El viaje a la Riviera Maya mexicana era uno de los que más ganas tenía de hacer desde hacía un tiempo, por mí pero sobre todo por mi mujer, para que conociera una de las zonas bañadas por ese mar que sin duda hay que visitar alguna vez en la vida que es el Caribe, con sus playas de arena blanca y su mar azul turquesa, aunque tengo que decir, que la Riviera Maya es más que un destino de estar en la playa en plan «vuelta y vuelta» al sol. Es un lugar que prefiero por ejemplo a otro con el que frecuentemente se compara como es Punta Cana, ya que gracias a las múltiples huellas que ha dejado la civilización maya en la zona, tiene muchos sitios dignos de ver con una historia muy interesante y que no tienen sus vecinos de República Dominicana u otros cercanos como Cuba o Bahamas. También hay que decir que es un destino muy asequible, ya que por alrededor de unos mil euros, os podéis puedes pasar unos diez días en un todo incluído como unos auténticos reyes, más barato incluso que una estancia similar en hoteles de nuestro país.
Como a mí me gustan mucho las estadísticas, os diré que México es uno de los países más visitados del mundo, situándose entre el puesto noveno y décimo en los últimos años con alrededor de 32 millones de turistas en 2015. Es el segundo más visitado de América después de Estados Unidos, y sólo lo superan siete países europeos y China. Además Chichen Itza es uno de los lugares más famosos y visitados del planeta.
Así que un 19 de mayo de 2011 mi mujer y yo estábamos cogiendo, perdón, tomando, el vuelo a Cancún directos al Caribe, con muchísimas ganas de disfrutar de esa maravillosa tierra, ¡¡qué ganas teníamos!!. Era nuestro segundo cruce del charco juntos después del de New York, y el tercero mío tras ir a República Dominicana hace ya unos cuantos añitos, y que fue mi primer viaje en avión.
El viaje lo contraté en una agencia de Viajes Barceló, y pagamos finalmente 2150€, seguros incluidos. Fuimos del 19 al 26 de mayo, un buen mes en teoría para ir, fuera de la época de huracanes, importante tener en cuenta esta circunstancia, que no os arruine el viaje.
El hotel fue el Barceló Maya Beach, del que quedamos muy satisfechos. Lo peor quizás fue el mobiliario de las habitaciones, que necesitaban seguro una reforma ya que estaban bastante anticuadas pero es verdad que fue lo único, porque el resto de las instalaciones estaban muy bien.
El hotel Barceló Maya Beach es uno de los del complejo Barceló que tiene en la Riviera Maya. Además de este está el Maya Caribe, gemelo del nuestro, y luego están el Tropical, el Colonial, a los que podíamos acceder a sus instalaciones, y luego el más lujoso, que era el Palace. El hotel lo cogí sobre todo porque tenía una de las mejores playas de los de la zona, atención a esto porque es importante, hay veces que el hotel está muy bien y luego la playa es de roca por ejemplo. La de este fue increíble y la disfrutamos a tope.
Si váis ahora mirar también el resort Palladium Kantenah, conozco varias personas que han ido a alguno de los hoteles de ese resort y dicen que están muy bien y q siguen con una alta calidad tras el paso de los años.
El vuelo lo hicimos con la compañía Iberworld, aunque justo antes de nuestra salida su nombre cambió por el de Orbest Airlines, compañía española ya desaparecida por cierto. El trayecto duró unas 9 horas y fuimos viendo películas así que se hizo bastante ameno, como siempre, el de ida se hace más corto, ¿por qué será? 😉
A las 18.40 llegamos a Cancún donde nos esperaba un autobús del hotel para llevarnos. Este es el plano del enorme complejo con los cinco hoteles.
Y en este podéis ver su situación dentro de la llamada Riviera Maya, en el estado de Quintana Roo, en la parte más oriental del país mexicano:
Lo primero que pudimos apreciar y que recuerdo perfectamente, fue la increíble sensación de bochorno nada más salir al exterior del aeropuerto, un calor de esos que soy incapaz de gestionar mezclado con humedad, pero que afortunadamente al ser en una zona de playa con la posibilidad de bañarse, se lleva mejor. Cuestión diferente es cuando te «pilla» visitando las ruinas mayas como nos pasaría más adelante.
Después de un viaje de una hora y cuarto más o menos por la carretera de doble carril que bordea la costa y que está bastante bien, llamada carretera federal 307, llegamos al hotel.
El viaje lo había organizado para que tuviera un poco de todo, hacer excursiones, pero dejar lo suficiente también para disfrutar del hotel, que a veces se lía uno con ver cosas y se descuida todo lo que ofrecen estos complejos, playa, descanso y relax, pero claro, eso es a elección de cada uno, nosotros lo teníamos claro.
