SAN FRANCISCO

Día 13. San Francisco (Cable Car, Fisherman’s Wharf)

Durante el vuelo que venía de Las Vegas nos dijeron que por problemas meteorológicos aterrizaríamos en el aeropuerto de Oakland en lugar de en el de San Francisco y que nos llevarían en autobús hasta éste, pero menos mal que no teníamos las maletas en la consigna y lo que hicimos fue que no cogimos ese bus y pedimos otro coche con la aplicación Uber desde Oakland.

Por el camino del aeropuerto a San Francisco pasamos junto al Oracle Arena, ¿sede de qué equipo? sí, de los Golden State Warriors de Durant y Curry, el equipo top de la NBA de los últimos años. Tuve la mala suerte de que justo los partidos que jugaban en casa de final de Conferencia contra Houston Rockets lo hacían los días 22, osea el día del concierto de Celine Dion, y el 26 que ya nos íbamos de vuelta a España, qué pena porque me habría encantado ver esa serie, que fue la mejor de todo el año. Así que me quedé con las ganas de ver en directo el tercer partido de la NBA de mi vida, otra vez será.

Tardamos una media hora en llegar hasta el centro de la ciudad, que es donde le pedimos al conductor que nos dejara, justo en el inicio del famoso tranvía (entre Market y Powell Street). Nos costó el trayecto 43$ así que no quiero imaginar lo que nos habría costado un taxi.

Vamos con unos datos rápidos de población y economía de la ciudad de SAN FRANCISCO. Si nos referimos al llamado condado de SF se estima en unos 877,000 (2017), que haría el núcleo urbano número 14 de todo Estados Unidos. Si hablamos de datos económicos, aquí sí que destaca, ya que en este condado la media del salario es de nada menos 84,000$ (2017), entre los tres más altos de Estados Unidos y del mundo pero no os creáis que es mucho porque los que quieran comprar una vivienda en esta ciudad tendrán que pagar una media de 1,37 millones de dólares!!!!, y un alquiler que a veces les supone hasta el 50% de su sueldo, tremendo, ¿no?.

Al perder un día de visita teníamos que priorizar, y descarté visitar el downtown y la zona financiera toda vez que ya conozco ciudades como Chicago o New York. Queríamos comenzar haciendo uno de los trayectos más turísticos de la ciudad, en su famoso tranvía o Cable Car, así que nos pusimos en la cola que había para probarlo, 7$ cuesta un viaje y 22$ un bono para todo el día.

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Decir que el tranvía se mueve 100% de manera manual y es muy original su forma de dar la vuelta, tecnología punta 🙂

La historia de los tranvías en San Francisco se remonta a 1873 cuando se pusieron en marcha nada menos que 23 líneas. Tiempo después, en 1947, hubo una iniciativa municipal de cerrarlo, que fue frenada gracias a la fuerte oposición popular. En 1964, este tranvía fue nombrado Monumento Nacional, y actualmente hay tres líneas en circulación, me alegro que se hayan mantenido, ya podía haber pasado en alguna ciudad española.

Rutas Cable Car

Nosotros cogimos la línea Powell/Hyde, que se la que recomiendo porque es la más larga y la que pasa por los sitios más interesantes, además termina en la plaza Ghirardelli muy cerca de Fisherman Wharf. Después de una media hora de espera subimos y nos pudimos sentar, pero en la primera parada se nos subió una chica que estuvo delante de nosotros todo el resto del viaje, con lo que no sé si la media hora que esperamos fue absurda y es mejor cogerla en alguna parada más adelante del comienzo aunque se tenga que ir de pie.

El trayecto fue 100% turístico y con bastantes malas maneras de los conductores seguramente hartos de los turistas, aunque tenían que recordar que somos los que mantenemos sus trabajos. Aun así, me parece recomendable porque es una experiencia poder circular en vehículos que son historia viva de la ciudad y ocupan un lugar importante en ella.

El tranvía nos dejó cerca del Fisherman Wharf, la zona vieja del puerto de la ciudad, donde ya vimos algo del que habíamos oído hablar largo y tendido, y es que un capítulo aparte merecen el tema de los mendigos, o homeless. A pesar de que San Francisco es una de las ciudades más caras de Estados Unidos, no en vano, 4 de los condados de la llamada San Francisco Bay Area se encuentran dentro de los 10 más caros del país, el número de sin hogar es impresionante y lo peor es que su número no ha dejado de crecer en los últimos años a pesar de los esfuerzos de las autoridades por reducirlo. Según cifras oficiales había unos 7,500 en 2017, 3,000 viviendo permanentemente en las calles, cifras escalofriantes. Las principales causas de esta situación por importancia son las pérdidas del empleo, adicciones a alcohol o drogas, desahucios, abandono del hogar y divorcios. Todo esto hace que la mala imagen de la ciudad sea tremenda a mi modo de ver, y no es que sean especialmente peligrosos, nosotros no tuvimos ningún problema con ellos pero contribuyen por ejemplo a que la ciudad esté sucia, muy muy sucia. Es una lástima estas desigualdades y espero que se pueda ir revirtiendo esta situación.

