Un 19 de mayo de 2017 cogíamos un vuelo hacia Atenas con la primera aerolínea en importancia del país, Aegean Airlines. Atenas nos esperaba, qué ganas!!!
Los vuelos de Madrid a Atenas y la vuelta desde Santorini-Atenas y Atenas-Madrid, nos costaron 448€ los tres, facturando dos maletas, un buen precio sin duda.
Mucho había oído y me habían contado de lo decadente que parecía la ciudad ateniense, y como suele pasar cuando se va con unas expectativas tan bajas a un destino, que luego muchas te sorprende para bien, y este fue mi caso.
En unas 3 horas se recorren los 2400 kms que separan las dos ciudades, y en un viaje bastante agradable, con una buena atención y con espacio suficiente en los asientos llegamos por fin al país heleno. Una vez allí, hay tres opciones principales para ir a la ciudad: el metro, la opción más económica, el autobús, que por seis euros te deja en pleno centro o el taxi, la opción más rápida, cómoda pero también obviamente la más cara. Finalmente decidimos coger esta última, fuimos a la parada, y vimos que había una tarifa fija de 38€ hasta el centro, lo cual se agradece, detesto tener que empezar ya a negociar precios con los taxistas o correr el riesgo de no coger la ruta más rápida y ser engañados. Dimos con un taxista muy simpático que en un inglés más que aceptable nos hizo la ruta hasta el hotel muy amena. Por cierto, el aeropuerto no está cerca de la ciudad (unos 40 km), y entre eso y el tráfico ateniense, tardamos como unos 50 minutos en llegar.
Tuve claro desde el principio que para esta ocasión buscaría un hotel sobre todo céntrico, para que fuera más cómodo para la niña, y también para nosotros. Finalmente elegí el Plaka hotel (www.plakahotel.gr), que resultó una muy buena elección. El precio de la habitación no fue barato (unos 130€ con desayuno), pero sin duda pagábamos el estar a 5 minutos de la Plaza Síntagma. La llegada y acogida fue estupenda, el hotel desde luego no es nuevo ni grande, típico de los hoteles céntricos, pero poco a poco nos fue gustando un poco más cada día. Subimos a la habitación en la planta 6, era pequeñita pero lo que más destacaba de la misma era la gran cama de 2 x 1,5m que teníamos para los tres y las vistas desde la ventana del Partenón. Nos instalamos y ya sobre las 6 de la tarde nos preparamos para salir, no sin antes subir a la azotea, otro de los principales atractivos del hotel, y del que se tienen unas vistas magníficas.
Salimos a la calle y ya comenzamos a ver el ambiente, el ritmo de vida, los precios de las tiendas, los restaurantes. Yo como fan de las cifras y la economía, sentía mucha curiosidad también por saber cómo estaría el país tras todo el período convulso que ha vivido desde el punto de vista económico desde 2008, que le llevó a la reducción de su PIB en el período 2008-2013 en un 25%!!.
Este turbulento período comienza cuando a principios de 2010, se descubre que el gobierno griego había cometido irregularidades en el cálculo del déficit público para cumplir con el límite impuesto por la Unión Europea, y se descubre que realmente es de nada menos un 13,6 % del PIB!!!. Como consecuencia, comenzó lógicamente una crisis de confianza internacional sobre la capacidad de Grecia para pagar su deuda pública. Para prevenir dicha situación, en mayo de 2010 otros países de la eurozona, junto al FMI, acordaron un paquete de rescate, esa palabra «maldita». Para asegurar estos fondos, Grecia tuvo que adoptar una serie de medidas de austeridad extremas para mantener su déficit bajo control. En 2011 se vió que el rescate financiero sería insuficiente, por lo que se aprobó un segundo paquete para 2012, sujeto a condiciones estrictas, incluyendo reformas financieras y más medidas de austeridad, otro golpe mortal para la población. Hubo incluso un tercer rescate en 2015 y hasta se rumorea que pueda haber un cuarto. Todo esto ha «lastrado» el país como es lógico haciendo por ejemplo que el PIB global en 2016 se sitúe en valores de 2003, lo cual indica más de una década perdida.
