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NACEDERO DEL RÍO UREDERRA (NAVARRA)

De tantos sitios que recorro cada año de nuestro país, hay algunos que me decepcionan, otros que me gustan sin más y hay otros que me impactan, y si me decidí por hacer esta entrada, fue porque el lugar objeto de la misma, simplemente me enamoró.

En el Parque Natural Urbasa y Andía, en el oeste de Navarra se encuentra el río Urederra, que en euskera, significa ‘agua hermosa’ y el nombre no le puede ir mejor.

Lo más importante que tenéis que hacer antes de ir, y aquí es imprescindible ya que sólo se permiten 500 personas al día, es reservar plaza en el aparcamiento del pueblo de Baquedano. Si no lo hacéis os será muy complicado ir porque tendríais que aparcar en alguna zona restringida y os arriesgáis a ser multados. Os informo de que el acceso al pueblo y el estacionamiento fuera del parking es sólo para residentes, cosa que veo bien. Las tarifas de reserva de plaza no son altas, 5€ un coche, 2€ una moto, 10€ la autocaravana, etc (precios de 2025). Aquí tenéis el link que tras hacer la reserva os proporcionará un QR con el que podréis entrar en el parking, mostrándolo en un escaner se os abrirá la barrera.

Reservas Urederra

Este es el pequeño parking del que os hablo, para encontrarlo en Google Maps lo podéis buscar como «Área de acogida del Nacedero del Urederra».

Una vez dejado el coche, hay una pequeña casa al lado donde hay baños y donde podéis solicitar información sobre la ruta. El comienzo está indicado y no tiene pérdida. Atravesaréis el pueblo de Baquedano, y enseguida encontraréis el camino que os llevará a vuestro destino.

El paseo, porque es algo optimista considerarlo una ruta de montaña, es de unos 6 kms, muy sencilla, con un desnivel de apenas 90 metros y dependiendo de las veces que os pararéis a hacer fotos, y creerme, que lo haréis muy a menudo, os puede llevar como 2 – 2.5h.

Tras dejar el pueblo y después de una zona boscosa…

Empezaréis a oír el ruido del río y ahí empieza lo mejor, ¿estáis preparados?.

Enseguida os encontraréis con el primer «balcón» al espectacular río.

Desde ese punto ya es un continuo disfrute para la vista de tan increíble paisaje. Nosotros fuimos en abril, osea primavera y estaba precioso, pero en otoño también tiene que ser impresionante, con todas las hojas caídas de los olmos y hayas que hay alrededor.

Recorreréis un camino paralelo al río, que por cierto, no puede estar más bonito construido, todo de madera y perfectamente integrado en el paisaje. Hay algunos rincones que parecen sacados de un cuento de hadas, queda cursi, pero es así… y si no, dejar volar la imaginación.

Os iréis encontrando cascadas y pozas de un espectacular color de agua, y eso que no hacía sol, porque había leído que con sol, los colores entre azulados y verdosos son increíbles, una razón más para volver, porque desde luego que volveré.

No pongo más fotos para que podáis verlo todo con vuestros ojos y no desvelaros todo. El contraste de colores de las hayas, robles, olmos, arces y tejos que hay por el camino también ayuda a hacer el paisaje más espectacular, junto con el color de las rocas, recubiertas de ese musgo verde tan atractivo.

Os preguntaréis, ¿de dónde procede ese color tan poco común que tiene el agua? pues según me he podido informar es debido a que el nacimiento del Urederra es la salida natural del acuífero que descansa en el macizo kárstico del parque natural, y eso es lo que hace que su agua adquiera esas tonalidades al filtrarse entre las rocas. 

El último tramo del sendero, el que llegaba hasta las espectaculares cascadas del Tubo y del Elefante, está cerrado al público por motivos medioambientales, ya que se encontraba muy deteriorado en 2019, que es cuando se cerró esa última parte.

Desde el final actual de la senda, tendréis al fondo una bonita vista del espectacular macizo donde nace el río, quedaros con esto porque os propongo subir a lo alto del mismo.

Tendréis que hacer el camino de vuelta que está perfectamente indicado por un camino muy cercano al de la ida, con una perspectiva más alejada y desde un punto más alto que la otra.

Una vez alcanzado de nuevo el pueblo de Baquedano, tenéis al menos un bar donde podréis hacer alguna parada antes de llegar de nuevo al parking.

Después de esta bonita senda, os recomiendo acercaros al mirador de Ubaba, también llamado ‘Balcón de Pilatos’ que se encuentra apenas a 15 min de Baquedano, poner el GPS.

Atravesaréis al comienzo una explanada de imponentes árboles que les dan a la zona un aspecto fantasmagórico (o eso me pareció a mí 🙄) porque no hay mucha más vegetación y los árboles son enormes.

Y llegaréis enseguida tras una ligera pendiente ascendente al mirador situado a 924 metros de altura que como si de un acantilado al mar se tratase, lo que veréis será el mar verde del Valle de Améscoa y más de 300 metros de caída, preciosas vistas, y eso que el día que fuimos, el tiempo no acompañaba.

Desde aquí si os fijáis veréis la misma pared de roca que vistéis desde abajo al final de la senda, el macizo kárstico, refugio ideal para aves como el buitre leonado.

Una vez ya de vuelta al coche, si reemprendéis la marcha hacia el norte encontraréis unos paisajes alucinantes sacados de una película del Señor de los Anillos, con la humedad acumulada que había, las rocas estaban todas recubiertas de musgo y hacía un efecto increíble, creerme.

Cuando fuimos nosotros, a esa hora ya era casi la de comer, y habíamos reservado en un restaurante a unos 30 kms del mirador al noroeste, en la localidad de Araia, ya en la provincia de Álava.

El restaurante se llama Umandi Jatetxea, está bastante escondido y por eso yo creo que además de que todo lo que comimos estaba riquísimo, tenía un precio imbatible, un menú de 18€ y otro de 25€, a cada cual mejor.

Por curiosidades de la vida, nos encontramos en el establecimiento al famoso montañero alavés Juanito Oiarzábal, y estoy seguro que si estaba ahí, se comía bien seguro.

Bueno, pues esta ha sido la entrada a este lugar que os recomiendo sí o sí que lo visitéis, os llevará apenas una mañana y lo podéis combinar con algún otro sitio, que toda esa zona entre Alaba y Navarra está llena de lugares interesantes.

ARANJUEZ en el TREN DE LA FRESA (MADRID)

Si me preguntan por mis lugares favoritos de Madrid, algunos de ellos no están en la capital, y si hay uno que destaco por encima de todos ese es el Palacio Real de Aranjuez. Lo he visitado muchas veces y cuanto más vuelvo, más me gusta.

Me decidí a hacer esta entrada de mi última visita porque además llego hasta él de una manera peculiar, con mucho encanto, a lomos de un tren, concretamente de un ferrocarril histórico, casi nada, el denominado Tren de la Fresa.

Este medio de transporte siempre me he apasionado y es paradójico porque la verdad es que lo he cogido en mi vida más bien poco. Hasta los 20 años creo que lo cogí una sóla vez!! sí, increíble pero cierto, recuerdo que fue un Madrid – Castellón y que aluciné con este viaje.

Cuando oí por primera vez de este tren de la Fresa, me pareció extraordinaria la idea de rememorar el recorrido del que fue el primer ferrocarril de la Comunidad de Madrid en 1851 y el segundo de la Península (tras el Barcelona – Mataró). Ya lo disfruté por primera vez hace como unos 8 años y recientemente, en la Semana Santa de 2025 lo he vuelto a repetir.

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El tramo de línea ferroviaria entre Madrid y Aranjuez se inauguró el 9 de febrero de 1851 y permitió que la capital de España, el Real Sitio de Aranjuez y las poblaciones por las que discurre se incorporaran progresivamente a la era industrial con el impulso de un novedoso modo de transporte al que se comenzó a denominar Camino de Hierro o Ferro-Carril.

El tren de la Fresa sale del Museo del Ferrocarril, en el Paseo de las Delicias de Madrid y un domingo que es cuando viajé yo, lo hace a las 10 de la mañana y vuelve a sobre las 20h con lo que hay el tiempo suficiente para pasar un estupendo día.

La composición que realiza el trayecto Madrid-Aranjuez consta de 4 históricos y bonitos coches de viajeros tipo “Costa”, de madera, que forman parte de la larga serie que la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) adquirió entre 1914 y 1930, casi un siglo de vida!!!

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En el convoy también van un furgón DV (vagón cerrado de hierro) y un vagón tipo J (vagón cerrado de hierro) que fueron restaurados y adaptados para este Tren de la Fresa.

También podréis tener la opción de subiros al precioso vagón COCHE DE 2ª CLASE BB‐5045, uno de los primeros coches metálicos de la serie «cincomiles».

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Metálico por fuera y quizás no tan atractivo a primera vista como los «Costa», lo mejor está en su interior, de estos que te retrotraen a imágenes de películas y que huelen a historia. Cuenta con un pasillo lateral al que se accede a sus ocho departamentos, de ocho asientos cada uno, que según nos dijeron en su origen eran de tapicería de tela, pero que fueron retapizados en la década de los sesenta con escay verde, también con su espacio para dejar las maletas, en fin, que conservaba todos los detalles de su época original. Aquí tenéis algunas fotos.

El tren sólo funciona los fines de semana de primavera y otoño. En total hace actualmente sólo unos 35 viajes al año, así que reservar con antelación si os decidís por este plan.

Decir del tren que en 2025 tiene hasta cuatro opciones de rutas diferentes y los precios van desde los 30 a los 58€. Todos los detalles los tenéis en la web  www.trendelafresa.es

Nosotros decidimos hacer la ruta llamada Fresas Reales que incluye el viaje en tren, visita guiada al Palacio y al Museo de las Falúas Reales con los desplazamientos en autobús.

Tras el placentero viaje en tren y una vez que os han acercado al Palacio, os irán informando de los horarios en los que haréis cada visita. Me pareció todo muy bien organizado y las personas que nos atendieron siempre fueron muy amables.

Sobre las 12 de la mañana comenzamos con la visita al fantástico Palacio Real, que sin duda con una visita guiada, se le saca mucho más partido.

El exterior del complejo, con todos los edificios que alberga, es cuanto menos imponente, pero sin duda, lo mejor está dentro. Os contaré poco de su historia porque os recomiendo en-ca-re-ci-da-men-te que hagáis la visita guiada por el interio del Palacio, no vayáis y no hagáis la infamia, la afrenta de no pagar la entrada, no es nada cara comparado con lo que cobran por ahí en sitios que merecen muchísimo menos la pena. En esa visita guiada os explicarán toda la historia de este insigne palacio, que para mí es apasionante.

Si hablamos de estadísticas de visitantes que tanto me gustan, decir que el Real Sitio más visitado de Madrid es el Palacio Real con 1.52 millones de visitantes (2024) y que obviamente parte con la ventaja de que se encuentra en la capital. Luego el Monasterio de El Escorial, con 435,000, el Real Sitio de la Granja y Riofrío 311,000 y el Real Sitio de Aranjuez con 257,000, aunque si comparamos sólo las visitas a los palacios de estos dos últimos, el de Aranjuez lo supera y sin duda el primero tiene la baza, la grandísima baza de la famosa puesta en marcha de las fuentes, a cuyo espectáculo he tenido ocasión de asistir hace tres años y he de decir que es impresionante, no os lo perdáis tampoco.

Aunque el origen del Palacio Real de Aranjuez se remonta a los Reyes Católicos, en 1561, la villa de Aranjuez quedó inscrita por deseo de Felipe II en un sistema de Reales Sitios, un conjunto de residencias para una corte itinerante que pasaba el invierno en Madrid, la primavera en Aranjuez, el verano en La Granja y el otoño en El Escorial, todos ellos magníficos e impresionantes lugares reflejo de lo que fue España en el pasado. El Palacio Real iniciado por este monarca apenas fue objeto de modificaciones importantes hasta la llegada de los Borbones y en particular de Fernando VI y luego Carlos III.

Voy a poner pocas fotos del del interior para que descubráis por vosotros mismos las salas que se muestran. Recuerdo que la última vez que visité el palacio no se podían hacer fotos, ahora afortunadamente, sí, cosa que celebro.

La visita es corta porque no se muestran muchas salas así que no tendréis tiempo a aburriros, os lo aseguro. El interior es un maravilloso recorrido por la historia de la monarquía española y las artes decorativas de los siglos XVIII y XIX.

En la visita váis a descubrir además de las habitaciones del Rey, la Reina y sus magníficos salones, dos habitaciones que son mis favoritas, que espero os sorprendan y os gusten tanto como a mí, estas son por un lado el Gabinete Árabe o Salón de Fumar, que según pude escuchar de una explicación de una guía, es de la época de Isabel II, iniciada en 1855 por un restaurador entonces del Patio de los Leones de la Alhambra de Granada, de donde vendría su parecido.

La segunda es la más sorprendente todavía Saleta o Gabinete de Porcelana que es, sin duda, la obra más singular de todo el Palacio, y un ejemplo de aquel interés del siglo XVIII por lo oriental y por lo exótico. Su incorporación se debe a las reformas emprendidas por Carlos III, quien tuvo aquí su sala preferida para las reuniones más íntimas, no tuvo mala idea el monarca.

Atentos a las explicaciones porque os hablarán de los Austrias, de los Borbones, del famoso Motín de Aranjuez, si te gusta la historia, lo gozarás, y si no, pues siempre aprenderás algo, ¿no?

Tras salir del edificio, el guía nos acompañó a hacernos una breve visita explicativa de los jardines más cercanos.

Vimos el Jardín del Rey, situado en la parte meridional del palacio. Nos cuenta nuestra simpática guía que fue ideado por Juan Bautista de Toledo y llevado a cabo por Juan de Herrera, es de forma rectangular y adornado con estatuas.

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También disfrutamos del vecino Jardín del Parterre, de estilo francés y que ahora está unido al anterior. Este es más grande y sin duda resaltan las fuentes, que nos fue explicando nuestro cicerone.

Primero la Fuente de Ceres, emplazada en el centro del Parterre y dedicada a Ceres, diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad. En el año 1828 se reconstruyó, después de que la original, de 1804, fuera destruida.

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Por supuesto nos paramos junto a la imponente Fuente de Hércules y Anteo, que es sin duda la que tiene mayores dimensiones, iniciada en 1827 por orden del rey Fernando VII. Me sorprendió que permaneciera sin agua, y cuando le preguntamos a la guía que por qué, no nos da una respuesta clara, parecí entrever que era un problema económico… Parece que los años de la crisis y los recortes en el organismo público que gestiona los Reales Sitios, Patrimonio Nacional, pueden haber ido en detrimento del mantenimiento de los jardines y el palacio. Espero que la situación pueda revertirse en el futuro porque lleva sin agua más de 20 años, una pena.

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Una vez terminada la visita, nos emplazó a vernos a las 16h para ver el resto de la visita incluída así que nos dirigimos de nuevo hacia el Palacio.

Esta perspectiva con esta pequeña cascada de piedra es mi favorita de todas, la llamada Cascada de las Castañuelas, de 1753.

Esta vez y con el buen día que hacía decidimos llevar unos bocadillos pero en otras ocasiones he comido en el restaurante la Almazara, y siempre he acabado satisfecho.

Pasamos al Jardín de la Isla, al norte del Palacio, un jardín más frondoso, que se caracteriza por su trazado, y que a mí personalmente me gusta mucho. Discurre junto al río Tajo por tres lados, de ahí su nombre. Es una delicia pasear por él. En ella hay unas cuantas fuentes, siempre con la mitología como protagonista, la fuente de Hércules e Hidria, la de Apolo, la del Reloj, la del Espinario, la del Cenador, etc.

Aquí comimos nuestro bocadillo de lo más tranquilo, tras el cual seguimos disfrutando de esta parte, que en primavera y con las recientes lluvias, luce espectacular.

La parte del Tajo, con esta pequeña cascada con las ocas y los patos refrescándose, forman una preciosa estampa.

Llegaron las 4 de la tarde y nos acercamos a nuestro punto de encuentro, y en autobuses nos llevaron a ver primero el Museo de las Falúas Reales parando junto al río cerca del Área Recreativa el Castillo.

Cruzamos el puente de entrada al Jardín del Príncipe y desde el que hay unas bonitas vistas del río más largo de la Península.

Para enseguida alcanzar el Museo, que se encuentra en un edificio construido en 1963-1964 y que ha sido recientemente renovado. Este alberga las falúas, que son las embarcaciones fluviales de recreo que utilizaba la monarquía para navegar por el río Tajo a modo de distracción.

Góndola napolitana de Carlos II

Una vez visto el museo que se ve rápidamente, y con las explicaciones de nuestro guía, seguimos nuestro recorrido.

Estos jardines por los que pasamos os recomiendo que los disfrutéis sobre todo en otoño o primavera y que paseéis por ellos tranquilamente, dedicándoles tiempo, porque son enormes, con nada menos que siete kilómetros de perímetro y 150 hectáreas, son considerados los jardines privados más grandes de Europa. Fueron creados por Carlos IV y se terminaron en 1808, destacando más por su riqueza botánica que por su trazado.

Visitamos diferentes fuentes, una de ellas la Fuente de Narciso, cuya historia es super interesante y os permitirá saber de dónde viene el adjetivo de narcisista.

Cerca se encuentra la llamada Casa del Labrador, un hermoso edificio neoclásico mandado construir también por el monarca borbón pero que actualmente se encuentra cerrado por obras de restauración.

Pasamos junto a la fuente de Apolo y alcanzamos el singular y precioso Estanque de los Chinescos. Construído en el siglo XVIII por orden de Carlos IV siguiendo la moda de los jardines paisajistas y recreando, en este caso, un estanque chino con dos templetes o cenadores en los islotes. El griego (al fondo en la foto) con columnas jónicas de mármol, está atribuido a Juan de Villanueva, y el otro, que era el propiamente chino, fue destruido en la Guerra de Independencia y reconstruido durante el reinado de Fernando VII.

Y tras esta última visita salimos del Jardín por la llamada Puerta de La Plaza Redonda donde nos esperaba el autobús que nos llevaría a la estación de tren. Había sido una estupenda y muy amena visita a estos jardines.

El tren de vuelta salía a las 19.05 y tras unas cuantas fotos, nos subimos de nuevo a nuestro vagón de madera.

En el viaje de vuelta, nos obsequiaron con una cajita de fresas y me resultaron muy interesantes las explicaciones que por megafonía un simpático hombre nos fue dando datos varios del paisaje que atravesábamos y de todo tipo de curiosidades que hizo que el viaje de vuelta se nos pasara volando.

Qué tendrá el tren que tanto engancha, tiene un encanto que para mí, no tiene ningún otro medio de transporte, una pena que lo haya disfrutado tan poco en mi vida.

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Pues aquí termina esta entrada, espero que os haya servido para descubrir un plan divertido, cultural y muy interesante de pasar un día a sólo un paso de Madrid. Sólo espero que podáis visitar, bien en este tren, bien de cualquier otra manera, esa maravilla que es el Palacio Real de Aranjuez.

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CERDEÑA (ITALIA)

Cerdeña, con una población de 1,570,000 (2023) es la segunda isla más grande en extensión (aunque por poco) del Mediterráneo sólo por detrás de su vecina Sicilia y ha sido desde hace décadas uno de los destinos preferidos de miles de turistas que buscan sol y buena gastronomía, y sobre todo playas de aguas cristalinas. No es un destino tradicionalmente muy popular entre los españoles, que solemos visitar, si es que nos decidimos ir más al este de las Baleares, las preciosas islas griegas.

Tengo que decir, y esta es una opinión muy subjetiva, que una vez regresado de Cerdeña, confirmo que el especial atractivo de la isla son sus 1,850 kms de costa, por ello si las playas no te seducen especialmente, yo cambiaría de destino, eso sí, si te gustan que sepas que te van a enamorar.

Obviamente la isla sarda no es sólo playas, tiene un interior sorprendentemente montañoso donde podéis practicar senderismo, también visitar ruinas antiguas de ciudades púnicas, excavaciones romanas o asentamientos prehistóricos nurágicos (civilización que surgió hacia el 1.700 a.C., en la edad de bronce media), sin olvidar obviamente disfrutar de su gastronomía, sus pueblos y sus simpáticos habitantes.

Aterrizamos en el aeropuerto de Cagliari a las 9 de la mañana de un lunes 10 de junio de 2024 con un vuelo de Ryanair por el que pagamos unos 120€ cada uno. El vuelo fue plácido y normal y sin facturar nos dirigimos a recoger nuestro coche de alquiler. Dada la fama de la conducción en la isla decidimos coger la opción de seguro a todo riesgo, y hay que pagarlo. Nos costó unos 500€ por 7 días con la compañía Italy car rent. El coche fue un SUV de la marca china MG que la verdad que se portó muy bien. Un consejo, si no cogéis la opción de seguro a todo riesgo, revisar bien los daños externos del coche con el empleado de la compañía antes de iros, hacer fotos si es necesario, que luego al dejarlo podéis tener malentendidos, y me consta que los hay 🙂

Para hacer el mapa de lo que íbamos a visitar durante esos 7 días y sabiendo que hay que priorizar, nos centramos en el norte y este de la isla, dejando el oeste para una mejor ocasión así que ese día teníamos un largo viaje cruzando toda la isla de sur a norte hasta la localidad de Alghero, donde teníamos nuestro primer alojamiento.

Por una carretera de doble carril iniciamos los 260 kms hasta el noroeste de la isla, pero antes de acercarnos a Alghero había previsto visitar una de las atracciones del norte de la isla y que dudé en si hacerlo o no pero a la postre resultó una muy buena decisión, y es la Grotte di Nettuno, una cueva a pie de mar en el fondo de un espectacular acantilado.

Había hecho la reserva antes de llegar sin tener que abonar nada, es sólo una inscripción de día y hora para entrar. Os recomiendo hacerlo previamente para no quedaros sin visitarla. Este es el link:

Reserva Grotte di Nettuno

Una vez allí ya en la entrada hay que pagar los 14€ para acceder pero…. tuvimos la mala suerte de que en ese momento la cueva se encontraba cerrada porque las olas superaban la altura permitida y por seguridad y por protocolo debían cerrarlas. A pesar de esto y para no quedarnos sin visitarlas hicimos la reserva por internet inmediatamente para el día siguiente a las 9 de la mañana. Y al final fue una buena opción a esta hora porque seríamos los primeros con los que no tendríamos ningún grupo delante.

Dejamos el coche en un aparcamiento en el Cabo Caccia donde está la gruta y desde donde teníamos estas magníficas vistas hacia el sur….

Y estas de los espectaculares acantilados del oeste, lugar fantástico desde donde decidimos hacer un break para comernos un bocadillo que traíamos desde España. No está mal difrutar de un bocata de jamón con estas vistas, ¿no?

Nos dirigimos ya hacia Alghero para acercarnos primero a nuestro alojamiento, reservado como siempre por Booking.com. Se llamaba Hotel Rooms Angedras y por 2 habitaciones dobles y una individual pagamos 232€. Este era la recepción del hotel y donde se desayunaba.

Las habitaciones estaban en otro edificio y la verdad que estaban genial, la buena nota de Booking estaba justificada.

Dejamos las maletas y nos acercamos a un supermercado a comprar una nevera (13€), unas hieleras de plástico y unas esterillas (4.5€), más adelante os contaré el por qué de estas últimas.

Aquí estaba situado el hotel, muy céntrico y donde podréis aparcar justo en la puerta y sin pagar.

Con un tiempo estupendo para pasear nos dirigimos al llamado Lungomare Valencia, que es algo así como lo que llamamos paseo marítimo en nuestro país. Caminamos hacia el centro viendo el mar en todo momento a nuestra izquierda.

Nos fijamos por el camino en un bar en un enclave privilegiado, llamado Riservato Beach Bar y decidimos tomar algo ya que tenía unas estupendas vistas.

Seguimos caminando a lo largo de la costa hacia el centro de Alghero, localidad pesquera de unos 44,000 habitantes (2023) protegida por una muralla y siete torres del s. XV. Fundada en el siglo XII como ciudad fortaleza por los genoveses, sufrió el dominio aragonés que influyó en su arte y tradiciones. Aquí podéis ver una buena muestra de su muralla y una de sus torres, esta llamada del Espero Real.

Tras dejar el mar y la zona amurallada, nos sumergirnos en el centro histórico, donde como siempre en Italia se combinan fachadas restauradas con otras no tanto y que dan ese toque decadente tan característico del sur de Italia.

En estas calles comerciales podréis saborear un helado en unas de sus múltiples heladerías (no olvidéis la panna (nata) por encima si os gusta 🤤) y si queréis llevaros un recuerdo tradicional, tenéis la artesanía del coral (sobre todo el de color rojo) por la que Alghero es mundialmente conocida.

Os recomiendo recorrer la animada Vía Carlo Alberto donde encontraréis la iglesia de San Francisco con su bellísimo claustro original del siglo XIV. Esta estructura, junto con el convento contiguo, representa un importante ejemplo de arquitectura gótico-catalana en Cerdeña.

Decidimos no sólo entrar si no también por un poco más (6€ por persona) subir a su campanario con una visita guiada de una simpatiquísima sarda que nos contó mil y una historias interesantes sobre la ciudad.

Seguimos calle abajo para llegar a la animada Piazza Cívica donde nos fijamos en una bandera catalana que me da pie para hablar de la intensa relación de Cerdeña con España, y más concretamente con Cataluña. Y es que la isla italiana perteneció al Reino de España, primero cuando el papa Bonifacio VIII decidió la cesión de la isla en 1324 a la Corona de Aragón, más adelante, tras la unificación de los reinos de Aragón y de Castilla con los Reyes Católicos, Cerdeña pasó a formar parte del Reino de España hasta el año 1708. En ese momento tuvo lugar la guerra de Sucesión española y Cerdeña pasó ya a formar parte del Imperio austríaco tras la firma de los tratados de Utrecht. 

El catalán sigue hablándose hoy en la ciudad aunque cada vez menos, aunque realmente se trata del alguerés, un dialecto de éste. También se encuentran letreros rotulados en esa lengua, e incluso nos dijeron que se imparte en algunas escuelas como asignatura optativa.

Justo al lado de la plaza Cívica encontraréis la catedral de Santa María, de estilo gótico catalán y que se comenzó a construir en el siglo XVI pero no se terminó hasta que fue consagrada en 1730. Este templo a pesar de no ser espectacular muestra una mezcla de estilos que la hacen cuanto menos curiosa, con un interior con elementos renacentistas y para rematar esa fachada en estilo neoclásico añadida en el siglo XIX que le agregó una nueva dosis de complejidad arquitectónica.

Si accedéis a su interior cuya entrada es gratuita, podréis apreciar su imponente altar mayor y hasta una réplica de La Moreneta, patrona de Cataluña. Aquí también podréis subir a su campanario previo pago.

Seguimos caminando por sus calles tranquilamente ya que merece la pena perderse por su trazado laberíntico y dejarse llevar por la esencia medieval de esta coqueta ciudad.

Tras ver por fuera la Chiesa di San Michele (Iglesia de San Miguel) y el Palazzo Peretti decidimos dirigirnos de nuevo hacia la zona amurallada junto al mar. Aunque el origen de la fortificación data del siglo XII, la mayor parte de su baluarte defensivo se construyó en el siglo XVI y se mantiene casi intacto.

Continuamos hacia el norte y terminamos en la zona del puerto, lugar muy importante en la vida de esta ciudad.

Donde por casualidad nos encontramos con un artista callejero entonando una canción que seguro os sonará…

Una vez que se hizo ya la hora de cenar y algo cansados de caminar, nos dirigimos a un restaurante que nos habían recomendado en nuestro alojamiento, y de nombre conocido para nosotros.

Fuimos a lo seguro y decidimos probar por primera vez la pizza, 100% al estilo italiano, sencilla, como suelen ser en Italia, nada de mezclar mil ingredientes como hacemos en España aunque shhh 🤫yo lo prefiero 😂😂.

Después de disfrutar de las pizzas, y aunque estábamos llenos, el estómago extra que tiene el ser humano para los postres, se activó y nos permitió como no, probar otro clásico, el tiramisú, que es uno de mis favoritos si es casero, sin duda en el top 3.

Pagamos por una pizza cada uno, bebidas y postres, 97.5€, osea unos 19.5€ por persona, yo creo que buen precio, lo recomiendo.

De vuelta al hotel pudimos contemplar un bonito atardecer sobre la zona amurallada, agradable ciudad esta de Alghero.

Esta es la ruta resumida con lo más importante que habíamos visitado, con un día yo creo que más que suficiente.

Martes 11 de junio de 2024

Madrugamos, empaquetamos todo y nos digirimos al edificio de la recepción para empezar el día con un estupendo desayuno.

Nos despedimos de la ciudad y todavía en la provincia de Sassari, recorrimos en sentido contrario los 24 kms del día anterior para llegar a nuestra cita con la Grotta di Nettuno a las 9h, cruzando los dedos para que ese día sí se pudiera visitar.

Tuvimos suerte, estaba abierta así que pagamos los 14€ de la entrada y nos dispusimos a bajar la intensa escalinata hacia ella. Que sepáis que también se puede acceder a ella en barco, opción más cara, pero también obviamente, más cómoda.

Deciros que para llegar a ella hay que descender la llamada Escala del Cabirol, de nada menos que 654 escalones, que os llevará a la entrada a nivel del mar.

El paisaje de la bajada es impresionante, con esos bloques enormes de roca y la inmensidad del mar delante. Desde luego es muuuucho mejor visitarla a esta hora por la mañana porque por la tarde dando el sol de pleno puede ser muy duro la subida (anotar el dato 🙂

Después de una muy agradable bajada de unos 45 minutos llegamos a la famosa gruta, cuya entrada a nivel del mar, la verdad que impresiona. No me extraña que la cierren cuando hay oleaje porque el mar literalmente se introduce en la cueva.

Una vez dentro comienza la visita guiada en italiano e inglés. Nos cuentan que esta gruta tienen unos 4 kilómetros de ancho, pero la parte que se puede visitar apenas tiene unos cientos de metros de ancho.

Por la cueva discurre un rio subterráneo que corre por distintas salas y que muestran la belleza de la que es capaz la naturaleza solo con la unión del agua y las sales minerales. Impresionan las salas que visitamos, que además con el ruido del mar al fondo la hacen muy especial. Es la primera vez en mi vida que visito una cueva al borde del mar de estas características y todos coincidimos en que nos gustó mucho.

Después de unos 30 minutos de visita volvimos ya al exterior para comenzar la vuelta subiendo los 654 peldaños.

Tengo que decir que esta es una visita para mí imprescindible de la isla, no solo la cueva es espectacular, sino que la experiencia de llegar hasta ella, ya sea en barco o por la escalera, disfrutando de las preciosas vistas que la rodean, hacen que merezcan mucho la pena.

Volvimos al coche y ya por fin íbamos a tener la primera toma de contacto con las joyas de la corona de la isla, las playas, y para comenzar, qué playa, una de las consideradas mejores del mundo y por supuesto en el top 3 de la isla, la playa de la Pelosa en Stintino, en el extremo noroeste de la isla.

Debéis saber que esta playa está tan protegida que hay que pedir cita por internet para poder visitarla (3.5€ pagamos). Lo podéis hacer en este link Reserva la Pelosa o descargaros su APP. Tener en cuenta que suele estar muy demandada así que esperar normalmente muuuuuucha gente. De los 1,500 permisos diarios700 plazas se pueden reservar con antelación sin límite de tiempo. Otras 700 autorizaciones diarias salen a la venta con tan solo 48 horas de antelación, y 100 quedan para los alojados en los alrededores.

Aparcamos previo pago (1€/hora) porque en Cerdeña se paga por aparcar casi en cualquier lugar un poco turístico, sobre todo en las playas. Tras sacar el ticket nos acercamos a unas casetas habilitadas que hay para validar nuestra reserva y que nos pusieran una pulserita. Una recomendación, ir temprano porque si no, no podréis aparcar u os tocará pegaros luego una buena caminata, ya no os digo si váis en julio o agosto.

Nos acomodamos en la limpia e impecable arena que como os decía hace unas líneas hay que acudir sí o sí obligatoriamente con esterillas. Las podéis comprar en algún supermercado por 4 ó 5€ pero si lo dejáis para el final o para la misma playa pagaréis hasta el doble. Recordar, NO podéis poner vuestras toallas directamente en la arena. También hay un sitio habilitado para fumar, nada de hacerlo en cualquier sitio como en el 99% de las playas, y tengo que decir que la gente lo respetaba y me parece una idea más que estupenda.

Y la verdad, que todas las expectativas se vieron refrendadas cuando nos acercamos al agua, qué maravilla, con ese cambio de tonalidad del azul a medida que te adentras en el mar. IMPRESIONANTE.

Estuvimos unas tres horas disfrutando de la playa y sus aguas, tomando algo en el chiringuito (caro, como no podía ser de otra manera, cerveza a 5€). Os recomiendo caminar hacia su parte izquierda donde tendréis esta fantástica perspectiva de su paisaje más original, con la emblemática torre de piedra della Pelosa al fondo, construida en el siglo XVI para defender Cerdeña de invasores indeseables.

Una vez disfrutada y bien remojados, volvimos al coche y continuamos la ruta prevista hacia el este, hacia la localidad de Santa Teresa Gallura.

Pero antes decidimos hacer un break para visitar Castelsardo, famoso por su fortaleza medieval situada en un promontorio que domina toda la localidad.

Había pocos turistas a la hora que llegamos, sobre las 4 de la tarde así que pudimos aparcar más o menos rápido. Subimos a lo más alto, desde donde teníamos estas bonitas vistas.

Nos acercamos al castillo de los Doria, del siglo XII. Hoy acoge el Museo de la Cestería Mediterránea, una de las tradiciones más arraigadas de este pueblo pero decidimos no entrar y seguir callejeando por sus entonces vacías calles.

Nos acercamos a la iglesia de Santa Maria delle Grazie del siglo XII – XIII.

Visitamos también la Catedral de Sant’Antonio Abate, la cual ocupa el espacio de una antigua iglesia románica. Fue consagrada en 1503 y en la cripta podéis ver un museo de arte sacro.

Su ubicación es espectacular, al borde de un acantilado y desde donde se puede disfrutar de un bonito paisaje.

No sé si fue por verlo tan desierto y con tan poco ambiente que sinceramente este lugar me decepcionó, no le ví nada especial, me esperaba más 🤷‍♂️

Remprendimos la marcha, con una breve parada en la Roccia dell’Elefante, que os podéis suponer qué forma imita esta curiosa roca para ya continuar sin paradas hasta el lugar donde dormiríamos esa noche.