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En esta zona del puerto hacía un viento bastante frío (lo del microclima de esta ciudad es célebre, hay una frase famosa que dice el invierno que más frío pasé fue aquel verano en San Francisco) así que nos compramos un gorro de lana cada uno, aquí las sudaderas de SF se venden «como churros» y no me extraña. Lo primero que vimos fueron los puestos de pescado, como los de cualquier puerto sin nada destacable. En 1853 se construyó en esta zona el primer puerto de San Francisco, rápidamente se convirtió en un importante centro marítimo de distribución de pescado fresco hasta que, en 1950 con la llegada de la tecnología moderna, la zona de la bahía entró en decadencia

Continuando el puerto hacia el este, en el muelle 45 vimos los dos barcos de guerra que se encuentran atracados ahí permantentemente y que es posible visitar. Uno es el Jeremiah O’Brian, un barco mercante que fue uno de los protagonistas de un hecho icónico en la historia como fue el Desembarco de Normandía y el otro un submarino, de nombre Pampanito que participó también en la II Guerra Mundial. La visita a ambos costaba 20$ y dado que yo ya había visto un submarino por dentro en Chicago decidimos no visitarlos. De todas maneras verlos por fuera, a mí que me encanta la historia de la II GM me gustó mucho.

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Justo al lado está el Musée Mécanique, un sorprendente y diría hasta friki museo donde se muestra una de las mayores colecciones privadas de máquinas recreativas de principios del siglo XX e ingeniosos artefactos mecánicos. La visita es gratuita y metimos alguna moneda para ver su funcionamiento porque increíblemente todos funcionan.

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Continuamos y llegamos por fin al muelle 39, el famoso pier 39, zona en la que hay tiendas, restaurantes, una galería de vídeo, actuaciones callejeras, un centro interpretativo para el Centro de Mamíferos Marinos y el Acuario de la Bahía entre otras atracciones.

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Esta zona sí que me gustó, buen ambiente, muy animado y además todo de madera lo que le da un ambiente muy auténtico. Se estima que lo visitan nada menos que 16 millones de personas cada año, la gran mayoría turistas.

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Una de las atracciones que atrae a más gente es la colonia de leones marinos que hicieron del muelle su casa desde 1990. Es divertido pasar un rato observándolos porque casi todos descansan plácidamente pero siempre hay algún revoltoso que se pelea o trata de arruinarle la siesta a otros, de forma que el concierto de gruñidos y alaridos es tremendo.

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Desde el muelle ya es posible ver, aunque a lo lejos, uno de los puntos para mí más interesantes de nuestra visita a la ciudad, la isla de Alcatraz, un par de días más adelante la veríamos mucho más de cerca, nos apetecía muchísimo.

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Y más al oeste podíamos ver el famosísimo Golden Gate, que por cierto, me lo imaginaba mucho más cerca de la ciudad, mucho más formando parte del paisaje de la misma, al estilo por ejemplo del de Brooklyn en NY o el de Lisboa y esto me supuso una pequeña decepción, no me preguntéis por qué. Incluso está más cerca de la ciudad el llamado Bay Bridge al otro lado y que une SF y Oakland.

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Una vez recorrido el muelle decidimos ya ir a nuestro hotel, eran sobre las 18h. Tenía descargado un mapa de los autobuses urbanos de la ciudad y ví que había uno que se cogía cerca del puerto y nos dejaba a 3 manzanas del hotel, el nº 47. Es una buena idea tener una imagen en vuestro móvil por ejemplo de este plano porque os permitirá moveros por la ciudad en transporte público. El billete sencillo es caro, pagamos 2,5$ aunque es posible cambiar de autobús durante 90 minutos sin tener que comprar otro.

Aquí os muestro un plano sencillo de la ciudad con la situación de nuestro hotel y los puntos más interesantes, así os haréis una idea de donde está emplazado cada uno.

Lo más interesante de San Francisco

Ni que decir tiene que los hoteles en San Francisco son caros no, carísimos, busqué y busqué, también en airbnb aunque sigo prefiriendo los hoteles sobre todo para viajar con Magaly y finalmente me quedé con el Queen Anne Hotel, que tenía buenas críticas. Este landmark boutique hotel es un edificio del siglo XIX ciertamente bonito y en un buen barrio, el llamado barrio japonés (esto es importante, cuidado con algunas zonas céntricas como por ejemplo Tenderloin). Pagaríamos 600$ por las tres noches que estuvimos, desayuno incluído, y aunque parezca caro, de verdad que no lo es viendo los precios medios del alojamiento. El hotel la verdad que era una joya, con un mobiliario victoriano bien cuidado, con un hall de entrada, unas zonas comunes y un aire clásico que te retrotraía a épocas pasadas.