Esa tarde la tomamos de relax y sin más pretensiones que dar una vuelta. Estuvimos por la animada calle Ermou, que se asemeja en Madrid a la calle Preciados o a la de Santa Clara en Zamora, jeje.
En el medio de la misma hay una iglesia bizantina de planta cruciforme muy interesante llamada Kapnikarea, que está dedicada a la Presentación de la Virgen María. Terminada en el siglo XIII, la iglesia abovedada casi fue demolida en nombre del progreso. Actualmente, pertenece a la Universidad de Atenas. Fue una pena que estuviera cerrada y no pudiéramos entrar.
Ese día por no investigar y sobre todo por la niña acabamos cenando en el McDonalds de la plaza Síntagma y volvimos pronto al hotel, al día siguiente había que madrugar, no sin antes pasar por una plaza donde está la magnífica Catedral de la Anunciación de Santa María, templo ortodoxo, terminado en 1862 y que sufrió en terremoto en 1999.
Esta es la tranquila ruta que habíamos esa tarde-noche.
Día 2. Acrópolis y barrio Monastiraki
Para este primer día completo en la capital helena, habíamos decidido desde España por supuesto visitar la Acrópolis pero hacerlo con una visita guiada ya que es fundamental hacerlo por toda la historia que tiene y creo que si no lo haces así, la visita no es lo mismo porque no dejan de ser monumentos que o conoces bien la historia de los mismos, o la visita puede ser algo decepcionante. La visita la contratamos y pagamos desde España con la agencia «Greciavacaciones», aquí está el detalle de la visita (www.greciavacaciones.com/visita_Atenas) y tengo que decir que fue un gran acierto porque tanto la atención previa a la visita desde España como la visita en sí en Atenas fueron excelentes, la guía estupenda. Pagamos 70€ cada uno de nosotros y la niña gratis (en otras agencias nos hacían pagar la mitad por ella), pero está incluida la entrada a la Acrópolis (20€) y el Museo de la Acrópolis (5€). La visita era en español que busqué a propósito y comenzaba a las 8 de la mañana, así que a las 7 ya estábamos despiertos después de pasar una no muy buena noche durmiendo los tres en la cama y con la visita de unos indeseables mosquitos que marcaron la cara de nuestra hija. Nos arreglamos y bajamos al comedor, donde nos esperaba un buen desayuno, con bastante variedad y donde tuve mi primer contacto con el magnífico yogur griego, nada que ver con el que dan en España, este es muy espeso, riquísimo.
Casi todas estas visitas tienen el mismo itinerario, te dan la opción de recogerte en unos cuantos hoteles y si no en otros lugares céntricos. Nuestro punto de recogida fue el hotel Electra Ermou, cerca de la plaza Síntagma, como decía a las 8 de la mañana. Llegamos y no había ni un español más en el grupo, todos eran sudamericanos, sobre todo argentinos, nos montaron en un minibús y comenzamos.
Lo primero que vimos fue el Arco de Adriano, impresionante con sus 18 metros de altura en honor al emperador romano, junto al que se encuentra el Templo de Zeus, aunque comenzado en el siglo VI a. C., no fue terminado hasta el reinado del emperador Adriano, en el siglo II. La verdad es que no queda mucho de él así que si no tenéis mucho tiempo yo priorizaría otros lugares. Desde allí continuamos e hicimos la única parada antes de la Acrópolis, en el Estadio Panathinaikó, también conocido como el Kallimármaro. La guía nos dice que se construyó en madera en el siglo V a.C. pero en la época de Adriano se reconstruyó de mármol blanco. En el XIX fue objeto de una nueva remodelación que le permitió acoger la primera edición de los Juegos Olímpicos Modernos en 1896. En él cabían nada menos que 50,000 espectadores. Si queréis entrar dentro hay que pagar una pequeña cantidad pero desde fuera se ve perfectamente.