Llegamos a Santa Teresa Gallura y nos dirigimos a nuestro hotel, llamado La Funtana. Por una habitación doble y otra cuádruple, con desayuno incluído pagaríamos 266€.

Las habitaciones no estaban mal, sencillas pero muy limpias y cómodas.

La atención en la recepción fue estupenda y nos recomendaron sitios para cenar así que tras una rápida ducha salimos a dar un breve paseo por esta localidad de unos 5,000 habitantes pero que en verano multiplica su población ya que es muy turística y tiene un buen número de playas cercanas muy visitadas.

Salimos ya casi cuando el sol se estaba poniendo y caminando remontando la calle Santa Teresa llegamos al centro histórico hasta llegar a ver la iglesia de Santa Teresa.

Llegamos hasta la animada Piazza Vittorio Emanuele I para ya luego dirigirnos hacia una de las recomendaciones del hotel, el restaurante Mediterráneo… y como suele suceder en estos casos, suelen acertar porque la verdad que cenamos muy muy bien.

La comida todos coincidimos en que estaba muy buena.

Pedimos 6 platos para los 5, comimos pescado, pulpo croccante, calamares fritos, spaghetti carbonara y unos estupendos postres y pagamos 166€ (33€ por cabeza), no es barato pero comimos muy bien y la calidad precio me pareció muy buena. Ah, acostumbraos a que en Italia os suelan cobrar lo que llaman ellos el cubierto, 2.5€ por comensal. La anécdota de la cena fue que pedimos una cerveza con limón, algo habitual en España y nos trajeron una cerveza, con un plato con 3 rodajas de limón 🤣🤣

Salimos de cenar y oh, sorpresa, se puso a llover de repente así que llegamos al hotel corriendo a toda prisa.

Esta es la ruta que habíamos seguido ese día.

Miércoles 12 de junio de 2024

Nos levantamos pronto y disfrutamos del desayuno incluído tipo buffet en el hotel, segundo y último de este viaje.

Este día dudé mucho en hacer lo típico de esta zona, acercarnos al archipiélago de la Maddalena y visitar sus espectaculares playas, pero finalmente, y dado que en los días siguientes teníamos ya contratada otros dos tours en barco, decidí no hacerlo y visitar otros lugares, vosotros desde luego plantearoslo porque hablan maravillas de esas islas.

Una vez que dejamos el hotel nos acercamos al Capo Testa, un lugar que suele ser visitado para ver la puesta de sol y que nos gustó mucho. De nuevo vimos alguna calita con un color de agua espectacular.

Continuamos hasta el final de la carretera donde, aunque bastante transitado, encontramos sitio para aparcar. Llegamos hasta el faro, donde nos encontramos con un simpático habitante sardo dando un paseo matutino bajo el sol.

La verdad que la mezcla del paisaje granítico y las aguas turquesas lo hace muy interesante con lo que si estáis cerca y tenéis tiempo, me parece un buen lugar para dar un breve paseo.

Regresamos al coche y continuamos hacia el sur hacia el siguiente destino, Palau, un pequeño pueblo de pescadores que ha sabido hacer del aumento del turismo uno de sus puntos fuertes ya que desde allí parten los ferrys hacia el archipiélago de la Maddalena.

Dimos un paseo por el puerto y las calles principales pero al pueblo sinceramente, no le encontramos algo muy interesante, aunque no ayudaba a esto el hecho de que fuera un día entre semana y por la mañana. Quizás esta iglesia moderna, llamada Nostra Signora delle Grazie, fue lo más interesante que encontramos, así que enseguida volvimos al coche y seguimos la ruta.

Continuamos recorriendo esta Costa Esmeralda, 55 kilómetros de litoral que separan los municipios de Liscia di Vacca y Olbia, y que es una de las zonas más exclusivas del Mediterráneo, tanto para italianos como para extranjeros. A lo largo de ella abundan las villas suntuosas y los complejos hoteleros, sobre todo en Porto Cervo y Santa Teresa.

Teníamos ganas de disfrutar una de las playas de esta zona así que de las que tenía apuntadas, decidí ir hacia una llamada Liscia Ruja, un arenal de unos 700 metros de largo y con poca profundidad.

Para acceder a ella hay que desviarse de la carretera e ir los últimos kilómetros por un camino de tierra donde llegaréis a una zona de descampado entre los árboles donde como siempre encontraréis a unos amables habitantes que os harán pagar nada menos que 3€ por hora, ¡vaya precios!. Pagamos unas 4 horas y nos acercamos a la playa, que ya vimos que tenía una pinta espectacular. Nos llevamos la nevera y la sombrilla (que no hubo manera de clavar porque el viento se la llevaba). Finalmente acabamos alquilando una sombrilla y un par de hamacas al módico precio de 30€.

La verdad que la playa, estaba muy limpia y sobre todo el agua, cristalina en la orilla y de un color azul más intenso a medida que mirabas más adento, de nuevo cumplió ampliamente con nuestras expectactivas, con lo que la recomiendo al 100%.

Desde allí y ya sobre las 4 de la tarde decidimos ir a conocer el pueblo más famoso de esta Costa Esmeralda, Porto Cervo.

Dejamos el coche en un parking en el que increíblemente no tuvimos que pagar y nos acercamos al centro neurálgico de esta localidad, un centro turístico caracterizado por un estilo arquitectónico particular, con un laberinto de calles estrechas, arcadas y escaleras.

Llegamos hasta la plaza central, conocida por sus boutiques y tiendas de marcas de moda.

Y os preguntaréis, ¿cómo este lugar se convirtió en un sitio tan exclusivo y con tanto lujo? pues tiene su origen hace unas décadas ya, concretamente en los años 60 del pasado siglo, y gracias a la brillante intuición del príncipe Karim Aga Khan IV (descendiente de Mahoma, líder de los musulmanes ismaelitas (rama minoritaria del chiismo)) que con la ayuda de varios arquitectos transformaron la belleza de este litoral de Gallura en un lujoso destino turístico destinado a la élite mundial, formando parte de ese circuito supranacional del lujo que también incluye Saint-Tropez, Montecarlo, Mikonos o Ibiza.

Por aquí se han dejado ver estrellas como Bradley Cooper, Robbie Williams o Elton John. El metro cuadrado puede llegar a los 300,000€ y hay mansiones que superan largamente los 300 millones de euros. Por poner un ejemplo, en este año 2024 se vendió la lujosa y polémica Villa Certosa de Silvio Berlusconi por nada menos que ¡¡500 millones de euros!!

Bajamos hasta la costa, donde pudimos apreciar de cerca su puerto deportivo de aguas cristalinas.

Dimos un paseo a lo largo de esta zona y cruzamos un puente de madera para acercarnos a la zona del otro lado para, como no, y como buenos cotillas de lo que no estamos acostumbrados, ver de cerca los yates más grandes y lujosos.

Desde aquí podréis apreciar al fondo la zona de boutiques y algunas de las lujosas residencias de Porto Cervo, aunque las más exclusivas obviamente están mucho más aisladas a lo largo de la costa Esmeralda.

En esta zona pudimos ver 3 ó 4 yates impresionantes que nos dejaron boquiabiertos, cómo nos entretuvimos viendo salir no menos de 20 maletas de uno de ellos que llenaron dos furgonetas enteras, así también viajo yo….

La verdad que Porto Cervo, por el que no aprecié mucho entusiasmo por su visita en todo lo que leí previamente, tengo que decir que desde luego que lo recomiendo, me pareció curioso y digno de ver, ya no sólo por ver tanto lujo (que hay y siempre habrá en el mundo) sino también porque el paseo por su pequeño puerto es más que agradable, y si alguien tiene algo suelto siempre se puede comprar algún trapito 🤑. Yo por supuesto que «piqué» como siempre algo en mi marca favorita.

Avanzaba el día y como teníamos todavía un largo camino de coche por delante hasta el lugar donde íbamos a dormir esa noche (unos 135 kilómetros) nos pusimos en ruta rumbo al sur.

Si tenéis más tiempo podéis, además de otras playas únicas de esta costa, podéis visitar las necrópolis de Li Muri, que data de la segunda mitad del IV milenio a.C., y los complejos nurágicos de Malchittu y Albucciu. También tenía apuntado para visitar el pueblo de San Pantaleo, este no del litoral sino del interior.

Aparte de un paisaje bastante seco, os encontraréis paisajes muy montañosos. Como muestra, un botón, la zona montañosa del Supramonte, cercana ya a nuestro destino final del día.

Llegamos al municipio de Dorgali, donde se encuentra su visitado Museo Arqueológico, y nada más salir del pueblo y tras pasar un corto túnel, nos encontramos de bruces con un mirador desde el que podréis contemplar esta auténtica puerta entre la montaña y el mar, un pedacito del maravilloso golfo de Orosei.

Tras descender por la sinuosa carretera llegamos al vecindario de Cala Gonone, para dirigirnos a nuestro alojamiento de esa noche, un apartamento de planta baja llamado Casa Vacanze Mura. La casa, sencilla y sin lujos, la verdad que estaba muy limpia y nos hizo el servicio perfectamente, tenía dos habitaciones y un sofá cama. Pagamos 153€ por esa noche, tasa turística aparte (1,5€ por persona). Precio un poco alto quizás, pero tener en cuenta que esta zona es muy muy turística.

Nos duchamos y bajamos a dar una vuelta por el pueblo para cenar. Encontrar las calles de la zona de la playa con algo de bullicio siempre me gusta, mucho más que encontrarlas desiertas.

Finalmente nos decantamos para cenar en un restaurante que estaba casi lleno y con vistas al mar, de nombre Snoopy. Pedimos platos fuera de lo que son pasta y pizza y la verdad que nos gustaron mucho.

De postre, uno típico de Cerdeña, las seadas, una especie de empanadilla dulce bañada de miel. La probé y no estaba mal pero desde luego que me quedo con el tiramisú🤷‍♂️ .

Cenamos bastante bien y pagamos 108€ por un plato cada uno, con postre y bebida, apenas 22€ por persona, no está mal.

Esta es la ruta que habíamos hecho este día. Fijaos en la distancia y el tiempo, que dice mucho de la velocidad media que alcanzaréis en toda esta zona, muy baja.

Jueves 13 de junio de 2024

Nos levantamos y bajamos en coche hacia la zona del puerto, aparcamos en zona gratuita y desayunamos en la pastelería Disizos, un lugar estupendo lleno de dulces. Recordemos que en Italia hay más costumbre de desayunar dulce que salado, mucho más que por ejemplo sucede en nuestro país. Comimos algo acompañado de un café y compramos unos bocadillos para la ruta. Pagamos 36€.

Para este día (y por eso habíamos decidido dormir en Cala Gonone en lugar de otros sitios cercanos como por ejemplo Orosei) habíamos reservado desde España una de las excursiones que yo recomiendo hacer sí o sí en esta cosa sarda. Reservamos en la página Excursión Cala Gonone, pero si no es temporada alta podéis hacerlo directamente en el propio puerto que como véis está repleto de casetas que ofrecen básicamente lo mismo.

El barco partía a las 10h de la mañana y estaríamos hasta las 17:30h. Pagamos 60€ cada uno por ir en esta embarcación, que la verdad que no estaba mal, eso sí, daros crema solar en cantidades industriales.

El recorrido transcurre por las fantásticas calas del llamado Golfo de Orosei, también llamada Costa de Baunei, consideradas de las mejores de Europa.

Las dos vías de acceso principales del Golfo de Orosei se ubican en los dos extremos del parque nacional, en la localidad de Cala Gonone al norte y Santa Maria Navarrese al sur.

Íbamos 11 personas en el barco y como siempre de las más variopintas nacionalidades, una pareja eslovaca, unos argentinos, dos franceses, etc y un sardo a los mandos que nos iba dando explicaciones en inglés e italiano de los lugares más interesantes.

Primero os encontraréis unos acantilados calizos horadados por la fuerza del agua con cuevas como por ejemplo la Gruta del Blue Marino.

La embarcación iba haciendo stops en las sucesivas playas del recorrido, en algunas paraba y en otras no. En Cala Fulli, la primera de ellas, pudimos tirarnos al agua y nadar unos minutos.

A continuación pasamos por Cala Luna, en la que desembarcaríamos a la vuelta, una de las top del recorrido. Luego pasamos ante cala Sisine, otra bonita playa aunque la vimos también desde el mar.

La siguiente ya era un plato fuerte, quizás la mejor y más conocida de todas, Cala Mariolu.

Obviamente estas rutas tienen el inconveniente de que son tan populares que cuando llegas a una de estas playas, digamos, paradisíacas (me acuerdo de la famosa playa de Di Caprio de las Phi Phi Islands en Thailandia) son de todo menos solitarias, pero bueno, es lo que tiene el turismo masivo, y eso que estábamos en junio, no me quiero imaginar esto en julio y agosto. A pesar de esto, estuvimos agusto, nos dimos unos buenos baños y pasamos como una hora disfrutando de sus aguas.

Os recomiendo caminar hacia los lados y descubrirla por completo. Si tenéis escarpines o sandalias os resultarán útiles porque las playas no son de arena si no de piedras finas que molestan al caminar.

De vez en cuando veíamos llegar a gente cargada con mochilas que habían accedido a esta cala caminando desde su parte sur.

En el extremo norte tenéis un recodo que podéis ver desde un promontorio de roca que permite ver lo espectacular que esta playa, no os lo perdáis.

Después de pasar los minutos finales entretenidos observando una sesión de fotos a una modelo despampanante, nos vino a recoger nuestra lancha y seguimos la ruta hacia el sur.

Veríamos desde el mar una cala llamada Gabbiani para poco después alcanzar la fantástica y famosa Cala Goloritze, en la que tampoco desembarcamos, esta porque no está permitido. Lo que sí se puede hacer para acceder a ella es ir por tierra con un trekking de algo menos de 4 kilómetros con un desnivel importante. Calcula al menos una hora y media de ruta y ve preparado con agua y comida porque allí no tendrás ningún servicio. Ah, y una buena amiga nos recomendó que si la hacíamos tomáramos algo (por ejemplo un desayuno) en un bar llamado Su Porteddu. ¡Ojo! Este enclave natural está protegido con un aforo limitado a 250 personas al día. Debido a ello, tienes que reservar un permiso de acceso gratuito en la app Heart Of Sardinia.

Continuamos hacia el sur hasta llegar a una especie de fiordo o entrante llamado Porto Pedroso, donde dimos la vuelta y regresamos. Habíamos recorrido según el capitán de nuestra embarcación, unos 23 kms desde Cala Gonone.

A la vuelta, además de que nos dieron un pequeño aperitivo de embutido y vino blanco nos permitieron desembarcar en la segunda y más larga parada del recorrido, en la también fantástica y popular Cala Luna.

Nos acomodamos en la isla que aunque con gente, esta era bastante más larga que Mariolu con lo que podíamos estar más cómodos. Nos comimos el bocadillo en el extremo sur, con estas fantásticas vistas.

Esta playa tiene incluso un chiringuito bastante grande donde se puede comer. Nosotros nos tomamos un café tranquilamente en su agradable y amplia terraza. A esta playa también se puede acceder a pie, podéis informaros cómo con una simple búsqueda.

Como teníamos tiempo, me dí un paseo que recomiendo hasta su parte sur, donde como véis las formas de la roca asemejan una gran ola.

En esta zona os encontraréis varias cuevas que permiten tener esta perspectiva tan característica de esta cala.

La verdad que es un acierto parar en esta playa, me encantó, como siempre, qué color de agua, espectacular.

Ya sobre las 16h se acercó nuestro transporte para hacer ya el camino de vuelta.

Tras disfrutar del trayecto de vuelta, llegamos bajo un sol de justicia a nuestro sitio de partida, eran sobre las 17h.

Aquí tenéis un mapa local que os puede ayudar a planificar vuestro viaje o a aclararos bien dónde está cada lugar, sobre todo sus fantásticas playas.

Nos tomamos un helado y luego unas cervezas, disfrutando de las vistas.

Regresamos al coche para ya ir hacia nuestro siguiente destino, que no sería en la costa, ni cerca de una playa.

Dado que en Cerdeña hay múltiples establecimientos de lo que llaman allí agriturismo, que podría traducirse de una manera literal como un tipo de turismo que gira en torno a la agricultura y la vida en el campo y que en España lo solemos asociar al ecoturismo, decidí buscar uno y reservar al menos una noche. Me decanté finalmente por uno llamado Neulè del que os dejo su página web (Ecoparco Neulè).

Las habitaciones como habíamos leído estaban bien, y tienen ese toque de madera y rural que a mí personalmente me encanta.

Pero lo que quizás atrae más de este alojamiento son sus estupendas vistas al Lago del Cedrino😍😍.

Así que después de ducharnos nos tomamos una cervecita, como no, la local de nombre Ichnusa, que con esta puesta de sol siempre sabe mejor, que lugar tan estupendo.

Otro de los factores que me hizo decantarme por este alojamiento es que este permitía disfrutar de una típica cena sarda, así que ni me lo pensé.

La cena sarda no la hacen todos los días y sólo si hay un mínimo de comensales pero ese día tuvimos suerte porque éramos unas 30 personas, la mayoría extranjeros por cierto. En este agradable salón la disfrutaríamos.

Empezamos por los entrantes, unos embutidos, tan populares en el país transalpino, acompañado de un tipo de picadillo de carne especiado muy sabroso.

Luego continuamos como no con pasta, que en Italia la toman por la noche sin ningún tipo de problema, un buen plato de orechiette.

Y cuando ya estábamos algunos casi llenos, llegó el plato estrella y más contundente, la carne, que vimos fuera cómo se iba haciendo poco a poco al método tradicional. Es el Porceddu o maialetto (el cochinillo que llamamos en España), uno de los platos más famosos de Cerdeña.

Aquí nos plantaron este plato que a ver si teníamos narices de terminarlo.

Llegaron los postres y nos ofrecieron degustar unos licores típicos sardos (el mirto como no, no podía faltar) y la verdad que acabamos bien bien llenos, a la vez que satisfechos.

Pagamos 45€ por la cena, un precio alto pero es verdad que fue mucha comida y hecha en casa al 100%, y como digo yo, por lo bueno y tradicional nunca hay que escatimar.

Esta es la situación del alojamiento, como véis muy cerquita de la costa.

Viernes 14 de junio de 2024

Ese día dormimos fenomenal, en un entorno de tranquilidad y de cero ruidos y bajamos a degustar el impresionante desayuno que nos esperaba, todo ‘fatto a mano’ y muy muy bueno.

Este fue el alojamiento sin duda más caro de todo el viaje, pagamos por las dos habitaciones que eran triples, en total 290€, desayuno incluído. La atención fue muy buena y las instalaciones impecables, un lugar muy recomendable y que volvería sin duda.

El alojamiento ofrece actividades como suele ser habitual tipo excursiones a caballo, alquiler de bicicletas o kajaks pero ya que estábamos en Cerdeña, ver algo que sólo haya allí, ¿no? e investigando sobre un sitio para visitar en medio de la naturaleza encontré la llamada Gola de Gorropu, esto es, un espectacular desfiladero único que cuando ví fotos de él, me dije, ahí hay que ir.

Este cañón, que es el más profundo de toda Italia y leímos que el segundo de toda Europa, es una gigantesca grieta que ha erosionado el río Flumineddu y que llega a alcanzar los 500 metros de altura.  

Después de estudiar la visita antes de ir, averigué que hay dos rutas principales para llegar a ella, la ruta 1 que indico más durilla pero con mejores vistas, y la ruta 2, más larga pero de menos desnivel, aunque sin apenas tramos totalmente llanos.

  • Dificultad moderada: 6 kms (sólo ida). Desde el puerto de montaña de Genna Silana parte del parking del hotel Silana. Aquí os pongo el enlace de la estupenda web Wikiloc (RUTA 1)
  • Dificultad fácil: 8.6 kms (ida). Desde el Puente S’Abba Arva. (RUTA 2)

Nosotros finalmente nos decantamos por la segunda así que pusimos rumbo desde nuestro alojamiento al Puente S’Abba Arva. Paramos antes a comprar unos víveres en un pueblo cercano y aparcamos en un amplio parking que hay junto al puente. Por lo visto cobraban 8€ pero no sé si por llegar pronto o por no ser temporada alta, no pagamos nada.

El camino discurre durante unas dos horas por un tramo del río Flumineddu y la ladera sureste del monte Oddeu.

Llegamos a la entrada de la garganta donde había una caseta y donde como sabíamos, había que pagar 6€ por entrar, mmm, tengo mi opinión sobre estas tasas… si son para protegerlas, ok, pero no me imagino en España tener que pagar por hacer una ruta, la verdad. Ojo, no admiten tarjetas así que llevar dinero en metálico.

Os darán una pequeña explicación, que para nosotros fue en español, y nos dijeron que estadísticamente los alemanes son los que más les visitan de fuera de Italia, españoles, no muchos.

Entramos y comenzamos a subir por el lecho del río que en este mes se encontraba completamente seco. Lleno de enormes piedras, el acceso es estrecho pero es fácil avanzar en esta primera parte, donde podemos tener vistas tan bonitas como esta.

La corta ruta que se puede hacer ya en la propia garganta, se divide en tres partes según el tipo de dificultad, con una primera señalizada como verde, luego una amarilla algo más complicada y donde el paisaje ya empieza a ser mucho más espectacular y finalmente una roja que viene indicada como sólo recomendada para visitarla con un guía especializado y bien equipado.

La verde estaba llena de grandes rocas pero se podía atravesar más o menos fácilmente.

Luego ya llegamos a la parte amarilla, donde ya se iba estrechando el cañón y el avanzar se hacía más complicado (aunque para nada si estás medianamente en forma).

Esta zona ya es impresionante, con unas paredes a ambos lados espectaculares y donde hay que tener cuidado al cruzar por encima de las piedras porque son bastante resbaladizas aunque estén secas, ese es el mayor peligro.

Llegamos al límite donde empezaba la zona roja y a la que decidimos ya no continuar siguiendo las recomendaciones oficiales (cosa que no todo el mundo hacía), luego suceden los accidentes.

Regresamos a la zona donde estaba la caseta informativa y nos indicaron que había una fuente donde se puede coger agua para beber y refrescarse. Comimos el bocadillo que llevábamos e iniciamos el camino de regreso.

Deciros que si habéis hecho la ruta más dura y no os apetece regresar caminando tenéis la posibilidad de hacerla de vuelta en vehículo 4×4 previo pago de 18€ por persona. La opción de ruta que hicimos nosotros no tenía esa opción.

Para esa noche, había reservado desde España con la página Booking.com un apartamento en la localidad de Muravera (me costó bastante encontrar alojamiento en esta zona del sureste a buen precio) así que tras la ruta pusimos rumbo al sur, que teníamos unos 110 kms pero de carretera nacional. Atravesamos de nuevo unos espectaculares paisajes montañosos.

Llegamos al alojamiento en este pueblo de unos 5,000 habitantes donde una amable propietaria nos acogió y nos dió las instrucciones del apartamento que la verdad que estaba muy bien, con dos habitaciones, una cocina con sofá cama muy cómodo y una estupenda terraza. Además nos recomendó un restaurante para cenar. Pagaríamos 140€ por el apartamento que encontraréis como Residenza Petrera.

Después de ducherno, salimos en búsqueda del sitio recomendado, y la verdad que nos pareció que el pueblo tenía bastante poco ambiente, a pesar de que era viernes. Llegamos al lugar, que realmente era una hotel, llamado Green Gallery Hotel y en su casi vacío comedor nos acomodamos y pedimos la carta.

Comimos un poco de todo, pasta, atún, una bruschetta, hamburguesa, unos 8 platos para los 5, que con postre y bebidas pagamos 127€. La verdad que no estuvo mal, cenamos bien, sencillo pero bien.

Esta fue la ruta que habíamos hecho ese día.

Sábado 15 de junio de 2024

Nos levantamos temprano y tras recoger todo salimos a la búsqueda de un lugar para desayunar. Finalmente lo hicimos en un bar de lo más local rodeado de lugareños de avanzada edad llamado Corallo. Tomamos 5 cafés con 5 croissants y pagamos 19€.

A continuación buscamos una tienda para hacer compra para los próximos días. Aquí apreciamos claramente la importancia de la pasta fresca en la gastronomía italiana. Opciones como los ravioli ripieni o los gnocchetti sardi son muy populares.

Este día ya llegaríamos a Cagliari, última parada de nuestro viaje, pero antes habíamos previsto pasar la mañana en alguna playa ya que en esta zona del sureste de Costa Rei – Villasimius las hay y muy buenas.

Después de una recomendación de mi buena amiga Elisabetta, sarda y que conocí en Panamá, acudimos a la playa Porto Giunco pero ese día sí que no tuvimos suerte con el clima, estaba nublado y hacía bastante viento, lo que por lo visto suele ser bastante habitual en esta zona.

En este mapa que fotografié veréis la situación de esa playa y de otras cercanas.

Llegamos al parking de la playa, donde como no, había que pagar 5€ por dejar el coche y nos acomodamos en el arenal que debido al tiempo no muy agradable deslucía bastante aunque tengo que decir que la playa estaba muy bien, limpia, de arena fina y aguas cristalinas.

Si no sois de estar todo el tiempo tumbado en la toalla y os gusta un poco de actividad, recomiento subir a la colina del sudoeste, en cuya cima, se alza la imponente Torre de Porto Giunco que, con sus nueve metros de altura, fue construida en el s. XVII por los españoles para defenderse de los ataques de los piratas.

Desde este promontorio hay unas vistas estupendas y se puede apreciar la laguna de Notteri donde habitan flamencos rosados y otras aves migratorias y los dos chiringuitos donde podréis tomar algo tranquilamente.

Comimos un bocadillo y dado que el sol no aparecía, qué lástima, decidimos ya dejar la playa y dirigirnos a Cagliari.

En esta zona si tenéis tiempo podéis también acercaros a conocer Punta Molentis o al Capo Carbonara, el punto más al sur de esta costa sudeste y donde podréis observar a lo lejos la cercana isla Cavoli. También un plan que sopesé pero que finalmente por horario deseché fue conocer el Museo dell’Olio di Dolianova, que incluye una visita guiada y degustación de aceite y que puede ser algo diferente e interesante.

Llegamos a Cagliari, por supuesto la ciudad más importante de Cerdeña con sus 150,000 habitantes y donde había reservado otro apartamento para las dos siguientes noches que resultaría el mejor de todo y por mucha diferencia.

Después de una comunicación perfecta con su propietario, Gian Franco, un amable sardo que nos hizo la estancia más que fácil llegamos a nuestro alojamiento donde nos esperaba nuestro amigo para darnos las llaves y mostrarnos el impresionante apartamento llamado Blue Sea Rooms Apartment Cagliari por si lo queréis buscar en Booking.com aunque yo recomiendo reservarlo directamente con él. Aquí os dejo su contacto que él me ha permitido añadirlo aquí +39 345 521 4825. Pagamos 290€ por las 2 noches.

El apartamento dispone de 3 habitaciones, pero cada una con su ¡¡baño privado!! un lujazo. Tiene una cocina, terraza y dispone de lavadora. Los 5 coincidimos en que estaba espectacular.

Además fue tan amable Gian Franco de dejarnos esto para nuestra llegada. Debutaba España en la Eurocopa de Alemania que finalmente ganaríamos y nos vino de maravilla para disfrutar del 3 – 0 a Croacia.

Si no disponéis de coche o no queréis cogerlo, para ir al centro está el autobús M a apenas 50 metros de la casa. Nosotros decidimos ir con el coche porque ya era un poco tarde y no nos queríamos retrasar. Por recomendación de Gian Franco fuimos a la zona de la playa Poetto, con su famoso y visitado paseo marítimo Viale Lungo Mare Poetto. Ahí mismo estaba el restaurante Antica Cagliari, también recomendación suya. Esta es su situación con respecto al apartamento.

Por fuera el restaurante prometía…

El sitio la verdad que estaba bien, comida más elaborada, mejor servida, de raciones pequeñas, como la nueva cocina que dicen ¿no?. Degustamos por ejemplo este pulpo in crosta muy original, estaba bueno.

Y por supuesto el tiramisú, postre estrella en nuestro grupo.

Pagaríamos la cuenta más alta de todo el viaje, 188€ en total, cenamos bien pero vamos, yo es que soy más sencillo, no necesito muchos lujos.

Dimos un paseo y nos acercamos a la playa, era sábado y había bastante ambiente pero estas zonas suelen ser más de disfrutarlas de día aunque pude leer que tienen bastante vida nocturna los chiringuitos, supongo que en temporada más alta. Esta spiaggia tiene hasta 8 kilómetros nada menos de arena.

Paseíto y regresamos al apartamento a descansar.

Esta es la ruta que habíamos seguido ese día.

Domingo 16 de junio de 2024

Nos levantamos y nos fuimos al centro sin desayunar, queríamos hacerlo en el corazón de Cagliari. Era domingo, con lo que no teníamos que pagar por aparcar en zona azul así que llegamos cómodamente en coche y lo dejamos por la zona del puerto, concretamente en este parking Parcheggi Cagliari Centro, Piazza Deffenu.

Cagliari, que con su área metropolitana alcanza los 430.000 habitantes, casi la tercera parte de la población de la isla (que está en torno a 1,5 millones), conserva importantes restos de los períodos fenicio, cartaginés y romano. Los barrios históricos de Stampace, Marina, Villanova y Castello, están salpicados de iglesias a cada paso por sus transitadas calles y son los más céntricos de la capital.

Una vez dejado el coche caminamos hacia el barrio de Marina, de calles comerciales en cuadrícula. El área, que antaño era hogar de pescadores y comerciantes, hoy alberga los mejores restaurantes y bares de la ciudad y representa también la mezcla étnica de culturas.

Tuvimos que buscar un poco porque no encontrábamos bares abiertos a esa hora (sobre las 9 y media) hasta que finalmente nos topamos con uno llamado Rafè coffee & shop e bistrot. Como indico arriba era domingo y además llovía un poco, así que se levantó el día no muy agradable.

El sitio, turístico, y más bien caro, estaba lleno hasta la bandera y nos tardaron en atender. Desayunamos unas cuantas cosas, no sólo bollería, algún bocadillo, zumos de naranja, cafés y pagamos una buena receta, 60.5€.

Terminamos y ya nos propusimos ir a conocer los monumentos más importantes de Cagliari, que afortunadamente están bastante cerca unos de los otros.

Caminamos hacia un costado y visitamos la Iglesia de Santa Eulalia, construida en estilo gótico-catalán y que alberga vestigios de época romana.

Tras visitarla, comenzamos a caminar colina arriba y nos encontramos con uno de los monumentos más emblemáticos, el Bastión de Saint Remy que separa el barrio Marina del que venimos y los de Castello al oeste y Villanova al este. Fue construido en piedra caliza blanca y amarilla a finales del siglo XIX en las antiguas murallas de la ciudad y llega hasta una imponente altura de 20 metros. A mí personalmente fue uno de los monumentos que más me gustaron. Es de estilo neoclásico.

Muy cerca está el Giardino Sotto Le Mura un jardín muy bonito y un lugar ideal para descansar. Desde allí, se puede tomar el ascensor hasta lo alto del Baluarte si no quisiérais subir las escaleras, pero vamos, yo lo dejaría para la gente que de verdad lo necesita.

Una vez arriba podréis disfrutar de una panorámica estupenda de la ciudad y del puerto. La amplia Terraza Umberto I a la que llegaréis la encontraréis seguramente llena de turistas y de vendedores ambulantes.

Continuamos ya recorriendo el barrio de Castello, que recordemos fue fundado en el siglo XIII y se encontraba fortificado con muros, torres y bastiones. Subimos por la vía Nicolo Canelles hasta llegar a la Piazza Carlo Alberto. Toda esta zona está bien, pero no me acabó de entusiasmar esa mezcla de edificios bien conservados y algunos bastante deteriorados y decadentes.

Lo que sí me gustó mucho y lucía estupenda fue la Catedral de Santa María. La Iglesia original fue construida por los pisanos en el siglo XIII, aunque fue objeto de remodelaciones y ampliaciones posteriores que terminaron en 1930 con la sustitución de la fachada barroca de 1702 por la actual de estilo románico-pisano.

Al lado de ella está el Antiguo Palacio de la Ciudad o Palazzo Bacaredda, que fue la primera sede municipal de Cagliari desde la Edad Media hasta 1906 como rezaba en una placa informativa. El edificio se remonta al siglo XIII pero fue reformado por los piamonteses en 1787.

El interior de la catedral obviamente merece una visita, construido en mármol la verdad que impone por dentro, muy bonita. Además como era domingo pudimos quedarnos un poco a ver cómo se celebraba la misa.

Junto a ella recomiendo visitar también la pequeña y curiosa chiesa de Nuestra Señora de la Esperanza, de religión ortodoxa y cuya misa y cánticos pude disfrutar durante un rato y que me resultó de lo más curioso, me vino a la memoria mi visita a Atenas hace unos años, plagada de iglesias ortodoxas.

Continuamos subiendo, para ver a nuestra derecha el Palacio Real, antigua sede del Vicerreinato con Pedro IV de Aragón y que si tenéis tiempo recomiendo su visita interior.

Siguiendo el camino en ascenso os encontraréis con un mirador a la derecha que os permitirá contemplar otra perspectiva de la ciudad.

Por fin en su parte más alta, llegamos a la Piazza Arsenale donde encontramos por casualidad esta placa dedicada al paso del más famoso escritor español por Cagliari y que podríamos traducir como: al soldado de la expedición española a Túnez Miguel Cervantes que llegó al mar de Cagliari en Septiembre de 1573. Año 1955. Autor: Asociación de Amigos del Libro.

Al escritor, que como todo el mundo sabe perdió un brazo en la batalla de Lepanto en 1571, el rey Felipe II lo envió a Túnez, con salida prevista desde el puerto de esta ciudad en 1573.

Aquí podréis ver laTorre de San Pancrazio que con sus 36 metros de altura es el punto más alto desde donde se divisa toda la ciudad de Cagliari, con una vista de 360º y la que podéis subir. Justo al lado se encuentra la Torre del Elefante, construida en 1307 y que debe su nombre a una pequeña figura de piedra de ese animal que sobresale de su fachada.

Al lado del castillo entramos en un complejo construido en los años 70 en la zona que albergó el Real Arsenal, ahí se encontraban el Museo Arqueológico, la Pinacoteca y un par de museos más pero todo lo encontramos muy desangelado, sorprendentemente vacío, y no debían estar cerrados los domingos, según sus horarios oficiales. Esta zona sinceramente nos dejó a todos bastante fríos, quizás no dimos con la visita más óptima 🙄. Si podéis contratar un free tour, hacerlo, yo por más que busqué no conseguir dar con uno, además no ví ninguno en todo el recorrido.