Nuestra habitación estaba en el primer piso y estaba bien, la cama más pequeña de todo el viaje pero aceptable, estábamos en un hotel de época, ¿no?.

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Decidimos descansar un poco y esperar a casi las 20h. porque a esa hora habíamos quedado con mi compañero de trabajo y amigo Gonzalo para cenar.

Nos acercamos a su apartamento caminando ya que daba la casualidad de que estaba a apenas 5 minutos, en la misma calle Sutter Street y pasamos una cena estupenda cenando en un italiano y charlando de todo un poco, !gracias por todo Gonzalo!.

Tras la cena recogimos las maletas que habíamos dejado en su casa el día anterior y nos fuimos caminando al hotel.

Día 14. San Francisco (Alamo Square, barrios de Castro y Haight-Ashbury, Alcatraz )

Nos levantamos sin prisa sobre las 8 de la mañana y bajamos a desayunar. No estaba mal aunque echamos de menos algo más de caliente y más fruta, ¿zumos naturales? de nuevo ni rastro. Salimos a la calle y nuestro primer destino al no estar muy lejos, decidimos ir caminando. Cruzamos el Japantown, dentro del barrio de Western Addition en el que también se encontraba el hotel. Era curioso ver casi todo escrito en japonés a nuestro alrededor, y es que San Francisco es quizás la ciudad más cosmopolita de los Estados Unidos, y desde luego la «menos americana».

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Sin salir del barrio pasamos a la zona de Álamo Square, toda ella salpicada de preciosas viviendas victorianas. Este área la verdad que me encantó, sin duda para mí un IMPRESCINDIBLE de la ciudad.

Entre 1849 y 1915 fueron construidas en San Francisco casi 50,000 casas de estilos victoriano y eduardiano. Muchas de ellas fueron pintadas con colores brillantes, que le dan un encanto todavía mayor. Desafortunadamente la mayoría de ellas se perdieron tras el terremoto de 1906, aunque aún hoy en día todavía se conservan unas 15,000 casas. Junto al parque de Alamo Square se encuentran las que se han hecho más famosas, las Painted Ladies.

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Las Painted Ladies como tantas cosas en Estados Unidos se han hecho famosas por aparecer en la televisión, concretamente en la serie Padres Forzosos, que hicieron famosas a las gemelas Olsen. Aquí vivían sus protagonistas y su imagen aparecía en la introducción. Pero como suelo decir las casas son bonitas de por sí y merecen una visita y no porque apareciesen en esta famosa serie.

El parque que tiene al lado tiene una preciosa vista de la ciudad donde podréis ver el contraste de las casas en primer plano con los rascacielos del downtown al fondo. Con buen tiempo me pareció ideal para hacer un pinnic por ejmplo.

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Nos dirigimos al autobús no sin antes volver a fijarnos en una tónica general de la ciudad, y es la suciedad en las calles. Vemos a algunos vecinos barriendo la calle delante de su vivienda, ¿pero aquí no hay servicio de limpieza municipal?. Cogimos el bus 12 para acercarnos a nuestro siguiente destino, el barrio de Castro.

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Este barrio alberga a la mayor comunidad homosexual de San Francisco y quizás del mundo, al menos la más conocida y saltó a la fama como centro gay tras el controvertido «Verano del amor» en el distrito vecino de Haight-Ashbury, en 1967. El encuentro reunió a más de 10,000 jóvenes de todo el territorio estadounidense y a partir de entonces se empezó a luchar por los derechos de los homosexuales y minorías raciales, conviertiendo San Francisco en una ciudad muy progresista.

En la derecha de esta foto está la Twin Peaks Tavern (401 Castro St), que fue el primer bar gay con ventanas hacia la calle.

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El barrio denota su influencia por el mundo homosexual por las numerosas banderas arco iris que hay por todos lados. Es una pena que fuera por la mañana porque por la tarde-noche o en fin de semana seguro que habría habido mucho más ambiente y la visita habría sido más interesante, así que procurar visitarlo en esos momentos.

En Castro tiene un lugar privilegiado Harvey Milk, dueño de una tienda de cámaras que fue asesinado poco después de convertirse en el primer funcionario gay de EEUU y que se convirtió en símbolo de los derechos civiles y el orgullo cívico, y sí, famoso también por la película Mi nombre es Harvey Milk, protagonizada por Sean Penn en 2008.

