Si me preguntan por mis lugares favoritos de Madrid, algunos de ellos no están en la capital, y si hay uno que destaco por encima de todos ese es el Palacio Real de Aranjuez. Lo he visitado muchas veces y cuanto más vuelvo, más me gusta.
Me decidí a hacer esta entrada de mi última visita porque además llego hasta él de una manera peculiar, con mucho encanto, a lomos de un tren, concretamente de un ferrocarril histórico, casi nada, el denominado Tren de la Fresa.
Este medio de transporte siempre me he apasionado y es paradójico porque la verdad es que lo he cogido en mi vida más bien poco. Hasta los 20 años creo que lo cogí una sóla vez!! sí, increíble pero cierto, recuerdo que fue un Madrid – Castellón y que aluciné con este viaje.
Cuando oí por primera vez de este tren de la Fresa, me pareció extraordinaria la idea de rememorar el recorrido del que fue el primer ferrocarril de la Comunidad de Madrid en 1851 y el segundo de la Península (tras el Barcelona – Mataró). Ya lo disfruté por primera vez hace como unos 8 años y recientemente, en la Semana Santa de 2025 lo he vuelto a repetir.

El tramo de línea ferroviaria entre Madrid y Aranjuez se inauguró el 9 de febrero de 1851 y permitió que la capital de España, el Real Sitio de Aranjuez y las poblaciones por las que discurre se incorporaran progresivamente a la era industrial con el impulso de un novedoso modo de transporte al que se comenzó a denominar Camino de Hierro o Ferro-Carril.
El tren de la Fresa sale del Museo del Ferrocarril, en el Paseo de las Delicias de Madrid y un domingo que es cuando viajé yo, lo hace a las 10 de la mañana y vuelve a sobre las 20h con lo que hay el tiempo suficiente para pasar un estupendo día.
La composición que realiza el trayecto Madrid-Aranjuez consta de 4 históricos y bonitos coches de viajeros tipo “Costa”, de madera, que forman parte de la larga serie que la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) adquirió entre 1914 y 1930, casi un siglo de vida!!!


En el convoy también van un furgón DV (vagón cerrado de hierro) y un vagón tipo J (vagón cerrado de hierro) que fueron restaurados y adaptados para este Tren de la Fresa.
También podréis tener la opción de subiros al precioso vagón COCHE DE 2ª CLASE BB‐5045, uno de los primeros coches metálicos de la serie «cincomiles».

Metálico por fuera y quizás no tan atractivo a primera vista como los «Costa», lo mejor está en su interior, de estos que te retrotraen a imágenes de películas y que huelen a historia. Cuenta con un pasillo lateral al que se accede a sus ocho departamentos, de ocho asientos cada uno, que según nos dijeron en su origen eran de tapicería de tela, pero que fueron retapizados en la década de los sesenta con escay verde, también con su espacio para dejar las maletas, en fin, que conservaba todos los detalles de su época original. Aquí tenéis algunas fotos.



El tren sólo funciona los fines de semana de primavera y otoño. En total hace actualmente sólo unos 35 viajes al año, así que reservar con antelación si os decidís por este plan.
Decir del tren que en 2025 tiene hasta cuatro opciones de rutas diferentes y los precios van desde los 30 a los 58€. Todos los detalles los tenéis en la web www.trendelafresa.es
Nosotros decidimos hacer la ruta llamada Fresas Reales que incluye el viaje en tren, visita guiada al Palacio y al Museo de las Falúas Reales con los desplazamientos en autobús.
Tras el placentero viaje en tren y una vez que os han acercado al Palacio, os irán informando de los horarios en los que haréis cada visita. Me pareció todo muy bien organizado y las personas que nos atendieron siempre fueron muy amables.
Sobre las 12 de la mañana comenzamos con la visita al fantástico Palacio Real, que sin duda con una visita guiada, se le saca mucho más partido.