Salimos por la Porta Cristina para dirigirnos a ver el edificio público más importante de la Cerdeña romana, el Anfiteatro Romano de Cagliari, que según la placa que hay en la entrada fue construído en el siglo II d.c.,. Con una capacidad para 10.000 espectadores, estos asistían a combates a muerte entre gladiadores, entre hombres y fieras y a la ejecución de penas capitales (como decía Obelix, están locos estos romanos….).
Había que pagar para entrar a verlo, pero vamos, con verlo desde fuera, yo creo que no merece la pena más.

Y aquí terminó nuestra visita de los monumentos más céntricos y creo que más importantes de la ciudad.

A continuación nos dirigimos al barrio de Stampace, concretamente a su principal calle, el Corso Vittorio Emanuele II. Sin mucho ambiente ya que en esta zona por lo visto suele haber más movimiento por las tardes, las calles y la arquitectura me gustó ya más que la zona que habíamos visto.

Tomamos algo, entramos en alguna tienda a comprar algo y un poco más pronto de lo habitual para nosotros (sobre las 13h) nos propusimos buscar un restaurante, como suelo hacer la mayoría de las veces, improvisando sobre la marcha. Había tanta oferta que era difícil decidirse pero finalmente nos sentamos en el restaurante Grotta Marcello, en la Piazza Jenne, ya que además ofrecía la posibilidad de pizzas sin gluten. A pesar de lo céntrico que estaba, sus platos de pizza y pasta estaban en torno a los 15 – 16€ con lo que con bebida y postre pagamos en total 113€ (unos 22.5€ por cabeza). Fueron muy amables y la comida estuvo buena.

Como teníamos una actividad que empezaba a las 16h, de ahí el comer pronto, caminamos ya a paso ligero en dirección al coche atravesando otra calle comercial importante, la via Giuseppe Manno donde no podíamos no hacernos la foto de rigor de nuestros Zaras por el mundo. Publicidad gratis don Amancio 😄.

No faltó tomarnos otro helado, siempre con la panna sobre el mismo para llegar al coche sobre las 15h.

Este es el camino que habíamos seguido esa mañana.

La actividad contratada como decía era a las 16h y consistía en un paseo en barco acercándonos a la Sella del Diavolo y Calamosca y que debíamos tomar en el Porticciolo di Marina Piccola, en el extremo oeste de la playa del Poetto. Duraba unas 3h y haría 3 paradas. Lo contratamos con la empresa Civitatis y pagamos cada uno 65€.

Esta era la lancha, muy parecida a aquella con la que recorrimos el Golfo de Orosei.

Arrancó la embarcación el desganado capitán para llevarnos en primer lugar a los pies de la Torre del Poetto, que se encuentra en el promontorio de la Sella del Diavolo. Esta es una zona natural que separa la playa del Poetto de la de Calamosca y que cuenta con un camino natural para hacer a pie permitiendo disfrutar de un bella panorámica del golfo de los Ángeles y que nosotros pudimos hacer desde el agua.

Junto a la Torre hicimos la primera parada y aunque el día no invitaba mucho porque seguía nublado, al estar ahí resguardado del viento nos animamos algunos a bañarnos.

Este lugar a los pies del acantilado, tengo que decir que estaba muy bien, un entorno tranquilo y muy agradable, y por supuesto de aguas limpias, que habrían lucido más de haber estado el día soleado.

Como a la media hora reiniciamos la marcha para bordear la costa y llegar a la playa de Calamosca, donde hicimos otra parada en un entorno que no me gustó tanto como el primero pero que tampoco estaba mal y desde el que se podía ver la Torre dei Segnali o Calamosca, y su vecino faro. La torre fue alzada en 1638 y su construcción formó parte del proyecto de defensa español en Cerdeña.

Después de una parada final y más larga donde la primera y cerca de tres horas en total regresamos al puerto, no sin antes disfrutar de la brisa marina e irnos despidiendo de la ciudad que veíamos a lo lejos bajo una inminente y nublada puesta de sol.

¿Opinión? a ver, el paseo en barco no estuvo mal, no es un mal plan, es verdad que veníamos del anterior que fue espectacular por Gonone y eso hizo que este quedara deslucido pero insisto, no me parece un mal plan si tenéis muchos días o si queréis algo más tranquilo que patear y patear la ciudad, que sinceramente, tampoco es que me haya enamorado de lo que pude ver.

Esta es la ruta aproximada que habíamos hecho de ida y vuelta.

Tras dejar el puerto, nos acercamos al paseo junto a la playa del Poetto que de día lucía mejor, aunque sin gente. Al fondo está el pequeño puerto deportivo de donde salió nuestra embarcación y el saliente de roca que hay detrás es la Sella del Diavolo.

Dimos un paseo por, ahora sí, su animado lungomare, y ya sobre las 20h fuimos a cenar en un restaurante llamado Al Poetto. Esta vez cenamos muy muy bien, yo disfruté como un loco de un arroz con marisco es-pec-ta-cu-lar, lástima que no fuera la ración más grande.

El resto también disfrutó de sus platos tanto que todos coincidimos que posiblemente este había sido el mejor restaurante de toda nuestra estancia en Cerdeña así que apuntarlo bien.

Pagamos la cuenta de 119.5€ y regresamos a nuestro alojamiento. Al día siguiente había que madrugar para regresar.

Y ya el lunes 17, tras recorrer los apenas 15 minutos que hay del apartamento al aeropuerto en coche y devolverlo tras haberle hecho unos 1,100 kilómetros regresamos a España en un vuelo de la compañía Ryanair con la sensación de haber pasado una muy buena semana en la isla italiana.

Espero que os animéis a disfrutarla también y que esta detallada entrada que he hecho os ayude a planificar y sacar el máximo «jugo» a vuestro viaje.

Esta es la ruta resumida uniendo los hoteles que habíamos hecho:

AUSTRALIA (G.O.R – MELBOURNE – SIDNEY)

Este viaje a las Antípodas no es uno cualquiera, para mí ha significado el VIAJE con mayúsculas. Es aquel que un viajero como yo sueña y que parece increíble que finalmente uno lo pueda llevar a cabo, por lejanía, por tiempo, por sobre todo el coste económico que supone, no sé, porque es un destino que parece inalcanzable pero gracias a un esfuerzo y tras una minuciosa preparación para evitar intermediarios y agencias y así ahorrar en el presupuesto, alcanzar este super destino fue posible. Además fue muy especial para mí porque lo pude hacer con mi hija de 11 años, cuarto viaje ya de su vida fuera de España y primero fuera de Europa, menudo destino para estrenarse.

Tengo que decir que me hubiera gustado estar más tiempo en el país, visitar la Gran Barrera de Coral, subir más hacia el este hacia Brisbane y Gold Coast, visitar el Monte Uluru e incluso la costa oeste pero el tiempo y el dinero son los que son y no se pueden estirar. Australia es enorme, recordemos que es el sexto país más grande del mundo y España apenas ocuparía un 6.5% de su territorio y sin embargo tiene un poco más de la mitad de habitantes que nuestro país, sólamente 26.5M (2023).

Para que os hagáis una idea de su tamaño, en este mapa podéis ver una simulación de lo que ocuparía Europa (sin tener en cuenta ni Rusia ni Escandinavia) dentro de Australia.

Pensé desde el principio no llegar al continente directamente porque el viaje (más bien, los viajes) en avión para llegar allí, realmente son terribles de cansancio y por ello preparé una escala para la ida y vuelta en un destino como Kuala Lumpur, que a la postre, resultó ser creo un gran acierto.

Después de para la ida hacer una escala de dos días y medio en la capital de Malasia y que podéis consultar en detalle en mi entrada KUALA LUMPUR llegamos a Melbourne en un vuelo con la compañía precisamente malasia de bajo coste Air China. Mucho cuidado con esta aerolínea porque nos cambió dos veces la fecha de ida y regreso y es muy muy exigente con el peso de las maletas. Si tienen que pesar 10 kg, debéis estar convencidos de que no os libraréis y os las pesarán.

Un 19 de marzo a las 5 de la madrugada y realmente muy cansados por haber dormido poco en el vuelo de 7 horas desde KL, tocábamos por primera vez un nuevo continente, Oceanía 🤗🤗.

Veníamos un poco asustados por la fama que tiene este país de hacer exhaustivos controles y trámites para entrar en él, pero nada más lejos de la realidad, sólamente encontramos un cartel de lo que estaba prohibido introducir en el país pero ni nos registraron el equipaje como esperábamos ni nada, no sé si influyó de dónde venía nuestro vuelo pero la verdad que nos sentimos aliviados porque traíamos comida de Malasia.

Obviamente no olvidéis tramitar el visado antes de llegar a Australia que se puede hacer fácilmente por internet y es gratuito.

En el propio aeropuerto compramos tarjetas SIM para todos con la compañía OPTUS, por las que pagamos 25$ (15€) por cada una. No recuerdo los gigas de almacenamiento que incluían pero nos dió de sobra para todo el viaje.

Nuestra intención de ese primer día era recoger el coche de alquiler que había gestionado desde España y comenzar nuestro camino hacia el oeste. Ese día que empezaba tan temprano teníamos planificado recorrer de este a oeste la famosa Great Ocean Road, una ruta que además de bonita, tiene una interesante historia detrás. Resulta que tras la Primera Guerra Mundial, muchos de los soldados que regresaron a casa no tenían trabajo con el que ganarse la vida. Por tanto, y por iniciativa popular, en 1931 se decidió construir la Great Ocean Road, para que por una parte pudiera emplear a todos esos trabajo a miles de soldados y por otra sirviera de homenaje a todos aquellos que fallecieron en combate. Con sus más de 240 kilómetros, es considerada el monumento de guerra más grande del mundo.

Sería recomendable dedicarle más tiempo del que quizás le dedicamos nosotros pero el tiempo es el que es, de todas maneras, sinceramente tampoco estaría aquí más de dos días para recorrerlo, salvo que dispongas de muchísimo tiempo y te interese cada detalle.

En cuanto al alquiler del coche deciros que hice la reserva desde España con la compañía East Coast Car Rentals y la verdad que la experiencia no pudo ser más satisfactoria, recomendable al 100%. Esperábamos un precio muy alto pero nada de eso. Pagamos por este magnífico Hyundai Tucson 1,260$ (al cambio actual unos 760€) por 9 días y lo mejor de todo, con seguro a todo riesgo y kilómetros ilimitados. Además al llegar a Melbourne te mandan unas instrucciones para que les avises por teléfono y te van a buscar ya que la oficina la tienen a unos minutos del aeropuerto.

El coche, casi nuevo y de cambio automático, pudimos enseguida conectarle el Google Maps que nos haría el viaje mucho más sencillo, siempre con Manolo a los mandos, y que sea ha hecho ya un experto de la conducción por la derecha. Cogimos rumbo hacia el suroeste y ¡¡empezamos la aventura aussie!!

Nuestra primera parada serían los famosos outlets de la ciudad de Torquay, absoluta cuna del surf y donde nacieron marcas comerciales tan internacionales y famosas como Rip Curl y Quicksilver. No es extraño que el surf en este país sea casi una asignatura obligatoria en la escuela, con el 85% de la población viviendo a un máximo de 5 km de la playa, se respira surf por todos sitios.

Esperábamos unas tiendas más grandes y «glamorousas» pero encontramos tiendas más bien pequeñas y apartadas, pero eso sí, a reventar de stock y la verdad que con buenos precios aunque no regalados. Con descuentos las camisetas salían por unos 20 – 25€ al cambio, y como no, compramos un par de ellas de recuerdo.

Después de esa parada nos acercamos a un supermercado a hacer una compra grande para los siguientes días. En Australia hay dos cadenas de supermercados que veréis por todo el país, Woolworths y Coles, también hay algún Lidl pero lo más numerosos son los primeros. Ese día entramos en un Coles y gastamos casi 100€, tengo que decir que acabaríamos coincidiendo en que en líneas generales nos gustó más Woolworths (nos pareció algo más barato este). Pensaréis como yo antes de ir que todo estaría mucho más caro que en España pero no lo encontramos tan exagerado, quizás de media entre un 30% – 40% (pensar que los sueldos son aproximadamente el doble (30,2K€ anuales en España vs 59,7K€ (datos 2023)) y dependiendo de los productos. Es verdad también que cuando fuimos, el euro estaba fuerte con respecto al dólar australiano, a un cambio de 1€ – 1.65$AUD, en el pico de cotización de los últimos 5 años. Por ejemplo en agosto de 2022 estaba a 1.47$.

No hacía muy buen tiempo con lo que de moral, con lo agotados que estábamos tras el viaje nocturno, no andábamos muy sobrados.

Hicimos como no una parada en una playa mítica, Bells Beach, que aunque con mal tiempo, siempre están ahí los valientes surfistas.

Allí se celebra la Bells Beach Pro, el evento más antiguo en la historia del surfing. Comenzó en 1962 y se volvió profesional en 1973. Para mucha gente este lugar define la esencia y el espíritu de la cultura de este deporte.

Tenía apuntado parar en el Anglesea Golf Club donde podríamos tener el primer encuentro con canguros, o wallabies, éstos últimos más pequeños que los primeros y más numerosos en el país aussie, pero decidimos no hacerlo finalmente ya que comenzó a llover.

Justo salió el sol y donde sí decidimos hacer un stop fue en el Memorial de la ruta (Memorial Arch), parada obligada para hacerse la foto… Os aconsejo que leáis los carteles informativos, son muy interesantes y cuentan la historia de esta mítica carretera.

Cerca de aquí si tenéis tiempo podéis visitar el pueblo de Lorne y las cascadas Erskine Falls (a 23 kms de Lorne).

Un rato después, nos pilló de nuevo un aguacero que hizo que no saliéramos a ver nuestro siguiente punto anotado, el Split point lookout, otro bonito mirador al lado de un faro.

Seguimos ruta y ahora sí que se abrió el cielo y pudimos parar y disfrutar del mirador Teddy’s Lookout, más conocido. Aquí no hacíamos más que mirar por el camino porque era posible ver algún koala, pero ni rastro de ellos.

Un rato después sí que llegaríamos a un punto donde según todo lo que leí se veían sí o sí en libertad en las copas de los árboles. El lugar se llama Kennett River Koala Walk.

Al llegar a ese punto veréis un bar que se llama Koala al lado de un camping, desde allí sale un camino asfaltado a mano izquierda paralelo al camping que está lleno de eucaliptos. Allí seguramente veréis ya a gente parada y si os acercáis los veréis como nos pasó a nosotros, ¡qué emoción!. Es verdad que estaban en las copas más altas de los árboles y no se podían apreciar del todo bien, pero esto ya nos hizo aplacar las ganas que teníamos de verlos. Liria estaba eufórica, ¡por fin los veíamos!

Continuamos el camino y decidimos parar a comer en Apollo Bay, quizás el pueblo con mayor oferta de restauración de la zona y decidimos hacerlo finalmente en un restaurante asiático llamado Chopstix Asian Noodle Bar. Por 6 platos y 2 bebidas pagamos 119$ (unos 68€), precio alto para lo que comimos, comida asiática, ¿opinión? normalito.

Emprendimos la marcha y por fin llegamos a un sitio emblemático, un lugar que la primera vez que lo ví, no sé si por la foto tan fantástica que despertó mi atención, me enamoré y desde ese día dije que algún día lo vería con mis propios ojos, son los famosísimos Doce Apóstoles. Una espectacular playa con gigantescas formaciones de piedra caliza que se alzan a más de 45 metros sobre el mar y de donde procede su nombre, rebautizado en los años 50 del pasado siglo.

En realidad, esos bloques nunca fueron 12, sino 9, y actualmente debido a la fuerza del mar, sólo quedan 8, el último colapsó en 2005. Ellos son los protagonistas del lugar más visitado de toda Australia después de la Opera de Sidney, ya que la visitan anualmente más de 2,5 millones de personas y se esperan ya 4 millones para 2026.

Agotados como nunca, con un sueño increíble llegamos a nuestro destino donde pasaríamos la noche, se llamaba Great Ocean Road Tourist Park, en la localidad de Peterborough. Este bungalow sería el alojamiento que iba a ser el más modesto de todo el viaje. Pagamos 215$ (unos 130€) por esa noche. No es que fuera el sitio más acogedor y amplio del mundo pero estaba limpio y en calidad-precio yo creo que resultó muy bien. Cenamos lo que habíamos comprado en el supermercado y nos fuimos a dormir enseguida, no podíamos más.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día, recorriendo de este a oeste la célebre Great Ocean Road.

JUEVES 21 MARZO. Día 2.

Este día dudé mucho antes de venir si por la mañana debíamos seguir o no hacia el oeste hasta el bonito pueblo pesquero de Flagstaff Hill Maritime Village pero finalmente decidí tomárnoslo más tranquilamente y volver hacia Melbourne. De esta manera también podríamos visitar de nuevo y más tranquilamente toda la zona de los Doce Apóstoles que tiene varios lugares interesantes además de la playa principal que habíamos visto el día anterior. Era temprano, sobre las 8 y media, habíamos descansado y lucía el sol, ¿qué más podíamos pedir?

Nuestra primera parada fue un lugar llamado The Grotto al que se accede bajando unas escaleras. Me gustó mucho el entorno de arenisca y el mar golpeando los acantilados.

Si bajáis unas escaleras encontraréis un pequeño embalse o sumidero (no sé exactamente cómo definirlo) que combinado con la erosión de los acantilados causada por el mar y el viento han dado como resultado la formación actual de la pequeña gruta, bien, sin más.

Volvimos al coche y nos acercamos a otro punto interesante que a mí personalmente me gustó más y que recomiendo visitar. Es esta playa tan bonita, que nos la encontramos tan tranquila y tan desierta, que nos encantó.

En la zona de la izquierda de nuestra vista asomados al mirador que hay, pudimos apreciar el llamado London Arch, anteriormente llamado London Bridge pero que cambió de nombre debido al derrumbe de la parte superior del arco en 1990. Como nota curiosa decir que ese colapso dejó a unos turistas atrapados que tuvieron que ser rescatados en helicóptero. En esta foto podéis apreciar el islote separado de la costa.

Volvimos al coche de nuevo para seguir nuestra ruta hacia el este, y nos detuvimos en una zona de numerosos senderos y que hay que tener cuidado de no salirse por las continuas señales de serpientes venenosas😱 .

Aquí encontraréis 3 puntos destacables. El primero es el llamado desfiladero Loch Ard o Loch Ard Gorge, que tiene una curiosa historia detrás ya que su nombre se debe a un barco llamado Loch Ard que naufragó allí en 1878. Los dos únicos supervivientes del desastre fueron dos adolescentes que atravesando la garganta y los acantilados, consiguieron llegar hasta la playa que hoy en día le da nombre.

Un poco más al este, caminando, llegaréis al mirador llamado Tom and Eva Lookout, cuyo nombre proviene de los dos adolescententes supervivientes y que se llama así a un par de grandes rocas que son lo que queda de otro arco derrumbado hace siete años, el de Island Archway.

Seguimos recorriendo los senderos para llegar a otra formación muy curiosa, llamada Razorback, que se asemeja a un gran barco encallado, impresionante.

Volvimos al coche para ya llegar de nuevo, y ya como último punto de todo este interentasintísimo recorrido al famoso acantilado de los Doce Apóstoles. Qué preciosidad verlo con un día soleado como el que teníamos.

Nos deleitamos un rato más contemplándolos y le dijimos, nunca se sabe pero un ¿hasta nunca?… esperemos que no, aunque Australia está muy lejos.

Eran como las 10 de la mañana así que para aprovechar el día y visitar lo más posible Melbourne, fuimos por una carretera interior para llegar de la manera más rápida según Google Maps.

Esta es el camino que habíamos seguido esa mañana antes de tomar rumbo rápido hacia la capital del estado de Victoria.

En unas dos horas y media llegamos a Melbourne. Aprovecho para decir que el precio de la gasolina estaba más bajo incluso que en España (1.83$ – 1.10€ gasolina, 1.98$ – 1.19€ el diesel).

En lugar de acercarnos a nuestro alojamiento tenía planificado ir directamente a visitar lugares interesantes pero no de la zona del centro, el cual visitaríamos al día siguiente. Esta es una gran urbe de unos 5,2 millones de habitantes contando todo el área metropolitana (2023) que compite con Sidney por ser la ciudad más importante del país con la que mantiene una continua rivalidad. Aunque las cifras bailan según las fuentes, esta última supera en población a la primera pero por poco. Melbourne digamos que tiene un espíritu más bohemio, es considerada la capital cultural de Australia debido a sus galerías de arte y museos de primer orden, así como por el arte callejero. Además, ha sido declarada varios años seguidos como la mejor ciudad del mundo para vivir, con Sidney pisándole los talones por cierto.

Para llegar a nuestro primer punto de interés introducimos en Google Maps el llamado Shrine of Remembrance y conseguimos aparcar muy cerca de este popular lugar. Me descargué la APP Easypark y pudimos pagar un par de horas mediante la aplicación (8$ – 4.8€) que más tarde tendríamos que alargar.

Este lugar es fantástico sobre todo por su ubicación, que ofrece una preciosa panorámica de la ciudad y tiene un entorno muy agradable. Fue construido como un monumento a los habitantes del estado de Victoria que sirvieron en la Primera Guerra Mundial y actualmente se ha convertido en un monumento a todos los australianos que han servido en la guerra.

Comimos en sus jardines un bocadillo y entramos dentro del memorial que además es gratuito donde se cuenta la historia militar de Australia, además de presentar objetos, uniformes y fotografías de la guerra.

Os aconsejo subir a la parte de arriba desde donde tendréis una espectacular panorámica del skyline de la ciudad. Una visita por tanto de lo más recomendable.

Desde allí no hacíamos más que oír el ruido de motores, no en vano tuvimos la coincidencia de que en el siguiente fin de semana se iba a celebrar allí el Gran Premio de Fórmula 1. Saber que estaban tan cerca compatriotas como Carlos Sainz y Fernando Alonso, piloto que admiro profundamente hizo que no pudiéramos evitar acercarnos al circuito.

Llegamos a las taquillas y pagamos los 45$ (27€) por los tickets. Recordemos, era jueves y ese día luego nos dimos cuenta que todavía no salen a rodar los monoplazas «famosos». El ruido ensordecedor que oíamos era de otro tipo de coches, Porsche concretamente.

Pero bueno, pudimos ver el ambiente, las diversas atracciones que muestran como coches antiguos, stands de merchandising, exhibiciones, etc. Nos subimos Liria y yo a una pequeña noria gratuita desde que la que pudimos ver esta espectacular perspectiva tanto del circuito como de la ciudad al fondo. Recordemos que esta zona se llama Albert Park, un bonito parque con un lago en medio.

Curiosamente esta foto de abajo sería anécdotica porque el domingo, 3 días más tarde, supimos que Carlos Sainz había ganado la carrera, la segunda de su carrera deportiva, le di suerte, ¿no?

Después del circuito volvimos al coche y nos acercamos a St Kilda Beach. El sol se estaba escondiendo en el horizonte y la playa, aunque hacía algo de viento frío, estaba llena de gente haciendo deportes de todo tipo. Un ambiente de lo más agradable.

La calle con más movimiento de esta zona es Acland Street, donde restaurantes, bares y tiendas se mezclan con antiguas casas de finales del siglo XIX, algunas de las cuales han sido reconvertidas en apartamentos. Dimos un paseo por la zona y de vuelta al coche vimos el famoso mini parque de atracciones Luna Park con su célebre boca de Mr Moon engullendo a los visitantes. Abierto en 1912 nada menos, alberga la montaña rusa de madera que ha funcionado durante más tiempo de todo el mundo.

En las calles aledañas encontramos un pequeño supermercado Woolworths que aprovechamos para hacer algo de compra y aquí os pongo una foto curiosa, fijaos que regalan a los niños, nada de chucherías precisamente…

Tras esto regresamos al coche y ahora sí nos fuimos a nuestro alojamiento, y qué gran alojamiento, fue de lo mejor del viaje, y eso que lo encontré en el último mes porque el anterior me lo ordenó cancelar el propietario. Su nombre es este tal cual como aparece en Booking.com Dylan的小屋 (os pongo aquí la dirección por si cambiara de nombre: 12 Stalwart Street, 3030 Point Cook) y realmente era una casita baja, típica australiana, similar a las estadounidenses y de la que os pongo un vídeo para que veáis bien lo fantástica que era, 3 habitaciones, 2 baños, un salón enoooorme y hasta una habitación con lavadora y secadora, impresionante, ¿y os preguntaréis cuánto pagamos por las dos noches? 386€, para nada desorbitado, nos enamoramos de ella.

Como anécdota, si no tenéis una pastilla para el lavavajillas, no le echéis en su lugar un chorrito del típico líquido que tenemos todos para fregar a mano porque ya véis lo que pasa…. estuvimos a punto de hacer la fiesta de la espuma 🤣🤣.

Después de limpiar todo bien, nos fuimos a dormir.

Os muestro como siempre el recorrido que habíamos hecho esa tarde ya en Melbourne.

VIERNES 22 MARZO. Día 3.

Madrugamos y desayunamos en nuestra flamante casa y de la que pongo otro vídeo del barrio y del exterior para que veáis de nuevo como mola. Ya sabéis, si venís a Melbourne y no necesitáis un alojamiento super céntrico, esta es una buenísima opción.

Por no llevar el coche al centro, lo aparcamos junto a la parada del metro de Williams Landing Station y tras comprar una tarjeta llamada Myki Money que podéis adquirir en las estaciones y recargar hasta en los supermercados 7eleven nos dirigimos al centro.

Nuestra primera parada fue la espectacular State Library Victoria. Fue fundada en 1854, unos años más tarde que la de Sidney. Os aconsejo subir hasta la cúpula, entrar hasta la Cowen Gallery y coger el ascensor hasta el tercer piso. Luego veréis unas escaleras que os llevarán hasta la cúpula en el sexto piso desde donde podréis disfrutar de estas preciosas vistas.

A continuación nos acercamos al Parliament House, que se comenzó a hacer en 1855 y luego fueron construyéndose poco a poco las diferentes secciones de este enorme edificio. Entre 1901 y 1927, sirvió como lugar de reunión del Parlamento de Australia, durante el período en que Melbourne era la capital nacional temporal. Hay visitas gratuitas guiadas pero nosotros no pudimos porque justo ese día había una sesión plenaria.

Cerca del anterior nos acercamos al Old Treasury Building, uno de los mejores edificios del siglo XIX del país y de estilo neorrenacentista. Fue construido entre 1858 y 1862 en el apogeo de la fiebre del oro de Victoria y reflejaba la riqueza de este estado en aquel momento. Me pareció muy curioso que el arquitecto que lo diseñó (JJ Clark) lo hizo con tan sólo ¡¡19 años!! y diseñó las bóvedas de oro en el sótano para almacenar el mineral precioso que inundaba la ciudad. Entramos gratuitamente y nos atendió una entrañable septuagenaria que nos explicó muy amablemente esta historia del edificio.

Para descansar un poco, hicimos en una parada en uno de los múltiples cafés de la ciudad, no en vano, Melbourne es famoso por su obsesión por el café. Se estima que sus habitantes se gastan de media unos 750$ por persona en esta bebida.

A las 13h había reservado desde España un free tour con Civitatis cuyo punto de encuentro se encontraba en la espectacular Flinders Train Station, inaugurada en 1909.

Allí nos esperaba nuestro guía, un desaliñado francés con un buen castellano que sería nuestro cicerone en las siguientes dos horas a una veintena de hispanohablantes.

Comenzó con diversas informaciones interesantes sobre la historia de la ciudad y enseguida nos acercamos a la cercana catedral de Saint Paul. Pertenece a la diócesis anglicana y es de estilo neogótico.

Nos contó también la interesante historia de John Batman, que fue el firmante del llamado Tratado de Batman, un documento firmado en 1835 con un grupo de aborígenes que se trata de la única ocasión documentada en la cual los europeos negociaron su presencia y ocupación de tierras con los dueños tradicionales de ellas.

Caminamos por las orillas del río Yarra donde tuvimos unas preciosas vistas de la ciudad, esto tenéis que hacerlo sí o sí.

Luego fuimos a descubrir el street Art, una joya de identidad de esta ciudad. Comenzamos quizás con la más famosa, que os presenta Liria 😁, la fantástica Hosier Lane.

Hay graffitis espectaculares, muy bonitos, cuidados, todo muy limpio.

Pasamos también por Presgrave Place, otra calle célebre, cuya característica novedosa son estos originales marcos.

Como no, teníamos que ir a la AC/DC Lane, calle dedicada en 2004 al famosísimo grupo británico-australiano de rock. Curiosamente en ese año, las autoridades hicieron varias copias adicionales de la placa con el nombre previendo que alguien se las llevara de recuerdo.

Podréis ver otras calles como Duckboard Place, Hardware Lane, Rutledge Lane de las que no pongo fotos, mejor que las descubráis.

A continuación tocaba ver las dos galerías comerciales más bonitas e interesantes de Melbourne. La primera es Block Arcade, espectacular, situada en Collins Street, ocupa todo un antiguo edificio de estilo victoriano. Entre sus tiendas encontraremos las más famosas firmas de lujo a nivel internacional y las firmas australianas con más reconocimiento en ropa o joyas.

La otra está muy cerca, y es la más antigua y también la más bonita para mi gusto, la Royal Arcade, inaugurada en 1869.

Terminamos ya sobre las 15h y muertos de hambre nos propusimos hacer otra experiencia un tanto «friki», si lo podemos llamar así, que no era otra que probar la carne de canguro. La verdad que no fue fácil encontrar un restaurante y es que no es muy frecuente consumir esta carne pero tuvimos la suerte de que el lugar donde nos dejó el guía estaba al lado del que tenía apuntado, Metro Burgers. Una vez allí, que es un lugar de lo más sencillo y pequeño, pedimos la hamburguesa que según nos dijo el dueño, lo hacen del solomillo porque es una carne bastante dura. La verdad que estaba muy buena y no la noté especialmente diferente a la que estamos acostumbrados de ternera. Pagamos 36$ – 22€ cada uno por la hamburguesa, que aunque la foto engañe, era pequeñita.

A continuación dimos un paseo por el centro y compramos algunos souvenirs. Os informo que en la zona del centro el tranvía es gratuito así que os podéis mover prácticamente a todos los lugares más visitados de la manera más cómoda y sin gastar un dólar.

Para descansar y tomar un café, a pesar de que no es difícil ya que en la ciudad hay más de 2,000 cafeterías, nos acercamos a una llamada Brunetti. Se trata de uno de los cafés más emblemáticos de Melbourne que comenzó su andadura en 1985.

Estaba como no llena de gente, lo cual es habitual según nos comentó una simpática camarera española. Hay multitud de helados, tartas y dulces con una pinta extraordinaria. Pagamos 25.2$ (15€) por dos cafés y dos zumos, me lo esperaba más caro la verdad.

Después de esto, ya bastante cansados, decidimos regresar a nuestro apartamento. El día había sido largo y habíamos hecho una buena kilometrada.

Si tenéis tiempo os recomiendo ir desde el Riverslide Skate Park hasta el puente Princes Bridge para ver el atardecer y continuar recorriendo el Southbank Promenade si os véis con ganas, nuestro día no daba ya para más.

Este es el recorrido con algunas de las paradas que habíamos hecho ese día.

SÁBADO 23 MARZO. Día 4.

Este era el último día en Melbourne y comenzaba nuestro recorrido hacia el este, hacia Sidney, pero antes teníamos unos cuantos planes todavía en el estado de Victoria.

Lo primero que ibamos a hacer era algo que sobre todo a mi hija le apetecía mucho, y no era otra cosa que ver de cerca a los koalas. Habréis oído muchas veces lo del abrazo del koala, pues bien, hay un hecho curioso que hace que en el estado de Victoria no esté permitido tocar a un koala, cosa que sí sucede por ejemplo en el estado de Queensland, así que si lo queréis abrazar os tocará ir a Brisbane por ejemplo.

Habíamos reservado la llamada Koala Experience en un zoo llamado Healesville Sanctuary, y que se encontraba al noreste de Melbourne, a unos 95 kms de nuestro hotel.

Entramos en el recinto y fuimos viendo los diferentes animales, algunos de ellos endémicos australianos como el emú, el dingo y por supuesto el canguro saltarín.

Pero lo más emocionante llegó cuando vimos a los koalas, esos tiernos animalitos que parecen más un peluche que un ser vivo, son tan monoooos, no paraba de decir mi hija 🐨🐨

La actividad que contraramos permite ver de cerca a este gracioso animal en un grupo reducido de sólo 12 personas. Habíamos pagado 39$ (23€) por la experiencia y aparte la entrada 53$ (32€) que pagamos ese día. Aquí lo tenemos ahí al tío 🐨 todo tranquilo (como no)….

¿Algunas curiosidades de este animalito? pues que duermen nada menos que hasta 20 – 22 horas al día, básicamente porque les permite ahorrar energía y que aprovechan para digerir su alimento favorito, las hojas de eucalipto, de muy poco valor nutritivo. Pueden comer más de un kilo de este alimento que en grandes cantidades puede resultar tóxico y que matarían a cualquier otro mamífero incluso de mayor tamaño, pero que a ellos lógicamente no les afecta, están tan panchos.

Tras verlo un rato, todos pensamos lo mismo, qué pena no poder abrazarlo y tocarlo, pero…🤷‍♂️

Continuamos viendo la zona de reptiles, aves, etc, me recordaba mucho al pequeño zoo Faunia de Madrid.

Tras unas tres horas de visita volvimos al coche y condujimos durante una hora y cuarto aproximadamente para llegar a nuestro siguiente destino, la famosa playa de Brighton Beach. Realmente comprende varios kilómetros de playa divididos en zonas con distintos nombres: Brighton, Middle Beach y Dendy Street Bech (en esta última están las casillas de colores). Dejamos el coche en un parking donde tuvimos que pagar por el tiempo que estimábamos nos llevaría la visita y tras prepararnos unos bocadillos nos acercamos a comernóslos junto al mar.

La playa es de aguas cristalinas y lamentablemente el clima no acompañaba y con el viento frío no apetecía el baño.

Si tenéis tiempo y os gusta caminar, hay por lo visto un paseo desde la Playa St Kilda hasta aquí de aproximadamente una hora bordeando la costa.

Lo que se ha hecho más célebre de esta playa, quizás por su colorido que siempre queda muy bien en Instagram😛, son las Bathing Boxes, que son de propiedad privada. LLevan ahí desde incluso el siglo XIX y hay familias que simplemente las utilizan para guardar su “material playero”, pero otras han conseguido montar en ese diminuto espacio cocinas, duchas y salas de estar. He leído por ahí que en 2019 se vendió una de ella en nada menos que al cambio unos 200,000€!!!