Nos paramos en varios puntos interesantes como la tienda Human Rights Campaign (575 Castro St) que era la tienda de fotografía de Harvey Milk, la LGBT History Museum (415 18th St) que es el primer museo de la historia gay en USA y por supuesto el Teatro Castro (429 Castro St), de estilo art déco y construído en 1922, uno de los símbolos sin duda de Castro.

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Muy famoso también es el cruce de Castro St y 18th St donde los pasos de peatones están marcados con rayas arco iris, conocida como «las cuatro esquinas más gays del mundo».

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Bajamos la calle 18 hacia el este y paramos a tomar un café en una cafetería llamada Le Marais Bakery con como siempre una excelente atención. A continuación seguimos caminando hasta llegar al parque Mission Dolores Park, puerta de entrada al Mission District, el barrio latino de San Francisco.

Este parque es un lugar ideal para pasar un rato descansando y disfrutando del paisaje que se ve de la ciudad.

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Esta es la ruta que habíamos hecho por el Barrio de Castro.

ruta por Castro

Después de estar un rato tomamos el bus 33 en la calle 18 para que nos llevara hasta nuestro siguiente destino, Haight Ashbury, el barrio hippie y alternativo. Por el camino pasamos cerca de Twin Peaks, un famoso lugar en alto en el que se tiene una bonita perspectiva de la ciudad pero que decidimos dejar para otra ocasión. Nos bajamos en la calle Haight St, cerca del cruce con Ashbury St, uno de esos cruces míticos y que da nombre al barrio.

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En este barrio nació a finales de los años 60 un movimiento bohemio, el de los idealistas hippies que practicaban una forma de vida en armonía con la naturaleza y fomentando los valores humanos, el haz el amor y no la guerra vamos…

Ya era sobre la una de la tarde y había movimiento en la calle, una de las principales atracciones es ver los personajes que por allí deambulan, bastantes mendigos entre ellos por cierto, es recomendable visitar este barrio de día que de noche.

Fuimos recorriendo la Haight St en dirección al Golden Gate Park. La calle está llena de tiendas de ropa, comercios de artesanía y locales para escuchar música. También hay muchos graffitis que me gustaron mucho junto a viviendas de colores muy chulas tipo victoriano también, personalmente me pareció más atractivo y singular este barrio que el de Castro.

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Como zonas a visitar y que tenía marcadas están por ejemplo las míticas piernas que salen de la fachada de la Piedmont Boutique cerca del cruce entre Haight St y Ashbury St. En el número 1524 de Haight St era una de las casas hippies donde tocaba y dormía Jimmy Hendrix.

Había muchas tiendas de ropa, muchas de ellas vintage, entramos en un par de ellos y vaya precios por cierto. También hay una bastante conocida, en el 1555 de Haight St, llamada Buffalo Exchange, de ropa de segunda mano. La verdad que en esta que estaba hasta arriba de ropa y calzado había cosas interesantes y hasta compramos algo.

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Continuamos bajando la calle y seguimos viendo tiendas de todo tipo: psicodélicas, alternativas, naturistas, de objetos relacionados con la marihuana, etc. y de nuevo muchos ejemplos de arte urbano, se respiraba la creatividad en el ambiente.

Al final de la calle llegamos al Golden Gate Park, un enorme parque al estilo del Central Park neoyorquino, incluso más grande que este. Vemos un puesto de alquiler de bicis y nos parece una buena opción recorrerlo en ese medio de transporte dadas sus dimensiones, pero buff, 14 dólares una hora de alquiler, nos parece un robo y preferimos coger algo de comida e irlo a comer al parque como hicimos en su día en New York, así que nos acercamos a un supermercado llamado Whole Foods Market, justo delante de la famosa tienda de discos Amoeba Music y compramos unas porciones de pizzas y bebidas y nos fuimos a la parte más cercana del parque.

Ahí estuvimos tranquilamente comiendo y descansando, junto a un parque infantil donde sin querer se nos iba la mente hacia nuestros pequeños.

El parque si se dispone de tiempo es casi para dedicarle un día dadas sus dimensiones y todo lo que tiene en su interior, por ejemplo museos como el California Academy of Sciences, pero quizás lo más conocido es su Jardín japonés y lo más curioso para los visitantes, es la parte en la que vive una manada de búfalos americanos. Aquí os dejo un mapa.

Golden Gate Park

Como esa tarde teníamos la visita a Alcatraz contratada a las 17:55h y ya eran sobre las 15h. decidimos ya tomar un autobús (esta vez el 43) para acercarnos ya lo más posible a la zona de los muelles. Nos bajamos en una zona llamada Presidio Real de San Francisco. Desde ahí cruzamos a Crissy Field, un gran espacio verde con una playa al lado donde tendríamos nuestra vista más cercana de esa maravilla que es el Golden Gate, guau!! qué pasada tenerlo ya tan cerca.