El exterior del complejo, con todos los edificios que alberga, es cuanto menos imponente, pero sin duda, lo mejor está dentro. Os contaré poco de su historia porque os recomiendo en-ca-re-ci-da-men-te que hagáis la visita guiada por el interio del Palacio, no vayáis y no hagáis la infamia, la afrenta de no pagar la entrada, no es nada cara comparado con lo que cobran por ahí en sitios que merecen muchísimo menos la pena. En esa visita guiada os explicarán toda la historia de este insigne palacio, que para mí es apasionante.
Si hablamos de estadísticas de visitantes que tanto me gustan, decir que el Real Sitio más visitado de Madrid es el Palacio Real con 1.52 millones de visitantes (2024) y que obviamente parte con la ventaja de que se encuentra en la capital. Luego el Monasterio de El Escorial, con 435,000, el Real Sitio de la Granja y Riofrío 311,000 y el Real Sitio de Aranjuez con 257,000, aunque si comparamos sólo las visitas a los palacios de estos dos últimos, el de Aranjuez lo supera y sin duda el primero tiene la baza, la grandísima baza de la famosa puesta en marcha de las fuentes, a cuyo espectáculo he tenido ocasión de asistir hace tres años y he de decir que es impresionante, no os lo perdáis tampoco.
Aunque el origen del Palacio Real de Aranjuez se remonta a los Reyes Católicos, en 1561, la villa de Aranjuez quedó inscrita por deseo de Felipe II en un sistema de Reales Sitios, un conjunto de residencias para una corte itinerante que pasaba el invierno en Madrid, la primavera en Aranjuez, el verano en La Granja y el otoño en El Escorial, todos ellos magníficos e impresionantes lugares reflejo de lo que fue España en el pasado. El Palacio Real iniciado por este monarca apenas fue objeto de modificaciones importantes hasta la llegada de los Borbones y en particular de Fernando VI y luego Carlos III.
Voy a poner pocas fotos del del interior para que descubráis por vosotros mismos las salas que se muestran. Recuerdo que la última vez que visité el palacio no se podían hacer fotos, ahora afortunadamente, sí, cosa que celebro.

La visita es corta porque no se muestran muchas salas así que no tendréis tiempo a aburriros, os lo aseguro. El interior es un maravilloso recorrido por la historia de la monarquía española y las artes decorativas de los siglos XVIII y XIX.

En la visita váis a descubrir además de las habitaciones del Rey, la Reina y sus magníficos salones, dos habitaciones que son mis favoritas, que espero os sorprendan y os gusten tanto como a mí, estas son por un lado el Gabinete Árabe o Salón de Fumar, que según pude escuchar de una explicación de una guía, es de la época de Isabel II, iniciada en 1855 por un restaurador entonces del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada, de donde vendría su parecido.
La segunda es la más sorprendente todavía Saleta o Gabinete de Porcelana que es, sin duda, la obra más singular de todo el Palacio, y un ejemplo de aquel interés del siglo XVIII por lo oriental y por lo exótico. Su incorporación se debe a las reformas emprendidas por Carlos III, quien tuvo aquí su sala preferida para las reuniones más íntimas, no tuvo mala idea el monarca.
Atentos a las explicaciones porque os hablarán de los Austrias, de los Borbones, del famoso Motín de Aranjuez, si te gusta la historia, lo gozarás, y si no, pues siempre aprenderás algo, ¿no?
Tras salir del edificio, el guía nos acompañó a hacernos una breve visita explicativa de los jardines más cercanos.
Vimos el Jardín del Rey, situado en la parte meridional del palacio. Nos cuenta nuestra simpática guía que fue ideado por Juan Bautista de Toledo y llevado a cabo por Juan de Herrera, es de forma rectangular y adornado con estatuas.

También disfrutamos del vecino Jardín del Parterre, de estilo francés y que ahora está unido al anterior. Este es más grande y sin duda resaltan las fuentes, que nos fue explicando nuestro cicerone.

Primero la Fuente de Ceres, emplazada en el centro del Parterre y dedicada a Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. En el año 1828 se reconstruyó, después de que la original, de 1804, fuera destruida.

Por supuesto nos paramos junto a la imponente Fuente de Hércules y Anteo, que es sin duda la que tiene mayores dimensiones, iniciada en 1827 por orden del rey Fernando VII. Me sorprendió que permaneciera sin agua, y cuando le preguntamos a la guía que por qué, no nos da una respuesta clara, parecí entrever que era un problema económico… Parece que los años de la crisis y los recortes en el organismo público que gestiona los Reales Sitios, Patrimonio Nacional, pueden haber ido en detrimento del mantenimiento de los jardines y el palacio. Espero que la situación pueda revertirse en el futuro porque lleva sin agua más de 20 años, una pena.

Una vez terminada la visita, nos emplazó a vernos a las 16h para ver el resto de la visita incluída así que nos dirigimos de nuevo hacia el Palacio.