Volvimos al coche y continuamos camino hacia el sur, ahora hasta la Isla Phillip, otro de los lugares más visitados de Victoria que en verano incluso cuadruplica su población. Es un lugar muy visitado por los habitantes de Melbourne y es famoso internacionalmente por celebrarse ahí un gran premio de motociclismo, quién no recuerda al piloto australiano Casey Stoner ganando siempre en 500 CC aquí.

Por si os sirve, y que a nosotros no nos dió tiempo, tenía apuntado lo siguiente, por si vosotros sí que disponéis de él:

Subir a ver la playa de Woolamai Surf Beach, luego el pueblo de Rhyll al norte. Visitar también Flynns Beach y llegar al Noobies Centre.

No visitamos todo eso porque ya llegábamos un poco justos de tiempo a la isla y teníamos las entradas a la atracción principal de la isla. La verdad que planificando el viaje dudé en reservar o no esto porque podía rozar la turistada pero finalmente lo hice porque es verdad que es algo diferente.

La atracción se llama Penguin Parade y es ver desde la orilla como una colonia de pingüinos regresan del mar a sus madrigueras en la playa tras ponerse el sol. La organización que gestiona esto vió en su día un filón y ha fijado 3 lugares diferentes para su observación. Una más barata más alejada de la zona de llegada con una grada grande, una plataforma de madera que es donde fuimos nosotros y por el que pagamos 75$ (45€) cada adulto y la mitad Liria, e incluso hay una opción más cara debajo de nuestra plataforma a ras de suelo y cerrado por si hiciera mal tiempo. Podéis consultar toda la información en la web Penguins Parade.

Aparcamos el coche y ya vimos las riadas de gente hacia la atracción. Entramos en un gran pabellón de bienvenida donde tenéis diferentes informaciones, aseos, cafetería, souvenirs, etc.

Chequearon nuestros tickets que llevaban semanas reservados (era sábado) y salimos al exterior donde pudimos ver ya algún animalito tranquilamente custodiando su casa, ese día le habrá dado pereza salir 🤣🤣. No esperéis un pingüino como los que estamos acostumbrados, su talla habitual es de 40 centímetros de altura y apenas pesan un kilogramo.

Caminamos por un camino de madera y nos sentamos en nuestra plataforma asignada desde donde se veía toda la playa. Afortunadamente no hacía mucho viento ni mucho frío aunque llevábamos encima toda la ropa de abrigo que habíamos llevado al viaje por si acaso.

Llegamos pronto para coger un buen sitio y ahí esperamos a que fueran llegando los animalitos.

No dejan grabar cuando llegan para no distraerlos y piden estar en silencio, afortunadamente la gente lo cumplía. Llegaron por grupos y es verdad que los primeros hacen mucha gracia con sus graciosos andares, además emiten ruidos muy fuertes e incluso algunos se pelean. La verdad que son tantos (un cartel decía que el día anterior habían llegado 759) que se está un buen tiempo ahí esperando y se puede hacer un poco largo al final. Aún así como digo, no está mal la experiencia (sobre todo si vas con niños) y yo repetiría aunque tiene el componente comercial que no me gusta del todo.

Volvimos al coche ya de noche cerrada y a pesar de que no era muy tarde (en torno a las 20:30h), teníamos todavía un camino de casi dos horas y 150 kms hasta nuestro alojamiento, el Morwell Motel. Efectivamente hacía honor a su propio nombre y tenía las características de un motel como el de las películas americanas. Estaba bien, limpio, ideal para descansar tranquilamente.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día de alojamiento a alojamiento, parece que no nos alejamos mucho de Melbourne pero hicimos en realidad casi 500 kms, no está mal.

DOMINGO 24 MARZO. Día 5.

Nos levantamos y este era uno de los pocos alojamientos que incluía el desayuno así que fuimos a aprovecharlo y por cierto no estaba mal. Pagamos por dos habitaciones dobles 281$ (168€) que me pareció un buen precio.

Este día era a priori el menos interesante de todos y sólamente consistía en hacer kilómetros y acercarnos a la fiesta final del viaje, la esperada Sidney. La distancia entre las dos ciudades principales de Australia por la carretera más rápida son unos 900 kms, pero haciéndolo bordeando la costa como haríamos nosotros porque iríamos parando en algunos sitios, la distancia se va a más de 1,000 kms (unas 13h nada menos). Esto dice mucho de lo enorme que es este país.

Pocos sitios interesantes teníamos por delante, quizás la Ninety Mile Beach (una playa larguísima) y Raymond Island (posibilidad de ver koalas y a la que hay que llegar en ferry) pero no nos desviamos a verlo. Sí que paramos en Eden, un bonito pueblo en el que en invierno se ven orcas y que incluso tiene un museo sobre ballenas (Eden Killer Whale Museum). Buscamos un restaurante para comer pero como era domingo era difícil encontrarlo así que acabamos en un Mcdonald’s. Un menú pequeño nos valió 10$ (6€).

Muchos kilómetros de coche de nuevo este día, pobre Manolo.

Avanzamos sin parar y por fin llegamos a la zona de Bermagui, fin de nuestro trayecto de ese día. Por cierto esta zona es preciosa, llena de casitas bajas, todo verde, rodeado de bosques. Esa noche dormiríamos en un complejo llamado Ingenia Holidays Ocean Lake cuya entrada vaticinaba un lugar muy muy chulo.

Teníamos reservado un bungalow de 2 habitaciones por el que pagaremos 229$ (139€). El sitio no estaba mal, sin lujos pero muy amplio y estaba limpio, ideal para los cuatro que eramos. Aquí os muestro unas fotos y un vídeo.

Dimos una vuelta y la verdad que el complejo era una pasada de tranquilo y bonito.

Y abajo del todo llegamos al lago que tenía enfrente, espectacular.

Cenamos la comida que habíamos comprado en supermercados y pasamos una noche super tranquila y agradable, con una temperatura perfecta.

Esta es la ruta que habíamos hecho este día.

LUNES 25 MARZO. Día 6.

Arrancamos ruta pronto porque de nuevo teníamos bastantes kilómetros por delante. Este era el día en el que llegaríamos ya a Sidney y nos quedaban unas jornadas que para mí fueron las mejores del viaje, qué bien que estaban al final, lo bueno, siempre hay que procurar dejarlo para los últimos días.

Pasamos por la zona de Batemans Bay que es super bonita y a una hora y media de nuestro alojamiento ya teníamos un plato fuerte para parar donde tendríamos una de las experiencias mejores del viaje. Buscábamos Pebbly Beach. El GPS nos llevó en el último tramo por un camino de tierra y por fin llegamos al parking que dado que no eran todavía las 10 de la mañana no tuvimos que pagar nada. Nos acercamos a la playa, donde había leído que podríamos ver marsupiales (¿canguros? wallabies?) en libertad, ¿sería verdad? ¿podríamos incluso tocarlos de lo mansos que eran? la respuesta fue SÍ.

Con un fondo precioso mezclando lo verde con la playa y el mar, pudimos acariciar y disfrutar de un buen rato de los afables y tranquilos wallabies? canguros? no soy un experto y no me atrevo a decir cuál es cuál porque había uno pequeño pero otro que tenía una cierta altura y recordemos que los canguros pueden sobrepasar los 1,5 metros de altura y alcanzar pesos de 90 kilogramos. En el caso de los wallabies, su tamaño no rebasa el metro de altura y su peso apenas llega a los 20 kilogramos. En cualquier caso, como lo disfrutamos, ¡buah! fue increíble, como digo, de lo mejor del viaje.

Aquí os muestro un pequeño vídeo. En todo momento fuimos super respetuosos con los animales, que quede claro.

Después de esta parada que a todos nos dejó con tan buen sabor de boca, llegó otra no menos interesante. Se nota que estábamos yendo al norte con respecto a Melbourne porque el calor apretaba así que que mejor momento que por fin probar las aguas del Océano más grande de la Tierra, el Pacífico. Había visto que hablaban muy bien de la bahía de Jervis, y más concretamente de la Hyams Beach, una playa por lo visto con una arena blanca inmaculada.

Dejamos el coche junto a la misma y cuando pisamos la arena… flipamos 😲, qué maravilla.

Después de un par de horas bañándonos y disfrutando de la playa seguimos hacia Sidney y nuestra intención era tomar un café en un mirador llamado Cambewarra Mountain. Llegamos y lamentablemente el restaurante estaba cerrado pero bueno, al menos estuvimos un rato disfrutando de estas fantásticas vistas.

Ahora ya sí que reemprendimos la marcha para llegar al broche final de nuestro viaje, que sería nuestra base para las próximas 4 noches.

Sidney, o Sydney en inglés, es desde luego la ciudad más importante de Australia. Ya sabéis, Juegos Olímpicos del año 2000 y una ciudad que compite con Melbourne, con una población como ya dijimos parece que ligeramente superior que aquella, unos 5,3 millones. Daré más adelante más datos de ella pero si hablamos por ejemplo de nivel de vida, el problema de esta ciudad es claramente la vivienda, ya que cuesta de media nada menos que un 82% más que la media nacional. Además la cesta de la compra también es más alta que por ejemplo en Melbourne.

Llegamos a nuestro alojamiento llamado Meriton Suites Waterloo reservado como siempre por la página Booking.com y la verdad que no pudimos haber elegido mejor opción porque como decía antes, todo en Sidney es carísimo, y por supuesto también los alojamientos. Dejamos el coche en la calle y como era ya tarde, no tuvimos que pagar, y al día siguiente saldríamos antes de la hora del comienzo.

Por este bonito apartamento pagamos por 4 noches 1,100$ (661€), eso son 165€ por noche para 4 personas, yo creo que está muy bien.

Hartos ya de comer bocadillos, buscamos un sitio cerca del hotel para ponernos ciegos y encontramos, como no, uno de pizzas 🍕.

Resultó ser una estupenda opción, las pizzas super buenas, incluso sin gluten, y nos atendieron de maravilla…. no sería el único día que iríamos.

Pagamos 101$ (62€) bebidas aparte, 15€ cada pizza, no está nada mal.

Este es el recorrido que habíamos hecho ese día.

MARTES 26 MARZO. Día 7.

En las proximidades de Sidney, tenía claro a qué lugar íbamos a dedicar un día entero, y ese era las famosas Blue Mountains, una cadena montañosa de hasta 1.200 metros de altitud. En esta ocasión no reservé las entradas con antelación porque me dijeron que aunque estábamos en la Semana Santa, los días fuertes serían entre el jueves y el domingo. Recordemos que las visitan unos 1,4 millones de turistas al año.

Desde nuestro hotel hasta las Montañas Azules teníamos unos 80 kms. y os recomiendo que si las váis a visitar, preparar bien lo que váis a ver porque hay «mil» miradores y «mil» rutas de senderismo.

Planifiqué bien la visita, y el primer mirador que íbamos a ver para abrir boca sería el Eagle Hawk Lookout, bien para abrir boca, sin más.

A continuación fuimos a comprar las entradas (pagamos 54$ –> 32€ los adultos, 32.4$ –> 19€ mi hija) para lo que llaman Scenic World, cuyo resumen viene muy bien explicado en esta imagen.

Este pase permite subir las veces que se quiera en las atracciones que lo componen.

Por cierto, no os habéis preguntado ¿por qué ese nombre de Montañas Azules? deciros que este parque nacional cuenta con una gran cantidad de eucaliptos que contribuyen a que la atmósfera esté llena de gotas de aceite finamente dispersas que, en combinación con partículas de polvo y vapor de agua, desprenden rayos de luz predominantemente de color azul, por eso a una gran distancia, parece apreciarse una nieblina de ese color, curioso ¿no?.

Este mapa también creo que os vendrá bien para vuestra planificación.

Comenzamos subiendo en uno de las atracciones del Scenic World, el llamado Scenic Skyway, un teleférico con el suelo de cristal, que cruza a 270 metros de altura sobre el valle Jamison y las cataratas Katoomba. Inaugurado en 1958, el Scenic Skyway fue el primer teleférico de Australia y permite llegar al otro lado para luego continuar hacia Echo Point y Three Sisters.

Una vez que bajáis tenéis que coger el camino para llegar al Echo Point Visitor Center, el sendero llamado Prince Henry Cliff Walk. A lo largo de él fuimos asomándonos a diferentes miradores como el Cliff View Lookout o el Wollumai Lookout, que es el de la foto.

Seguimos viendo otros como el Allambie Lookout o el Lady Darley’s Lookout, todos parecidos, bonitos obviamente, para terminar en uno de los más famosos, el Echo Point Lookout (Three Sisters). A la izquierda veréis las 3 formaciones rocosas que dan nombre a este lugar y que tienen como no, una leyenda detrás. Si podéis procurar llegar a este mirador por la tarde ya que por la mañana cuando llegamos nosotros daba todavía la sombra y no lucía tan espectacular como dándoles el sol.

Nos acercamos al Echo Point Visitor Center a comprar unos souvenirs. Desde aquí podéis acercaros a Katoomba, el pueblo de la zona, desde cuya estación de tren se puede llegar a Sidney si no disponéis de coche.

Tras las compras seguimos con mi ruta prevista, ahora de bajada.

Nos asomamos al Oreades Lookout para luego comenzar a descender los 800 escalones que componen la Giant Starway. Enseguida llegamos hasta la más cercana «Sister» de las tres, a la que se puede llegar atravesando un puente llamado Honeymoon Bridge pero que actualmente está cerrado por seguridad, qué vértigo.

El descenso por las escaleras es bien empinado pero a mí me encantó por las vistas y el entorno. No tanto por ver a la gente que lo estaba haciendo al revés y subían echando literalmente el corazón por la boca….🥵

Tras bajar la gran escalera y seguir un tramo del Dardanelles Pass Walking Track, continuamos hacia la derecha por el Federal Pass camino de la parte baja del Scenic Railway. Ni que decir tiene que hay otras bifurcaciones con senderos que van a sitios como las Leura Falls por ejemplo. Todo estaba en general muy bien señalizado.

Caminamos como casi una hora por un bosque frondoso y muy bonito.

Y finalmente llegamos al llamado Scenic Walkway, un sendero que recorre una zona que parece una selva tropical. Se trata de un paseo de unos 20 minutos de duración que totalizan 2.4 Km. sobre una pasarela elevada de madera que resulta ser la más larga de Australia.

También podréis ver en esta zona una antigua mina de carbón con la entrada original y fuera diferentes utensilios y réplicas, puesto para los turistas.

Por fin llegó la hora de montar en la atracción seguro más excitante de este Scenic World y que más nos apetecía montar, sobre todo a Liria, el Scenic Railway. Se trata del tren de pasajeros con más inclinación del mundo que recorre una ruta de 206 metros a través de un túnel antes de emerger al suelo del valle de Jamison. La pendiente es de nada menos que 52°. El ferrocarril original se construyó a finales del siglo XIX para dar servicio a la mina de carbón de Katoomba.

Nos pareció tan divertido que nos montamos dos veces, uno de subida y otro de bajada. Aquí os presento 2 videos cortos:

Estando abajo y como último trayecto para terminar arriba tomamos el último de los transportes del Scenic World, el Scenic Cableway, otro teleférico que asciende 545 metros hasta la cima de la montaña y que representa el transporte por cable más grande de Australia.

Una vez arriba dimos por finalizada esta zona, comimos un bocadillo y volvimos a nuestro coche para ir a descubrir otros miradores interesantes y que tenía apuntados.

Esta es la ruta aproximada que habíamos hecho en esta zona, como digo, yo hice esta, pero existen otras muchas posibilidades, ahí ya decidir vosotros.

A unos 13 kms llegamos a un mirador que había leído que era uno de los más impresionantes, el Govetts Leap Lookout. No se equivocaban, para mí fue el mejor de todos. Las vistas son mucho más amplias que los otros y no te pierdas a la derecha el hilito de agua que cae al vacio, la Bridal Veil Falls. Me quedé un buen rato alucinando con las vistas.

También fuimos al Evans Lookout, precioso también. Me gustaron estos dos más que el resto de los que vimos en cualquier otro sitio.

Por último nos acercamos a otro que tenía apuntado, Sublime Point, este no me gustó tanto, también porque había una neblina que no permitía apreciar bien el paisaje.

Con este mirador decidimos dar por finalizada la visita a las Blue Mountains, eran como las 18h.

Volvimos al hotel y descubrimos por azar que a los huéspedes se les permitía entrar en un complejo de piscinas en un edificio aledaño, así que para allí que fuimos a relajarnos un poco.

Dió la casualidad que nos encontramos dos españolas muy simpáticas con las que estuvimos hablando de sus experiencias en Sidney, estaban muy contentas, aunque los comienzos siempre son duros. Os recuerdo que el desempleo en Australia es de apenas un 4%, la tercera parte que en España y el PIB per cápita 64K€ (aprox el doble que en nuestro país). Allí hay un nivel de vida impresionante pero no seamos ingenuos, hay que currárselo, como en todos los sitos.

Después de esto fuimos a nuestra pizzería favorita y nos fuimos a dormir.

MIÉRCOLES 27 MARZO. Día 8.

Estos dos últimos días los íbamos a dedicar al 100% a Sidney y empezamos con quizás la aventura más espectacular de todo el viaje, ver la ciudad australiana desde el aire 🚁.

Antes de ir a Australia pensé en hacer algo diferente en Sidney, miré una atracción que es subir al Sydney Harbour Bridge que más adelante os explicaré pero cuando estaba a punto de reservarlo, miré por casualidad lo de sobrevolar la ciudad en helicóptero creyendo que iba a ser carísimo pero no, resultó más barato que lo del puente, y además encontré una compañía que realmente era una escuela de pilotos que además de más barata, sobrevolaba durante más tiempo, 30 minutos, también porque su base estaba más lejos del centro que las otras.

La comunicación con esta compañía vía mail fue estupenda desde el primer momento, no tuve que adelantar nada de dinero así que allí estábamos a las 10 de la mañana con un día estupendo para disfrutar de la experiencia. Pagaríamos 610$ (370€ las 3 personas que nos montamos, 123€ por persona no está nada mal (pagamos 100€ en Iguazú hace 8 años por un vuelo de apenas 10 min sobre las cataratas). La empresa se llama Helicopter Transport & Training (HTT) (helipad.com).

Hicimos el papeleo con un amable australiano que sería nuestro piloto, firmamos un contrato y enseguida salimos fuera donde nos esperaba el helicóptero, era pequeño, apenas para 4 plazas, modelo Robinson R44, ¡¡estábamos listos para la aventura!!

Nos dieron las instrucciones de seguridad y ¡¡¡despegamos!!! Nada más subir ya vimos el Parque Olímpico con el estadio de los JJOO del año 2000.

Fuimos siguiendo el curso del río Parramatta dándonos cuenta de la extensión tan grande que tiene la ciudad y es que he leído que un 70% de las viviendas de Sidney son unifamiliares.

Seguimos avanzando en aquel cacharro que a veces dudaba de cómo podía volar de lo poca cosa que era y nos fuimos acercando al plato fuerte, primero el fantástico y mítico Harbour Bridge, qué pasada verlo desde esta perspectiva.

Y como no, ver desde lo alto el monumento más emblemático de toda Oceanía, se me pusieron los pelos de punta, ¡¡wow!! gritaba para mis adentros. Esta yo creo que es claramente la foto del viaje.

Este vídeo resume ese momento, IMPRESIONANTE, por favor, si podéis, no os lo penséis y hacerlo.

Regresamos extasiados después de lo que habíamos visto y nos despedimos del amable piloto, ¡qué experiencia! Liria estaba eufórica 👏👏.

Cogimos el coche y nos dirigimos a otro lugar emblemático de la ciudad, la fantástica y legendaria Bondi Beach cuyo nombre significa “lugar donde el agua rompe en las rocas”.

Aparcamos justo enfrente y sacamos un ticket para las siguientes 4 horas (al módico precio de 8$ (casi 5€) la hora) porque nuestra intención era hacer un tramo del paseo Coastal Walk que recomendaban hacer en todos los blogs que pude devorar.

Liria y yo, que somos tan acuáticos, no podíamos dejar la ocasión de darnos un chapuzón. Había un buen oleaje y el agua no estaba muy fría. Supimos que hay una red para tiburones submarina en esta y otras playas para evitar sorpresas, aunque el número de accidentes con escualos, no nos engañemos, es muy baja.

Tras el baño, caminamos hacia su lado derecho o oeste que era donde comenzaba el Coastal Walk.

No os perdáis los murales que hay junto a la playa, algunos son chulísimos.

Desde ese lado, el paseo comienza desde una parte más elevada, y que permite disfrutar de esta fantástica perspectiva de la playa.

Un lugar muy famoso es el Bondi Icebergs Swimming CLUB, con esas dos piscinas de agua salada, la más grande las cuales llega a los 50 metros de largo. Parece que no hace falta ser socio para poder disfrutar de ellas pagando una entrada de 9$.

Seguimos el camino y pude apreciar que toda esta zona es preciosa, y con unas viviendas que no quiero ni pensar lo que pueden costar.

Llegamos a otra playa muy chula, Tamarama Beach. Todo lo encontrábamos super limpio y cuidado, qué gran país, pensaba.

Aquí ya teníamos hambre así que vimos una especie de chiringuito australiano con una agradable terraza y allí nos comimos una hamburguesa que nos supo a gloria. El sitio se llamaba Tamarama Beach Cafe. Pagamos 16$ (10€) cada uno por la hamburguesa y una bebida.

El paseo es muy muy bonito, y el ambiente genial, mucha gente haciendo running o con sus tablas de surf, todo muy cool 🤙🤙

Llegamos a otra playa, Bronte Beach donde están las Bronte Baths en las que se puede uno bañar gratuitamente, pero se encontraban cerradas por trabajos de renovación. Este arenal es también muy chulo, agua limpia, con algo de piedras en la orilla pero sólo en una parte.

Como desde ahí hasta la siguiente playa que es Clovelly Beach había casi un kilómetro y medio decidimos volver para que no nos multaran por sobrepasar la hora límite del aparcamiento, habíamos reservado 4 horas. El camino como digo continua hasta esa Clovelly Beach, después Coogee Beach (que es hasta donde normalmente suele ir la gente) y más allá hay otra llamada Marubra Beach. El total del trayecto hasta esta última playa llega a los 9 kilómetros sólo de ida. Ah, encontraréis más allá incluso un cementerio junto al mar en el camino.

Volvimos al coche y ahora ya nos adentramos en el centro neurálgico de Sidney. Encontramos aparcamiento justo debajo del Harbour Bridge, en un espacio verde que aparece en Google Maps como Hickson Road Reserve. Volvimos a poner un par de horas en las máquinas de aparcamiento y nos pusimos a explorar la zona a pie. Primero, como no, teníamos que recorrer el precioso y emblemático puente, ¿cómo no recordar a los de New York?. Decir que este puente se inauguró en 1932 como enlace entre el distrito central de negocios de la ciudad y la costa norte, zona comercial y residencial. Tiene 49 metros de alto y 1,135m de largo.

Subimos y lo recorrimos más o menos hasta la mitaddel puente. Las vistas desde el mismo, os podéis imaginar, impresionantes, sobre todo de la maravillosa Opera.

También de toda la zona de la Bahía que es la principal atracción de la ciudad y que es absolutamente única y de esos lugares que dices, ¡wow!

Bajamos y nos dirigimos a conocer el barrio The Rocks. Por el camino nos encontramos con la oficina donde se puede hacer la experiencia que yo pensé hacer en un principio, el llamado Bridgeclimb Sydney. Menudo negocio, el precio más barato por adulto empieza en los 298$ (181€) que sería hacerlo por la noche y luego va subiendo hasta el de la hora de la puesta de sol que llega a los 394$ (239€), vamos, el doble que el paseo en helicóptero. Es verdad que este dura unas dos horas y media y que te van dando explicaciones mientras caminas sobre el puerto con un arnés para evitar accidentes. Te visten con una especie de mono y no te dejan llevar móviles ni nada de objetos personales que se puedan caer, las fotos y vídeos os lo harán ellos.

Seguimos caminando, vimos el Harbour View Hotel de 1922 y seguimos caminando hacia el barrio The Rocks, el más antiguo de la ciudad. Fue el lugar escogido por los colonos británicos para asentarse y fundar la que hoy es la capital de Nueva Gales del Sur. Las casas bajas y los antiguos almacenes portuarios reconvertidos de ladrillo nos hacen que parezca que estemos en Reino Unido, como me recordaba a Liverpool.

Estuvimos caminando un buen rato por el barrio que a mí personalmente me gustó bastante. El perderse por sus laberínticas callejuelas, con sus galerías de arte, locales de música en directo y restaurantes de moda dan al barrio un ambiente muy bohemio.

Las terrazas estaban a tope de ambiente así que decidimos tomar algo fresco en un pub donde lógicamente el sablazo era esperado, Manolo y yo nos tomamos una Endeavour Ginger Beer Pint a 14$ (8.5€).

Para ir terminando el día nos acercamos a la zona del Circular Quay donde las vistas del skyline de la ciudad son impresionantes. Todo esto estaba lleno de turistas. Os recuerdo que a Australia la visitan unos 9.5 millones de personas actualmente (9 veces menos que los que vienen a España que como sabréis está en el 2º puesto a nivel mundial sólo por detrás de Francia y su invencible capital).

Y cruzamos hacia la otra parte para disfrutar de la puesta de sol, se me acaban los adjetivos ¡SUBLIME!

La verdad que esta zona de la Ópera y la Bahía es increíble, me ganó absolutamente, por eso para mí no hay comparación con Melbourne. Además había muchísimo ambiente, tanto de turistas como de habitantes de la ciudad. Es de esos lugares que han visto mis ojos como Times Square, el Puente de Brooklyng, el Taj Mahal, la zona del Marina Bay en Singapur, el skyline de Hong Kong, etc que te quedan en la mente para siempre, y que dices, qué buena es la vida que permite poder pisar lugares tan impresionantes como estos, que siempre había visto en la televisión o en fotos, y por fin estaba ahí, a casi 18,000 kms de mi casa, y encima, en compañía de mi niña, ¿qué más se puede pedir?.

Volvimos hacia nuestro coche, no sin antes volver a tener unas vistas inmejorables ya de noche tanto de los edificios modernos.

Como de la Ópera y el Puente, sobran las palabras.

Llegamos al hotel, donde pudimos lavar la mayoría de la ropa sucia y es que para tema de maleta, ya aprendí hace tiempo que llevar un equipaje grande a un viaje largo es ridículo (según mi humilde opinión), y más si es un país donde o bien puedes lavar ropa sin gastarte mucho, por ejemplo, la mayoría de los países asiáticos, o bien tienes la opción como aquí en Australia de hacerlo en los propios apartamentos. Sin tanto equipaje os podréis de manera más cómoda y además se evitan pérdidas de maletas y esperas al llegar a los aeropuertos. Hacerme caso, que yo era reacio al principio 😜

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día.

JUEVES 28 MARZO. Día 9.

Este sería el penúltimo día en Australia y en Sidney así que teníamos que darlo todo y aprovecharlo al máximo. Nos esperaba el centro con sus monumentos más importantes, por supuesto la Ópera, que visitaríamos por dentro y para finalizar una visita guiada con una simpática chica, éstas dos últimas reservadas con antelación.

Dejamos esta vez sí el coche en el parking del hotel (30$ –> 18€) y nos movimos en transporte público, concretamente en autobús para llegar a nuestra primera parada. Aquí pudimos pagar directamente con la tarjeta de crédito en el propio transporte, estupendo, aunque lo podéis hacer con la OPAL, que se recarga como hicimos en Melbourne, creo que con esta opción sale algo más barato.

Nos bajamos en el Distrito Financiero de Sidney (CBD), en King Street, calle donde están las mejores marcas internacionales de moda. A mí personalmente me encantan estas calles, lo reconozco.

A continuación entramos en la iglesia de Saint James, un templo parroquial anglicano finalizado en 1824.

Una vez fuera nos acercamos a uno de los monumentos más importantes de la ciudad, la imponente catedral de Saint Mary. La torre central tiene 46 metros de altura, pero las torres de ambos lados alcanzan nada menos que los 74 metros.

Construida en arenisca local, el estilo neogótico de su arquitectura recuerda a las grandes catedrales medievales de Europa. Entramos en su interior, que como suponía viendo las dimensiones desde fuera, impresiona. Tiene 107 m de largo y 22,5 m de altura del techo.

Nos acercamos al cercano Hyde Park, con su ANZAC memorial, y desde donde veréis un poco más adelante la Sydney Tower, la tercera torre más alta del hemisferio sur con 309 metros de altura. Obviamente subir es de pago para disfrutar de las vistas y hay un restaurante arriba, seguro que a módicos precios.

Nos acercamos a los Hyde Park Barracks, que alberga un museo con una interesante historia detrás. Seguro que ya sabes que los primeros pobladores europeos de Australia fueron convictos de las islas británicas, a quienes se conmutaba o acortaba la condena si se iban a cumplirla a las Antípodas. Estos Hyde Park Barracks forman parte de una red de antiguas prisiones, cuarteles y barracones que fueron construidos por los propios presos y estuvieron en funcionamiento de 1819 a 1887.

Al lado de estos y a lo largo de la Macquarie Street hay una concatenación de edificios importantes que vimos por fuera porque si no se nos iba el día. Comenzando por The Mint, un edificio que inicialmente era parte del hospital y fue reconvertida en casa de la moneda hasta 1926. Junto a él está el Sydney Eye Hospital, el más antiguo del país, de finales del siglo XIX, el Parlamento del Estado y por fin la bonita llamada State Library of New South Wales, la más antigua de Australia, construida inicialmente en 1826.

Este edificio nos gustó tanto por fuera que decidimos entrar. Admiramos el hall tras cruzar sus puertas, muy elegante, y luego llegamos a una luminosa sala de lectura. Desde luego que no es la impresionante State Library Victoria de Melbourne pero sí que nos gustó mucho el edificio.

Había leído que en su interior se encontraba una bonita sala llamada William Shakespeare, y por fin la encontramos. La historia de la misma viene de que cuando se acercaba el 300 aniversario de la muerte de Shakespeare en abril de 1916, los admiradores de todo el mundo comenzaron a planificar eventos conmemorativos. En NSW, la Sociedad de Shakespeare celebró un baile lujoso y otras actividades, recaudando una importante suma que fue utilizada para establecer esta sala conmemorativa y encargar un busto del famoso dramaturgo.

Aquí decidimos hacer un break para almorzar en su agradable cafetería, nos vinimos arriba y pedimos unos cafés con unos dulces y pagamos 51$ entre los 4 (unos 31€) pero qué buen momento pasamos, qué extremadamente amable y educada es la gente en este país.

Una vez que estábamos de nuevo con fuerzas renovadas decidimos sumergirnos de lleno en el corazón de la ciudad, descubriendo edificios muy bonitos como el de Correos y el del Banco de Australia, este último me recordaba a muchos de New York o Chicago.

Justo al lado tenéis la Angel Place donde encontraréis una calle muy curiosa con un montón de jaulas vacías colgadas, se trata de una instalación artística conocida como «Forgotten Songs». Por lo visto está hecho en recuerdo de los pájaros que habitaban en la zona antes de la construcción de la ciudad y por la tarde incluso se activan sonidos de los mismos para recordarlos.

Nos acercamos a la calle comercial George Street, llena de tiendas y servicios de todo tipo, Decathlon Sydney incluído 😜. Esta es una de las calles más transitadas de la ciudad.

No es difícil fijarse viendo a la gente por la calle en la cantidad de inmigración que hay en Australia y especialmente en Sidney, no en vano, se calcula que alrededor del 30% de la población australiana no ha nacido allí (el doble que en nuestro país).

Desde allí como ya se acercaba la hora del mediodía, nos dirigimos a la zona del embarcadero de Circular Quay porque teníamos nuestra visita a las 3 y media de la tarde a la Opera.

Vimos tantos lugares que os pongo aquí la ruta que habíamos hecho esa mañana.

Queríamos comer algo rápido así que lo hicimos en un puesto callejero, un kebab atendido por un simpático jordano (pagamos 17$ (11€) cada uno por un kebab y bebida). La verdad que aquí te puedes encontrar gente de todos los rincones del mundo.

Hicimos tiempo hasta la hora comprando algunos souvenirs en las tiendas que están en la zona del embarcadero, justo ya antes de llegar a la Ópera. De nuevo frente a ella, seguía alucinando, este es uno de esos lugares, al menos a mí me pasa, que te parece increíble que por fin estés frente a ellos.

Recomiendo reservar las entradas con antelación si estás interesado en las visitas guiadas. Deciros que las hay en muchos idiomas, castellano incluído. Toda la información la tenéis en la página oficial de la Ópera. Pagamos 43$ (26€) los adultos por estas entradas y 23$ (14€) mi hija.

Deciros que la visitan unos 8.2 millones de personas al año (datos de 2023), que para estar en las Antípodas y en un país de 26 millones, no está nada mal.

El tour dura aproximadamente una hora y os irán explicando toda la historia del edificio, que a mí me pareció de lo más interesante. A nosotros nos tocó una sueca muy simpática y con un castellano muy correcto, os darán auriculares para escuchar bien.

Entramos dentro y te quedas boquiabierto, las dimensiones el edificio son impresionantes, casi todo está hecho de hormigón y madera.

No os contaré toda la historia de la Ópera porque espero que podáis visitarla y escucharla vosotros mismos, sólo daré unos cuantos datos que creo que son interesantes. Como habréis oído, la diseñó el arquitecto danés, Jørn Utzon, un perfecto desconocido por aquel entonces que presentó el proyecto ganador de los 223 que se presentaron.

Nos contó nuestra guía que la construcción estuvo llena de dificultades, se pensaba hacer en 4 años y gastarse unos 7 millones en su construcción y finalmente fueron nada menos que ¡¡14 años y 102 millones!!. El Teatro abrió por fin sus puertas en 1973.

Salimos al exterior del edificio, desde donde hay unas preciosas vistas del Harbourd Bridge y también de las enormes bóvedas o velas tan características y cuya construcción resultó ser un auténtico desafío.

La historia de los azulejos y sus curiosidades son también muy interesantes, no os las cuento, sólo deciros que son más de 1 millón y de fabricación sueca. Nada está hecho al azar en este edificio, el color de los azulejos, tampoco.

El enorme edificio cuenta con 5 teatros, 5 estudios de ensayos, 2 salas principales, cuatro restaurantes, seis bares y un montón de tiendas. El complejo entero cuenta con más de 5,500 asientos (en todos sus espacios) y alrededor de 800 ambientes diferentes, IMPRESIONANTE, ¡¡no tenía ni idea de que era tan grande!!