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Pero acercarnos más lo dejaríamos para el día siguiente así que comenzamos a caminar hacia el este hacia Fisherman’s Wharf. Toda esta zona está llena de gente en bicicleta, familias enteras de pinnic o disfrutando de un día al aire libre.

Caminamos y caminamos hasta el muelle 33, fueron casi 6 kms, cruzamos el club náutico, el Centro comercial Ghirardelli Square y la verdad que no pensamos realmente que había tanta distancia pero eso nos permitió saborear mejor toda esa zona.

caminata crissy field hasta muelle 33

Habíamos reservado la visita a Alcatraz justo 90 días antes de nuestra visita, atención a esto porque sólo hay una compañía que tiene el permiso para hacerlas y debéis hacerlo con antelación si no queréis quedaros sin poder ir. Sólo está disponible en su web 90 días antes de la fecha que queráis, y tienen varios horarios. Nosotros elegimos la última de todas, la que llaman nocturna, por un lado para poder ver la ciudad y la isla al anochecer y también por no «matar» un día con la visita en horas de luz dado que sólo estaríamos 3 noches en la ciudad. Además es un poco más larga que el resto de horarios y por lo visto el grupo es más reducido. También es un poco más cara, nosotros pagamos 45$ cada uno, pero bien empleados.

La compañía es Alcatraz Cruises (www.alcatrazcruises.com) y lo dicho, dada la demanda que tiene, hacerlo con antelación si no queréis tener que tentar a la suerte de hacer un tour más caro o madrugar muchísimo porque en el primer turno por lo visto sacan algunas entradas a la venta el mismo día.

Enseñamos nuestras entradas y nos pusimos a la cola para entrar. He de decir que yo que me fijo mucho en estas cosas y que soy muy exigente con este tipo de visitas, es una de las que me he encontrado más organizadas y más interesantes de todas las que he hecho en todos mis viajes, chapeau!!

El trayecto y las vistas, con el sol en el horizonte, el Golden Gate y la isla de Alcatraz, son de esas que te quitan el hipo.

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Os recomiendo que llevéis ropa de abrigo porque con el clima que tiene esta bahía corría un viento bastante fresco como suele ser habitual. El barco dió una vuelta alrededor de la isla antes de atracar lo que nos permitió ver todos los edificios anexos que tenía la prisión y la cantidad de aves que viven en la isla.

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Desembarcamos y nos fueron explicando diversas informaciones sobre la historia de la cárcel.

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No pretendo contaros toda la historia de la «Roca», para eso ya hay muchísima información, sólo los que me parecen más interesantes, y que lo mejor como siempre suelo decir, es ir y visitarla, y de verdad que merece mucho la pena. Hablo de sus orígenes porque nos toca de lleno a los españoles, y es que fue Juan Manuel de Ayala en 1775 el que la descubrió y bautizó con el nombre de «La Isla de los Alcatraces», rindiendo homenaje a las aves marinas que ocupaban y siguen ocupando la isla. Posteriormente pasó a ser una fortificación militar, más tarde una prisión militar y, por último, una prisión federal de máxima seguridad desde 1934 hasta 1963, período que sin duda la hizo más famosa, ayudada obviamente por la industria del cine.

Subimos hasta la entrada de la cárcel y aquí muy bien organizados nos fueron preguntando en qué idioma queríamos la audioguía y ya nos dejaron libremente para que continuáramos al ritmo que quisiera cada uno pudiendo parar la grabación en cualquier momento.

El edificio de celdas de tres pisos incluye los cuatros bloques principales de la cárcel, Bloques A, B, C y D, la oficina del alcaide, el área de visitas, la Biblioteca, y la barbería. En esta prisión pagaron sus condenas los peores presos del país y todos ellos fueron reprimidos por un régimen que no toleraba la más mínima rebeldía.

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Yo de verdad que no soy muy amigo de las audioguías, no me suelen gustar pero esta es la mejor que recuerdo, la narración fue muy dinámica, alternada con anécdotas divertidas e interesantes y simulando hasta conversaciones originales, para mí un 10. Aparte también había explicaciones programadas sobre diferentes temas a las que podías asistir si querías.

Otra cosa que en mi opinión hace de la visita muy auténtica es que todas las dependencias parecían que estaban como cuando cerraron en 1963, no había apenas recreaciones ni decorados para la ocasión. Por encima de todo, me gustaron las celdas.