Por el camino nos iba contando la guía datos históricos muy interesantes y curiosos como por ejemplo que Hellas, es para ellos el nombre de su país, y ellos son helenos, lo de griegos es cosa de los europeos occidentales. También que los romanos cuando ocuparon Grecia cambiaron todos los nombres de los dioses. Los cristianos todo lo consideraban pagano y convirtieron los templos en iglesias y muchos los destruyeron. Desde el siglo XV y durante 400 años fueron invadidos por los otomanos, de los que finalmente se independizaron en 1821, de ahí la «difícil» relación que siempre han tenido y que continúa en la actualidad.
Continuamos la ruta y pasamos por los Jardines Nacionales, en el que destaca el llamado Zappeion, bonito edificio inaugurado en 1888 para los Juegos Olímpicos y que ahora es utilizado para reuniones y ceremonias.
Luego pasamos por la famosa plaza de Síntagma donde está el Parlamento y que visitaremos otro día con más calma. Aquí nace la calle Panepistimiou (cuyo nombre oficial es ‘Eleftheriou Venizelou’), donde se concentra la ‘trilogía’ neoclásica del arquitecto danés Theophil Hansen, formada por la Universidad, la Academia y la Biblioteca. Primero pasamos por la Academia, un espectacular edificio de columnas jónicas fundado en 1926 y que es el centro de estudios e investigación mas importante del país.
La Universidad, que fue fundada en 1837 y que tuvo su sede inicialmente en un edificio en el nordeste de la colina de la Acrópolis. En el año 1843, se transladó a este otro que vemos desde fuera.
Y por último la Biblioteca Nacional, otro precioso edificio neoclásico diseñado también por T. Hansen entre los años 1.887 y 1.902. Se trata de la mayor biblioteca de Grecia y contiene la mayor colección de libros y no solo en lengua griega.
También pasamos junto a la Catedral Católica de San Dionisio, uno de los pocos vestigios de la religión romana en Atenas, y como curiosidad, aquí se casaron los reyes Juan Carlos y Sofía en 1962 por el rito católico, mientras que la ceremonia ortodoxa se celebró en la Catedral de la Anunciación de Santa María, y que vimos por fuera el día anterior.
Sobre las 9:30 llegamos ya al parking bajo la Acrópolis. Puede parecer pronto pero ya había mucha gente dispuesta a visitar la joya ateniense. Desde luego que si hubiera ido por mi cuenta habría llegado allí a las 8, que es cuando abren. Según las estadísticas, cada año visitan la Acrópolis más de tres millones de personas, y yo todavía sin venir…:)
La guía ya nos empieza a explicar la historia de la Acrópolis, yo por no extenderme os contaré lo que considero más importante, el resto me gustaría que las oigáis una vez allí. Sólo deciros que la Acrópolis traducido literalmente del griego, significa «ciudad alta», constituye un lugar característico de la mayoría de las ciudades griegas que poseía la función defensiva, además de funcionar como sede de los principales lugares de culto.
El personaje clave y al que debemos todo este legado fue Pericles. Gracias a la fiebre constructora de este gran hombre de Estado, que gobernó Atenas entre el 461 y 429 a.C., este siglo V es considerado la Edad de Oro de la ciudad. Fue él quién, después de que los persas arrasaran la Acrópolis, hizo construir el Partenón, los Propileos y el Erecteión, bajo la supervisión del gran Fidias, autor de muchas esculturas que, por desgracia, sólo conocemos a trravés de copias.
Una vez atravesadas las taquillas donde se deben formar unas buenas colas en temporada alta, y pagada la entrada de 20€ que incluía la excursión, lo primero que fuimos a ver y que se encuentra a la derecha según se sube es el Odeón de Herodes Atico. Las obras para su construcción comenzaron en el año 161 gracias al mecenazgo de Herodes Ático, orador y político griego pro romano, en honor de su difunta esposa. De menores dimensiones que su vecino, el más antiguo Teatro de Dioniso, tenía una capacidad para albergar un aforo de unos cinco mil espectadores. Fue sin duda un primer regalo para la vista.