DÍA 2 (conociendo el hotel…)
Normalmente soy un anti-excursiones de los hoteles, suelen ser más caras que las que uno pueda hacer por su cuenta, y a veces no son las mejores experiencias. Sólo las suelo hacer si voy a lugares donde la opción por libre puede ser peligrosa o no muy cómoda. Pero a pesar de todo esto, creo que es buena opción ir a la reunión que organizan para intentar vendértelas, porque a veces aprendes cosas interesantes y también, en un viaje como este en el que vas a pasar bastante tiempo en el hotel, haces amigos. Esa mañana de nuestro primer día fuimos a esa reunión y ya pudimos conocer a dos parejas españolas muy majas, a las que les propuse hacer alguna excursión juntos por libre y aceptaron, así que el que nos dio la charla, no se fue muy contento.
Ese día que era viernes lo disfrutamos a tope, pleno relax disfrutando del hotel. Una de las mejores virtudes de este alojamiento en concreto era la playa, así que tras desayunar el típico buffet de estos restaurantes con multitud de opciones nos fuimos a la playa. Teníamos unas altas expectativas, lo que a veces es peligroso, pero de verdad que se superaron, la playa era magnífica y el agua estaba estupenda.
El sol por aquí aprieta de lo lindo y no hagáis la temeridad de tomar el sol sin poneros bien de crema de alta protección, por ahí se veía a más de un «cangrejo» que no quiero saber las noches que debieron pasar… mucha precaución, no vayáis de «machotes».
El hotel, como la mayoría de estos resorts, hace multitud de actividades tanto para los niños como para los adultos que se quieran divertir. Nosotros preferimos el relax, estar en la playa, leer un libro y de vez en cuando tomar algo en los bares repartidos por el complejo.
Por la tarde y después de comer, lo pasábamos en la zona de las piscinas bañándonos de vez en cuando. He de decir que una de las cosas que está muy bien de estos resorts es el tema de las toallas, dispones de ellas cuando quieras y las puedes dejar cuando desees.
Después de cenar, el hotel ofrece espectáculos de entretenimiento, sobre todo para el público norteamericano, que era el más numeroso, a mí sinceramente, no me entretuvieron mucho y rozaron la «turistada», así que con la pareja de amigos madrileños que hicimos, Rosa y Javi, preferimos tomar algo charlando en uno de los bares.
DÍA 3. Mañana hotel. Tarde: Playa del Carmen.
Este tercer día lo pasamos toda la mañana de nuevo en la playa, el agua estaba estupenda, la arena, paseo para aquí, paseo para allá, el color azul turquesa, las sensaciones son indescriptibles, que buenísima EXPERIENCIA.
Decir que muy frecuentemente veíamos lagartos muy cerca del hotel, al principio nos hacían mucha gracia y venga a hacerles fotos, al final ya era como normal, como si aquí en España vieras un gato por la calle ;).
Después de comer nos propusimos ya salir del hotel e ir a ver la ciudad de Playa del Carmen. No estaba muy lejos y decidimos hacer algo que haríamos muy frecuentemente, salir a la carretera principal y coger un minibus colectivo para desplazarnos hasta allí. No era para nada peligroso y lo cogían tanto turistas como lugareños, sobre todo trabajadores de los hoteles. Para el precio del billete nos pedían algo más que a ellos, pero poco, alrededor de los dos euros cada uno, así que creo que es una estupenda opción.
Esta ciudad que es ahora, hay que destacar que en 1996 tenía unos 10.000 habitantes, en 2003 ya llegaba a los 49.000, pero es que en 2015 ya había alcanzado los 216.000!!! eso da una idea de como el turismo ha revolucionado toda esta zona (Cancún ya está en los 628.000). Hay establecidos más de 190 hoteles en la proximidades. Esta zona sin duda ha arrebatado en los últimos años el turismo que antes tenían ciudades bañadas por el Oceáno Pacífico como Acapulco o Puerto Vallarta, mucho más azotados lamentablemente ahora por la violencia de los narcos.
Fuimos con nuestros amigos Rosa y Javi, y lo pasamos muy bien. Realmente la ciudad no tiene mucho de especial, la famosa Quinta Avenida, una agradable calle peatonal llena de restaurantes, bares y tiendas por doquier para que los turistas aflojen sus carteras, pero encontramos muy buen ambiente, tomamos unas cervezas, algún souvenir y caminamos y caminamos.