Accedimos en el interior a la joya de la corona, la gran sala de conciertos (Concert Hall) que te deja con la boca abierta. Puesto que en ese momento no había gente en el escenario (si no está estrictamente prohibido hacer fotos) saqué esta instantánea que muestra la grandiosidad de la sala, que puede albergar a 2,679 espectadores. Lo que nos contó nuestra guía sobre el órgano es una locura, tiene más de 10,000 tubos, por supuesto es el más grande del mundo, tardaron 7 años en construirlo y ¡¡2 años más sólo para afinarlo!!

Pudimos entrar también en el Joan Sutherland Theatre, con unos 1,500 asientos. El Opera House representa cada año hasta 1,500 espectáculos a los que asisten más de 1.2 millones de personas.

Desgraciadamente terminó nuestro tour que se me pasó volando. Ni que decir tiene que por supuesto esta visita es absolutamente imprescindible si venís a Sidney.

Después de la visita teníamos una cita con una chica acordada semanas atrás vía mail. Gracias a la asociación International Greeter pudimos disfrutar de su ayuda para conocer un poco más de la ciudad. Esta es una asociación sin ánimo de lucro con voluntarios y que se surte de donaciones. Podéis visitar su página web: https://internationalgreeter.org/destinations/sydney y podéis escribirles para ver si es posible una visita guiada como conseguí yo.

Nosotros tuvimos la suerte de encontrar una guía que hablaba castellano y quedamos con ella en Circular Quay. Nuestra cicerone se llamaba Berenice, francesa de nacimiento en sus territorios de ultramar pero que llevaba ya unos cuantos años en la ciudad.

Super simpática y muy habladora, desde el comienzo conectamos muy bien con ella y disfrutamos muchísimo de su compañía.

Nos habló de muchas cosas y nos acompañó a ver el impresionante edificio Queen Victoria. Una estructura enorme, que se extiende a lo largo de toda una manzana.

Ha sido reconvertido en un centro comercial con más de un centenar de tiendas, galerías y restaurantes. Nos quedamos boquiabiertos cuando accedimos a su interior, precioso, no os lo perdáis.

Seguimos por la George Street con Berenice hablándonos del auge de las marcas comerciales, Chanel que ya tenía 2 tiendas, planeaba abrir otra más grande todavía. Nos habla de la cantidad de chinos y japoneses adinerados que están llegando a Sidney para hacer shopping. Nos lleva a varios comercios que a ella le encantan, una librería, una tienda de regalos…

Pasamos junto al bonito edificio del Ayuntamiento. De estilo victoriano, fue construido en la década de 1880 sobre el sitio del primer cementerio europeo oficial de Sydney.

Seguimos caminando y ella adaptándose a nuestras necesidades, decidió acercarse a Chinatown para enseñarnos algunos sitios curiosos y que obviamente no habíamos visto.

Entramos en un centro comercial donde parecía que estábamos a veces en China, a veces en Japón, a veces en Korea. Probamos un dulce japonés buenísimo, nos llevó a una tienda de belleza coreana (supongo sabéis que los coreanos son los reyes mundiales de la cosmética) donde compramos un par de cremas.

Por consejo de nuestro guía, Liria se atrevió a probar un batido o smoothie en un puesto de la marca Gong cha y que por lo visto se está extendiendo por todo el mundo. Se trata de una compañía china que comenzó su andadura en Taiwan, qué cosas se aprenden en los viajes….

Después de un par de horas dimos por terminado el tour, estábamos agotados. Berenice se portó genial, nos acompañó hasta el autobús urbano y nos ayudó para volver a nuestro hotel. No aceptó ninguna propina en línea con lo que la asociación International Greeter propone así que al menos más adelante les hice una donación en la web.

Nos despedimos de ella agradeciéndole su agradable compañía. ¡¡Mil gracias Berenice!!

Y bueno, ese día volvimos al hotel, cenamos lo que nos quedaba de comida por no deshacernos de ella y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente nos salía el vuelo a las 9 de la mañana con Air Asia rumbo a Kuala Lumpur así que fuimos con el coche al aeropuerto, lo devolvimos sin problemas y esperamos a que saliera nuestro vuelo.

Aquí se había acabado este maravilloso viaje al otro lado del mundo y que recordaremos para siempre. Espero que todo esto os ayude a planificar vuestro viaje a Australia que si tenéis la oportunidad, por tiempo y sobre todo por dinero, seguro que váis a disfrutar tanto como lo hicimos nosotros.

Esta es la ruta completa resumida que hicimos en el país aussi.

KUALA LUMPUR (MALASIA)

Esta estancia en la capital malasia de 2 días y medio lo decidí como escala para un largo viaje a la lejana Australia. Siempre creo que está bien no hacer todo el viaje seguido y aprovecharlo para conocer algún sitio más de ese increíble continente que es Asia. Me decidí por Kuala Lumpur y la decisión no pudo resultar más acertada porque me ha sorprendido muy para bien.

Salimos de Madrid un sábado 16 de marzo de 2024 con un vuelo de la aerolínea Qatar Airways con escala en Doha. Adquirido con mucha antelación, alrededor de los 8 meses, pagué 912€ y aunque el país no es santo de mi devolución la verdad que volar con esta compañía es una maravilla. Ni un cambio de horario con tanta antelación, maleta incluída en cabina y un confort de viaje espectacular, aviones grandes, buena atención y todo tipo de contenido multimedia con pantallas individuales.

Para tema de maleta, ya aprendí hace tiempo que llevar un equipaje grande a un viaje largo es ridículo (según mi humilde opinión), y más si es Asia, donde es sencillo y barato lavar ropa y te permite moverte de manera más cómoda. Además evitas pérdida de equipajes y esperas al llegar a los aeropuertos. Esta aerolínea ni cuando fui a Bali con ellos en 2023 ni ahora ponen la más mínima pega a incluir una mochila por ejemplo de 50l en cabina, pero ojo, porque si lleváis un trolley más grande que de cabina, seguramente os lo harán facturar.

Pues listos para el largo viaje, embarcamos.

En unas 7 horas y media estábamos en Doha en un viaje muy cómodo, constantemente dándonos comida, bebida, todo lo que quisimos. Después de una escala de unas 2 horas tomamos el siguiente vuelo, otras 7h y media para llegar a Kuala Lumpur ya bastante más cansados.

Yo, que soy mucho de organizar mis viajes a conciencia, cada vez más contrato guías en español en los destinos de origen. Con Kuala Lumpur me costó mucho, muchísimo, encontrar a alguien pero finalmente pude conseguir a un local para que estuviera con nosotros unas 6 – 8 horas a un precio creo bastante alto pero es que no tenía más opciones. El tema es que como dos semanas antes de mi viaje me dijo que no podía pero menos mal que me dio el contacto de otro con el que finalmente llegué a un acuerdo. Este gestionaría un transporte desde el aeropuerto al llegar y el resto de la visita a unos cuantos lugares que yo le había pasado previamente, me cobraría 1000 RM (al cambio 200€), sí, caro, pero no encontré mejores opciones, bueno, esta fue la única realmente.

Eran las 8 de la mañana cuando llegamos a Malasia, y mi hija hacía por primera vez un viaje fuera de Europa!! momento histórico de su corta vida.

Tras hacer los trámites de inmigración, sellado de pasaporte y demás, nos dirigimos a comprar algo ya obligado cada vez que viajo, y es una tarjeta SIM en el destino para tener internet en cualquier momento. Nos acercamos a uno de los puestos, concretamente uno que se llamaba Tune Talk donde nos pusieron la tarjeta a cada uno rápidamente. Pagamos 45RM cada uno (al cambio de entonces unos 9€) por un montón de Gigas que no recuerdo. Tengo que decir que el internet nos fue fenomenal en todo momento.

Salimos ya fuera y allí nos esperaba con un cartelito nuestro transporte. Lo primero con lo que nos dimos de bruces al salir a la calle es la sensación de bochorno, y es que si venís a KL prepararos para sudar de lo lindo y esto es constante durante todo el año. Las temperaturas suelen oscilar, ojo, de media entre los 33º de máxima y 24º de mínima, con porcentajes de humedad muy elevados y frecuentes aguaceros.

Tomamos la autopista de varios carriles y nos digirimos hacia la capital. Sabía que nos llevaría tiempo, no en vano el aeropuerto está a unos 55 kilómetros de por ejemplo las Torres Petronas.

Por supuesto que hay varias maneras de ir desde el aeropuerto a la ciudad, autobús, tren, taxi, pero si no tenéis un transporte contratado como tenía yo, sin duda recomiendo la aplicación GRAB, que es como el UBER o CABIFY de Asia, una maravilla y con unos precios que alucinaréis de baratos.

Como era muy pronto para ocupar nuestro alojamiento (eran las 10 de la mañana) inciaríamos nuestro tour con nuestro guía en ese momento.

Antes de seguir una información muy rápida sobre este país, Malasia, tiene unos 34 millones de habitantes, bastantes menos que otros países vecinos como Thailandia (72M), Vietnam (99M), Filipinas (120M) y ya no digamos Indonesia (280M). Sus niveles económicos son buenos, tasa de paro en torno al 4%, PIB per capita puesto nº 67 del mundo, 62 en el índice IDH, muy por encima de sus vecinos cercanos (sólo se le acerca Thailandia de las naciones nombradas). Con esto quiero decir que no esperéis encontrar un país pobre, muy al contrario es un país emergente y fuertemente orientado al exterior.

Primera parada, un imprescindible de la capital, las Cuevas Batu, que se encuentra a poco más de una decena de kilómetros del centro.

Este es considerado el santuario hinduista más famoso de Asia fuera de la India y su situación es cuanto menos curiosa, excavado en una montaña de piedra caliza y con una enorme estatua de 42 metros de altura dedicada a Lord Murugan, dios de la guerra.

El lugar es impactante y además la entrada es libre. A las mujeres puede que si lleváis los hombros descubiertos, os den un pañueño para taparlos.

En la famosa escalinata de colores que hay a la entrada campan a sus anchas monos que son capaces de agarrar y probar todo lo que pillan pero que yo no los ví excesivamente agresivos si uno se comporta como una persona normal, pero mucha precaución, nunca se sabe.

Una vez arriba y tras superar los 272 escalones, encontraréis un sistema de cuevas que a mí me dejó boquiabierto😳. Os encontraréis templos hinduistas encajados en la cueva que por cierto tiene una altura impresionante.

Había leído antes de ir que había otras dos cuevas a ambos lados en las que había que pagar pero ambas se encontraban cerradas.

Dimos un paseo por el recinto admirando este lugar que es un importante centro de peregrinación y que celebra cada año el festival Thaipusam donde he podido ver en fotos las muestras de penitencia de los fieles que acuden y algunas son escalofriantes.

Una vez descendidos los escalones y que mi hija lo pasara pipa viendo a los monos comiendo helados, bebiendo cerveza y pelando caramelos, proseguimos nuestra visita hacia la segunda de nuestras paradas, la imponente Mezquita Nacional o Masjid Negara.

Decir que Malasia, por si alguno no lo conocéis, es un país eminentemente musulmán, religión que profesa un 63% aproximadamente de los 34 millones de habitantes del país, con unas minorías muy importantes de budistas 18% e hinduistas 9%. Aunque el Islam es la religión mayoritaria, se practica de una forma muy moderada, las mujeres con burka que a veces se ven suelen ser turistas de otros países de Oriente Medio. Es verdad que sorprende ver carteles que indican que está prohibido besarse en público y que hay vagones de metro sólo para mujeres.

En el mes en el que fuimos, se celebraba el Ramadán, en el que los musulmanes no pueden ni comer, ni beber, ni fumar ni hacer otra larga lista de cosas en las horas de sol, nuestro guío lo sufrió el pobre.

En la entrada del recinto hay que llevar tapadas las piernas los hombres y a las mujeres se les facilita un velo o shayla que le cubre todo el cuerpo y la cabeza.

La mezquita, de aspecto por fuera moderno, por dentro es enorme, tiene capacidad para nada menos que 15,000 personas y tiene unos alrededores espectaculares, con fuentes y con el agua muy presente.

Pudimos entrar dentro y apreciar su luminoso y espectacular interior. Esta mezquita, tras la independencia del país del Reino Unido en 1957, fue construida como símbolo de orgullo de esa independencia, terminada en 1965. Es la mezquita más visitada y donde caben más fieles de la capital.

Desde el exterior podréis divisar entre tanto edificio alto, uno bastante más antiguo y que destaca por su curiosa arquitectura, es el Edificio de Administración Ferroviaria de Malasia, diseñado por el arquitecto británico Arthur Benison Hubbak en 1917.

Dejamos la mezquita y fuimos caminando bajo un sol de justicia hacia otro símbolo de orgullo nacional, la Plaza Merdeka. Una gran plaza diáfana con una bandera enorme y con un espectacular edificio en uno de los lados, el llamado Sultán Abdul Samad, cuyo nombre proviene del sultán reinante. Fue construido en 1897 y se caracteriza por su aspecto típicamente árabe y la imponente torre del reloj de 41 metros de altura. Actualmente es un edificio institucional y no es visitable.

Continuamos caminando hacia la popular confluencia de los ríos Klang y Gombak, donde nuestro guía nos dice que aquí se encuentra el origen de la ciudad y nos cuenta la interesante (al menos para mí) historia, y es que el nombre de Kuala Lumpur proviene de Kuala que significa estuario y Lumpur que significa fangoso. En el año 1857, la familia real de Selangor envía a un grupo de mineros chinos a explorar la zona, los cuales encontraron una mina a cielo abierto de estaño que da lugar al primer asentamiento en la ciudad.

Continuamos nuestro paseo y llegamos al llamado Mercado Central o Central Market, bonito y luminoso edificio de art decó y que data de 1888 como aparece en su fachada.

Es un placer entrar porque tiene aire acondicionado y permite huir por un rato del calor asfixiante del exterior. El edificio que no es muy grande alberga tiendas de recuerdos y de todo tipo y pequeños restaurantes.

Continuamos el camino para ya adentrarnos en el Barrio Chino y nuestro cicerone nos acompañó a ver el primer templo chino que veríamos, el Guan Di Temple. En no muchas ciudades es posible como aquí pasar en minutos de ver una mezquita, a entrar en un templo taoísta y luego en uno hindú (además todos con entrada gratuita).

Entramos dentro del templo y lo primero que sorprende es verlo tan decorado con mucho, mucho incienso, flores, frutas, etc. Vimos muchos locales haciendo los rituales chinos, quemando incienso. Pudimos leer que en la arena del incensario se deben introducir siempre 3 inciensos, los cuales representarn los 3 tesoros del ser humano, el Jing, Qi y Shen. Me encanta la cultura asiática.

Tras un rato observando el grado de concentración de los locales purificando su energía, salimos al exterior, y en pocos minutos estábamos en otro templo totalmente diferente, el imponente templo hindú SRI MAHAMARIAMMAN.

Es el templo hindú más antiguo de la ciudad, fundado en 1873 aunque según nos contó nuestro guía en 1968 se construyó una nueva estructura con la increíble y ornamentada torre ‘Raja Gopuram’ al estilo de los templos del sur de la India.

De nuevo entramos dentro tras descalzarnos para admirar el interior.

Salimos y volvimos al barrio chino para recorrer su famosa Petaling Street. Dimos una vuelta aunque yo no soy mucho de este tipo de mercadillos chinos, nos ofrecieron como no imitaciones pero aparte de ver el ambiente y dar un pequeño paseo, nos fuimos enseguida.

Nos subimos en nuestro vehículo para acercanos a nuestro siguiente destino, otro templo chino, el espectacular templo Budista Thean Hou.

El templo, que es de reciente construcción (inaugurado en 1989), cuenta con elementos de budismo, taoísmo y confucionismo y representa una combinación muy atractiva de técnicas arquitectónicas modernas y diseño tradicional, todo ello repleto de adornos labrados a lo largo de toda su estructura. Está dedicado a Thean Hou, la Madre Celestial.

Lo llaman también el templo de las luces, viendo la foto queda claro por qué. He visto fotos de noche del templo con todos los farolillos encendidos y son espectaculares. Me encantó, no os lo perdáis.

Alrededor del templo podemos contemplar una fuente dedicada a Kuan Yin, Diosa de la Misericordia y diferentes estatuas, entre las que destacan las doce figuras que representan los animales del calendario chino.

Continuamos ruta haciendo una breve parada en el Palacio Real, Istana Negara, que aunque sólo lo vimos desde fuera nos pudimos hacer una idea de su grandiosidad.

Para más adelante hacer otra parada en la segunda y última mezquita del día, Masjid Wilayah Persekutuan.

Recomiendo mucho visitar esta mezquita porque no es tan turística y es grandiosa. Es más reciente de lo que pueda parecer, fue construida entre 1998 y 2000.

De nuevo en la puerta volvieron a vestir a las chicas con una túnica y un pañuelo para la cabeza para acceder a su interior y nos llevaron a una habitación donde nos recibió un amable chico que nos hará de guía y estaría con nosotros durante nuestra visita. Me empecé a oler que tanto acompañamiento buscaba la propina de rigor pero al final me di cuenta de que no.

Después de caminar por las estancias previas como las del área de lavado accedimos al espectacular salón principal: un hall gigante coronado de cúpulas majestuosas. Pudimos ver el mihrab de mármol que indica a los fieles la dirección de La Meca. Este imponente interior me gustó más que el de la Masjid Negara y me recordó a las de Estambul, que me dejaron completamente alucinados cuando las ví hace más de 20 años.

El amable chico, que resultó ser originario de Yemen, nos fue haciéndonos preguntas (en inglés) sobre lo que sabíamos del Islam y nos fue resolviendo nuestras dudas.

El exterior con estos suelos de mármol son impresionantes.

Desde aquí dimos por finalizada nuestro tour, eran sobre las 2 de la tarde y nuestro guía nos acercó a nuestro apartamento.

Nos quedaron cosas por ver y que recomiendo visitar, una mezquita más lejana, la Mezquita Putra, Persiaran Persekutuan, a 35 kms del centro y también la Mezquita Masjid Jamek que no nos cuadró en nuestra ruta, será para otra ocasión.

Hago una larga pausa para hablar del tema del alojamiento en la ciudad, porque rotundamente me atrevo a decir, que no disfrutaréis de algo parecido, tan asequible, en otro punto del planeta.

Desde el principio en Booking.com donde reservo todo encontré siempre precios muy muy baratos. Como éramos 4, busqué la opción de un apartamento ya que permite una mayor flexibilidad y estar todos en la misma estancia y siempre me dí con opciones muy baratas, y ya puestos, pues por qué no con vistas a las famosas Torres Petronas ¿no? pues dicho y hecho, reservé un coqueto apartamento en una enorme torre de un complejo de tres llamado STAR RESIDENCE KLCC by FZB (así lo encontraréis en Booking.com). Nosotros concretamente estábamos en la torre 2, de 55 plantas. La altura de las mismas es de manda menos 230 metros (como la Torre Espacio de Madrid, a sólo 20m de la más alta de nuestra capital).

Aquí os muestro un video de Youtube que habla sobre estas imponentes torres. Imaginaos lo que costaría el alquiler de un apartamento parecido en un New York o en Tokio por poner un ejemplo.

Pagamos por cada una de las dos noches que estuvimos allí 450 RM (unos 87€) bien ¿no?

El apartamento estaba genial, muy muy bien, el hall ya prometía aunque lo que no me gustó nada es el proceso de entrega de llaves. Hay que comunicarse con el propietario vía whatsapp y se hizo largo y tedioso.

Pero lo compensaba el estupendo apartamento de 2 habitaciones, 2 baños, cocina americana e incluso otra cama pequeña en el salón, y con unas vistas espectaculares, es verdad que no a las Torres Petronas pero sí de la ciudad.

Aquí os muestro un pequeño vídeo que hicimos del mismo.

El alojamiento está a apenas 5 – 10 minutos caminando de las Torres Petronas así que su ubicación es estupenda. Pero lo mejor son sus piscinas, tanto la que está en la base, una piscina olímpica.

Como la increíble piscina del techo y de la que disfruté yo cada mañana viendo el amanecer, un lugar increíble, ¿no créeis?

Después de dejar el equipaje en el apartamento, nuestro acompañante, Zul, fue muy amable y nos acompañó a comprar las entradas para las Torres Petronas como le habíamos pedido.

Desde nuestro edificio hasta el centro comercial SURIA KLCC a pies de las Petronas teníamos apenas 10 minutos, atravesando una zona de rascacielos y edificios modernos espectaculares. Todo muy occidental, parece que estás más en una capital de Estados Unidos que en un país del Sudeste Asiático como Vietnam, Myanmar o Camboya.

Compramos las entradas para dos días después, el martes, porque el lunes están cerradas. Pagamos por los tickets 98 RM los adultos (unos 19€) y 50 RM la niña.

Nos despedimos ahora ya sí de nuestro guía y buscamos un sitio para comer, eran como las 3 y media y estábamos muertos de hambre.

Aquí os dejo el contacto de Zul, nuestro guía al que podéis escribir por whatsapp +6019 212 4825. Habla bastante bien español y aunque sus explicaciones son sencillas lo recomiendo porque se portó bien con nosotros y no tuvo prisas en ayudarnos.

Finalmente terminamos comiendo en una cadena de restaurantes llamada Nando’s, que por cierto, no habían oído hablar nunca de la comida gluten free… tremendo.

Pagamos 142 RM (unos 28€) por un plato cada uno y bebidas, un precio espectacular para el centro comercial que es de lo top de la ciudad.

Después de comer dimos un paseo por el centro comercial, que como suele pasar en estos países asiáticos, son estructuras enormes llenas de tiendas de las mejores marcas, como le gustan las compras a los habitantes de estos países asiáticos.

Y bueno, como el cansancio hacía mella en nosotros con la paliza que llevábamos encima, decidimos ya irnos a disfrutar de nuestro alojamiento. Subimos como no a la azotea donde teníamos la piscina y lo pasamos en grande disfrutando de la puesta de sol.

Y de cómo se iluminaban las Torres Petronas una vez anochecido, ESPECTACULAR, no me cansaré de decirlo una y otra vez.

Esta es la ruta que habíamos hecho este día.

Día 2. 18 de marzo de 2024.

Madrugué mucho ese día para ver el amanecer en la terraza del hotel, metido en la piscina, qué maravilla, si tenéis posibilidad, no lo dejéis de hacer, eso sí, tendréis que ser de madrugar. Pensar que anochece pronto, sobre las 7 y media en ese mes de marzo, así que la clave es acostarse pronto 😛.

Ver como la ciudad va apagando las luces de los gigantescos edificios y ganando terreno la luz natural es un espectáculo de esos que se disfrutan pocas veces en la vida, al menos en mi caso.

Qué gran espectáculo, para quedarse ahí horas tranquilamente ¿verdad Liria? 😍.

Este segundo día ya visitaríamos la ciudad por nuestra cuenta y había preparado una ruta para ver lo más interesante de la ciudad que nos podía faltar del día anterior, aunque obviamente lo mejor ya lo habíamos visitado.

Comenzamos acercándonos de nuevo al centro comercial Suria para conocer los alrededores de las Torres Petronas y verlas de día. Una perspectiva que no os debéis perder de estos dos colosos de 452 metros, la verdad que son increíbles desde abajo, estamos hablando de que son casi dos veces la altura de las torres de Madrid, que ya nos parecen enormes.

Si queréis tener una vista muy interesante de las torres, una opción puede ser subir a la Menara KL Tower que es la torre de telecomunicaciones de la ciudad.

Este parque que está en la parte trasera de las Torres es precioso y os recomiendo dar una vuelta por él tranquilamente.

Para movernos hacia el siguiente lugar que queríamos visitar, pedimos un Grab que por apenas 15 RM (3€) nos dejó en la zona del Mercado Central. Recorrimos la Kasturi Walk que al ser por la mañana tenía muy poco ambiente, cruzamos Chinatown para ir finalmente a un lugar que tenía apuntado, y es una espectacular librería llamada REXKL que se encuentra en la azotea de un edificio, con un toque «ruined» de lo más original.

Desde aquí cogimos otro Grab para que nos acercara a la zona de Little India. Nos bajamos junto al templo Buddhist Maha Vihara, en Brickfields.

Un templo budista donde tuvimos la oportunidad de que unos simpáticos lugareños de avanzada edad, en un inglés muy básico nos trataran de explicar algunas cuestiones de su religión, qué gente tan amable estos malasios. El templo si tenéis tiempo y estáis por la zona ok, si no os lo podéis ahorrar.

Como ya eran las 2 y media, nos acercamos a la estación KL Sentral para acabar comiendo, por deseo de Liria 🙂 en el Mcdonald’s. Para que os hagáis una idea de los precios. Pagamos por dos menús, un total de 30 RM (6€!!).

Una vez terminado, tenía preparado hacer algo original, y es que había leído que era célebre en la ciudad el llamado «traditional blind massage», esto es, masajes que dan personas ciegas. Hablaban muy bien y a mí que me gusta más un masaje que a los osos la miel pues nos acercamos al establecimiento con buenas críticas llamado Relax Two Traditional Blind Massage donde recibimos un estupendo masaje, efectivamente por personas invidentes de aproximadamente una hora y por la que pagamos 75RM (unos fantásticos 15€) (ojo porque no aceptan tarjeta de crédito, sólo cash). Coincidimos en que fue una estupenda experiencia y el masaje no fue para nada suave, como a mí me gustan.

Tras esta relajante última actividad y dado el calor que hacía en la calle decidimos coger otro Grab mediante la APP que nos llevara a nuestro alojamiento. Este trayecto era más largo pero pagamos 27 RM (5.3€).

Nos subimos de nuevo a la piscina a disfrutar del atardecer para luego ducharnos y acercarnos a las Torres Petronas para ver las de noche, otra de sus principales atracciones. Os recomiendo esta perspectiva, justo delante de una fuente que hay aunque necesitaréis un gran angular en vuestro móvil o cámara para que entren completamente. Son preciosas.

Finalmente dimos una vuelta por los alrededores, con un espectáculo de luces de colores diario con 3 horarios cada noche (20:00, 21:00 y 22:00).

Cenamos en el centro comercial, en un restaurante llamado Ben’s KLCC. Por un plato cada uno (4) con postre y bebidas pagamos 365RM (71€) el precio más alto que pagaríamos en nuestra estancia, y ojo, que son 18€ por persona en un centro comercial lleno de tiendas de Gucci, Armani, Chanel, etc. Una vez cenado y dar una pequeña vuelta, volvimos a nuestro apartamento.

Si lo que queréis es por la noche ir a algún bar con una buena perspectiva de las Torres ahí os dejo alguna buena opción:

  • Pub Vértigo en el piso 59 del edificio Banyan Tree
  • Atmosphere 360: en la calle Menara Kuala Lumpur, 2.
  • Heli Lounge Bar: en 34 Menara KH, situado en la calle Jalan Sultan Ismail. Se trata de un helipuerto reconvertido en terraza con las mejores vistas de Kuala Lumpur. Hay que ir antes de las 9 de la noche, ya que después solo admiten entrada con reserva y con vestimenta apropiada, sobre todo para los chicos.
  • Troika Sky Dining: en la planta 23A de la Torre B del edificio Troika.
  • Sky Bar: planta 33 del Traders Hotel.

Esta es la ruta que habíamos hecho este día.

Día 3. 19 de marzo de 2024.

Este día sería el último en la capital malasia y nuestro vuelo partía hacia Melbourne a las 18.05h. así que teníamos toda la mañana para poder ver algo más de la ciudad.

El domingo habíamos comprado las entradas para subir a las Torres Petronas así que que mejor colofón a esta estancia de 3 días que poder visitar el emblema más importante de la ciudad. Lógicamente hay aforo para visitarlas, creo que como unas 1,200 personas, así que si no queréis tener problemas, comprarlas por adelantado.

Tras acceder y coger un ascensor no panorámico se llega a la primera de las dos paradas que la entrada incluye, la pasarela a 170 metros entre las plantas 41 y 42. Ahí te dejan un tiempo de unos 10 minutos para disfrutar de las vistas y hacer fotos.

Las Torres Petronas fueron diseñadas por el arquitecto argentino César Pelli que las diseñó como sede permanente de Petronas, la compañía nacional malasia de gas y petróleo. El diseño exterior elegido para las torres se inspiró en la cestería tradicional de Malasia, mientras que la forma de las plantas se basó en la cultura islámica: dos cuadrados superpuestos que forman una estrella de ocho puntas, cada una de ellas unidas por un semicírculo.

Después de la primera parada, subimos ya a lo más alto, planta 86 y lógicamente ya sí que las vistas te dejan sin palabras.

En esta planta hay diversas informaciones sobre la historia de las Torres y tiendas de souvenirs. ¿Sabéis que se usaron para su contrucción 40 mil toneladas de hormigón, 65 mil metros cuadrados de acero inoxidable y 77 mil m2 de vidrio?

Su construcción fue toda una prueba de velocidad entre las dos compañías que se ocuparían de cada torre: una fue encargada a una empresa coreana y la otra a una japonesa, de modo que hubo una gran competencia por lograr el mejor y más rápido trabajo, ¿sabes quién ganó? al final lo desvelaré, hacer apuestas.

Con un total de 88 plantas fueron el edificio más alto del mundo entre los años 1998 y 2004, sobrepasando en ese 1998 en sólo 10 metros a la Torre Sears en Chicago (a la que he subido también, por cierto), que había ostentado ese título desde 1973. Pero en 2004 fueron superados por la torre Taipei 101 en Taiwan, con sus 508 metros. Actualmente han caído nada menos que al puesto 21 como edificio más alto del mundo aunque mantienen su cetro de ser las torres gemelas más altas del planeta. Es curiosa la historia de que al principio no se pensó en que fueran las más altas del mundo, una decisión sobre la marcha del Gobierno malasio que modificó algunos aspectos del diseño original para que superara al rascacielos norteamericano.

La Torre 1 está totalmente ocupada por la petrolera Petronas y sus empresas asociadas y subsidiarias, mientras que la Torre 2 se alquila a otras compañías como Huawei, Al Jazeera, Bloomberg, Boeing, IBM y Microsoft, entre otras.

La combinación de hormigón, materiales metálicos y vidrio, resulta de lo más atractivo y atrapa tu mirada desde el principio. Ambas torres terminan en estos pináculos de 73 metros de altura.

Con sus 88 pisos, las torres cuentan con un área de 427,500 m2 de uso mixto, que incluyen áreas de comercio y entretenimiento, restaurantes, oficinas, un museo, galerías, un salón de conciertos y parking para 5,000 coches.

Y después de algo menos de una hora, ya nos invitaron a bajar y terminó esta interesante visita, que desde luego yo recomiendo. Cómo no ver de cerca el emblema más importante de la ciudad y uno de los más importantes del Sudeste Asiático. Ah, y ganaron los coreanos 🏆, terminaron antes su torre, ¿acertastéis?

Volvimos al apartamento, recogimos el equipaje y quedamos con un conductor que nos habían recomendado, se hace llamar Ariel y es un chaval estupendo, si tenéis la ocasión contactar con él. Nos hizo también los traslados en nuestro viaje de vuelta desde Australia que dormimos también en KL pero ya más cerca del aeropuerto. Este es su número, podéis escribirle por whatsapp +6016 936 7293. Pagamos por el traslado al aeropuerto 65 RM (13€).

Y hasta aquí llegó nuestra estancia en la ciudad malasia, una gran urbe en la que lo que más me gustó fue la mezcla de culturas, que conviven de forma armoniosa, dando lugar a contrastes urbanos de inspiración tradicional asiática, china, islámica y malasia. También sus rascacielos ultramodernos, que se mezclan con barrios coloniales enraizados en conservar tradiciones milenarias. La presencia musulmana es poderosa aquí, pero convive con fluidez natural con las religiones taoísta e hindú.

NORTE DE MARRUECOS (TÁNGER – TETÚAN – CHEFCHAOUEN)

Esta es la segunda sección que hago de nuestros vecinos africanos ya que es la segunda escapada tras aquel viaje con mi amigo Jesús y que disfrutamos tanto (Marruecos 2017). Me dejó tan buen sabor de boca aquella estancia de 5 días por el sur del país y el desierto que estaba deseando volver, esta vez para conocer el norte, y sobre todo atraído por conocer esa atrayente población llamada la Perla Azul, Chefchaouen.

Para ir a Marruecos ayuda mucho el hecho de que los vuelos desde España además de que ser muy cortos (menos de una hora y media), los precios de los billetes son muy económicos. Eso sí, y siento decirlo pero cada vez corroboro más mi opinión que sean con la aerolínea Ryanair. «Gracias» a ellos y a uno de sus típicos y frecuentes cambios de horario de última hora tuvimos que ir un sábado en lugar de un viernes como teníamos previsto, además de retrasarnos luego otra vez un par de horas nuestra salida, vamos, un cachondeo. Pagamos unos 100€ cada uno con la opción Priority, con 2 piezas de equipaje de mano y selección de asiento incluído pero es posible ir por incluso menos dinero dependiendo de las fechas y la antelación.

Dado que quedamos tan contentos con aquella agencia que nos gestionó los traslados y los hoteles en 2017, por supuesto que contacté con ellos de nuevo para que nos ayudaran. Fue la fantástica agencia viajes-marruecos4x4 que ya son más que amigos. Hassan nos gestionó el acompañante y guías de nuestro viaje, desde que aterrizamos hasta que despegamos 4 días después. Yo ya procuro ir a cada ciudad que voy con un guía para sacarle todo el jugo a la ciudad, y no tiene nada que ver que hacerlo por libre.

Día 1. Llegada a Tánger

Aterrizamos en Tetuán los tres viajeros, Manolo, Rober y yo sobre las 14h un sábado 11 de noviembre, con una temperatura espectacular, tanto como para ir casi en manga corta.

Tuvimos que esperar una larga y lenta fila de control de pasaportes y sin rellenar ningún documento entramos en territorio marroquí. Cruzamos el aeropuerto que por cierto estaba bastante bien y fuera nos esperaba el que iba a ser nuestro acompañante y conductor durante todo el viaje, Daoud, un simpático y risueño marroquí original del sur del país y con el que pasaríamos unos buenos ratos. Nos dio la bienvenida y nos condujo a nuestro transporte, una cómoda y nueva furgoneta Ford en la que iríamos de lo más cómodos.

Cabe recordar que con cerca de 37 millones de habitantes, Marruecos es el 11º país más poblado de África y cuenta con una densidad de población de 81 personas por kilómetro cuadrado, más del doble de la del conjunto del continente. Sin embargo, el país sufre unos fuertes desequilibrios internos que dividen el territorio entre las regiones de las costas atlántica y mediterránea, donde se concentran tres cuartas partes de la población, y las zonas desérticas y montañosas del interior, donde hay grandes extensiones donde apenas vive gente.

