTO AZZURO BEACH. ALYDANAS BEACH.
Madrugamos porque teníamos a las 8 la prueba PCR del COVID para volver a España en Zante. La hicimos sin problemas y luego decidimos dar una vuelta por las calles peatonales del centro, que se encontraba llena de tiendas y restaurantes, muy dedicadas al turista y que nos recordó a Argostoli en Kefalonia. Compramos algo para comer en la playa.

Tras el terremoto de 1953, la ciudad quedó destruída con lo que se recontruyó practicamente en su totalidad. Posee preciosos edificios neoclásicos, una fortaleza, iglesias y diferentes museos, donde destaca el museo Bizantino. En las afueras, en el pueblo de Bójali, están los restos de un hermoso castillo con espléndidas vistas.
Este último día de vacaciones lo habíamos destinado a descansar, estar de relax y disfrutar de un auténtico día de playa. Había leído que había muchas en sus 120 kms de costa y salvo Porto Limnionas ninguna la recomendaban especialmente, Laganas, Argassi, Xigia, Marathia, Agios Nikolaos, Gerakas (donde anida la tortuga Careta careta) y Makris Gialos son algunas de ellas. Finalmente decidimos ir a una que se llama Porto Azzurro.

Si os decidís por esta, encontraréis una enteramente de arena y con todos los servicios. Hay un bar restaurante espectacular muy bien montado y que dispone de numerosas tumbonas y sombrillas tanto en la playa como en una zona de césped más atrás.

El agua estaba buenísima, comimos lo que habíamos comprado en Zante y ahí estuvimos hasta entrada la tarde, momento en el que decidimos movernos y cambiar de playa. Como nos daba pereza ir a alguna del oeste, decidimos ir a conocer una que teníamos ya muy cerca del hotel, la playa de Alykanas. Se trata de una larga playa de agua limpia pero ya supongo que como veníamos de ver playas de tanto nivel, la verdad que estas dos últimas no nos impresionaron precisamente.

Esta playa es una continuación de Alykes beach que también vimos al aparcar en medio de las dos.

Si hubiéramos tenido más tiempo sin duda habríamos ido a conocer el suroeste de la isla, en la zona de Keri, donde podéis ver el atardecer en Cabo Marathia. También más al este, ir a Agios Sostis y pasar a la pequeña isla Cameo. Para nosotros, tendrá que ser para una nueva ocasión.
Volvimos al hotel y salimos a cenar para acabar repitiendo en el establecimiento del día anterior, Aris restaurant, donde nos decidimos por platos 100% griegos, muy buenos por cierto.


Esta fue la ruta que hicimos este último día.

Al día siguiente tomamos el vuelo de vuelta rumbo a Atenas para dos horas después volar hacia Madrid.
Como ya he comentado, este destino ha sido una gran sorpresa y no cambiaría mucho de lo que hicimos, creo que acertamos dando más días a Kefalonia, isla más grande y con más sitios interesantes que ver, sobre todo playas, a años luz de Zakynthos y de otras islas que conozco como Mykonos y Santorini, eso sí, Zakynthos tiene la carta de Navagio Beach, que está a otro nivel.
Dejamos Grecia, un país fantástico en el que me siento como en casa, espero volver a visitarlo en otra ocasión. Espero que este relato os ayude si os decidís por visitar estas fantásticas islas bañadas por el mar Jónico, no os arrepenteréis.
Precioso lugar!!!!
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