Dimos un paseo por la playa, que aunque no es de las mejores, seguramente por la aglomeración de gente, pasamos un buen rato. Vimos hasta una pareja de boda en plena sesión de fotos.
La verdad es que lo pasamos bien y es una visita que recomiendo. Nos gustó mucho el paseo y el ambiente de la zona. Ya sobre las 21h, cogimos de vuelta el minibus para ir al hotel y cenar. Después nos quedamos de nuevo charlando y degustando alguno de los muchos cócteles que ofrecen estos hoteles.
DÍA 4. Tulum, playa Paraíso
Este cuarto día y tras desayunar, decidimos visitar uno de los IMPRESCINDIBLES de Riviera Maya, y no es otro que la ciudad de Tulum. Para ello de nuevo salimos a la carretera con nuestra pareja de amigos madrileños Rosa y Javi dispuestos a coger un minibus que nos llevara hasta el lugar. Una vez que te deja el bus en la carretera, es posible ir en trenecito hasta la entrada del lugar, o ir andando alrededor de un kilómetro. Todo el camino obviamente y al ser un lugar tan turístico está llena de restaurantes y de puestos de recuerdos.
Dado que fuimos por libre hasta allí, creo que lo mejor es contratar los servicios de un guía, si no disfrutarás del sitio que es impresionante al lado de mar, pero no conocerás mucha de su historia, y creerme que es muy interesante.
Tulum fue una ciudad amurallada de la cultura maya, y aunque no fue una urbe muy grande jugó un papel preponderante en el comercio marítimo y terrestre de la zona entre los siglos XIII y XVI, siendo en el Posclásico tardío (desde aproximadamente el año 1200-1300 hasta la llegada de los españoles) cuando se construyeron sus edificios principales, alguno de los cuales sirvieron como sistema defensivo e incluos como observatorio astronómico.
Otro dato importante es que Tulum estaba habitada cuando llegaron los españoles en 1518, pero pronto quedó abandonada. La selva se encargó de enterrarla en el olvido, y tuvo que esperar varios siglos para ser redescubierta!!.
Tiene varias edificaciones importantes como el Templo de los Frescos, el Palacio, pero sin duda el más famoso es el Castillo, que debido a su situación costera no sólo sirvió como punto estratégico de vigilancia para prevenir posibles ataques enemigos, sino que además sirvió como faro para los navegantes mayas que se sirvieron de él para poder esquivar el arrecife de coral que se encuentra en el Caribe y que es el segundo más grande del mundo. Según nos dijo el guía esta función era muy importante al estar situado en un acantilado de doce metros de altura sobre el nivel del mar, siendo la guía perfecta para los navegantes puesto que durante el día el sol atravesaba dos ventanas que señalaban el camino a seguir, y por las noches se encendían grandes llamaradas.
Pero para mí, además de la historia del lugar, una de las cosas que me enamoró de él fue sin duda este rincón que es absolutamente mágico, este edificio al lado del azul turquesa del mar, me pareció espectacular, ¿no es fantástico?.
Y para terminar una última recomendación y que espero que me hagáis caso, jeje. Imagino que después del calor que sufriréis en este lugar, y además cuando veáis a la cantidad de gente que habrá bañándose en esta playa que hay justo debajo de donde estáis, os faltaría tiempo para querer imitarles.
Desde luego que lo podéis hacer si no disponéis de mucho tiempo, pero yo os diría que si tenéis un poco de paciencia, dejarme recomendaros una playa aún mejor, una de las mejores en las que he estado en tooooda mi vida, la cercana y magnífica playa Paraíso. Para llegar a ella es muy sencillo, según salís de las ruinas, en vez de dirigiros hacia la salida y por tanto hacia la carretera principal, debéis tomar la carretera que circula paralela a la costa, a vuestra izquierda según salís. Después de un paseo de un par de kilómetros, llegaréis a la playa. Os dejo este mapa para que la podáis ubicar.
Yo cuando fuí de verdad que estábamos sólos en la playa, la arena blanca, el mar de color azul turquesa, no puedo describir lo que sentimos y el buen rato que pasamos, como no iba a estar así de desatado??.
Pasamos un rato estupendo disfrutando de la playa, con los únicos compañeros de pequeñas barcas de pesca. Espero que desde que fuimos, no se haya masificado, porque sería una pena.
Una vez que nos cansamos de disfrutar de la playa, tomamos el camino de vuelta hacia la carretera 307 para coger otro minibus colectivo y llegar al hotel justo para la hora de comer y por supuesto descansar toda la tarde. Fue una excursión fantástica, y como véis se puede hacer perfectamente por libre y os saldrá mucho más económica.
Llegamos con un hambre tremenda así que disfrutamos bien del buffet, jeje.