Eran ya sobre las 3 de la tarde y nos acercamos a una de las atracciones principales de los alrededores de Tánger, el famoso Cabo Espartel, cuya atracción o curiosidad es que es el punto en el que se unen el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. La foto era obligada….

Esta zona de acantilados es muy atractiva y muy visitada tanto por los pocos turistas que vemos pero sobre todo por los propios habitantes de los alrededores, que vienen aquí sobre todo a disfrutar de la puesta de sol. Un lugar muy muy bonito.

Caminamos un poco más subiendo una colina y alcanzamos la zona donde se encuentra el Faro, construido en 1864 y que se encuentra a 300 metros sobre el nivel del mar. Este es el punto más al suroeste de todo el continente africano y desde el que se ve de manera bastante nítida la costa gaditana al fondo.

Decidimos aparcar y comer en un restaurante de lo más turístico, de nombre no muy original Cap Spartel. Elegimos una mesa junto a la ventana con buenas vistas y pedimos una mini ensalada, un par de frituras de pescado y un filete de pollo empanado. Con una botella de agua y sin postre, pagamos 561 dirhams (unos 51€), el precio más caro que pagaríamos por comer en todo nuestro viaje. La verdad que la comida no me entusiasmó, sobre todo la fritura no me pareció fresca, todo congelado, pero es lo que tiene los lugares 100% turísticos, no lo recomiendo.

Tras subirnos al coche y no visitar otra de las atracciones de la zona, la Cueva de Hércules y de la que había leído en diferentes opiniones que no valía mucho la pena (además los no marroquíes debemos pagar 6€ por entrar) Daoud nos llevó bordeando la costa y de verdad recorriendo una zona muy verde, con unos jardines espectacularmente cuidados. Pasamos junto a uno de los múltiples palacios del rey Mohamed VI y en todo momento vimos unas villas por la zona de lo más exclusivo. Toda esta zona por lo visto es muy lluviosa y se veía por la frondosidad y lo verde de la vegetación.

Bordeamos la costa y entramos en Tánger por la zona nueva del puerto. Paramos a comprar una tarjeta SIM para poder conectarnos a internet sin la necesidad de tener wifi. Por 2G pagamos unos 5€, muy barato, con la compañía Maroc Telecom y que nos funcionaría muy bien durante todo el viaje. También cambiamos dinero para disponer de dirhams. Miramos la cotización en un casa de cambio y Daoud nos aplicó la cotización del establecimiento y nos cambió el dinero él mismo.

Una vez terminadas esas dos gestiones básicas, pusimos rumbo a Tetuán donde íbamos a pasar la primera noche, Tánger ya lo conoceríamos mejor el último día. Recorrimos buenas carreteras y de nuevo encontramos las zonas verdes muy muy cuidadas. Teníamos unos 60 kms por delante y ya empezaba a anochecer, es lo que tiene venir en esta época, que los días son muy cortos. Disfrutamos del paisaje viendo todo tan verde, a veces me parecía más estar en el norte de España o de Europa que en el norte de África.

Llegamos a Tetuán y Daoud aparcó donde pudo para acompañarnos al hotel, por el camino apareció de repente lo que yo denomino, el «listillo lapa» que nos empieza a dar la paliza con ayudarnos a encontrar el alojamiento, Daoud no se libra de él de manera tajante y se nos pega diciendo que trabaja en nuestro alojamiento. Ni que decir tiene que hay que sospechar de estos jetas y tras acompañarnos al mismo que estaba dentro de la medina, finalmente conseguimos librarnos de él sin soltarle una moneda, a gente así, ni un céntimo.

Nuestro alojamiento se llamaba Las Mil y una Noches, y que como decían las críticas está bastante bien, no en vano es uno de los más populares y con mejor fama de la ciudad. Hicemos el checkin en el bonito hall que representa el típico riad con un patio en medio y dos plantas.

Habíamos reservado dos habitaciones, que lo bueno que tenían era que cada una disponía de dos camas así que estuvimos muy cómodos. La habitación además era amplia aunque sin ventanas al exterior y el baño bastante pequeño pero nos vaía de sobra. Pagaríamos a través de la aplicación Booking por las dos estancias, 121€, desayuno incluído.

Había visto en un mensaje del alojamiento intercambiado en Booking que ofrecía ir a un hammam por 15€ y nos pareció una buena idea para alargar la tarde una vez ya anochecido y por tanto no tener mucho más interesante que hacer. Un hammam recordemos que es un baño árabe tradicional en el que la limpieza se hace básicamente a través de vapor acompañada de una exfoliación de la piel. Los hammams tienen su origen en las termas romanas y además de para un tema de higiene era un punto de encuentro y de conversación entre hombres y de mujeres (siempre por separado).

Tras instalarnos en nuestras aposentos, nos dieron una toalla en recepción, unas chanclas, un cubo y nos acompañaron hasta el establecimiento.

El hammam estaba muy cerca de donde dormiríamos, a apenas un par de calles. Después de poco más de una hora, la verdad es que nos gustó mucho la experiencia, que fue muy auténtica ya que el lugar estaba lleno de locales, nada de turistas. Nos cambiamos en el hall de la entrada junto a unas taquillas donde dejamos la ropa y pasamos a unas habitaciones donde recibiríamos nuestra sesión de exfoliación. Hacía mucho calor como suele ser habitual y tras un breve rato de aclimatación nos indicaron que nos tumbáramos en el suelo junto a otros habituales que nos miraban como diciendo de dónde han salido estos panolis. Una vez allí un trabajador ya de cierta edad nos empezó a echarnos agua caliente y comenzó a rascarnos el cuerpo con un guante como si fuéramos caballos, característica principal de un hammam como decíamos, la limpieza de la piel. Nos reímos mucho y ellos también se contagiaron, el «rascado» la verdad que fue reparador. Luego nos dieron con jabón por todo el cuerpo como si fuéramos bebés y nos dejaron relajarnos un rato.

Salimos como nuevos, nos vestimos y volvimos a nuestro alojamiento, no sin antes percibir ya que el ambiente por la noche por esas callejuelas con ya poca gente era muy diferente al del día, con poca iluminación, no era el mejor del mundo.

Llegamos al hotel y dudamos entres salir a cenar a un restaurante que tenía apuntado y que nos recomendaron que se llamaba Blanco, pero finalmente decidimos cenar en el propio alojamiento ya que ofrecía servicio de cenas. Lamentablemente tengo que decir que no nos entusiasmó ninguna salvo una sopa caliente que me tomé y que me recordó a las de Túnez. Aún así estuvimos muy tranquilos porque el entorno era agradable y la atención del personal de hotel, que todos hablaban español perfectamente, fue exquisita, incluso nos amenizaron con una pieza en un piano que había en el hall.

Día 2. Tetuán – Chefchaouen

Nos levantamos poco antes de las 8 para ducharnos y bajar a desayunar, que tenía lo básico para considerarlo un buen tentempié matutino, buen pan, zumo natural y diversas opciones para pasar el resto de la mañana.

A las 9 teníamos contratado un guía que nos había gestionado la agencia y que nos acompañaría a conocer Tetúan, una ciudad de lo más conectada con nuestro país. Llegaron a vivir aquí hasta 50,000 españoles (la mayoría funcionares y militares), de ahí que quisiera que fuera una de nuestras paradas obligadas en este recorrido por la parte septentrional del país.

Concretamente Tetuán, con unos 450,000 habitantes (2022) es una de las ciudades que antaño fue una ciudad próspera pero venida a menos. Situada al pie de la segunda cordillera del país que es la del Rif. Si es más visitada en los últimos años por los españoles ha sido también por el tirón del best seller El tiempo entre costuras de la escritora María Dueñas.

Llegó nuestro guía, que por lo visto no era el inicialmente previsto, un hombre ya de avanzada edad y que sin apenas presentarse comenzó saliendo de la medina donde estaba nuestro riad para enseñarnos otro nuevo palacio del rey, situado en la Plaza Hassan II a la que por cierto no se puede acceder por seguridad. Este palacio del siglo XIX muestra un estilo arquitectónico hispanomusulmán y la verdad que por fuera se ve espectacular.

Decir que la ciudad se encuentra dividida en 3 partes, la Medina, el Ensanche y la zona más moderna que rodea a las dos anteriores. La medina está amurallada casi en su totalidad y lógicamente es la zona más antigua. Con respecto al ensanche, al que nos dirigimos caminando, se construyó debido a la intervención e influencia española y en él predomina la presencia de edificios culturales, como consecuencia del empuje que le querría dar España a la ciudad como capital de su Protectorado. Recordemos que éste fue el régimen jurídico ejercido por nuestro país sobre algunas partes del norte de Marruecos entre 1912 y 1958 y Tetuán fue precisamente su capital.

Aquí la gente nos queda claro que no madruga mucho y las calles estaban vacías, sobre todo la calle comercial por antonomasia de esta zona, la avenida Mohamed V (que llegó a llamarse del Generalísimo). Caminando por ella efectivamente se ve enseguida la influencia española tanto de la arquitectura como incluso los nombres de los comercios y los letreros, muchos de ellos en castellano.

Llegamos a la plaza Moulay El Mehdi, llamada también plaza de Al-Yala, e incluso en época del Protectorado plaza José Antonio Primo de Rivera donde vemos una iglesia católica, Nuestra Señora de las Victorias de 1919, junto al antiguo café de París y el consulado español.

Nuestro guía, que ya percibimos que no es el mejor del mundo porque nos da explicaciones muy escuetas, nos lleva por el barrio de Mssalla Kdim, en las afueras del famoso distrito del Ensanche, donde se encuentran la mayoría de los edificios históricos realizados durante la etapa del Protectorado español. Encontramos por ejemplo el espectacular Instituto Cervantes o el Teatro Nacional, construido en 1914 y que fue conocido como teatro Victoria hasta los años 30. Vemos también el pasaje Benarroch, el Casino Español y el cine Avenida, todo vestigios de la huella que dejó nuestro país en Tetuán.

También encontramos el teatro restaurado por la Junta de Andalucía en el año 2000, diseñado en el año 1916 y construido en 1923, el ‘Español’ como se le conoce en Tetuán. Constituyó durante casi un siglo una referencia cultural y cuenta con butacas para 825 espectadores.

Cerca de este llegamos a un edificio de ladrillo cuya arquitectura enseguida me suena, yo que viví muchos años frente a un cuartel en Zamora. Efectivamente se trata de un antiguo cuartel que utilizó Franco y cuyo escudo con el Aguila que utilizó el caudillo todavía se puede apreciar cortado por la mitad en su fachada.

Llegamos al Parc Feddan, una plaza muy bonita y en el que se aprecia una bonita vista de la ciudad y sus casas blancas hacia lo alto de la colina de nombre Dersa.

Seguimos a nuestro guía a una pequeña puerta por la que accedimos a la histórica medina, ejemplo de la arquitectura marroquí-andalusí con un toque morisco, y que fue incluida en la lista de patrimonio mundial por la Unesco en 1997.

El legado arquitectónico de la medina alberga edificios de estilo andalusí que datan desde el siglo XV al XVIII, entre ellos el del fundador de la ciudad, Sidi Al Mandri, morisco que vino de la localidad granadina de Piñar con un grupo de exiliados y que obtuvo la autorización del sultán para construir una nueva ciudad sobre las ruinas de la anterior.

El guía nos cuenta que además de la cultura musulmana, se nota mucha influencia española y judía, a cuya zona nos encaminamos. Ahora apenas nos dice que hay 8 familias judías pero antiguamente llegó a haber hasta 6,000 residentes y 16 sinagogas y, a una de las cuales nos acercamos, la llamada Isaac Bengualid, del siglo XIX. Siempre me han encantado las medinas de calles estrechas y esta desde luego lo es.

Salimos por una de sus ocho puertas, la de Bab Nuader (construida durante la llegada de los moriscos en el siglo XVII) para pasar junto al imponente edificio de la popular aseguradora La Unión y el Fénix.

De nuevo volvimos a entrar en la medina por la puerta que se encuentra está junto al Palacio Real, llamada Bab Ruwah y que es más reciente. Nos seguía sorprendiendo que eran más de las 10 y media de la mañana y algunas calles de comercios siguen sin abrirse, esta es la de las joyerías.

Nos acercamos a la zona de curtido de pieles, que ocupa todavía un gran espacio y que cuenta con 380 pozos. El lugar está casi desierto y contrasta con lo turístico que es este lugar en ciudades como Fez y sobre todo Marrakech como pude apreciar en 2017. Actualmente el oficio está casi desapareciendo y apenas hay unos pocos curtidores que todavía trabajan las diferentes pieles como hace más de cinco siglos.

Desde esta zona hay una bonita vista de la muralla y de los cementerios de los que luego hablaré.

El guía nos acompañaba ahora a una tienda de especias y nos dice que podemos subir a la azotea desde la cual pudimos disfrutar de una perspectiva de la ciudad, apreciando lo grande que es y las montañas tan altas que tiene alrededor.

Seguimos caminando por la medina, viendo diferentes rincones y carteles que nos sorprenden por la identificación con nuestro país.

Llegamos a lo que fue el hammam más antiguo de la ciudad, llamado Sidi El-Mandri construido en el siglo XV. También vemos por fuera (los no musulmanes no podemos entrar en ellas) la Gran Mezquita construida en 1808.

Nuestro guía sigue con sus explicaciones, me da más la impresión que lo que nos explica lo ha aprendido a fuerza de vivir sus años aquí que de una formación profunda en historia, queda claro que no es para nada un guía oficial.

Por fin la medina comienza a coger vida y sus puestos a llenarse de gente. No encontramos prácticamente ningún turista y como parte positiva tengo que decir que aquí nadie nos agobia por comprar y nos encontramos muy agusto y tranquilos. No encontramos en todo nuestro viaje nadie que nos insistiera de manera reiterada a comprar o que fuera desagradable.

Tras este último recorrido por la medina, volvimos a la plaza Hassan II donde nos esperaba ya Daoud y donde nos despediríamos de nuestro guía de unas 3 horas por la ciudad marroquí.

Fuimos a por nuestras maletas al riad y como ya parece que habíamos visto la mayoría de lo más interesante de la ciudad, le propuse subir con el coche a lo alto de la colina para ver las vistas desde arriba. Junto a Daoud se sentó un misterioso y risueño caballero.

Subimos hacia el monte Dersa y nos apeamos junto a un descampado para tener otra amplia perspectiva de la ciudad, viendo en primer término el gigantesco cementerio musulmán y junto a él, un pequeño, comparado con el primero, cementario cristiano.

En esta foto de la zona más al este de la ciudad vemos en la parte inferior dibujando un pequeño un rombo blanco, el cementario judío y a lo lejos se aprecia Río Martín, la localidad costera a unos diez kilómetros del centro de Tetuán. La pequeña ría del Martín fue durante siglos el puerto de Tetuán, refugio de corsarios contra los reinos cristianos y entrada de invasores procedentes del norte.

Una vez que dejamos a nuestro acompañante y que Daoud para nuestra sorpresa nos resolvió el misterio diciéndonos que era un policía de incógnito, tomamos rumbo ya hacia nuestro siguiente destino, la singular Chefchaouen, la «Perla Azul» del norte de Marruecos y de las que nos separaban unos 65 kms, sobre 1 hora y 20 minutos.

De nuevo recorremos buenas carreteras y paisajes montañosos con bosques de pinos. A la media hora de salir, decidimos hacer una parada en un restaurante llamado Sed Nakhla, con una preciosa panorámica sobre una presa llamada Barrage Nakhla.

En su agradable terraza tomamos 2 cafés y un té, por los que pagamos 45 dirham (4.5€), botellita de agua de regalo para cada uno incluida.

Continuamos la ruta y Daoud nos dió un rodeo para entrar por la parte este de la ciudad, y no es casualidad, porque en las dos paradas que hace podemos disfrutar de unas bonitas vistas de nuestro destino. Sorprende porque no es pequeña precisamente y es que efectivamente ha crecido mucho. Tiene actualmente unos 42,000 habitantes y el antiguo pueblo, gracias al turismo, sigue creciendo.

Tuvimos que dejar el coche a las afueras de la ciudad e hicimos el resto del camino caminando. Nuestro alojamiento estaba en el centro de la medina, en una ubicación óptima. Se llama Casa Sabila y consta de un patio interior y con pocas habitaciones en total pero muy bonitas como podéis apreciar.

Y con un baño muy tradicional que nos encantó.

Ocupamos dos habitaciones, una doble y una individual, por la que pagaríamos en total con Booking 99€, desayuno incluído.

Eran pasadas las 2 de la tarde, y tras hacer el checkin con un simpático anfitrión que extrañamente no hablaba español, dejamos las cosas en las habitaciones y nos dejamos aconsejar para buscar un lugar para comer. Su recomendación nos llevó al restaurante Sofía, al que llegamos en apenas unos minutos.

Comimos fenomenal, comida casera 100% como nos confirmó el del hotel. Pedimos 3 tajin kefta más 2 rollitos y 2 pastelas, más bebida y pagamos 373 dh (unos 34€), super bien de precio y de calidad, muy recomendable el sitio.

Eran sobre las 4 de la tarde cuando terminamos de comer, eso significaba que nos quedaban apenas un par de horas de luz así que comenzamos a recorrer sus calles tranquilamente sin un rumbo establecido, que eso, es lo mejor de rincones como estos. Sabíamos que al día siguiente teníamos una visita guiada que esperábamos nos llevase por los lugares más recomendables y nos empapase de historias de la ciudad como así fue.

Caminamos y caminamos, parece que la medina de calles estrechas es pequeña pero al final no te cansas de andar si quieres. Entramos y salimos por sus 5 puertas, pero lo más interesante siempre estaba dentro. No os perdáis el Callejón Ben Yakub.

Nos dimos en cuenta enseguida de la cantidad de gatos que hay por todas partes, que aunque tradicionalmente son considerados muy limpios, son tantos, que acaban por ensuciar ciertos rincones de la ciudad, no sólo por algunos excrementos que encontrábamos, sino porque abren las bolsas de basura en busca de comida.

Fruto de «vagar» y perderse por sus entresijos, de repente te podías encontrar espacios tan bonitos como este, que a mí personalmente me encantó y seguro que no aparece en ninguna guía.

Fruto de que también Chefchaouen estuvo bajo la influencia de nuestro país durante casi los 50 años del Protectorado (al igual que Tetuán y Tánger) encontraréis muchas calles con nombres españoles.

Visitamos la principal plaza de la ciudad Uta el Hamman, de especial encanto, rodeada de restaurantes y de artistas que venden sus obras a pie de calle. Esta plaza es un lugar ideal para disfrutar de un té a la menta y disfrutar del ambiente relajado, que fue lo que hicimos, aquí todo el mundo entiende y habla castellano.

Al atardecer decidimos visitar algunas tiendas para comprar algunos regalos y recuerdos, y es que por comercios no será, ya que se calcula que hay unos 1,000 en toda la zona de la medina más visitada. Cero agobios de los vendedos para que compráramos, muy correctos, no encontré un lugar en Marruecos en los que estuvimos tan tranquilos entre las tiendas. Me acuerdo siempre de Egipto por todo lo contrario.

Cuando ya se fue el sol, y con varios kilómetros en nuestras piernas, decidimos volver al hotel a descansar un poco para salir a cenar a las 9 a otro restaurante recomendación de nuestro alojamiento, Triana. Tuvimos que descender varias calles porque está en la parte más baja de Chefchaouen, junto al río, hacia el cual tenía su terraza con bonitas vistas. Comimos el tajín de ternera de la foto, más una brocheta y un solomillo, con bebidas y dos postres pagamos 538 dh (48€). Recomendable el lugar, estuvimos muy agusto y de nuevo con buena atención.

Día 3. Chefchaouen – Tánger

Nos levantamos pronto Rober y yo e hicimos una cosa que os recomiendo encarecidamente hacer si sois medianatamente madrugadores, y es visitar la ciudad a una hora vespertina (lo hicimos sobre las 8), en la que, primero, no hay apenas nadie en las calles, y segundo, la luz es inmejorable para apreciar las tonalidades de sus rincones, con un sol que va saliendo y se va colando entre las callejuelas, maravilloso.

Volvimos al hotel y sobre las 8 y media desayunamos en un sitio inmejorable, la azotea del hotel donde teníamos una vista estupenda de la parte sureste de la ciudad.

A las 9 salimos al exterior y allí nos esperaba nuestro guía, Abdennour, un nativo 100% de varias generaciones, con un castellano muy bueno y que nos haría disfrutar dando todo tipo de detalles de la ciudad azul. Este sí, fue un guía de los que me gustan a mí, preparado y sobre todo muy divertido.

Nos contó que Chefchaouen, o Chaouen como se llamaba originalmente y hasta la independencia de Marruecos en 1956, fue fundada en el siglo XV, exactamente en 1471, por los bereberes y que prosperó con la llegada de refugiados musulmanes de España. Su población original estaba compuesta principalmente por exiliados de Al-Ándalus, tanto musulmanes como judíos, lo que explica por qué la parte antigua de la ciudad tiene una apariencia similar a la de los pueblos andaluces, con estrechas calles de trazado irregular y casas encaladas, de nuevo Andalucía aparece en las explicaciones.

Comenzamos visitando de nuevo la plaza Uta el Hamman donde se encuentran dos de las atracciones principales de la ciudad. La Mezquita Kebir, del siglo XVI y de la que destaca sobre todo su minarete octogonal, por lo que parece inspirado en la Torre de Oro de Sevilla. También en esa plaza pudimos vemos la Kasbah (la alcazaba), levantada en el siglo XV para proteger la ciudad.

Una de las preguntas que todo el mundo se hace ¿de dónde proviene ese nombre tan raro de Chefchaouen y que al comienzo cuesta recordar? pues el guía nos llevó a un lugar donde lo íbamos a averiguar con nuestros propios ojos, la bonita plaza EL HAOUTA con su original fuente azul en medio. Una vez allí nos hizo mirar hacia el noreste y descubrimos los picos Tisouka (2,050 m) y Megou (1,616 m). Estas montañas se elevan tras el pueblo como dos cuernos, de ahí el nombre de la ciudad, Chefchaouen en bereber significa ‘mira los cuernos’.

¿Y la otra pregunta es….? efectivamente, el por qué de su color azul 💙. Nuestro cicerone, con mucha gracia, nos dice que no tiene nada que ver con que ahuyenta a los mosquitos, porque en su casa, y nos fue enumerando todo lo que tiene azul… pues bueno, a pesar de eso, hay mosquitos 😂. La teoría que él cree más factible, es que la tradición de pintar las calles de ese color que se ha intensificado a partir de los años 70 del pasado siglo provenía de los judíos refugiados en la ciudad, que en la década de los años treinta, comenzaron a pintar sus casas de azul para simbolizar el color del cielo, en alusión al concepto de libertad y de acercarse a dios, es por tanto digamos, un motivo espiritual y de fe, sentencia convencido Abdennour.

Seguimos caminando por sus calles yendo hacia la zona baja, donde vimos la antigua judería, y es que los judíos como hemos visto ocuparon una parte importante de la ciudad y convivieron en paz durante muchos años, qué gran paradoja con los tiempos que corren.

Nos internamos en una calle sin salida, concretamente en el callejón Rahmuni donde Abdennour nos señala una vivienda y nos pregunta ¿sabéis a quién perteneció? a un español famoso, Francisco Franco. El caudillo tuvo su casa aquí y yo la verdad que no tenía ni idea, curiosa anécdota.

Nuestro guía nos habla también, y de forma muy abierta y haciendo bromas de la importancia que tiene el cannabis (el kif, como lo llaman ellos) para la economía de esta ciudad y en general de la región del Rif. Se calcula que más de la mitad del polen que circula por el mundo sale de esta zona. No es nada raro que os ofrezcan un «porrito», marihuana o hachís más de una vez tanto aquí como en Tetuán y Tánger.

Seguimos paseando sin apenas gente, lo cual era fantástico y nuestro acompañante seguía contándonos historias muy divertidas, la verdad que nos reímos mucho. Nos llevó por las calles top de la ciudad, las más famosas, a las que vienen, nos dice, tanto los influencers buscando el típico y tan de moda postureo, como las mejores firmas de moda a hacer sus fotos y reportajes.

Y si no le créeis ver el anuncio de este mismo año de un perfume de una conocida marca italiana, ¿identificáis algo azul por ahí?

Al rincón que nos llevó a continuación desde luego, es espectacular, el patio del té se llama. El simpático dueño para no perder la oportunidad, hace negocio, ya que es un lugar privado. Por apenas 5 dirhams (0,50 €) te deja hacerte las fotos que quieras.

Y por último, no me quiero olvidar de las puertas de sus viviendas, algunas fantásticas, preciosas. Aunque no superan para mi gusto las de Sidi Sibou Said en Túnez (ver entrada TÚNEZ 2023) son muy muy bonitas.

Después de unas dos horas y media nos despedimos de nuestro guía genial. Aquí os dejo su número de teléfono que por supuesto le pedí permiso por si queréis contactar con él +212 603 033271.

Nos fuimos al hotel a coger nuestras maletas y quedamos con Daoud para ir juntos al coche para seguir nuestra ruta hacia Tánger, nuestro último destino y desde el que regresaríamos a España.

Como era pronto, y aunque era rodear un poco, le propuse (yo soy mucho de proponer y de improvisar sobre la marcha, y la capacidad de reacción dice mucho de nuestro acompañante) pasar antes por la localidad costera de Assilah (Arcila en árabe) para conocerla.

Después de unos 200 kms llegamos a nuestra parada justo a la hora de comer. Daoud nos llevó a un restaurante de barrio, sencillo, se llamaba Ali Baba. Allí, sin grandes pretensiones comimos por poco dinero y la verdad que no estuvo mal. Aquí tenéis la carta en castellano para que os hagáis una idea de lo que ofrece un lugar así, cero turistas, un lugar de barrio.

Compartimos una ración de gambas, además de otro plato cada uno (Daoud comió con nosotros) con bebidas y postres, y pagamos 377 dh (35€) por los 4. Yo me comí una pastela de pollo que es curioso porque lo recubren de azúcar glass que le da un toque dulce – salado cuanto menos raro para nosotros.

Después de comer, nos dejó Daoud una hora y media en la medina para que diéramos una vuelta. Patrimonio de la Unesco, Arcila es una ciudad de unos 30,000 habitantes (datos de 2022) limpia, cuidada, agradable y que recuerda muchísimo a los pueblos de Andalucía, como no. A la hora que vamos la encontramos vacía de visitantes, con apenas 4 negocios abiertos. Estas calles en verano seguro que serán bulliciosas en un lugar que vive eminentemente del turismo.

Llegamos hasta el mar para ver las murallas que rodean la ciudad y que fueron construidas por Alfonso V de Portugal en el siglo XV. Alcanzamos el imprescindible número uno del lugar, el Mirador, o Krikia, que se adentra con su espigón en el mar, un lugar idóneo para ver el atardecer junto al mar aunque nosotros llegamos un poco pronto para disfrutarlo.

Damos un pequeño paseo más y la medina se termina así que nos quedamos tomando un té esperando a que llegue Daoud.

Continuamos hacia el norte por una buena carretera incluso de peaje para llegar a nuestro punto de llegada a Marruecos hacía 3 días, Tánger.

Nuestro alojamiento se encontraba en la zona de la kasbah (más adelante hablaremos de ella) y como el tráfico rodado en ese área está restringido, quedamos con el propietario para que nos fuera a buscar, despidiéndonos de Daoud hasta el día siguiente.

Nuestro acompañante, en francés, nos guió hasta nuestro original «hotel», que dado que fue el más económico de nuestro viaje no esperaba grandes lujos. Realmente era una torre con 2 habitaciones como podéis ver en la foto, es el edificio del medio, el más alto.

Pagaríamos otra vez mediante Booking por una noche 65€ con desayuno, imbatible. Las habitaciones son muy muy pequeñas y el edificio como no podía ser de otra manera viendo lo estrecho que era por fuera, tiene unas escaleras muy empinadas. Lo mejor era la terraza de arriba que tenía una vistas espectaculares de la ciudad, ya de noche en ese momento porque ya eran como las 7 de la tarde.

Para esa tarde, había reservado, aunque esta vez vía mail desde España un tratamiento en un hammam a modo de despedida del viaje, este sería en un sitio más «fino» que el que habíamos tenido en Tetuán. Concretamente fue en el hotel La Tangerina, a apenas 5 minutos andando de nuestro alojamiento. El tratamiento nos costó 35€ y consistía en una exfolicación por una señorita en un pequeño hammam muy limpio y cuco donde recibimos por parejas un tratamiento de unos 40 minutos. El riad además por dentro es precioso, se trata de una casa antigua de 10 habitaciones situadas en torno a un patio central y con una arquitectura de estilo colonial. Si no os importa gastaros algo más, esta podría ser una opción perfecta de alojamiento para visitar la ciudad.

Volvimos a nuestro apartamento de lo más relajados y dado que ya estábamos un poco cansados de tanto tajin y comida marroquí y nos apetecía un clásico de nuestros viajes, habíamos preguntado a la recepcionista de la Tangerina donde podríamos comer una buena pizza, y la recomendación no pudo ser más auténtica y adecuada, la Casa de Italia.

Situado en el antiguo palacio de Moulay Hafid, para llegar a él tuvimos que salir de la medina y caminar ya con noche cerrada unos 20 minutos por sus animadas calles, sin ninguna sensación de inseguridad.

Pudimos degustar cada uno una pizza hecha en un horno tradicional y muy muy buena. Los precios estaban en torno a los 110 dh (unos 10€) y pagamos por 3 pizzas y bebidas pagamos 415 dh (37€). Así que ya sabéis, si os apetece una buena pizza, esta es una muy buena opción.

Día 3. Tánger y regreso a España

Teníamos otro nuevo guía en la ciudad a las 9 de la mañana pero antes de las 8 ya estábamos despiertos Rober y yo. Como nos sobraba tiempo, decidimos subir a la azotea y nos encontramos con este bonito amanecer.

Llegó nuestro desayuno que para la falta de espacio y dado que nos lo traían de fuera, no estuvo mal, la verdad.

A las 9 y puntualmente llegó Fátima, nuestra guía del día y que nos acompañaría las próximas 3 horas visitando fundamentalmente la kasbah y la medina, lástima que sin tiempo para más.

Comenzó sus explicaciones en un espectacular lugar junto a las murallas defensivas, en la puerta de Bab el Bahr o Puerta del Mar que se abre hacia la bahía y desde la que se ven unas vistas preciosas del nuevo puerto.

Tánger, nos cuenta, con una problación en torno al millón de habitantes es una de las top 5 en importancia del país, sobre todo por su situación estratégica. Precisamente esa ubicación junto al mar le ha permitido ser testigo del desembarco de cartagineses, vándalos, romanos, fenicios, árabes y más recientemente franceses, españoles, ingleses y portugueses.

Lugar que enamoró a artistas de la talla de Delacroix o Matisse es una ciudad que hace de la mezcla europea y africana uno de sus principales reclamos.

Comenzamos visitando lo mejor para mí de las siguientes 3 horas, la preciosa Kasbah, espacio fortificado situado sobre una de las colinas de la ciudad y muy cerca de nuestro alojamiento. La antigua alcazaba tiene su origen en torno al siglo X y está formada por un entramado de calles estrechas encaladas que las hace de nuevo recordar a las de los pueblos blancos andaluces.

Aquí está Fátima explicándonos la importancia de las fuentes, donde se recogía el agua que luego se utilizaba en las viviendas particulares. También cada familia solía llevar sus ingredientes a los hornos comunitarios, otro lugar muy importante para la comunidad, donde las familias podían hacer su propio pan. Las explicaciones de nuestro guía fueron extensas y muy precisas, muy amenas.

Pasamos junto al palacio Dar el Makhzen, antigua residencia del gobernador. Levantado en el siglo XVIII durante el reinado del sultán Moulay Ismail, actualmente alberga un museo, por lo visto muy recomendable (yo lo siento pero no soy mucho de museos).

Seguimos bajando por la kasbah, callejeando, disfrutando del ambiente tranquilo, un fantástico lugar para perderse.

Descendimos la calle de los artesanos textiles, donde entramos en uno de los locales donde nos dieron una pequeña explicación de cómo todavía se fabrican las diferentes prendas a la manera y maquinaria tradicional.

Pasamos junto al café Cherifa, de bonitas vistas sobre la medina pero que por falta de tiempo no disfrutamos tranquilamente, vosotros si podéis, hacerlo.

Dejamos la alcazaba y entramos ya en la vecina y famosa medina de Tánger, que sobre las 10 de la mañana se encontraba prácticamente vacía….

Tras callejear por ella y dirigirnos hacia el sur, salimos de ella por la puerta de Bab Al Fahs para hacer una parada en la Plaza del 9 de Abril. Es una de las grandes plazas de la ciudad, también conocida como el Gran Zoco y cuyo nombre proviene de la fecha en el que el rey Mohammed V pronunció su famoso discurso sobre la independencia de Marruecos. Es un espacio de encuentro de gran tamaño, con zonas de bancos, una gran fuente de mármol y palmeras y donde se encuentra una de las mezquitas principales de la ciudad, Sidi Bou Abib.

Seguimos la ruta con las explicaciones de Fátima, paseando junto a la iglesia de San Andrés para adentrarnos de nuevo en la medina donde visitamos su mercado de pescado, del que pude apreciar lo limpio que estaba todo.

Nos encontramos, como no, con las famosas especias, tan apreciadas siempre y que tanta gente acude a por ellas a este país.

Compré dátiles, que me gustan mucho (desde que los comía a diario en Túnez) en un puesto que me dijo Fátima y también compramos el famoso y apreciado aceite de argán (Marruecos es el productor nº 1 mundial), así como una crema en un sitio también recomendado por ella y que indico en la siguiente foto. Se llamaba Herbal Medina Center, por si os interesa comprar cosas parecidas.

Cruzamos por la Plaza Aissawa donde hay una bonita y pequeña mezquita y una zaoia (en francés), que es una institución islámica mixta que puede ser una especie de monasterio, escuela religiosa e incluso simple alojamiento.

Seguimos caminando por las laberínticas calles hasta llegar a la calle comercial Rue de la Marine donde nuestra acompañante nos recomendó que entráramos a ver el pequeño y muy cuco hotel Palais Zahia, con un bonito patio interior. Incluso pedimos permiso para subir a la azotea desde la que pudimos apreciar unas bonitas vistas y coincidimos en que era un lugar ideal para tomar algo tranquilamente.

Justo al lado, más arriba, en la plaza del llamado Zoco Chico o Pequeño Zoco se encuentra el Gran Café Central, famoso por ser frecuentado en el pasado por distintos artistas, escritores y bohemios europeos y americanos. Junto al Café París y el Hafa, uno de los más emblemáticos de la ciudad, fundado en 1813.