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Uno de los temas que más atrae de la prisión son sin duda sus intentos de fuga (también obviamente por la película de Clint Eastwood). Hay que decir que no se consiguió escapar ningún recluso de Alcatraz. De los 36 presos que hicieron 14 intentos de fuga, 23 fueron capturados, 6 murieron tiroteados, 2 se ahogaron y 5 consiguieron lanzarse al mar pero se cree que murieron en sus frías aguas porque nunca se encontraron sus cuerpos.

Uno de los intentos de escape más famosos y desde luego más curiosos, fue el que protagonizaron tres reclusos que hicieron un agujero en la pared empleando cucharas y otros objetos, y por ese hueco que medía tan sólo 16,5 cm. lograron escaparse por el sistema de ventilación. La historia completa del intento de fuga es increíble, no os lo perdáis si tenéis la oportunidad.

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Por supuesto de sus prisioneros célebres destaca uno por encima de todos, Al Capone, que aunque sólo pasó 4 años y medio, es sin duda el más famoso, allí contrajo sífilis y tuvo indicios de demencia. Cuando abandonó la prisión salió en muy malas condiciones y moriría 8 años después. Hay anécdotas para todos los gustos de otros ilustres reos.

Vimos todas las dependencias de la cárcel, el patio, la cocina, las cárceles de castigo y hasta hacen una exhibición del sistema de apertura y cierre de las puertas que todavía funciona.

La prisión finalmente fue cerrada en 1963 sobre todo por su alto coste de mantenimiento.

La visitan 1,4 millones de personas cada año, y los americanos, que son los reyes del merchandising, tienen un espectacular lugar al final con souvenirs de todo tipo, reproducciones de bandejas de los reclusos, incluídas y a un módico precio ;).

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Regresamos cuando estaba a punto de anochecer y la vuelta, oscureciendo y viendo la ciudad iluminada también fue una maravilla, era el broche final a una visita que recomiendo sí o sí, un auténtico IMPRESCINDIBLE sin duda de la ciudad.

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Desembarcamos en el muelle 33 sobre las 20:40h. y buscamos un sitio para cenar algo. Era jueves y estaba casi todo ya cerrado o ya cerrando pero encontramos uno llamado Wipeout Bar & Grill que todavía estaba abierto, así que cenamos allí un par de pizzas muy buenas y que disfrutamos de verdad.

Salimos fuera y estábamos agotados, muertos, miré una aplicación en el móvil que me dice los pasos del día y había dado 28,000!!!! qué pasada. Como no nos apetecía autobús para volver al hotel, queríamos llegar cuanto antes, solicité un coche en la aplicación de UBER y enseguida llegó uno que nos llevó por 18$, muy bien.

Esta es la super ruta que habíamos hecho este día.

Ruta día Alcatraz

Día 15. San Francisco (Golden Gate, Sausalito)

Nos levantamos sobre las 8 y tras bajar a desayunar afrontábamos nuestro penúltimo día en la ciudad donde habíamos dejado un plato fuerte para ese día (siempre recomiendo dejar lo mejor para el final), el Golden Gate. Aunque estábamos cansados después de tantos días, faltaba un esfuerzo final porque íbamos a ver muy cerca uno de los lugares más especiales y que más ganas tenía de ver en el viaje.

Este día estaba planeado hacer la ruta que hace mucha gente en bicicleta en la que se cruza el famoso puente. Tenía apuntado alquilarlas con la compañía Blazing Saddles, que parecía la más extendida pero buceando por internet el día anterior encontré otra empresa que la cantidad pagabas por las bicis de alquiler luego te lo daban en un vale para gastar en una tienda de deportes, así que decidimos probar, y fue un gran acierto, el nombre de la compañía, más elocuente imposible, Basically Free Bike Rentals (2568 Jones St).

Salimos del hotel y probamos cuánto nos costaría con UBER el trayecto hasta la oficina de alquiler y vimos que 10$ así que viendo que el bus nos costaría 5, por otros 5 íbamos más cómodos así que pedimos el coche y en pocos minutos estábamos en la oficina. Tenía muy buena pinta y como decían las opiniones, las bicis también.

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Había de todos tipos, tándems, eléctricas, pero nosotros cogimos las más demandadas, de marca Cannondale. Nos atendió muy amablemente un chico que nos dio todas las instrucciones, nos cobró los 33$ que costaba cada una el día completo, y efectivamente nos dio el vale para canjearlo en la tienda Sports Basement. Salimos de la tienda y nos dirigimos hacia la zona del puerto para ir en dirección oeste hacia el Golden Gate. Hicimos el camino al contrario del que habíamos hecho el día anterior caminando, en bici mucho mejor, jeje.