Por la tarde lo pasamos descansando en el hotel, leyendo un libro en la playa, tomando algo en las piscinas, de verdad que en estos complejos el que se aburra es porque quiere.
Más tarde hice un poco de snorkel en la playa, para luego disfrutar de uno de los magníficos atardeceres en esta parte del mundo.
DÍA 5 (Chichen Itzá, cenote Ik Kil, Ek Balam, Valladolid)
En este quinto día íbamos a conocer el lugar más turístico y visitado de toda la Riviera Maya, que no es otro que Chichen Itzá. Recibe más de un millón de turistas cada año, lo que la convierte en la segunda zona arqueológica más visitada de México, después de Teotihuacan, cerca de la capital del país.
Ya tenía bien claro que la visita la queríamos hacer a nuestro aire, por lo que pasamos de las excursiones típicas del hotel y la hicimos con un conductor local con el que previamente había contactado desde España y que encontré gracias a los foros de viajes. Este fue José Manuel Estrada (jmestrada_16@hotmail.com), un joven muy majo, y que quizás os pueda costar más caro que hacerlo con una excursión de autobús o las que ofrecerán en el hotel, pero que nos pareció mejor idea porque es un viaje exclusivo para vosotros sólos, y eso hay que pagarlo. No recuerdo muy bien el precio, pero si queréis podéis enviarle un mail y él os informará. Tras mi viaje lo he recomendado a otro par de amigos y han acabado muy contentos con él.
Nuestro chófer nos recogió a las 6 de la mañana en el hotel!! y fuimos en un monovolumen con las otras dos parejas españolas con las que habíamos hecho buenas migas, y así nos salió más barato. Lo bueno de recogerte tan pronto es que llegas a Chichen Itzá en unas dos horas, con lo que sobre la 8 – 8:30h. ya estás ahí (abre a las 8h.), ves las ruinas prácticamente solos con un guía si lo deseas (está interesante contratarlo porque os explicará todas las historias de los mayas, que de verdad son muy interesantes) y cuando lo has visto y ya te estás yendo, empiezan a llegar los autobuses «vomitando» turistas sin parar y es cuando te alegras de estar yéndote, bye bye…
Bueno ¿y qué decir de Chichen Itzá? pues que son las ruinas mayas más importantes que se pueden ver en esta zona de México, no obstante han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988. Cubre una superficie de 9.6 kms cuadrados donde cientos de construcciones alguna vez estuvieron en pie, pero que aunque la mayoría están sepultadas, existen al menos unas treinta que pueden ser visitadas hoy en día.
Nada más entrar a Chichen Itzá, lo primero que encuentras es una enorme explanada conocida como la Gran Plaza, rodeada por los edificios del llamado Grupo Norte. Lo más representativo de esta zona es sin duda la Pirámide de Kukulkan, que es en realidad un calendario gigante que señala los cambios de estación, el paso de los días, etc… y demuestra los profundos conocimientos de matemáticas, geometría y astronomía que los mayas poseían. Bautizada por los españoles como el Castillo, es el edificio más importante de esta magnífica ciudad, que los mayas erigieron en el año 525 d.C.
Lo más curioso es que esta pirámide de nueve niveles o escalones, tiene 24 metros de altura, en cuya parte superior se encuentra un templo, en el que tenían lugar los sacrificios. La Pirámide de Kukulkan es simétrica y tiene cuatro escaleras, que a su vez tienen 91 escalones. Si al número de niveles se multiplica el número de escaleras y se añade el escalón de la plataforma superior, obtenemos el número 365, ¡el número de días del año! este es el famoso y preciso calendario maya y que aún hoy seguimos utilizando.
El origen de los mayas, como el de tantos pueblos primitivos, es incierto. Pero se sabe con seguridad que ocuparon sucesivamente y en un movimiento ascendente lo que hoy es la franja meridional de México, Belice, Guatemala y la zona más occidental de Honduras y El Salvador. Pero a partir del siglo X se inicia una decadencia paulatina de este pueblo, y por tanto muchos de los grandes centros de población fueron abandonados por esos años, sin que se sepa con seguridad el porqué de tal determinación. La población se fue desplazando hacia el norte de la península de Yucatán o hacia las tierras altas de Guatemala.
El guía nos iba explicando cosas muy interesantes y nos dijo que hace unos pocos años incluso se permitía subir a la pirámide, lo que me pareció increíble por el deterioro que ello supondría a un monumento de tanta transcendencia histórica, ¿os imagináis subiendo a la gente por las pirámides de Egipto? afortunadamente ya no es posible. Si queréis subir a una pirámide, tendréis que ir a la de Cobá, que ahí sí que está permitido.