Continuamos bajando por la calle comercial de la Marine dirección a la nueva marina y nos encontramos con la llamada Gran Mezquita de Tánger, de color blanco y verde, y con un altísimo minarete que destaca en medio de la medina. Este templo fue ocupado por varias civilizaciones durante generaciones, fue templo romano e iglesia cristiana bajo dominación portuguesa hasta que el Sultan Sulayman la reconstruyó en 1815.

Os recomiendo que os acerquéis hasta el mirador que hay al final de la calle, donde además de ver algunos cañones de su pasado defensivo, tendréis una bonita perspectiva hacia el norte, donde veréis a lo lejos la Mezquita Lalla Abla, también conocida como Mezquita del Puerto.

Y tendréis otra perspectiva hacia el este, pudiendo observar desde el Cabo Malabata a la izquierda de vuestra vista hasta la zona del puerto y la bahía hacia la derecha.

Y en este punto se terminó nuestra ruta guiada y los servicios de Fátima, que nos cobró 50€ por esas 3 horas de visita. Aquí os paso sus datos que por supuesto ella me ha permitido para que si queréis podáis contactar con ella, yo desde luego que la recomiendo (+212 661 497282).

Tengo que decir que lamentablemente se nos quedaron lugares sin visitar situados fuera de la medina, por ejemplo todos aquellos que fueron fruto de la dominación española durante el Protectorado. Cabe recordar que en el momento de mayor presencia hispana, en la década de los 50, vivían en la ciudad más de 45,000 españoles además de unos 20,000 judíos marroquíes (mayoritariamente sefardíes) que se expresaban habitualmente en lengua castellana. No os perdáis el imponente Teatro Cervantes, la que fue la sala más grande del norte de África, con un aforo de 1,400 localidades aunque actualmente no se encuentra en buen estado. También otros edificios como el Teatro Alcázar y no dejéis de pasear tanto por el Boulevard Pasteur como por la avenida Mohamed VI. Todo esto, lo dejaremos para una próxima visita, que por proximidad, no será difícil que vuelva.

Regresamos a nuestro alojamiento subiendo de nuevo hacia la zona de la kasbah para quedar con Daoud que nos llevó al aeropuerto y al que le pagamos los 325€ cada uno que habíamos pactado por sus servicios. ¡Gracias por todo amigo!.

Y aquí terminó nuestra corta aunque intensa escapada por el país alauita, una nación que he aprendido a amarla y que os invito a descubrir a ella y a sus gentes, dejando a un lado prejuicios y tópicos ridículos.

¡Hasta pronto Marruecos !👋

Para terminar y a modo de resumen, os dejo en el mapa la ruta que hicimos en nuestro viaje.

BALI / ISLAS GILI (INDONESIA)

Esta escapada asiática surgió de la decisión de hacer un viaje lejano después de tres años sin poder hacerlo, ya sabemos por qué. Tenía claro que quería que fuese a Asia, un continente que me encanta, y que al mismo tiempo no supusiera un desembolso grande viendo la situación como está de aumento de precios en casi todo, sobre todo los vuelos, que sufrimos especialmente. Si en los últimos años era posible llegar a Bali por unos 700€, esta vez por más que busqué y busqué combinaciones, finalmente no encontré una opción mejor y sobre todo más cómoda que con Qatar Airways, con una sóla escala en Doha, y por cuyo vuelo pagamos 930€.

Salimos un 15 de mayo, un mes más que recomendable para ir, una vez pasada la temporada de lluvias que en teoría termina en marzo-abril y además en mayo todavía no ha empezado la temporada alta de ocupación.

Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, con unos 282 millones de habitantes (2023), alberga más de 17,000 islas, siendo las más importantes las de Java (con más de la mitad de la población del país), Sumatra, Borneo, Timor y Nueva Guinea, ocupada sólo la mitad por Indonesia.

Bali, que alcanza en 2023 casi 4,5 millones de habitantes, es sobre todo conocida por sus playas, que aunque no son las típicas paradisíacas de aguas cristalinas, son ideales para practicar surf por su intenso oleaje. También destacan sus paisajes verdes, de espesa jungla, arrozales, volcanes y cascadas espectaculares y desde el punto de vista de la cultura y que personalmente me atraía mucho, sus templos hindúes, sí, hindúes, dentro del país con más población musulmana del mundo, con aproximadamente un 90% del total.

Después de siete horas de vuelo hasta Doha, escala y otras 10 horas hasta Bali, aterrizamos sobre las 23h. en el aeropuerto principal de la isla, en Denpasar. La verdad que la compañía Qatar Airways está muy bien, posee buenos aviones y ofrecen una muy buena atención. Nos ofrecieron comida y bebida casi a todas horas y por supuesto sin pagar nada. Como dato curioso, yo llevaba una mochila no muy grande tipo de montaña y mi pareja un trolley pequeño que estaban ambos en torno a los 10kg. Superaban los ocho que en teoría es lo máximo que permiten llevar en cabina, pues bien, mi mochila pudo ir arriba sin problemas pero el trolley no, así que yo más que contento porque últimamente si puedo no facturar, lo prefiero.

Habíamos contratado con el hotel el traslado, así que tras pasar los controles rutinarios, rellenar en unos ordenadores un documento de llegada (no tiréis el Boarding Pass al llegar porque lo necesitaréis) y pagar una tasa de 32€ de entrada al país, allí nos estaba esperando un sonriente balinés que nos llevaría a nuestro alojamiento, que elegimos que fuera en Ubud más que nada porque está más en el medio de la isla y es más cómodo para moverse. Por cierto, hay wifi gratis en el aeropuerto.

Pagaríamos por el traslado 400,000 rupias (unos 24€) al cambio. Yo ya no me complico cuando llego de un largo viaje a negociar un transporte en el momento. En aproximadamente una hora llegaríamos a nuestro alojamiento, que como tantos otros, es una casa acondicionada con unas pocas habitaciones que el propietario destina para los turistas, una opción muy sencilla y que permite, que al haber tantísimas en Ubud y en todo Bali, los precios sean tan económicos.

La habitación era correcta, sin lujos, con esta cama y una terraza que daba a una pequeña piscina, pagaríamos al cambio 3,300,000 rupias por las 6 noches que pasaríamos aquí, al cambio unos increíbles 200€ (33€ por noche con desayuno incluído).

DÍA 1. MIÉRCOLES 17 DE MAYO

Nos levantamos a las ocho y con un cantarín Good Mooorniiing! entró en nuestra habitación el propietario con nuestro estupendo desayuno. Nos lo serviría todas las mañanas en nuestra terraza previo acuerdo a una hora establecida, cosa que no me gusta especialmente, prefiero a la forma habitual, levantarte y bajar a desayunar sin hora acordada, pero bueno, es lo que hay.

Lo disfrutamos tranquilamente con vistas a la piscina y al trozo de jungla delante, fue de lo más relajante, ¡¡empezaba bien nuestro viaje!!

Tras terminar de desayunar, a las ocho y media ya teníamos fuera a Cristina, nuestra guía en español que ya contraté desde nuestro país con antelación y que me atendió my bien, incluso haciendo videollamadas por whatsapp unos meses antes.

Acordé con ella tres días de visitas, el primero, segundo y cuarto, el tercero estaríamos a nuestro aire. Os añado aquí ya su página web para recomendarla sin duda www.venabali.com. La mini agencia la componen cinco mujeres y todas hablan castellano, Cristina aunque ella decía que no, la verdad que nos comunicábamos perfectamente. Con ella acordamos pagarle en euros, 65€ el primero y segundo día, y el tercero, al ir más lejos, 75€.

Salimos de la callejuela donde estaba nuestro alojamiento y conocimos al que sería nuestro chófer, Putu, un hombre callado y muy correcto en todo momento y que para lo que es el país, conducía bien. El coche muy bien, un Toyota bastante nuevo y confortable.

Una cosa muy importante y que enseguida tenéis que tener en cuenta son las distancias, el tráfico es horrible casi a cualquier hora del día y cualquier trayecto, por pequeño que sea, se hace interminable, hay coches y sobre todo motos a millones y esto permite hacer medias de unos 40 kms /h en el mejor de los casos. Si sois valientes y os animáis a alquiler una moto, allá vosotros.

Dividimos los 3 días con ellos en rutas por el noreste de Ubud el primer día, zona central el segundo y dejamos el viaje más largo hacia el este llegando hasta Lempuyang para el cuarto día. Planificar bien la ruta y no querráis ver todo, es mejor poco y bien que mucho a toda prisa. Templos hay más de 10,000 en Bali y no me parece ni lógico querer ver los más posibles, al final, quitando los más famosos y originales, el resto son parecidos.

Nos pusimos en marcha y a unos 25 minutos hicimos nuestra primera parada para abrir boca, el templo de Taman Ayun, que destaca por tener una especie de canal alrededor que hace que esté como en una isla, lo que le da un toque muy especial.

Pagamos una pequeña entrada (30K IDR — 1.8€) por persona y accedimos al interior, no sin antes disponer, como en todos los templos, de un sarong que nos regaló Cistina, y que es un pañuelo grande que a modo de pareo permite taparte las rodillas, con independencia del sexo. Si no dispones de él, puedes comprar uno o alquilarlo.

Los templos de Bali son también muy distintos a otros templos hinduistas y aquí también reside su encanto. Llamados “puras”, los templos de Bali se construyen en un espacio abierto rodeado de unos muros y se dividen en distintos complejos que sirven para las ceremonias y en los que se pueden encontrar altares, “merus” (torres) y “bales” (pabellones). Lo primero que aprecié nada más llegar a este templo y luego lo corroboré en el resto, es lo cuidado al detalle que está todo, siempre rodeados de mucha vegetación.

El significado literal del nombre de este, es el Templo del Jardín en el Agua y fue construido en el año 1634 por el Rey de Mengwi, de nombre impronunciable.

También me soprendió que este como todos los de la isla, son todos abiertos porque ellos quieren conectar sin límite con los dioses, sin paredes, sin techos, y esto es verdad, que si me lo permitís les resta espectacularidad con respecto a los interiores de otros de Asia, como los que pude ver por ejemplo en Thailandia, Singapur o Hong Kong.

Estás torres o merus y que aquí veréis unos cuantos indican el santuario principal de un templo balinés.

En el recinto econtraréis también un par de pabellones que muestran una miniatura del mismo y un pequeño teatro para ver una proyección audiovisual.

Nuestra segunda parada, a otra media hora, y unos 18km, ya sería un templo mucho más conocido, de hecho es uno de los platos fuertes de la isla, el templo de Tanah Lot, cuya característica principal es que se encuentra al lado del mar.

Entramos en el complejo que tiene varios templos, el primero de los cuales, el de Batu Bolong, lo veréis junto a esta playa de arena negra volcánica.

La particularidad del templo más famoso del complejo es que se encuentra en un promontorio rocoso, una especie de isla, lo que le proporciona un atractivo indudable. Según la tradición, fue mandado construir en el siglo XVI por Dang Hyang Nirartha, un sacerdote y respetada figura religiosa en Bali y está dedicado a la Diosa del Mar, cuyas leyendas están sobre todo relacionadas con serpientes que cuidan del lugar.

Es muy popular visitarlo en el atardecer, momento en el que según Cristina, no cabe un alfiler.

Nos acercamos al que está encaramado en la roca por una zona de más templos y tiendas de souvenirs pero de nuevo no pudimos ni entrar ni acercanos al islote que lo alberga por estar la marea alta, una pena.

Aprovecho la visita a este templo, uno de lo más famosos para tratar de responder a la pregunta ¿de dónde viene el hinduismo balinés? pues llegó a ellos por los comerciantes hindúes, cuyas ideologías con el tiempo, se fueron adaptando a sus creencias animistas ( que creen que cualquier elemento del mundo natural está dotado de movimiento, vida, alma o consciencia propia). Esto significa que el hinduismo balinés no está tan dedicado a los principales dioses del hinduismo hindú, si no que está mucho más relacionado con la naturaleza. Una de las primera preguntas que le hicimos a Cristina fue esa ¿a qué figura adoráis? la respuesta fue, a ninguna especialmente, nos contó que ellos creen en todo lo que tienen a su alrededor, que siempre deben hacer el bien y por supuesto creen mucho en los espíritus y la energía.

Empezaba a hacer calor aunque estaba nublado, como casi todos los días que estuvimos en Bali, y más que lo iba a estar porque desde aquí comenzamos a subir al norte para ver otro de los atractivos turísticos de la isla, los famosos arrozales. Nos dirigimos hacia los de Jatiluwih, que son los segundos más turísticos y visitados, después de los de Tegalalang. Los que íbamos a visitar son más extensos que aquellos y si se me permite, más naturales.

Desde el templo tardamos más de una hora en llegar, y eso que son sólo unos 40 kms. Nos bajamos junto a la carretera y por un camino indicado comenzamos a recorrerlos, previo pago de entrada de 40,000 rp (unos 2.5€).

Este paseo nos encantó, contándonos nuestra guía toda la información posible sobre este cultivo que como podréis imaginar salva de cualquier hambruna a media Asia y ni que decir tiene, que a Bali en particular, que lo comen hasta tres veces al día.

Por el camino compramos como no arroz y otras cosas para comer hechas con este cereal, todo muy barato y siempre los vendedores atendiéndonos con una sonrisa, qué buena gente esta balinesa, de verdad, y no es un tópico.

En esta época del año en la que fuimos, mayo, el arroz en general ya está alto y en algunos campos incluso ya empezaba a secarse. El paisaje es espectacular y el paseo entre los arrozales es muy muy bonito. El significado de Jatiluwih es “realmente maravilloso”, y no le viene nada mal el nombre.

Nos cuenta Cristina que en Bali se consiguen nada menos que hasta tres cosechas al año, cuando por ejemplo en España obtenemos una y gracias. El arroz no se siembra, se introducen las plantas una a una en un suelo encharcado que les ayuda a crecer, posteriormente ese agua se va secando.

Después de disfrutar de las famosas terrazas y de pasar un rato de lo más agradable y en el que las nubes ayudaban a que el calor no fuera tan sofocante nos dirigimos ya a comer. En esa zona el clima es más fresco, no en vano, las aproximadamente 600 hectáreas del arrozal se encuentran a unos 700 metros sobre el nivel del mar.

Cerca de la zona, nos llevaron a comer a un lugar que como suele ser habitual se trataba de un buffet para que entre todo lo que hubiera, siempre pueda haber algo que te guste. El restaurante se llamaba Mentari Restaurant.

Como decía anteriormente, era posible elegir entre unos cuantos platos y la verdad que no estuvo mal, había cosas que me gustaron. De postre había un plato que era plátano frito con una crema por encima que me encantó. Eso sí, también pobré un par de postres más que no me gustaron y el café que servían gratuito, malo.

Por la comida buffet para dos personas y dos bebidas, pagamos 309,600 rp (unos 19€), no está mal ¿no?

Continuamos la ruta sobre las tres y cuarto y hay que tener en cuenta, y esto es un fastidio para el visitante, que sobre las 18h anochece, con lo que la tarde se acorta muchísimo.

Nos dirigimos a otro templo, también muy visitado, el de Ulun Danan Beratan, fundado en 1633 por el Rajá de Mengwi y que está dedicado a la diosa del lago y la fertilidad.

Se ubica sobre una pequeña isla y consta de dos estructuras, el santuario principal con una torre meru de once niveles y otra de tres. Podría parecer que ese número no importa pero el número de tejadillos de paja además de que siempre son un número impar, de 3 a 11, representan la importancia del dios venerado.

La verdad que fue el que más me gustó de los que habíamos visto, incluso más que Tanah Lot. Si los anteriores templos estaban bien cuidados, este ya era otro nivel. El complejo es muy muy grande y estaba lleno de gente, de turistas pero sobre todo de muchos locales disfrutando de sus jardines.

Después de los tres templos y los arrozales, quedaba otra de las atracciones principales de Bali, y que a mí personalmente me vuelven loco, y estas son las cascadas. Fijaros qué día tan completo para ser el primero. Cascadas también hay unas cuantas pero Cristina afirmó que esta es su favorita, y además no es tan visitada como otras, su nombre es Nungnung.

La bajada hasta la catarata se las trae, son nada menos que unos 500 escalones y bastante empinados, aunque eso sí, rodeadas de una jungla y un verdor impresionante que hacen el camino más llevadero.

Bajamos el último peldaño y caminamos paralelo a un río hasta que de repente empezamos a oir un estruendo y apareció por fin ante nosotros el impresionante salto de agua, qué preciosidad.

Dada la hora que era, sobre las cinco y media y que ya estaba oscureciendo vimos que sólamente había dos parejas más, una que se fue enseguida, y otra española que estuvo un poco más, así que en poco tiempo, ¡¡nos quedamos sólos!!. Hacía viento y además tuvimos el único momento de lluvia de todo el viaje, lo que no nos permitió disfrutar al 100% de un baño placentero, pero eso sí, el estar ahí debajo de ese impresionante salto de agua de 70 metros , es algo que no olvidaré jamás. ¡Por dios no os la perdáis!!

Una vez que vimos que ya oscurecía más y más, decidimos volver y subir los 500 escalones que nos dejaron hechos polvo, pero bueno, al menos no hacía calor y la subida había más que merecido la pena.

Este fue nuestro último destino del día y regresamos con Cristina y Putu que nos habían esperado arriba para ahorrarse las escaleras.

Antes de llegar paramos en Ubud a dos cosas fundamentales, primero comprar una tarjeta SIM para tener datos en el móvil. Por una tarjeta de 14GB pagamos 309,000 rupias (unos 19€), esto me sorprendió porque no fue tan barato como me esperaba. De nuevo pasamos un buenísimo rato con las que nos atendieron, fotos e intercambios de Instagram incluidos.

También aprovechamos para cambiar los euros que traíamos en una de los cientos de casa de cambio que encontraréis por todos lados. Os recomiendo no cambiar mucha cantidad de cada vez porque si no os darán un gran fajo de billetes difícil de gestionar al ser la rupia indonesia de tan poco valor comparado con la moneda europea o dólares. Cambiamos unos 300€. Las casas de cambio las encontramos super legales y transparentes, con el cambio oficial bien indicado y todo con la calculadora y el contador de billetes delante de ti.

Una vez en nuestro pequeño hogar, yo me dí un baño en la piscina, nos duchamos y salimos a cenar. Por recomendación del propietario de nuestro alojamiento fuimos a un restaurante cercano, un warung como lo llaman en Bali, llamado Pondok Madu. No teníamos mucha hambre así que pedimos dos ensaladas y dos bebidas, pagando la friolera de 139,000 rp (unos 8,5€) en total. Al salir del restaurante ya le echamos un ojo a un local de masajes que había al lado, nos moríamos por recibir uno ya.

Este es el trayecto en el mapa que habíamos seguido ese primer día que había resultado ya muy muy interesante.

DÍA 2. JUEVES 18 DE MAYO

Con la misma rutina del día anterior, levantarse a la misma hora y desayuno a la misma hora comenzamos ese segundo día, con de nuevo un sol espléndido que como la mayoría de días se irá cubriendo de nubes a medida que avanzaba el día.

Nos subimos al coche con Cristina y Putu e iniciamos la ruta, esta vez tocaba la parte más central, sin alejarnos mucho de Ubud. La primera parada sería algo que nos encanta, conocer in situ una típica casa balinesa, que se encontraba en el mismo Ubud y que suele ser una habitual visita de turistas. Comenzamos visitando primero una muy humilde.

La casa típica balinesa es un patio rodeado por un muro para mantener alejados a los malos espíritus, decorada con estatuas de guardianes y con una entrada que generalmente se encuentra siempre abierta. Al traspasarla sorprende ver la cantidad de pequeños edificios que hay en la misma, cada uno de los cuales tiene su función y están construidos no de manera aleatoria sino basados ​​en los cuatro puntos cardinales. Por ejemplo en su parte central hay un pequeño edificio como lugar para celebrar ceremonias.

Luego están los de las habitaciones, unas para las personas de mayor edad y otras para el resto. Como nos comenta Cristina, cuando se casó, ella se tuvo que ir a vivir con sus suegros y en el mismo recinto conviven varias familias.

La cocina, de lo más humilde y en el que los animales comparten sitio tranquilamente con los humanos fue de lo más chocante para unos occidentales cuadriculados como nosotros.

Vimos también el granero, un importante lugar para albergar el preciado arroz y que puede albergar albergar alguna habitación.

Siempre en cada casa no puede faltar los estructuras a modo de templo familiar. Esta área es la zona más sagrada donde hay varios altares dedicada a los dioses y espíritus ancestrales.

Después de esta más humilde visitamos otra mejor cuidada y donde pudimos conversar un rato con sus simpáticos propietarios.

Tras abandonar la segunda casa y dejarle un pequeño donativo, acudimos a otra de las atracciones turísticas de la isla, ver quizás el baile más famoso de Bali, la danza Barong. Esta se celebra en el templo de Batubulan, que posee esta puerta que a mí personalmente me encantó.

Con todo bien organizado para el turismo, os darán esta hoja que os muestro por si queréis ver de qué va el espectáculo.

Entramos en una especie de teatro al aire libre con gradas en el que a pesar de lo pronto que era, y estar techado, hacía un calor importante, así que no os olvidéis el abanico. El espectáculo duró como una hora, pagamos 100,000rp (unos 6€) y aunque estos bailes siempre me han parecido que rozan la «turistada» y se me hizo un poco largo no deja de ser una representación de la cultura y tradición balinesa, lo recomiendo.

De nuevo en ruta nos acercamos a visitar ahora el templo de Goa Gajah, famoso por su Cueva del Elefante. El complejo es muy muy bonito, y desde arriba se puede ver las dimensiones y el impresionante entorno.

Este templo fue construido en el siglo XI y constituye un importante centro de meditación para los sacerdotes. La entrada de la cueva está constituida por un enorme elefante tallado en la roca. En el interior de la misma, con forma de T y no muy profunda, podréis ver diferentes esculturas hindúes, como una de Ganesha.

También se pueden ver tres piscinas en las que hombres, mujeres y niños son purificados antes de la oración.

Los alrededores son espectaculares, con una pequeña cascada y arroyos que llevan al río Petanu, donde el camino se convierte en unas escalinatas repletas de musgo que dan acceso a un bonito jardín natural, un remanso de paz que se agradece después del caos de las carreteras.

A continuación nos acercamos a otro templo top del país, Tirta Empul. Es uno de los templos más visitados de la isla y miles de balineses acuden a purificarse en sus aguas, por lo que es famoso. Disculparme si no añado los precios de las entradas porque son tantas y normalmente baratas que me cansé de apuntarlas.

Este templo de Bali consta de tres partes, pero la más conocida es la gran piscina rectangular con 12 fuentes que traen las aguas del río Pakrisan por el estanque de calor volcánico. En él, balineses y turistas, ataviados con un sarong, se meten en ella y hacen un rito de purificación.

Es un ritual de limpieza espiritual que se realiza con agua sagrada. El propósito del ritual es purificar mente, cuerpo y alma y las creencias dicen que es capaz de sanar enfermedades y limpiar las negatividades de nuestro karma.

Caminamos por el recinto, y vimos a varios balineses rezando en un espacio al que como siempre no pudimos acceder.

Tiene también un estanque lleno de peces y la verdad que el recinto es precioso, y eso que cuesta ya impresionarse después de ir viendo más y más templos.

Como siempre los balineses, tan tan simpáticos.

Por recomendación de Cristina, y por eso es lo bueno de llevar una buena guía, nos recomienda hacer la purificación en otro sitio cercano, mucho menos concurrido, 100% local y alejado de turistas, es Pura Mengening, un lugar MARAVILLOSO.

Bajamos estas escaleras rodeadas de un color verde impresionante y de pequeños arroyos y cascadas. El sitio era increíble, qué tranquilidad. Cruzamos el pequeño templo que dejamos a nuestra izquierda.

Para llegar a un sitio que no podía ser más bonito, rodeado de musgo, helechos y una humedad increíble. La piscina donde se hace la purificación estaba vacía, recordar como estaba la de Tirta Empul, repleta de gente.

Nos pusimos el sarong como manda la tradición (recordar que si no lo tenéis os los prestan o lo alquilan por un precio insignificante) y nos introdujimos en esas frías aguas para tener un momento de meditación y de relajación, de purificación. Aquí no necesitáis tener prisa, disfrutar del momento y del entorno.

Disculparme si me reitero mucho pero el lugar me enamoró, para mí lo mejor de ese día. Por dios, ¡¡no os lo perdáis tampoco!!

Dado que ya era la hora de comer, Cristina nos llevó a un lugar con una vistas espectaculares. Se llamaba Waroeng D’Yoni.

El restaurante está en una plataforma de bambú en un alto del que se tiene una vista maravillosa de la selva, un lugar fantástico para descansar y reponer fuerzas.

De nuevo «tiramos» de un clásico, el Mie Goreng, los noodles que descubrimos y que nos encantaron.

Para beber yo me pedí un zumo de una fruta que descubrimos en Bali y que no nos podía gustar más, la fruta del dragón.

Como se nota que este sitio es turístico, los precios son un poquito más altos, por dos platos y dos zumos naturales de frutas, pagamos 322,000 rp (unos 20€), se paga el lugar y las vistas, aunque es verdad que la atención y la comida fueron muy buenas, 100% recomendable.

Una vez que terminamos y viene Cristina, nos dice que en este mismo lugar es uno en los que se elabora el considerado como el café más caro del mundo, el famoso Kopi Luwak, otra atracción de la isla.

Al final de este restaurante hay una pequeña exposición que muestra todo el proceso de elaboración. Como sé que iréis si no a este, a otro parecido, no me enrollo con todo el proceso, que como sabéis finalmente se obtiene de los excrementos de un mamífero llamado civeta.

Por supuesto os lo preparan para que lo podáis probar y tengo que decir, que la característica de este café me viene muy bien, porque a mí, que no me gusta el amargor de esta bebida, por lo que destaca el luwak es que el proceso digestivo del animal, junto con la eliminación de algunas de sus cáscaras previamente, hacen que le quiten este característico amargor.

Con lo que a mí personalmente, me gustó mucho porque lo pude beber sin azúcar, cosa que nunca hago.

Por la «cata» del café pagamos 60,000 rp (unos 3€) y además incluye una degustación de diferentes tés y con la que pasamos un rato divertido, no os lo perdáis tampoco.

Ni que decir tiene que hay una tienda que vende el famoso café. Tener cuidado con lo que os venden en otros sitios que no sean estos como los supermercados porque muchas veces son mezclas que apenas tiene este preciado grano, que si es tan caro es por su escasa producción.

A continuación nos acercamos al mirador de Kintamani donde podréis disfrutar si las nubes lo permiten, que no fue nuestro caso, de una fantástica vista del volcán y el lago Batur, que se encuentran uno al lado del otro. El volcan Batur es uno de los volcanes en Bali y tiene 1,719 metros de altura. Esta montaña ha registrado más de veinte erupciones, la mayor de las cuales ocurrió en 1926 que casi dañó toda el área de Kintamani. El volcan Batur es también uno de los mejores lugares para escalar en Bali, cada mañana, muchos turistas suben por sus laderas para disfrutar de la belleza del amanecer.

En las fotos difícilmente se aprecia el volcán y el lago, por culpa de las nubes.

Desde allí y ya de regreso a Ubud, hicimos una última parada en el arrozal más turístico y visitado de Bali, las famosas terrazas de arroz de Tegalalang.

Aparcamos y enseguida pudimos verlo apenas salir del coche, las plantas están preciosas, verdes y altas. Aquí enseguida se nota la presencia de turistas, mucho más que en Jatiluwih, sobre todo porque es mucho más pequeño, se concentra en un estrecho valle que desde luego lo hace muy fotogénico y espectacular.

Encontraréis el famoso columpio para hacer las fotos para Instagram y otras redes sociales, además con carteles y photocalls de Bali y Tegalalang, con plataformas redondas, ¡hasta una tirolina para cruzar el valle en bicicleta! la imaginación del ser humano es inexcrutable. Intentar venir a una hora que no sea muy concurrida, a primera hora de la mañana o última de la tarde, si no esto nos cuenta Cristina que es un hormiguero de gente móvil en mano. Qué alegría venir en mayo, pensé en ese momento.

A ver, el lugar es precioso, pero está muy dedicado y enfocado 100% al turista y si me lo permitís a Instagram, parece un parque temático, personalmente, me quedo con Jatiwulih pero desde luego es una visita obligada porque además está cerca de Ubud.

Dado que ya comenzaba a oscurecer, qué fastidio que anochezca tan pronto, dimos por concluido este segundo y también intenso día y regresamos a nuestro alojamiento.

Por el camino, y dado que el día anterior habíamos visto un spa junto al restaurante en el que cenamos y vimos que tenía buenas críticas en Google, le enviamos un whatsapp para una sesión esa misma noche. Se llama Pondok Bali Spa. Veréis por todas partes lugares de masajes, hay más lujosos y que pueden llegar a los 40-50€ por sesión, pero luego otros cientos mucho más baratos. Hay que andar con atención porque vimos cada sitio que tenía pinta de no haber mucha limpieza así que fiaros de las recomendaciones o de las opiones de otros. La verdad que con este sitio acertamos. Aquí están sus precios, nos dimos el masaje balinés de 60 minutos y fue estupendo, más que estupendo, y todo ¡¡por menos de siete euros!!! Primero te lavan los pies, luego te dan ropa interior de un sólo uso y te tumban en la típica camilla. Es un masaje de todo el cuerpo que te deja más que relajado. A mí me lo dio una chica con unas manos fuertes y maravillosas, se llamaba Coman, y el de este día no sería el último.


Después del masaje nos fuimos a duchar porque estábamos un poco «pringosos» por el aceite que utilizan. Como estábamos cansados, salimos a cenar a un sitio sencillo cerca del hotel (2 pizzas y 2 cervezas y pagamos 184,000 rp (11.2€ en total) y nos fuimos a dormir.

Esta es la ruta que habíamos seguido en esto segundo día.

DÍA 3. VIERNES 19 DE MAYO

Este tercer día lo habíamos dejado para ir a nuestro aire, para no saturarnos de visitas organizadas. Nos levantamos un poco más tarde y tras desayunar salimos a pie hacia nuestro primer destino, el Monkey Forest.

Aquí os dejo alguna foto más de nuestro alojamiento con la luz de la mañana, una casa sencilla en una calle sencilla.

Comenzamos nuestra ruta paseando tranquilamente por las calles, viendo las ofrendas frente a cada casa y negocio, su fin es agradar a sus dioses y ahuyentar lo maligno. Todavía sigo alucinando con el trabajo que suponen renovarlas cada día.

Tras unos 20 minutos llegamos al Monkey Forest, que es una reserva natural de más de 27 hectáreas de extensión en la que se encuentran varios templos, pero que es especialmente conocida gracias al numeroso grupo de monos que habitan en ella.

Pagamos la entrada de 80,000 rp (unos 5.3€) y accedimos al recinto que la verdad que es precioso, de un frondoso verde y húmedo al que apenas accede la luz del sol. Leímos que hay más de cien especies diferentes de árboles pero lo que caracteriza y su principal atracción es que hay más de 300 monos sueltos por el área.

Después de poco tiempo ya comenzamos a ver un grupo de macacos de cola larga rodeados de gente. Ni que decir tiene que hay que tener mucho cuidado con ellos, acercarse muy despacio y no hacer movimientos bruscos, procurar no mirarles a los ojos, no darles de comer y cuidado con las mochilas porque son capaces de llevarse lo que pillan, gafas y móviles incluidos.

Pagando un poco más es posible con la ayuda del personal del parque acercarte a ellos, que se te pongan encima e incluso ¿hacerte un selfie? tendréis que descubrir allí cómo lo hacen 😉.

Caminamos por el recinto que repito, es una auténtica jungla llena de árboles, lianas por donde suben y bajan los monos y que permiten pasar un rato divertido.

Nos dirigimos hacia otra zona de menos vegetación y en el que se podía ver a los monos más a ras de tierra y terminamos en la zona del templo en la que los macacos se movían como pez en el agua.

Resumiendo, una visita recomendable en la que pasaréis un tiempo divertido y en un entorno muy muy bonito, eso sí, precaución.

Tras salir del parque nos dirigimos hacia el centro de Ubud, el calor apretaba de lo lindo y eso que no eran más de las 11 de la mañana. Nuestro destino era el Palacio Real de Ubud, y es de los pocos en los que la entrada es gratuita.

Por el camino veo un grupo de indonesios gritando y me acerco y veo que están celebrando una pelea de gallos. Tradición con la que por supuesto no comulgo así que salí disparado.

El palacio real data del siglo XIX (1800 – 1823) y fue erigido por el rey Yokorda Putu Kandel. Se encuentra rodeado de un fastuoso jardín y cuenta en su recinto también con un bello templo: el Puri Sare Agung.

La verdad es que se puede visitar más bien poco y por tanto se tarda apenas unos minutos en verlo, y más si no vas con guía como era nuestro caso.

Este me pareció el pabellón más bonito, lleno de estatuas rodeadas de vegetación.

Salimos del recinto y nos dirigimos al cercano (apenas 5 minutos caminando) Pura Taman Saraswati. Este sí es muy bonito por fuera con un lago delante lleno de flores de loto. Es un templo real dedicado a la diosa hindú Saraswati, la diosa del aprendizaje, la literatura y el arte.

Y poco más porque no se puede visitar prácticamente más que eso, por ese supongo que es gratuito, aún así lo que se ve, muy bonito.

Una vez visitadas las dos atracciones históricas más importantes de Ubud y tras sudar de lo lindo, decidimos parar para comer. Improvisamos y buscamos un lugar cercano. Terminamos eligiendo un lugar llamado Tropical donde estábamos tan hambrientos que «tiramos» de clásicos y nos comimos un buen plato de pasta que por cierto estaban muy logrados, yo como siempre, spaghetti carbonara. De postre pedimos un plato de frutas que nos encantó.

Por los dos platos de pasta, dos bebidas, este plato de fruta y además un helado de postre pagamos 351,000 rp (unos 22€).

Después de comer ya sí nos perdimos por las cercanas callejuelas llenas de puestos de souvenirs donde obviamente hicimos algunas compras, siempre con el arte del regateo del que soy bastante poco fan. Por supuesto son duros los balineses, pero siempre simpáticos.

Después de un buen rato viendo puestos y sufriendo el intenso calor decidimos regresar al hotel. En mi cabeza ya estaba otro masaje en el horizonte que reservamos por whatsapp. Bañito en la piscina y de nuevo otro masaje reparador.