Hicimos todo el trayecto paralelos al mar a través del Yach Harbor, Crissy Field y paramos donde había un pequeño embarcadero llamado Torpedo Wharf. Desde ahí ya teníamos una buena perspectiva del puente, ¡¡nos acercábamos!!

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Desde este punto ya empieza una cuesta no muy larga que termina en una zona bastante animada y donde se encuentra el Golden Gate Bridge Welcome Center con información sobre él. Aquí pudimos leer que la construcción del puente duró poco más de cuatro años ya que comenzó el 5 de enero de 1933 y el puente fue abierto al tráfico el 28 de mayo de 1937. Tiene una longitud aproximada de 1.280 metros en su parte colgante sobre las aguas, se encuentra suspendido por dos torres de 227 metros de altura, que soportan dos cables principales de 11.000 toneladas cada uno!!.

Tomamos un café con un par de croissants (12$) como pausa previa a un momento especial, cruzar el puente. Entre semana, peatones y ciclistas comparten la acera este, y los fines de semana, los ciclistas utilizan la acera oeste, como era viernes íbamos todos por la este y ojo porque suele haber bastante aglomeración de bicis y peatones, precaución. Para los coches hay 3 carriles para cada sentido y lo cruzan nada menos que 42 millones de vehículos al año. Si lo hacéis en este medio de transporte informaros bien antes porque hay que pagar un peaje.

Este punto es uno de los miradores que más me gustó del puente, quizás el que ocupe la segunda posición. Se ve en primer lugar el edificio conocido como Fort Point.

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Al comienzo del puente hay una cosa muy muy curiosa y que ya había leído antes de ir, y es una especie de teléfonos de la esperanza para tratar de convencer a los posibles suicidas de que no lo hagan, y no son pocos porque según las estadísticas se suicidan unas 60 personas al año. Leer también lo que pone en el cartel blanco, no se permite lanzar objetos o misiles!! parece que esto último se refiere a los recipientes con las cenizas de personas  fallecidas.

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El arquitecto y su equipo decidieron pintar el puente de color naranja ya que por un lado determinaron que combinaba con el entorno natural, dado que es un color cálido en contraste con los colores fríos del cielo y el mar. También proporciona una mejor visibilidad para los buques dado el mal tiempo y las nieblas frecuentes.

La verdad es que tenerlo tan cerca y las vistas que hay de la ciudad son impresionantes. El día estaba gris pero al menos no había niebla, que habría deslucido mucho la visita.

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El puente se encuentra salvando el Estrecho que le da nombre, permitiendo la comunicación entre esta ciudad y el Condado de Marin. Fue el puente colgante más largo del mundo durante el período entre 1937 y 1964. Hoy en día no está ni en el top 10, superado ampliamente por los construídos sobre todo en China.

Cruzamos el puente tranquilamente, haciendo varias paradas y disfrutando al máximo del momento.

Cuando llegamos al otro lado giramos a la derecha para ir a otro de sus ilustres miradores, Vista Point pero que a mí sinceramente quizás fue el que menos me gustó ya que está muy en línea con el puente.

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En este lado había leído que estaba el que para muchos era el mejor mirador de todos, llamado Battery Spencer, y por nada del mundo me lo iba a perder. Para llegar a él si vais caminando o en bicicleta deberéis bajar por una puerta que sale nada más cruzar el puente e ir hacia Vista Point. Aquí os pongo una foto para que os sea más fácil. Si váis en coche podéis poner el GPS.

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Bajé las escaleras que hay al comienzo del camino cargando con la bicicleta y luego os espera una empinada cuesta arriba hasta el mirador, pero la recompensa es increíble, una de esas imágenes que nunca se olvida. Todas las opiniones estaban en lo cierto, sin duda el mejor mirador del puente, NO OS LO PERDÁIS porque es increíble. Ni la foto hace justicia a la perspectiva del famoso Golden Gate con San Francisco al fondo.

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Después de estar un buen rato disfrutando de las vistas, cogí la bici para volver a Vista Point, no sin antes ver las también muy bonitas que hay del otro lado, de la Península de Marin y de la ciudad de Belvedere al fondo.

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Bajé la cuesta alegrándome ahora de haber subido en bicicleta y seguimos la ruta que normalmente hace todo el mundo hacia la localidad de Sausalito. En este momento supe el por qué era tan popular este trayecto a dos ruedas hasta el pueblo californiano para luego volver en ferry hasta San Francisco y es que todo es cuesta abajo, con lo que regresar hacia el puente sería un poco duro, sobre todo si no eres Alberto Contador.