Esta perspectiva con esta pequeña cascada de piedra es mi favorita de todas, la llamada Cascada de las Castañuelas, de 1753.

Esta vez y con el buen día que hacía decidimos llevar unos bocadillos pero en otras ocasiones he comido en el restaurante la Almazara, y siempre he acabado satisfecho.
Pasamos al Jardín de la Isla, al norte del Palacio, un jardín más frondoso, que se caracteriza por su trazado, y que a mí personalmente me gusta mucho. Discurre junto al río Tajo por tres lados, de ahí su nombre. Es una delicia pasear por él. En ella hay unas cuantas fuentes, siempre con la mitología como protagonista, la fuente de Hércules e Hidria, la de Apolo, la del Reloj, la del Espinario, la del Cenador, etc.




Aquí comimos nuestro bocadillo de lo más tranquilo, tras el cual seguimos disfrutando de esta parte, que en primavera y con las recientes lluvias, luce espectacular.

La parte del Tajo, con esta pequeña cascada con las ocas y los patos refrescándose, forman una preciosa estampa.

Llegaron las 4 de la tarde y nos acercamos a nuestro punto de encuentro, y en autobuses nos llevaron a ver primero el Museo de las Falúas Reales parando junto al río cerca del Área Recreativa el Castillo.
Cruzamos el puente de entrada al Jardín del Príncipe y desde el que hay unas bonitas vistas del río más largo de la Península.

Para enseguida alcanzar el Museo, que se encuentra en un edificio construido en 1963-1964 y que ha sido recientemente renovado. Este alberga las falúas, que son las embarcaciones fluviales de recreo que utilizaba la monarquía para navegar por el río Tajo a modo de distracción.

Una vez visto el museo que se ve rápidamente, y con las explicaciones de nuestro guía, seguimos nuestro recorrido.
Estos jardines por los que pasamos os recomiendo que los disfrutéis sobre todo en otoño o primavera y que paseéis por ellos tranquilamente, dedicándoles tiempo, porque son enormes, con nada menos que siete kilómetros de perímetro y 150 hectáreas, son considerados los jardines privados más grandes de Europa. Fueron creados por Carlos IV y se terminaron en 1808, destacando más por su riqueza botánica que por su trazado.
Visitamos diferentes fuentes, una de ellas la Fuente de Narciso, cuya historia es super interesante y os permitirá saber de dónde viene el adjetivo de narcisista.

Cerca se encuentra la llamada Casa del Labrador, un hermoso edificio neoclásico mandado construir también por el monarca borbón pero que actualmente se encuentra cerrado por obras de restauración.
Pasamos junto a la fuente de Apolo y alcanzamos el singular y precioso Estanque de los Chinescos. Construído en el siglo XVIII por orden de Carlos IV siguiendo la moda de los jardines paisajistas y recreando, en este caso, un estanque chino con dos templetes o cenadores en los islotes. El griego (al fondo en la foto) con columnas jónicas de mármol, está atribuido a Juan de Villanueva, y el otro, que era el propiamente chino, fue destruido en la Guerra de Independencia y reconstruido durante el reinado de Fernando VII.

Y tras esta última visita salimos del Jardín por la llamada Puerta de La Plaza Redonda donde nos esperaba el autobús que nos llevaría a la estación de tren. Había sido una estupenda y muy amena visita a estos jardines.
El tren de vuelta salía a las 19.05 y tras unas cuantas fotos, nos subimos de nuevo a nuestro vagón de madera.

En el viaje de vuelta, nos obsequiaron con una cajita de fresas y me resultaron muy interesantes las explicaciones que por megafonía un simpático hombre nos fue dando datos varios del paisaje que atravesábamos y de todo tipo de curiosidades que hizo que el viaje de vuelta se nos pasara volando.
Qué tendrá el tren que tanto engancha, tiene un encanto que para mí, no tiene ningún otro medio de transporte, una pena que lo haya disfrutado tan poco en mi vida.

Pues aquí termina esta entrada, espero que os haya servido para descubrir un plan divertido, cultural y muy interesante de pasar un día a sólo un paso de Madrid. Sólo espero que podáis visitar, bien en este tren, bien de cualquier otra manera, esa maravilla que es el Palacio Real de Aranjuez.
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Gracias por venir a comer a nuestro restaurante y recomendaros. Espero que vuelvan pronto. Un saludo!
Carlos Tejedor.
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