Deciros que en la Acrópolis por supuesto hay baños y máquinas expendedoras de agua y por cierto sorprendentemente baratas, menos de un euro cada botella. Nosotros fuimos en mayo y no nos hizo excesivo calor pero tener en cuenta que apenas hay sombra durante el recorrido y que el sol cae «a plomo» así que tenerlo en cuenta porque en meses más hacia el verano el calor puede ser insoportable, llevar además algo para cubriros la cabeza.
La entrada a la Acrópolis propiamente dicha (recinto amurallado) se realiza por una gran puerta llamada Propileos, que fue erigido entre 437 y 432 a.C. Se trataba de un edificio central de forma rectangular compuesto por columnas dóricas que delimitaban cinco puertas de acceso con diferentes funciones, y dos alas laterales. Su reconstrucción comenzó en 1982 y parece que ya terminó, porque tenemos la suerte de verlos sin andamios.
A su lado derecho y frontal se encuentra el Templo de Atenea Niké, cuyo apodo de la diosa griega significa «victoriosa». Como curiosidad decir que de aquí cogió el nombre la famosa marca deportiva y el símbolo basado en el ala de la diosa griega. Las vistas que tiene de la ciudad, son espectaculares.
Una vez cruzada la entrada, a la derecha nos encontramos con el archiconocido e imponente Partenón, cuya reconstrucción más reciente comenzó en 1984 y que nadie sabe cuándo terminará. Fue concebido como el principal edificio de todo el conjunto y construido por los arquitectos Ictinus y Calícrates en apenas once años (447-438 a.C.). Se utilizaron 13,400 bloques de mármol y se hizo para reemplazar al dedicado a Atenea Parthenos (la Virgen), destruido por los persas poco antes de la batalla de Salamina (480 a.C.) y que a su vez fue construido para conmemorar la victoria antes estos en la batalla de Marathon del 490 a. C.
Si tenéis una buena guía como fue nuestro caso, sus explicaciones sobre cómo calcularon al milímetro la estructura del Partenón, cómo colocaron sus columnas de dos metros de diámetro, más de diez de altura y hasta 80 toneladas dándole un efecto visual de perspectiva, os dejará seguro tan boquiabiertos como me dejó a mí, ESPECTACULAR. A mi hija no tanto, la frase de «¿pero papá por qué estamos viendo esto si está todo roto?» me llegó al alma :):):)
Dentro del Partenón había una gran sala donde se encontraba una colosal escultura de madera revestida de marfil y oro de 12 metros de altura de la diosa Atenea Parthenos, realizada por Fidias. Nos habla también nuestra guía del espectacular friso, del que hablaré más adelante. Aquí está la fachada este del edificio, la más deteriorada y que nada queda del tímpano y del frontón, una lástima.
Para terminar nos habla de todas las visicitudes pasadas por el Partenón y que han ido deteriorando el edificio poco a poco. Entre los años 1208 y 1258, el interior del Partenón albergó una iglesia bizantina, en 1458 fue transformado en una mezquita, pero la fecha clave de su mayor destrucción fue en 1687, cuando las tropas venecianas lo bombardearon, ya que los turcos lo habían convertido en un polvorín. La explosión destruyó el techo, las paredes interiores y una parte de los muros exteriores.
Dejamos el Partenón, a la izquierda del cual, al norte de la Acrópolis, está el Erecteión, con su célebre tribuna sostenida por seis Cariátides, mujeres encarnadas en columnas y que son copias de las originales. Más adelante comentaré donde se encuentran estas.
El Erecteion constituye una obra maestra del orden jónico. Fue construido entre los años 421 y 406 a. C. para reemplazar al antiguo templo de Atenea Polias que había sido destruido por los persas el 480 a. C. durante las Guerras Médicas.