Una de las principales atracciones turísticas y que concentra a más de 25,000 personas para verlo en directo, es el acontencimiento que sucede dos veces al año, durante los equinoccios de primavera y otoño (21 de marzo y entre el 21 y 23 de septiembre respectivamente), alrededor de las 3:00 PM. Es en este momento cuando la luz del sol forma una sombra en la escalera principal de la pirámide originando que se formen siete triángulos isósceles imitando el cuerpo de una serpiente descendiendo de la pirámide.
Es curioso el dato de que cuando los españoles llegaron a la Península de Yucatán en 1517, Chichén Itzá ya se encontraba abandonada, lo que significa que mientras Europa vivía en la Edad Media, en Chichén Itzá ya se había creado un calendario aún más preciso que el gregoriano, su conocimiento de la astronomía era mucho más avanzado y manejaban el concepto del número cero.
Seguimos caminando y también visitamos otras edificaciones del complejo, como el Templo de los Guerreros rodeado de las mil columnas, construido sobre el año 1200 d.C. por los mayas itzaíes, aunque influenciado por la arquitectura tolteca.
Pudimos ver también el gran Cenote Sagrado en el que se han encontrado objetos de jade y cerámica e incluso esqueletos de seres humanos, especialmente de niños, que se ofrendaban al dios Chac.
Continuamos recorriendo el conjunto arqueológico, visitando otros edificios como el observatorio conocido como el Templo de Venus. En muchos de estas edificaciones que quedan en pie es muy frecuente ver figuras representando sobre todo a la serpiente, así como de múltiples murales labrados en la piedra.
Otra de sus atracciones más famosas es la cancha del juego de pelota. Sus dimensiones son espectaculares, pues su longitud total es de 168 metros, mientras que a lo ancho mide 70 metros, algo más que un campo de fútbol actual.
Se trataba de un deporte ceremonial asociado al culto del Sol (el campo de juego representaba la Tierra y la pelota el Sol), y el equipo ganador era honorablemente decapitado!!!. Los jugadores debían encestar una pelota de caucho en unos anillos de piedra situados a 7,50 m de altura, sin utilizar las manos, sólo golpeándola con las caderas, antebrazos y rodillas. Sin duda, todo un espectáculo que los espectadores podían observar desde las dos tribunas situadas en los laterales. Me parecieron muy interesantes las explicaciones que nos dió el guía, ¿será este el origen de mi deporte favorito, el baloncesto, mucho antes de que lo hiciera el profesor Naismith??
Ya estábamos finalizando nuestro recorrido y he de decir que si estáis interesados en comprar algo de artesanía maya, este es uno de los mejores lugares, siempre que consigáis un buen precio, claro. El camino se encuentra lleno de puestos, sobre todo las famosas máscaras mayas. A nosotros nos gustó mucha una y tras regatear con el vendedor, que no era de los que daba su brazo a torcer muy fácil, fue nuestra.
También acudía gente a vendernos recuerdos de todo tipo. En la foto está nuestro amigo Javi con una anciana que seguro no llegaba al metro y medio de estatura y que vendía una especie de pañitos hechos a mano, daba pena verla teniendo que ganarse la vida así con la edad que debía tener.
Y después de unas 2-3 horas de visita, volvimos al coche donde nuestro chófer nos esperaba para continuar la excursión.
Apenas a tres kilómetros de Chichen Itzá se encuentra otro de los platos fuertes del viaje, totalmente diferente del anterior, pero que a mí personalmente hasta me gustó más, este es el cenote Ik Kil, posiblemente el más famoso de la Riviera Maya, una auténtica maravilla de la naturaleza y que os dejará boquiabiertos. Se encuentra a unos 26 metros de profundidad de la superficie, con 60 metros de diámetro y 40 de profundidad. Las raíces de los árboles van cayendo en forma de lianas por las paredes del cenote buscando el agua, absolutamente IMPRESIONANTE.
Será más impresionante todavía, si no está lleno de gente. Cuando llegamos había bastante, pero poco a poco se fueron yendo y nos quedamos casi sólos, y ahora sí, cómo lo disfrutamos. Al cenote desciendes por una escalera de piedra que te permite pararte a distintas alturas de este gran pozo de agua. Hay un salto desde unos cinco metros que hasta yo probé a tirarme al agua. El lugar es mágico, entrando la luz por arriba e iluminando el agua al que le da unos toques entre verde y azul, es para verlo. Un consejo, intentar evitar las horas de mayor afluencia, que son más o menos de 11 a 13:30h.