Llegamos en poco tiempo y sin apenas dar pedales a Sausalito, localidad muy turística, de unos 7,000 habitantes y escogida como lugar de residencia por famosos y gente de clase social alta que huyen de la gran ciudad. Se caracteriza por su puerto pesquero pero sobre todo por sus casas flotantes, que tienen su origen en la comuna hippie que se estableció allí en los años 60 y que ahora ocupan más bien artistas. Estas viviendas no suelen bajar del millón de dólares.

Dejamos las bicis en un aparcamiento por 3$ ya que había carteles que decían que no se permitía aparcarlas en cualquier lugar (otra buena forma de hacer business) y dimos un paseo.

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Si digo la verdad lo que vimos del pueblo no nos pareció nada del otro mundo, típico pueblito turístico lleno de tiendas y restaurantes pero no vimos mucho «encanto» como vimos como por ejemplo en Carmel by the Sea, o quizás como suele pasar, ya estábamos al final del viaje y costaba más impresionarnos 🙂

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Llegaba la hora de reponer fuerzas y tenía apuntado que era muy popular comer una hamburguesa en un sitio llamado sin complicarse, Hamburgers (737 Bridgeway). Lo vimos enseguida ya que está junto al aparcamiento de bicicletas pero entre que es pequeño y no te podías sentar y además había bastante cola de gente esperando decidimos buscar otro sitio, así que muy cerca decidimos entrar en uno llamado Napa Valley Burger Company.

Atendida de nuevo por hispanohablantes pedimos la carta donde como siempre vienen las calorías de cada plato (es una obligación del gobierno para tratar de detener la obesidad que afecta a ¡¡¡2 de cada 5 norteamericanos!!!) y como desde las Vegas no habíamos engullido la comida más rara en USA, decidimos pedirnos una cada uno, pero pasando de la carta, con los ingredientes que nos gusta a nosotros y sin experimentar, y la verdad es que resultó muy buena, toda muy light.

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Pedimos la cuenta y os la pongo como ejemplo no sólo por los precios, que sabíamos que no serían bajos sino por el tema de la propina en el propio ticket, bien subrayado por cierto y de curioso nombre «gratuity». No está mal la sugerencia de dejar nada menos que 11$ si has quedado muy satisfecho, pero es verdad que aunque nos choque, aquí es la costumbre.

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Salimos del restaurante y dudamos en ir a ver las casas flotantes que se encuentran siguiendo la costa hacia el noroeste, pero al final preferimos quedarnos tomando un helado tranquilamente en el Parque Viña del Mar y coger a las 16h. el ferry para volver a San Francisco, no queríamos que se nos hiciese tarde el último día.

Como siempre muy bien organizados fuimos subiendo y pagamos los 12.5$ que nos costó a cada uno. De nuevo buenas vistas de la ciudad de SF y además el día acompañaba. En apenas 25 minutos llegamos al muelle 41.

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Desde el muelle ya teníamos pensado ir hacia la tienda de deporte Sports Basement (610 Mason St) a canjear nuestro vale de 66$ y a dejar las bicicletas de alquiler. Hicimos los 5 kilómetros que más o menos les separaban y llegamos a la tienda. Devolvimos las bicis y echamos un vistazo a ver qué me compraba, esta vez me tocaba a mí. La tienda, un poco caótica, no como Decathlon :), no era fácil encontrar las cosas.

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Finalmente encontré unas zapatillas marca New Balance rebajadas por 55$ y para llegar al importe añadí unos calcetines. En caja ningún problema con los vales con lo que me salió todo gratis, así que un 10!!!. Por cierto he visto esas zapatillas en Madrid al volver y costaban nada menos que 130€.

Desde allí ya con la ayuda de mi mapa de autobuses busqué la mejor combinación para volver al hotel, no era posible ir directamente y el primero de ellos nos dejó al lado de un lugar por el que no tenía mucho interés pero que ya que estábamos nos acercaríamos, Lombard Street.

Estuvo bien porque para llegar tuvimos que subir por una de las muchas calles empinadas de la ciudad y que son símbolo de las mismas (quién no recuerda las persecuciones de coches de las pelis pegando botes cuesta abajo por esas calles). Esta es también Lombard Street, justo debajo del famoso tramo en zigzag.

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Y llegamos al famoso tramo, lleno de turistas para hacerse la foto en esta calle hecha en los años 20 para salvar en zigzag los 40 grados nada menos de inclinación de la misma. No deja de ser curiosa pero quizás deslucida con tanto turista, para mí prescindible pero para gustos, los colores.

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Cogimos un nuevo autobús y llegamos al hotel sobre las 20h para preparar tranquilamente la maleta e irnos a dormir pronto ya que nuestro vuelo de regreso a Madrid salía a las 8 de la mañana al día siguiente.

Esta es la ruta que os recuerdo habíamos hecho ese día y que con los cambios que consideréis, espero os pueda servir de guía.

ruta día Golden Gate

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