Una vez que dejamos este templo y tras haber saboreado todas las interesantes explicaciones de nuestra guía, tuvimos media hora libre en la que recorrimos todo el complejo tranquilamente. Vemos la zona del Agora y disfrutamos de las vistas.
Y la fachada oeste con unas vistas no menos espectaculares.
Y ya sobre las 12 de la mañana vamos bajando poco a poco y dejando atrás este magnífico lugar. He de decir que me encantó la Acrópolis, tiene una historia apasionante y ha superado todas mis expectativas, eso sí, como ya dije antes, en gran medida por la guía tan buena que llevamos.
Llegamos otra vez al parking donde nos subimos en el minibús que nos llevaría al otro «plato fuerte» de la visita, el Museo de la Acrópolis. Para aquellos que por ejemplo no llevéis niños y estáis dispuestos a ver uno de esos grandes museos de pasaros casi el día entero, sin duda recomiendo el Museo Arqueológico Nacional, uno de las referencias mundiales en el tema de la Arqueología. Nosotros decidimos ir al otro por ser mucho más pequeño, más moderno e interactivo con el objetivo de que no se le hiciera pesado a nuestra hija, es lo que tiene viajar con niños.
El Museo de la Acrópolis fue inaugurado hace relativamente poco tiempo, en 2009 y se nota, porque ya la entrada es de lo más moderno. Esperamos un poco de cola y accedemos a la recepción previo pago de sólamente 5 euros (un regalo creo yo con los precios que se ven por Europa). Dentro hay unas maquetas con la evolución de la Acrópolis y diversas pantallas donde nuestra hija se lo pasa pipa viéndolas. Dejamos la mochila en un servicio de consigna que permite dejarlas y luego recuperarlas (decir que váis en un grupo así no os cobrarán nada) y comenzamos la visita.
La planta a la que se accede primero muestra diferentes esculturas y piezas clásicas que pertenecieron a la Acrópolis, o bien diversos fragmentos de algunos edificios como los Propileos, el Templo de Atenea Niké y el Erecteion que nuestra guía nos va explicando y que las hace muy interesantes.
Subimos a la última planta donde vemos, cual modelos de pasarela, unas de las estrellas del museo, las famosas Cariátides. Aquí se conservan cinco de las seis originales, la otra?… está en el British Museum de Londres ¿motivo?. Hago un inciso aquí para explicar uno de los hechos que más «ampollas» levanta entre los griegos, y es lo que consideran el expolio que protagonizó el inglés Lord Elgin a comienzos del siglo XIX cuando se apropió de diversas partes del Partenón y otros edificios. Comenzó llevándose pequeños trozos pero terminó animándose y se llevó nada menos que 17 barcos cargados. Todavía hoy este pillaje provoca indignación en los helenos y no dejan de pedir al país británico continuamente que devuelva todo aquello, a lo que estos, se niegan.
La planta superior fue construida de un modo peculiar, ya que posee las mismas dimensiones que el Partenón y está desviada respecto al resto del edificio, de este modo, la planta está orientada directamente hacia la Acrópolis y los visitantes pueden contemplarla a través de los amplios ventanales del museo, un gran acierto a mi modo de ver.
Aquí vemos a nuestra guía (que lamentablemente no recuerdo su nombre porque era muy raro, para nosotros claro) en medio de una de sus explicaciones, que hasta a nuestra hija le interesaba 🙂
Quizás la parte más importante que se llevó el inglés Elgin, fue el magnífico friso del Partenón, que medía nada menos que 160 metros de largo y que rodeaba la parte superior de la cella del mismo. Es considerada, nos cuenta nuestra guía, una obra maestra de la escultura griega clásica y está realizado en bajorrelieve con mármol en estilo jónico, aunque en un edificio dórico. Representa probablemente la procesión de las Grandes Panateneas, que tenía lugar cada cuatro años en honor de la diosa Atenea. Fue esculpido aproximadamente entre los años 443 y 438 a. C. muy probablemente bajo la dirección de Fidias. Sobreviven unos 128 metros del friso original, alrededor del 94%. Sus fragmentos se encuentran dispersos en diversos museos, aproximadamente el 38% se encuentra en el Museo Británico, el 48% está en este y el último 14% se reparte entre otros museos.