Una vez que salimos de ahí y aunque era bastante pronto, nos fuimos a comer a un sitio bastante turístico, pero lo preferí antes de ir a un sitio más local y que la comida pudiera no gustarnos (por el picante) pero recordar que el taxista os llevará donde queráis, lo tenéis a vuestra disposición.
Después de comer y con un calor insoportable fuimos a ver otras ruinas, las de Ek Balam, otro sitio arqueológico maya y que tiene la curiosidad de que en esta sí se puede subir a una especie de pirámide con unas cuantas escaleras, pero después de Chichen Itzá supongo que no os impresionará. Está compuesto por varios templos, dos palacios enormes y una gran pirámide en el centro de la ciudad.
La Acrópolis llamará tu atención de inmediato: con sus 32 metros es el edificio más alto de Ek Balam y uno de los más voluminosos de toda Mesoamérica.
Aunque no cuenta con la fama de Chichén Itzá, fue en su tiempo una ciudad muy importante que tuvo hasta 15,000 habitantes. Mientras asciendes por sus escaleras podrás admirar la entrada a la tumba de un importante rey, la cual asemeja la boca de un monstruo. Un enorme friso muestra sobrerrelieves ya restaurados y algunas esculturas de forma humana, aunque con alas en la espalda.
Subimos las escaleras, eran sobre las dos de la tarde, bajo un sol achicharrante, pero la vista desde lo más alto merece la pena, ya que se puede divisar todo el complejo y la selva yucateca como si la quisiese devorar. Nos dijeron que llevaba casi cuatro meses sin prácticamente llover por lo que se veía el paisaje bastante seco, y hasta pudimos varios pequeños incendios a lo lejos.
Después de la visita, le pedimos a nuestro chófer ir a conocer el proceso de elaboración de la bebida más famosa mexicana, el tequila, así que nos llevó a una Destilería.
Estuvo muy interesante la visita. Era una explotación pequeña que regentaba un chico joven mexicano que acababa de empezar con la destilería. Fue gratuita por aquel entonces pero ya nos insinuó que en breve cobraría entrada….En los campos anexos pudimos ver las plantas de las que se extrae el tequila, que no es otro que los ágaves, en este caso tequilanos y que según nos dijo el patrón de la explotación, apenas tienen mantenimiento pero que su crecimiento es muy lento.
Nos enseñó todo el proceso que en aquel entonces era artesanal, pero artesanal de verdad, sólo hay que ver la maquinaria… equina. Nos mostró como se hace la extracción de la piña del ágave, que es la parte aprovechable para la elaboración del tequila. Luego la formulación, fermentación y destilación y de la que se obtiene al fin la preciada bebida, y que también dependiendo de procesos posteriores puede ser de muchas clases, blanco, reposado, añejo, etc.
Finalmente nos ofreció una degustación que yo como poco bebedor de este tipo de bebidas, no aprecié mucho, pero bueno, fue un detalle final apreciable tras una visita cuanto menos interesante. Para terminar compramos algún recuerdo en la tienda de la destilería y nos despedimos del hombre deseándole mucha suerte en su aventura.
Subimos de nuevo los siete al monovolumen de José Manuel para ya terminar en la última etapa de nuestra excursión, una ciudad con un nombre que me suena mucho, Valladolid. Dedicamos unas dos horas de tiempo libre para ver de cerca esta ciudad colonial.
La ciudad fue fundada por conquistadores españoles en 1543 con el nombre de Valladolid en homenaje a la ciudad española homónima. Lo más interesante y representativo de la ciudad está ubicado justo en el centro de la ciudad, que fue donde nosotros nos bajamos, junto al parque Francisco Cantón Rosado, que está rodeado por el palacio del gobierno municipal, la casa de la cultura, el centro de artesanía y el hotel María de la Luz entre otros. Lo que más me gusto fue sin duda la Iglesia de San Servacio, empezada a construir en 1543, que tiene la curiosidad de que debido a que en ella tuvo lugar un sangriento asesinato, se remodeló y se cambió la orientación de la fachada al norte.
La iglesia originalmente era un terreno que circundaba una pirámide maya, la cual fue demolida durante la conquista, quedando el terreno como la «plaza de armas» para posteriormente convertirse en un parque. Dimos una vuelta por las múltiples tiendas de artesanía alrededor de esta plaza y tomamos algo en uno de sus bares. Fue un paseo muy agradable y donde pudimos descansar de tan intenso y sofocante día.
Y ya cuando empezaba a anochecer remprendimos el camino de vuelta al hotel.
Esta es la ruta que habíamos hecho en este intenso y muy interesante día. Ni que decir tiene que vosotros lo podéis combinar con lo que queráis, pero para mí sin duda Chichen Itzá y el cenote son imprescindibles.