Se nota que este tema le duele especialmente a nuestro guía, como a tantos griegos, y nos cuenta, con algo de satisfacción, que este inglés que realmente se llamaba Thomas Bruce, tuvo que afrontar la maldición de Atenea, ya que este episodio de pillaje le conllevó diversas pérdidas, de su libertad (fue detenido por las tropas francesas de Napoleón), dinero, reputación, carrera, su mansión -confiscada por deudas-, incluso su mujer, puesto que al regresar de Francia encontró que estaba conviviendo con otro hombre y terminó sus días sólo y con problemas con el alcohol.
Y una vez terminada la visita a este interesante museo concluyó la excursión. Eran las 13:30h y nos ofrecieron dejarnos ahí o llevarnos a nuestro punto de recogida. Nosotros nos decantamos por esta última opción.
Bajamos la calle peatonal Ermou en busca de un lugar para comer (preferí improvisar que ir a un sitio fijo de los que podían recomendar en opiniones de internet). Junto a la iglesia bizantina Kapnikarea y nuestro hotel, decidimos entrar en uno que tenía buena pinta, con una buena terraza y el menú que venía fuera tenía un poco de todo, se llamaba Collage (www.collageathens.com). Comimos muy bien, no en grandes cantidades pero muy bien, mi mujer una ensalada, a la niña le hicieron un plato de spaghettis boloñesa y yo tuve mi primer contacto con el plato que más me apetecía comer, la moussaka. La atención fue exquisita y pagamos 44€, y ojo porque el IVA más alto en Grecia subió en 2016 hasta nada menos un 24%, sin duda consecuencias del rescate que había que pagar. Otro hecho curioso que no había visto nunca es que cuando pagas con tarjeta, y una vez metido el número secreto en el datáfono aparece una opción que te pregunta si quieres dejar propina y luego te da varias opciones de porcentajes del total de la cuenta, un sistema práctico a la par que ingenioso.
Desde allí nos fuimos al hotel a descansar un poco y sobre las 18h salimos a dar un paseo por la zona de Monastiraki. Tenía curiosidad por ver el tema de los precios, según las estadísticas Grecia lleva con inflación negativa debido a la crisis desde 2013, y en 2017 es el primer año que los precios comienzan a subir. La verdad es que no sé si por la culpa del IVA tan alto, los precios no los encontré especialmente bajos, aunque bien es verdad que no dejamos de movernos por lugares turísticos, diría que eran más bien normales.
Salimos del hotel y cogemos la calle Pandrossou en dirección oeste, hacia la plaza Monastiraki. Todas estas calles estrechas están llenas de tiendas con todo tipo de souvenirs, típicas de cualquier ciudad turística, pero se respiraba buen ambiente.
Enseguida llegamos a la plaza Monastiraki y la Biblioteca de Adriano construida en el año 132 d.C. bajo las órdenes del emperador romano Adriano. Era un impresionante edificio rectangular creado para albergar la extensa colección de libros que poseía el emperador, además de funcionar como sala de lectura y centro de convenciones. Se puede visitar con una entrada combinada con la Acrópolis, Agoras, templo de Zeus, etc, pero nosotros preferimos seguir paseando por los alrededores.
Toda esta zona cercana a la plaza de Monastiraki es muy animada, con mucho ambiente, contando además con que era sábado.
Subimos desde allí para coger la calle Adrianou, una de las principales (al final del día os mostraré toda la ruta como siempre en Google Maps). Por esta parte desaparecen las tiendas y comienza una zona de restaurantes que nos pareció muy agradable, pasando al lado del Agora y el magnífico Templo de Hefestión, uno de los templos más bellos y mejor conservados de la ciudad.
Continuamos y nos topamos con una iglesia ortodoxa. Tenía mucha curiosidad por saber un poco más de esta rama del cristianismo, separada de la iglesia católica en el siglo XI, así que como estaba abierta, decidimos entrar a visitarla y la verdad es que resultó ser una de las experiencias del viaje. Estas iglesias se caracterizan por su decoración interior, con multitud de pinturas sobre paredes y techos.
La iglesia en cuestión resultó ser la iglesia ortodoxa del Apóstol Felipe, y en ella pasamos un buen rato viendo tanto a las personas que entraban y hacían su ceremonia de rezo, como los “ritos” del sacerdote y que lamentablemente no sabíamos el significado. En este vídeo podéis ver ambos rituales, muy curiosos y tan diferentes a los de la iglesia católica que estamos acostumbrados.
Seguimos callejeando y pasamos por algunas con tiendas a ambos lados que a mí me recordaban a los zocos de los países musulmanes, como la calle Ifestou. Acabamos de nuevo en la plaza Monastiraki, donde el ambiente era de lo más variopinto, con multitud de griegos y turistas mezclados. Es una plaza cosmopolita lleno de vida y donde puedes pasar un buen rato observando. Aquí vemos la mezquita Tzistarakis (que lamentablemente estaba cerrada cuando fuimos y no pudimos visitarla) y la Acrópolis al fondo.
Y aquí la iglesia bizantina de Pantanassa, en el otro lado de la plaza.
Seguimos ruta por la calle Mitropoleos en dirección al hotel. Esta estrecha calle está llena de restaurantes, con la típica imagen de los camareros invitando al turista a entrar. Tomamos algo a mitad de camino y como ya es la hora casi de cenar, nos ponemos a buscar un sitio. Por cambiar un poco cenamos un par de pizzas con bebidas, y pagamos 23€, para que veáis que no es caro, en un restaurante llamado Styl Cafe, muy cerca de la calle Ermou, pero hay muchos más. Desde ahí volvimos caminando al hotel que lo teníamos al lado.
Leeréis muchas recomendaciones de subir a las colinas de Licabetos o Filopappos para ver la puesta de sol o ver la ciudad de día o de noche.
El monte Licabeto (Lycabettus) se encuentra al noreste del centro. Podéis subir a pie si estáis bien de forma o más cómodos en funicular. La estación de este está entre las calles Aristippou y Ploutarchou.
También podéis subir a Filopappos, más cerca de la Acrópolis y más fácil llegar caminando desde esta. Se encuentra en el lado opuesto, al suroeste.
Para ayudaros aquí está la situación de los dos (a la derecha del mapa Licabeto, a la izquierda Filopappos), y en el centro la Acrópolis
Nosotros no subimos a ninguna de los dos, estábamos algo cansados y teniendo esta vista desde la azotea de nuestro hotel, nos dió pereza, jeje. Además disponíamos de un bar donde tomar algo tranquilamente mientras disfrutábamos de las vistas de la Acrópolis iluminado, qué gran momento de tranquilidad!!
Esta había sido la ruta aproximada de esa tarde, que nos llevó unas tres horas haciéndola tranquilamente comenzando y terminando en el Plaka hotel.
Día 3. Barrio de Plaka. Plaza Síntagma.
Al día siguiente ya dejaríamos Atenas para ir a Mykonos, pero como el avión salía por la tarde, aprovechamos la mañana para pasear por el barrio de Plaka y ver el famoso cambio de guardia en la plaza Síntagma.
Tras desayunar y acordar con el hotel que nos guardarían las maletas hasta la hora de partir comenzamos a caminar hacia la calle Adrianou, eran sobre las 10 de la mañana. Avanzamos por esta calle principal hasta que llega un tramo en que se hace peatonal y que tiene una pequeña cuesta, aquí empiezan las tiendas de souvenirs. Esta zona está muy bien, y a medida que seguimos ascendiendo por la calle los comercios dejan de vender los típicos imanes, postales y figuritas, y se empiezan a ver cosas más interesantes de artesanía, joyería, etc, menos mal porque me cansé de ver esponjas y el mati (el ojo griego contra el mal de ojo). Magaly encuentra una tienda que le encanta y hace sus primeras compras.