DÍA 6 (Playa Akumal)
En este sexto día nos levantamos y decidimos de nuevo ir por libre a ver otro de los platos fuertes de la Riviera Maya, y que a mí me apetecía especialmente, y ese era el poder ver a tortugas en su hábitat, lejos de pagar por una jornada junto a ellas en piscinas o en sitios parecidos.
Así que tras desayunar, salimos junto a las dos parejas de españoles a la carretera a coger de nuevo un minibús que nos llevaría a la playa de Akumal, apenas a 20 kms del hotel.
La bahía principal de Akumal se encuentra junto a una barrera de arrecife a unos 200 metros de la línea de costa resguardada del oleaje, lo que hace que toda esa zona de baño se parezca a una extensa piscina de aguas calmas y cristalinas. Ese es el mayor tesoro de Akumal.
No había dicho que a Riviera Maya me llevé unas gafas y un tubo que compré en Decathlon (como no ;). Puedes obviamente contratar en el lugar un guía y alquilar gafas, tubo, aletas y chaleco salvavidas, pero nosotros decidimos ir por libre.
Cuando llegamos a la playa alucinamos sólo ya viéndola, nos impresionó lo bonita que era, de arena blanca y aguas cristalinas. Toda la playa estaba llena de cocoteros que invitaba al baño y al relax.
Enseguida vimos que había unos cuantos lugares destinados a alquilar el equipo para ver las tortugas, el turismo pega fuerte aquí.
Cuando miramos al agua, vimos claramente un grupo de gente con su equipo de snorkel que estaba moviéndose en círculos, así que mi amigo Javi y yo nos fuimos como locos para allí a la búsqueda de las tortugas, ¿las veríamos tan rápido?, y la respuesta fue que sí, ahí estaban, nadando junto al grupo como si tal cosa, bajando hacia el fondo y ascendiendo cada poco a respirar. Están tan acostumbradas a los humanos que no nos hacían ni caso. Fue un momento ya de una emoción tremenda. Rápidamente avisé a Magaly que también se puso las gafas y las pudo ver.
He de decir que las zonas para ver tortugas y nadar junto a ellas están demarcadas con boyas. Toda esa zona es un área protegida con lo que debemos respetar al máximo a las tortugas y por supuesto no asustarlas, ni intentar tocarlas. Debemos seguir esas reglas básicas y fáciles de cumplir para preservar la salud del frágil ecosistema, que a pesar de los esfuerzos de conservación, siempre se ve afectado por la actividad humana.
Después de un rato decidimos salir del agua y tumbarnos tranquilamente, charlando y disfrutando del sol a veces y de la sombra de los cocoteros.
Pero yo, que tenía en la cabeza verlas más de cerca y sobre todo más tranquilamente, encontré un momento en el que no había nadie bañándose, así que decidí ir yo sólo con mi tubo y gafas de buceo. Este momento se convirtió en uno de los mejores de mi vida, sin miedo a exagerar, porque nada más entrar encontré una tortuga a mi lado, y fueron como diez minutos de estar nadando junto a ella, literalmente, yo acompañándola en su viaje hasta el fondo y en su subida a respirar, y ella ahí sin prestarme atención. Fue un momento difícil de expresar con palabras, el poder pasar todo ese tiempo con un animal tan desconocido para mí hasta ese momento, tan inaccesible. Todavía lo recuerdo perfectamente escribiendo estas líneas y me emociona, sólo por eso ya me mereció hacer 8000 kilómetros.
Lamentablemente no llevé una cámara acuática, con lo que no tengo fotos de ella, pero mejor así, porque lo disfruté a tope sin preocuparme por las fotos. Espero que tengáis la misma fortuna que tuve yo si os decidís por visitar esta playa, efectivamente es cuestión de suerte, porque dependes de como esté el mar, que estén ahí en ese momento, que no haya aglomeración de bañistas, etc.
Después de que la tortuga por fin se alejara me quedé buscando otros peces interesantes, pude ver algunos de colores intensos, una manta raya, y muchos más, pero nada comparable a la experiencia vivida hacía un rato.
Si tenéis más tiempo y queréis quedaros a comer aquí, podéis luego acercaros a un cenote llamado Yal-Ku que según pude leer, estaba muy bien, pero nosotros, como queríamos llegar a comer al hotel, y tras unas cuatro horas en la playa, emprendimos el camino de vuelta hacia la carretera principal 307 para coger un minibus de regreso. Había sido una experiencia fantástica y que os animo a hacer si tenéis la ocasión.