Os aconsejo que os perdáis por estas callejuelas adoquinadas, las placitas que os iréis encontrando, son la esencia de este precioso barrio de Plaka, caminar hasta el monumento a Lisícrates. Nosotros llegamos a un cruce de calles y decidimos girar hacia la izquierda y coger la calle Kidathineon, otra de las principales del barrio y donde comenzamos a ver más restaurantes y tabernas con agradables terrazas en su exterior. La verdad es que esta zona me gustó más que el barrio Monastiraki, tanto por la atmósfera más agradable que se respiraba como por su arquitectura con multitud de casas neoclásicas del siglo XIX, qué pena no poderle dedicar más tiempo.
Seguimos avanzando por esta calle y nos encontramos con una iglesia ortodoxa, el templo bizantino de la Metamorfosis Sotira, conocido como «Sotira tou Kottaki». Se construyó a principios del S.XI, posee una característica pared enladrillada y bóveda de tipo «ateniense». Estaban en plena oración, y hasta a Liria le gustó y se sentó para ver todos los rituales.
Desde aquí continuamos hasta encontrar la concurrida y llena de tráfico calle Filellinon que nos llevaría a la plaza Síntagma. Este es el recorrido que habíamos hecho esta mañana.
Habíamos llevado el timing controlado porque queríamos llegar sobre las 11.45 a la plaza Síntagma para ver el famoso cambio de Guardia, y es que el domingo a esa hora celebran una versión extendida del que hacen cada hora en punto, amenizada por una banda musical. A pesar de que sabía que iba a estar lleno de gente y que para verlo habría que llegar antes para coger sitio, yo no estaba dispuesto así que llegamos ya con el desfile ya empezado. Lo vimos varias filas más atrás pero gracias a mis casi dos metros no lo ví mal, jeje. Primero desfila la banda de música, seguida de los llamados evzones, el cuerpo de élite de la Guardia Presidencial, que son los que custodian la tumba del Soldado Desconocido, un monumento dedicado a todos aquellos soldados que murieron en las numerosas guerras del pasado defendiendo a su país.
De los evzones destaca sobre todo el traje tradicional griego que portan, con una falda blanca que según nos había contado nuestro guía el día anterior tiene hasta 400 pliegues que representan los años de presencia otomana en Grecia. Llevan también unos zapatos que pesan más de tres kilos y que son difíciles de definir, con grandes pompones negros y una placa metálica en la suela que hacen que suenen al andar. Toda la vestimenta se inspira en el uniforme que llevaban los rebeldes griegos en la Guerra de la Independencia contra la dominación de los turcos.
El cambio de guardia en sí que realizan los evzones es como una especie de desfile en el que participan cinco soldados: dos que salen, dos que entran y uno que los dirige. Cuando termina el cambio, otros soldados sin esas vestimentas tradicionales se ocupan de atenderles si es necesario durante la hora entera en la que sólo pueden mover los párpados. Ojo si váis en verano porque el sol que cae es tremendo en la plaza, sin apenas sombra. Me puedo imaginar el calor que pasarán ellos con esas vestimentas.
El día que vamos da la impresión de que hay alguna celebración extra, porque vemos que hay diversos homenajes con gente desfilando con banderas y haciendo ofrendas, no estoy seguro si eso también forma parte del propio desfile semanal. Nuestra hija, que se mete en todos los «saraos» , hasta se coló en alguna que otra foto…
Después de esto tomamos algo en la plaza en un bar al lado de la fuente que hay (5€ el zumo natural) para calmar la sed del calor que hacía y sobre las 13.30 volvimos al hotel para recoger las maletas y que nos llamaran un taxi para ir al aeropuerto. Tengo que decir que el trato del hotel fue muy bueno, muy amables y simpáticos en todo momento. Nuestra próxima etapa nos esperaba, Mykonos!!!