Esa tarde la pasamos en el hotel tranquilamente, disfrutando de las piscinas, leyendo un poquito, bañándonos en la playa y en fin relajándonos hasta la hora de la cena, tras la cual nos juntamos de nuevo para charlar un poco. Fue sin duda un buen momento para recordar el buen día que habíamos pasado.
DÍA 7 (Cenote Azul y Cenote Cristalino)
Este día, que era de los últimos, y ya que el tiempo seguía acompañando, decidimos pasar la mañana en el hotel, disfrutando de nuevo de la fantástica playa, bañándonos y gozando en sus aguas templadas y cristalinas. De verdad que el mar Caribe es famoso, por algo…
Como curiosidad, decir que tras dar un paseo por la playa y llegar hasta el extremo sur, encontramos esto que debió ser un complejo hotelero de bungalows que algún huracán se llevó y que nunca se reconstruyeron, impresionaba ver ahí este pueblo fantasma que parecía sacado de un ataque bélico.
Fuimos a comer y tras descansar un poco decidimos ir a ver dos cenotes que se encuentran muy cerca del hotel, el cenote Azul y el Cristalino. Salimos del complejo y apenas a 10 minutos caminando y tras cruzar la carretera 307 veréis carteles que los anuncian. Están bastante cercanos el uno del otro.
Encontramos unos mexicanos que nos cobraron una pequeña entrada y nos llevaron en una furgoneta pick up hasta la entrada. Por cierto hablaban en lengua maya entre ellos, también aprovechándolo para que no comprendiéramos su conversación porque no estoy seguro de que fuera el precio de entrada «oficial», pero bueno, fue muy barato.
En unos pocos minutos llegamos y además de lo bonito que es el Azul que es el primero que vemos, lo mejor de todo es que estamos completamente sólos visitándolos.
Decir que los cenotes se crean debido a que la piedra caliza del suelo al ser muy porosa, permite la filtración del agua de lluvia que llena los numerosos túneles y cavernas del subsuelo y que va formando ríos subterráneos. Al irse desgastando la piedra caliza, ésta se desploma dando lugar a los cenotes. Los hay de varios tipos: a cielo abierto, semiabiertos y subterráneos o en gruta.
La mayoría de estos sitios sagrados se encuentran en Yucatán y oscilan entre los 8,000 y los 10,000, sin embargo en el estado de Quintana Roo no se ha podido contabilizar de manera certera la totalidad de cenotes por el crecimiento de vegetación a su alrededor.
Enseguida nos animamos a bañarnos, el agua es tan transparente que se ve perfectamente el fondo, con lo que no me extraña que sea un lugar frecuentado por buceadores. El agua está fresca pero con el calor que hace se agradece. El lugar, tan tranquilo, con el único sonido de los pájaros cercanos me pareció una pasada, aunque es verdad que después de ver el de Ik Kil unos días antes, no es comparable a aquel.
He de decir que hay una parte de este cenote que está en una gruta, y ahí sí que nos dió respeto bañarnos por la oscuridad y no lo hicimos.
Después de refrescarnos en las aguas y pasar un buen rato, seguimos visitándolos hasta llegar a una parte tan espectacular como esta, donde se puede apreciar perfectamente las raíces de los árboles de la superficie como descienden por el cenote en su búsqueda de algo de agua.
Decir que los cenotes tenían una fuerte conexión con los antiguos mayas, ya que eran su fuente de suministro de agua dulce, pero que también los consideraban la entrada a un mundo subterráneo, al inframundo humano y cosmológico.
En la cueva encontramos un lugar donde se habían hecho rituales o ceremonias, no sé si por lugareños mayas, o más bien como otra de las atracciones turísticas que ofrecían por la zona.
Tras la visita y volver al hotel para cenar en uno de sus restaurantes temáticos, pasamos la última noche antes de volver a España al día siguiente.
Volvimos a casa más que satisfechos de los días que habíamos pasado. Este es un destino que aunque no sea del todo exótico dada la cantidad de visitantes que tiene, me parece que es una buenísima opción de pasar unas estupendas vacaciones y sobre todo en los que se puede elegir si se quiere relax y descanso, o algo de historia y por supuesto también aventura o incluso marcha nocturna en Playa del Carmen o Cancún, o combinarlo todo!!. Nosotros visitamos algunos de los lugares más interesantes, pero hay otras excursiones que puedes hacer como la reserva de la biosfera de Sian Ka’an, isla Cozumel, los parques de aventuras de Xel-ha o Xcaret, Cobá, isla Mujeres, etc, espero volver algún día y seguir conociendo los rincones de tan estupenda destino.
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