Tras ducharnos y arreglarnos caminamos un poco más lejos del hotel y encontramos una zona chula de restaurantes que habíamos visto de camino al Monkey Forest. Cenamos muy bien en uno llamado Monkey Legend, pero hay muchos por esa zona, algunos con música en directo y mucho turista extranjero, sobre todo como no australianos, norteamericanos y de Europa mayoría de franceses.

Comimos un tipo de fideos muy ricos, Bihun Goreng se llama y yo de postre Pisang Goreng, plátano frito que tanto me gustó en el warung del primer día. Por los tres platos y dos bebidas pagamos 260,000 rp (16€).

Esta es la ruta toda a pie que habíamos hecho este tercer día, dedicado en exclusiva a Ubud que creo que merece la pena.

DÍA 4. SÁBADO 20 DE MAYO

Tercer y último día de ruta guiada con Cristina y Putu, con el día anterior por medio, lo cogimos con ganas. Este sería el día de más distancia y más kilómetros recorridos de todos.

Nos pusimos en ruta y la primera parada era a unos 45 minutos, un pueblo especial llamado Penglipuran. Una vez allí recordé que aquí se grabó uno de mis programas favoritos, que nunca me perdía,  Pekín Express.

Comenzamos dando un pequeño paseo por el pequeño bosque de Bambú que hay cercano y que siempre son impresionantes.

Penglipuran es una pequeña aldea tradicional balinesa, protectora de sus costumbres y tradiciones. Cristina nos dice que cuenta con una población aproximada de 750 personas y 192 familias, donde la mayoría se dedican a la  agricultura y ahora también al turismo.

Son muy curiosos los carteles que hay a la entrada de cada vivienda. En ellos se indica el número de hombres y mujeres que viven en la misma y  los miembros de la familia que ya han fallecido. Recuerdo que esa fue de las pruebas del programa de TV.

Con el máximo respeto como siempre entramos en alguna vivienda, todas simétricas, que aquí están muy bien conservadas y presentan un aspecto muy refinado, además de estar todo muy limpio.

Encontramos a algún habitante en su momento de rezo lo que siempre nos hace darnos cuenta de qué importante es la religión y la espiritualidad para los balineses.

Hablamos con sus habitantes, bueno, más bien Cristina y en un determinado momento nos da por probar frutas exóticas. Probamos una marrón que véis abajo cuya piel parece una serpiente, salak se llama, que nos gustó mucho.

Luego decidimos probar la famosa durián, fruta apestosa la llaman en Asia por el olor tan fuerte y desagradable que por lo visto desprende cuando se va pudriendo. No es precisamente barata, pagamos 50,000 rp (unos 3€) y tengo que decir que esta cambio no me gustó, la textura muy blanda, puag! eso sí, para ellos es un manjar, no veáis como se lo comieron Putu y Cristina cuando la llevamos al coche.

La verdad que nos reímos mucho y pasamos un muy buen rato en este pueblo.

Esta aldea es un ejemplo de muchas cosas, de convivencia, de gestión de los recursos para utilizarlos en mejoras para la educación de los más pequeños. Hasta la gestión de residuos es un referente.

Proseguimos la marcha y en unos 45 minutos llegamos al templo más grande y sagrado de toda la isla, al que llaman el templo Madre, es el gran Pura Besakih. Su Candi Bentar o puerta dividida nos daba la bienvenida.

El templo está situado a unos 900 metros de altura, a los pies del volcán Agung, lo que hace que todavía sea más espectacular. En realidad es un complejo de más 20 templos, siendo el más importante el Pura Penataran Agung.

Por supuesto os recomiendo que subáis las escaleras, donde os podréis asomar, no entrar, al templo más importante, y si os dáis la vuelta, tendréis estas espectaculares vistas.

Podréis seguir subiendo por los laterales porque tiene hasta 6 niveles y podréis ir viendo la multitud de templos, donde vimos a los balineses celebrar sus ceremonias. Al mismo tiempo y como siempre, Cristina nos da múltiples explicaciones que nos hacen como siempre muy amena la visita.

Solo pueden acceder al interior los hinduistas, pero, como visitante, puedes contemplarlo perfectamente desde las escaleras laterales.

Parece que no está claro su origen exacto, unos hablan del siglo X y otros sostienen la hipótesis de una procecencia mucho más antigua, lo que está claro es que fue sobreviviendo al paso de los siglos y fue fruto de varias ampliaciones y reconstrucciones, ya que fue víctima de catástrofes naturales aunque Cristina nos dice que sobrevivió a las últimas erupciones del volcán y de ahí que se considere aún más sagrado y venerado. Hay un gran ambiente y aunque da el sol de pleno, al estar tan alto no se siente tanto el calor.

Ni que decir tiene que este templo es un absoluto imprescindible de la isla, no os vayáis de Bali sin visitarlo.

Terminamos la visita sobre la una y Cristina nos ofrece y a ir al «lunch», no teníamos mucha hambre y menos tras la fruta que habíamos comido en Penglipuran pero insiste en que hay un restaurante con unas vistas espectaculares y que se come bien, así que accedimos.

El restaurante en cuestión se llama Lereng Agung y…. madre mía, tenía razón, ¡¡qué vistas!!

El restaurante es tipo buffet y de nuevo comimos bien porque al final puedes elegir y repetir lo que más te guste.

Claramente orientado a los turistas, tenéis varios lugares para haceros buenas fotos, el columpio de turno y diversos escenarios. La verdad que estuvimos muy agusto, y además comiendo con esas vistas, ¿quién no repetiría?

Pagamos 384,000 rp los dos (Cristina nunca quiso que le invitáramos a comer), unos 23.5€. Siempre tener en cuenta que el alcochol es caro, por ejemplo pagaréis por una cerveza mucho más que por un refresco o un zumo natural. Si estos valen unos 25,000 – 30,000 rp (alrededor de 1.8€), la cerveza siempre sube en torno al doble de precio.

Continuamos nuestra ruta ya hacia los dos últimos destinos del día. Por el camino Cristina, nos cuenta una de sus múltiples historias y curiosidades, los nombres de los hijos cuyo segundo nombre está casi ya previamente establecido. El primer hijo varón es Gede, la primera hija mujer es Luh o independientemente del sexo se puede poner al primer hijo Putu o Wayan. Además, las parejas no dejan de tener hijos hasta que llega el primer hijo varón. Nos cuenta que conoce matrimonios de hasta 9 niñas y 1 niño!! ¿apostáis quién es el menor de todos? 😉

Primer destino, Tirta Gangga. No es un templo, si no que es un palacio rodeado de jardines y de construcción «reciente», fue erigido en 1937 por el rey Karangasem, que por lo visto se involucró tanto en su construcción que a veces parecía un obrero más.

Dimos un tranquilo paseo para recorrer el complejo que tampoco es muy grande, se visita bastante rápido. Tirta Gangga tiene varias piscinas o estanques decoradas con estatuas de dioses y los jardines de este palacio del agua muestran una mezcla de arquitectura balinesa y china.

El agua de aquí siempre ha sido considerada como santa y se utiliza regularmente para las ceremonias religiosas del templo.

Después de una media hora nos dirigimos ya al último destino, y aquí quizás voy a ser quizás polémico pero mi mayor decepción de la isla, el famoso templo Lempuyang. La decepción no viene tanto del templo y alrededores, que están bien aunque los hay mucho mejores, si no del negocio que hay montado alrededor o quizás es que se trate de los efectos colaterales del turismo masivo actual.

El templo se sitúa al pie de una montaña llamada Monte Lempuyang, lo que le hace especialmente bonito y fotogénico. Se encuentra a 600 metros sobre el nivel del mar y se nota porque hace mucho menos calor y está bastante nublado.

En el ticket que pagas a la entrada aparece un número en grande, ¿para qué será? nos preguntamos. Un minibús te sube por una cuesta empinada llena hasta arriba de tiendas y comercios hasta llegar al monumento.

Para empezar, el recinto es pequeño, a la derecha de la entrada hay unas escaleras que subimos para ver la perspectiva. La vista no desmerece aunque como digo, el día esté nublado.

Este lugar es archifamosísimo por la llamada Puerta del Cielo, demasiado famosa tal vez, y ahí pierde para mí todo su encanto. Aunque todos recordaréis la foto típica de esta puerta como si hubiera agua en la parte de abajo que provoca un efecto espejo espectacular, lamento deciros que no es así, se trata simplemente de un truco, un fake visual que a alguien se le ocurrió. ¿Y cómo se consigue? pues colocando un espejo delante de la lente de la cámara de un teléfono móvil. Fijaós bien en esta foto que hice 🧐

Pues bien, el número de la entrada es tu turno para que el «experto» del lugar te haga con tu móvil, una serie de fotos y poses a toda prisa utilizando el truco de la foto anterior. Además de lo pagado por la entrada (100,000 rp, unos 6€) hay gente que les da propina, así que negocio redondo.

Cuando fuimos nosotros, ya cerca de las cinco de la tarde, no había mucha gente y quizás hubiéramos tenido que esperar poco más de una hora, que yo desde luego no estaba dispuesto, pero respeto, como todo lo que se haga sin perjudicar a otro, que la gente espere y lo haga. Pero es que nos dice Cristina que hay veces que ha estado con clientes esperando más de tres horas, y que es recomendable llegar cuando empiezan con la sesión fotográfica, al amanecer, ¡¡sobre las 6 de la mañana!!

¿Cuál es el efecto secundario además de esta práctica?, pues que no es posible ni ver la puerta tranquilamente ni hacer una foto por libre, que es lo que más molesta, y según mi humilde opinión, le quita toda la magia que tiene el lugar, que podría ser espectacular.

Este es un ejemplo de pose de una pareja y una foto 100% real, sin montajes, bonita también, ¿no? y digo yo, ¿no sería más fácil una foto como esta trucarla por ordenador y dejarla como la que pretenden y permitir a los visitantes disfrutar del lugar como del resto de atracciones de la isla?

En un cambio de clientes y a toda prisa porque no es fácil ni eso, pudimos cruzarla y ver lo que hay abajo, que estaba desierto y para mí esta vista también es bonita.

Terminamos la visita un tanto desencantados y si queréis que os diga la verdad, si no os vais a hacer la famosa foto, tengo mis dudas si merece la pena, si no tenéis días suficientes el haceros semejante camino hasta aquí. Es verdad que tiene Tirta Gangga también cerca pero es que la vuelta a Ubud son nada menos que ¡¡3 horas en coche!!, una auténtica paliza. Yo ahí lo dejo.

Antes de subirnos en el coche para nuestro último trayecto, quise hacernos una foto con nuestros acompañantes que tan bien se portaron y tanto aprendimos y nos amenizaron los tres días de estancia con ellos en Bali. Como viajero frecuente que soy, sigo recomendando encarecidamente la visita con acompañantes locales para además de hacerte el viaje más cómodo, poder intercambiar con ellos y conocer mucho mejor cada rincón y cada costumbre de cada lugar.

¡¡Mil gracias Cristina & Putu!!

Llegamos al hotel sobre las nueve de la noche donde nos esperaba una bolsa de ropa limpia que habíamos dejado antes a nuestro anfitrión, 3.5kg de ropa lista por 70,000 rp (¡¡poco más de 4€!!). ¿Créeis en serio que merece la pena llevar un maletón a Bali?.

Salimos a cenar muy hambrientos y decidimos comer algo que nos encanta, pizza, así que encontramos un italiano que os recomiendo, L’Osteria Pizza e Cucina que estaba hasta arriba de turistas. Nos comimos dos pizzas muy buenas (la buena crítica de pizzas la tengo muy cerca) que con dos bebidas pagamos 313,000 rp (unos 19€), lo que en cualquier sitio turístico de casi cualquier lugar del mundo nos habrían cobrado mínimo el doble.

Y hasta aquí llegó ese largo, cansado pero provechoso día. Nos fuimos a dormir porque al día siguiente tocaba otro no menos largo e intenso.

Esta fue la ruta de este largo y último día de ruta organizada en Bali.

DÍA 5. DOMINGO 21 DE MAYO

Para este quinto día, y dado que ya habíamos visto bastante de Bali, al menos lo más importante, planeé desde España hacer algo diferente y decidí visitar la isla de Nusa Penida. Hablé con Cristina y ella nos organizó un tour de ida y vuelta, porque es verdad que como siempre se recomienda pernoctar en este tipo de islas para verla bien pero eso implica ya mucho ajetreo de maletas, cambio de hoteles, etc y preferí hacer un ida y vuelta aunque no tengo muy buenas experiencias en esas rutas, por ejemplo en Filipinas (Balicasag) y Thailandia (Phi Phi).

El tour nos incluía recogernos en el hotel a las 7 de la mañana para llevarnos al puerto de Sanur Harbor al que llegamos en unos 40 minutos. Una vez allí esperamos a que abriera la oficina de la compañía que nos llevaría a Nusa Penida, llamada Marlin. Nos dieron los billetes y una simpática balinesa nos acompañó hasta el puerto que estaba llenísima de gente, turistas pero sobre todo gente local.

Por fin entramos en el barco que no me dio muy buena «espina» al llegar, asientos muy juntos y muy poco espacio para ir al aire libre.

Como era pronto, sobre las 8 y media, no hacía todavía mucho calor así que el trayecto fue más o menos cómodo, la vuelta no sería así.

Llegamos al puerto y allí nos estaba esperando otro balinés que no hablaba muy buen inglés pero era simpático.

Situada en el sureste de Bali y separada de esta por el estrecho de Badung, emerge de unas aguas increíblemente turquesas esta bella y salvaje isla. Con una población de 7,000 habitantes y una superficie de aproximadamente 200 kilómetros cuadrados, es la hermana mayor de las cercanas Nusa Lembongan y Nusa Ceninga.

En la isla hay varios lugares para visitar y que tendrás que elegir, Diamond Beach, Broken Beach, Crystal Bay, Angel Billabong, Atuh Beach, etc, pero yo había oído que uno de los mejores planes que hacer en Nusa Penida era poder ver mantarrayas así que prefería priorizar esto a todo el resto (craso error), aunque tenía claro que también quería ver la célebre y fotogénica Kelingking Beach.

Al llegar a la isla fuimos a un espacio junto a la playa donde nos dieron el material para hacer snorkel y, lo peor de todo, es que tuvimos que esperar a que llegara la suficiente gente para llenar un barco y partir. Esto me impacientó mucho, yo que soy de aprovechar mucho el tiempo, y estuvimos esperando ahí no menos de 40 minutos.

Por fin salimos del puerto y nos encaminamos hacia el suroeste.

La verdad que el trayecto duró como unos 20 minutos y a medida que íbamos doblando cabos sentíamos el mar más movido y más complicado. Finalmente llegamos a lo que sería nuestra primera parada y la estrella de la excursión, la llamada Manta Bay, pues bien, llegó la gran decepción, el mar estaba muy «picado», y en esas condiciones, las mantarrayas, no se acercan por ahí así que mi gozo en un pozo, la naturaleza es así…

Dimos la vuelta, justo antes de la Kelingking beach y regresamos por donde habíamos venido. La excursión incluía otras tres paradas más para hacer snorkeling.

La primera de ellas fue lamentable, cuatro peces por ahí y los que llevaban el barco teniendo que echar pan a ver si se acercaba alguno más… en fin.

Luego en la segunda ya había más coral en el fondo y más peces, las paradas iban de menos a más. En las lanchas, llena de turismo sobre todo chino, al borde del mareo y que apenas saben nadar, era de lo más variopinto. Los que llevaban el barco la verdad que eran majos y se portaron bien, siempre sonrientes, nos hacían fotos y vídeos con una cámara submarina, para luego vendernoslas, pensaba yo.

No recuerdo si la segunda o tercera parada fue en la llamada Crystal Bay, donde allí sí que el fondo merecía la pena, aunque es verdad que en las islas Gili como luego diré, me gustó más el snorkeling ahí sin duda.

Finalmente llegamos al puerto, ¿conclusión de la excursión? me pareció que como es una lotería el ver mantarrayas y no se asegura y eso es lógico porque los animales no son robots teledirigidos, el resto no me mereció la pena, he hecho excursiones de snorkel mucho mejores. Eso sí, tuvieron un detalle que no sé ve muy a menudo, nos pidieron los números de teléfono y nos enviaron de manera gratuita todas las fotos y vídeos que nos habían hecho durante la excursión.

Nos recogió nuestro amigo y nos llevó en su original coche naranja por dentro y por fuera a comer, que estaba incluido en el precio de la excursión.

Comimos en un restaurante llamado Bong Café muy cerca del puerto donde teníamos este menú a elegir. Pedimos los Fried Nodle y el chicken satay y coincidimos en que fue el peor sitio que comimos del viaje.

Tras la comida y ya sobre las dos y media (teníamos el ferry de vuelta a las cinco), fuimos a la búsqueda de la principal atracción de la isla, la fantástica Kelingking Beach, apodada también playa del T-Rex.

Comenzamos a subir por una estrecha y sinuosa carretera que al comienzo no nos cruzábamos con muchos coches pero aquello fue creciendo más y más y casi todos de bajada. Tardamos como media hora y a medida que llegábamos a la parte final, la carretera se fue llenando de más y más coches, lo que me hacía temer que arriba habría unas colas tremendas para hacer fotos y sobre todo poder contemplar la playa. Me recordó muchísimo a la visita a la maravillosa playa en Grecia (Shipwreck Beach) desde el mirador en lo alto.

Una vez que llegamos, a pesar de que había muchísimos turistas, es verdad que había mucho espacio para que se repartiera la gente y por tanto pudimos ver la playa y disfrutarla con relativa tranquilidad. Qué playa tan maravillosa, había merecido la pena.

Procurar ir sobre la hora en la que fuimos nosotros, sobre las 3 y media, que es cuando da el sol completamente sobre la isla y no hay sombras.

Es posible descender a la playa, pero el camino es complicado sobre todo al final, precisa de un calzado adecuado, nada de chanclas, incluso la última parte hay que ayudarse de una cuerda para descender. También llevar agua porque si os da el sol, hace muchísimo calor. Nosotros no bajamos finalmente porque no teníamos tiempo pero subía gente empapada litermalmente de sudor. Además cuidado si os bañáis porque la playa tiene un intenso oleaje y nuestro acompañante nos dice que ya se han ahogado allí más de un turista.

Después de un buen rato disfrutando de la playa y del precioso acantilado, descendimos ya hacia el puerto. Allí estuvimos esperando pasando un calor horrible hasta que al fin salió el barco (compañía Idola Fast Boat) lleno hasta la bandera, y los 20-30 minutos de travesía fueron terribles, haciendo mucho calor dentro, con un aire acondicionado que no enfriaba lo suficiente, horrible.

Al menos la llegada de nuevo a Bali nos regaló un bonito paisaje crepuscular.

Al llegar al puerto allí nos estaba esperando el mismo chófer de la mañana que nos llevó al hotel a una velocidad endiablada. Pagamos 75€ cada uno por la excursión, de la que ya he opinado anteriormente.

Esa noche, que era la última no dejaríamos pasar la oportunidad de darnos un nuevo masaje en el mismo sitio y salir a cenar al restaurante italiano L’Ostería Pizza e Cucina y que tanto nos había gustado hacía dos días.

DÍA 6. LUNES 22 DE MAYO

Madrugamos mucho de nuevo este día porque nos venían a buscar para llevarnos a las islas Gili a las siete de la mañana. Contratamos el ferry y los desplazamientos también por medio de Cristina, pagamos 65€ cada uno, seguramente un sobre coste pero resultó de lo más cómodo. El trayecto desde el hotel hasta el puerto de donde sale el barco es largo, sobre 40 kms pero que se tarda una hora.

Una vez en Padangbai nos llevaron a una oficina y nos dieron los billetes, todo muy claro y bien organizado. En la foto inferior tenéis el trayecto que íbamos a hacer. Nosotros nos bajaríamos en la primera isla de las tres, Gili Trawangan, de la que anticipo que nos enamoramos.

A posteriori coincidimos en que fue un gran acierto terminar nuestro viaje así, después del ajetreo y de visitar cosas en Bali, es una buenísima ida terminar en Gili, unas islas de fantásticas playas como a continuación explicaré.

Estas tres pequeñas islas empezaron a ser conocidas en la década de los 90 por viajeros mochileros hasta que tras la aparición de los primeros centros de buceo las Gili se convirtieron en los que son actualmente, un destino turístico muy importante para Indonesia y un complemento ideal a las visitas a Bali y Lombok.

Subimos al barco y de nuevo nos metieron en una sala llenísima de gente, hacía calor y ya había gente incluso mareada. Pero aquí tuvimos el acierto de adelantarnos y salir al exterior para hacer el trayecto sentados en la borda en unos asientos en el suelo acondicionados y con una brisa gracias a la cual no pasamos nada de calor. Además pusieron música y con un grupo animado de jóvenes norteamericanos pasamos la hora y media aproximada que dura el viaje, de lo más cómodo. La vuelta no sería ni parecida.

Sobre las 12 llegamos por fin al puerto de la isla Trawangan, la que dicen más animada de las tres islas, siendo Air la intermedia y la de Meno la más tranquila. Al final os diré nuestra experiencia porque visitamos las dos primeras.

En un puerto abarrotado de gente y bajo un sol abrasador, nos bajaron las maletas y este fantástico NO color de agua nos estaba esperando, no pude más que animarme…¡¡esto prometía!! 👏👏

En estas islas y como buenísima decisión, no es posible los vehículos a motor, gran idea para el tema de contaminación y ruido. A cambio hay algo que no es que me guste mucho, pequeños carros tirados por caballos de los que tuvimos que hacer uso al llegar para que nos llevaran al hotel. Inviable ir a pie con la distancia y el calor que hacía, pagamos 100,000 rp (unos 6€).

El hotel fue un auténtico descubrimiento, superó todas nuestra expectativas, tanto es así que lo he colocado en mi top 5 de mejores hoteles de todos mis viajes por el mundo. El alojamiento se llamaba Belukar.

Nada más llegar nos dimos cuenta de que en el alojamiento íbamos a estar muy bien, zumo de bienvenida y atención muy amable de los siempre sonrientes indonesios.

Lo mejor del hotel es el entorno, no sólo la piscina, sino la exhuberante vegetación, la tranquilidad, solo se oyen los pájaros y todo está cuidado al detalle.

Los alojamientos son todos iguales, bungalows sin paredes compartidas con otros vecinos y dispone de un pequeño porche donde poder estar sentado tranquilamente.

Las casitas por dentro están bien, aunque sin grandes lujos, son grandes, con espacio suficiente para moverse, con una cama de matrimonio grande y perfecta para descansar.

Tras el pequeño muro de detrás de la cama, hay unas estanterías y unas perchas para colgar la ropa, todo amplio y con espacio de sobra para colocar todo. También dispone de una mesa de trabajo y una pequeña nevera, con una cafetera al lado y algunos detalles curiosos como por ejemplo paracetamol, ¿quizás para la resaca de los fiesteros? 🤔

El baño, como casi siempre en Indonesia y Bali, está prácticamente al aire libre, lo que le hace muy original y sobre todo cómodo, aunque es verdad que en días de mucho calor, se nota mucho salir del aire acondicionado al calor que hace en él.

Aquí os muestro un vídeo de un minuto que muestra todo de manera más visual.

Dispone de un pequeño restaurante muy agradable que tiene una corta carta con platos sencillos.

Por supuesto no puede faltar los clásicos Nasi y Mie Goreng, de arroz y noodles respectivamente, y que comimos ese día que llegamos. También tendréis la opción de pedirlo en el desayuno.

El precio fue de 2,891,700 rupias por 3 noches, al cambio de 2023 son unos increíbles 59€ por noche, desayuno incluído, espectacular.

Como dije, comimos algo y nos quedamos descansando en el hotel y yo por supuesto disfrutando de la estupenda piscina.

Sobre las seis nos acercamos a ver un obligado de la isla y ya de todos este tipo de lugares, la puesta de sol, el famoso ‘sunset’ 🌅. Lo disfrutamos en un lugar muy agradable, que a la postre sería el mejor que nos encontramos, se llamaba Window Bar | Sunset Bar & Cocktails.

Es verdad que la playa que había enfrente no era nada buena, llena de algas y con algo de nubes en el horizonte, no fue el mejor atardecer de nuestras pero vendrían otros mejores.

Volvimos al hotel para ducharnos y arreglarnos para salir a cenar. El alojamiento se encuentra en el norte de la isla y permite ir caminando a la zona del puerto o a las playas sin problemas. El hotel dispone gratuitamente de unas luces para la noche porque la mayoría del camino no está muy bien iluminado. También os puede prestar unas gafas y tubo para hacer snorkel. Además ofrece el alquiler de bicicletas (45,000 día –> casi 3€) y el servicio de lavandería a unos precios de lo más económico (35,000rp kg –> poco más de 2€).

Salimos a cenar a pie a la zona del puerto y nos topamos con un mercado local lleno de mesas y puestos de comida y un bullicio que nos enganchó enseguida. A pesar de que como ya ha dicho en múltiples ocasiones, yo no soy mucho de probar las gastronomías locales, sobre todo si son de países lejanos y exóticos decidimos probar, que no se diga.

Los puestos tenían buena pinta, cada pincho de los de la parte superior de esta foto valía 25,000 rp (1.5€) y te incluía un plato entero del resto de comida que ofrecían.

Nos vinimos arriba ayudados también por la simpatía y la «chispa» de los vendedores y pedimos unos cuantos pinchos, estos y luego otra tanda.

Aunque alguno de ellos me gustó, tengo que decir que otros no me convencieron y por tanto, y eso que estaba motivado al 100%, no nos fuimos del todo satisfechos 🤷‍♀️🤷‍♀️

Caminamos por esta zona, que nos gustó mucho. No tiene pérdida, se encuentra en la parte este de la isla y es la zona más animada junto con la parte oeste pero aquella a la hora de la puesta de sol e inmediatamente después para la gente que suele cenar poco tiempo después de la hora del sunset, que como ya comenté es aproximadamente en torno a las 6 – 6.30pm.

La isla en general alterna negocios de tres tipos casi exclusivamente:

  • Excursiones acuáticas para hacer buceo, snorkel y de otro tipo como treking por volcanes, visitar la isla de Komodo, etc.
  • Masajes de todo tipo, tanto de cuerpo entero como de pies, manos, etc que son extremadamente baratos y que veíamos hacer a clientes constantemente.
  • Bares y restaurantes para todos los gustos, algunos tan bonitos y bien decorados como estos.

De todas maneras no os creáis que la isla desborda lujo y sobre todo buenas infraestructuras. Los caminos salvo el que rodea toda la isla son de tierra y las farolas en la mayoría de las calles brillan, pero por su ausencia.

DÍA 7. MARTES 23 DE MAYO

Nos levantamos tranquilamente, por una vez sin el despertador. El desayuno estaba espectacular, había una carta con varias opciones pero nosotros descubrimos las tostadas de un pan estupendo, nada que envidiar al de España, con un café muy bueno y zumos de diferentes frutas que podías cambiar como quisieras y por supuesto la fruta no podía faltar, todo buenísimo.

Alquilamos una bicicleta (45,000 rp día (casi 3€)) y nos fuimos a la playa que había leído que era la más recomendable y que además era bastante probable ver tortugas, ¿será verdad?. Con el recuadro azul indico la playa que yo recomiendo🙏

Y la playa fue fantástica, enseguida nos enamoramos de ella. Agua limpia, oleaje suave, temperatura estupenda y muy segura porque apenas cubre.

Pero lo mejor de todo es que en esa playa no os aburriréis. Llevamos los equipos de snorkel que nos dejó el hotel y nos metimos en el agua, enseguida vimos grupos de gente y efectivamente ahí estaban las tortugas, alimentándose tranquilamente en el fondo, y lo mejor de todo, a apenas escasos metros de la orilla y a sólo ¡¡un metro de profundidad!!

Me lo pasé bomba buceando al lado de ellas (siempre con el máximo respeto, nada de tocarlas) y más cuando subían a la superficie a respirar, que tienen que hacerlo aproximadamente cada 3 – 4 minutos. Es una sensación increíble, sobre todo cuando consigues estar sólo y dejarte llevar y disfrutar. Además por la mañana estaban durante tanto tiempo que siempre había un hueco para poder estar sólo con ellas.

Y el disfrute no se terminaba ahí, porque adentrándote un poco más en el mar, a apenas 15 – 20 metros pero a nu mucha profundidad, se abría un fondo de coral con muchos peces de colores de los que disfruté tanto como con la tortuga. Este fondo no tiene nada que envidiar al que ví en la jornada en Nusa Penida, y sobre todo, ¡era gratis!. Por eso decidí no coger ningún tour alrededor de las islas en los que van parando en diferentes sitios para hacer snorkel. Aquí disfruté tanto y estando sólo, sin prisas, que me bastó de sobra.

Después de pasar un buen rato disfrutando, salí del agua y decidí con la bicicleta dar una vuelta completa a la isla.

Paré varias veces a ver magníficas playas, con fondos marinos transparentes.

Pude ver otro hotel llamado Kardia, con vistas al mar, y que mantuve la duda hasta el final entre el que finalmente elegimos Belukar y este Kardia. La verdad que tenía muy buena pinta, es un poco más caro pero una buena opción para que la consideréis.

Continué por el norte, con tramos en los que el camino estaba lleno de arena y tocaba bajarse de la bici para recorrerlos. Encontré playas muy bonitas, de intenso color azul y mucho menos visitadas que las del este de la isla.

En la parte oeste, y a medida que iba a hacia el sur las playas no las encontré tan chulas, algunas con algas, sobre todo en las que luego se llena de gente para ver el atardecer, con lo que pude llegar a la conclusión de que las mejores playas están en el este y noreste, que es donde os indiqué anteriormente en el mapa.

Al mediodía fuimos a comer, estábamos muy hambrientos y tiramos de un clásico, un restaurante italiano de buenas críticas, Francesco’s Pizza. Nos comimos unos gnocchi con gorgonzola y unos ravioli con salmón muy buenos, y por dos platos, bebidas y un postre, pagamos 358,000 rp (21€) como véis, seguíamos con precios muy buenos, a pesar de lo turística que es la isla.

Volvimos a la playa, estuvimos un rato y nos movimos sobre las seis al otro extremo de la isla para ver el atardecer, en el mismo lugar que el día anterior. Ofrecen paseos en caballo y sesión de fotos con la puesta de sol si estáis interesados. Buen ambiente, buena música y una agradable y tranquila experiencia.

Tras esconderse definitivamente el sol, regresamos al hotel, nos arreglamos y salimos a cenar a la zona del pueblo. Terminamos haciéndolo casi al final del mismo, en un impresionante edificio de bambú que por lo visto es un resort de lujo de origen alemán, y en el que cenamos muy bien de nuevo. El lugar se llamaba Pearl Beach Lounge.

De nuevo con una atención excelente y sentados en unas mesas enfrente del mar, por una hamburguesa, otro plato, dos bebidas (no alcohol) y un helado de postre pagamos 335,000 rp (20€). Muy recomendable. Al terminar no pudimos resistirnos a dar un pase por el complejo que estaba espectacular.

Un plan que podéis hacer y que estaba bastante demandado era una clase de cocina balinesa, la vimos en varios sitios, y cobraban por una hora y media 300,000 rp (18€). Nosotros no lo hicimos pero me parece interesante, no todo va a ser playa y buceo.

DÍA 8. MARTES 24 DE MAYO

Nos levantamos sin despertador, desayunamos y nos fuimos en bici a nuestra magnífica playa favorita. Como el día anterior disfrutamos de las tortugas, peces, etc, y de la vista al fondo de la isla Meno.

Comimos en la playa porque nos apetecía seguir disfrutándola a tope y directamente sobre las cinco y media nos fuimos a la otra parte de la isla a ver el atardecer. No nos podíamos resistir a hacer la típica foto, con este increíble escenario, frente al hotel Taj Maza.

Decidimos cambiar a otro bar para ver el sunset y probamos en el Villa Julius Restaurant pero la verdad que nos gustó menos el ambiente, la música y los cocktails así que coincidimos en que nuestro sitio favorito definitivamente fue el Window Bar | Sunset Bar & Cocktails de los primeros días.

Por la noche para cenar volvimos al restaurante del día anterior al mediodía, el Francesco’s Pizza. Esta vez comimos pizza y nos gustaron mucho. Por dos pizzas, bebidas y un tiramisú muy bueno de postre pagamos 268,000 rp (16€). Coincidimos con el dueño del restaurante, un italiano muy serio pero correcto que nos recomendó además otro lugar de comida del país transalpino en la isla Gili Air.

Hago un inciso si me lo permitís para hablar de la gente en los lugares turísticos. Siempre he dicho que odio las aglomeraciones pero tengo que decir que tanto detesto el excesivo turismo como el poco. A mí definitivamente me gustan los lugares con animación por la noche y en el que haya gente cenando, tomando algo, etc, no hay nada más deprimente (y en las islas Jónicas lo sufrí) que que haya pocos visitantes. Por eso Trawangan, sabiendo que era mayo y que no era temporada alta, creo que es la mejor isla con diferencia. Después de que se va el sol a las seis de la tarde, ¿qué alternativas hay si no es salir a cenar y tomar algo?. Había noches que no veíamos mucha gente cuando salíamos a cenar y quizás era un tema de como solemos decir en mi trabajo, de «decalaje» de horas, o bien la gente cenaba antes de nuestra hora (21h aprox) o luego ya salían a partir de medianoche los más noctámbulos a darlo todo hasta la madrugada.

DÍA 9. MIÉRCOLES 25 DE MAYO

Nos levantamos de nuevo tranquilamente el que sería nuestro último día en esta isla porque para los dos siguientes, y por conocer otra, nos moveríamos a la isla Air. Una vez terminado el viaje puedo afirmar claramente que fue un gran error movernos.

Deciros que lógicamente hay barcos colectivos que os llevarán de isla a isla por menos de un euro pero por comodidad y ganar tiempo, preguntamos a un simpático chico que trabajaba en un chiringuito si conocía a alguien que nos llevara de forma privada a la otra isla, nos dijo que sí, por 300,000 rp (18€) , y como no conseguimos reducir el precio mucho y preguntamos a otro que encontramos y nos daba el mismo precio, decidimos aceptar. Este chico, llamado Dodo, y que habíamos conocido el día anterior era más que majo, pude hablar con él en inglés durante un buen rato y me pude dar cuenta de nuevo de lo privilegiado que soy. Con un sueldo mensual de 150,000 rp (unos 90€) tenía incluso que ayudar a sus padres. ¡Un abrazo fuerte amigo!

Como teníamos la hora acordada a las 13h, me dio tiempo a utilizar la bicicleta para llevar las maletas a la playa desde el hotel, allí me las guardó Dodo y estuvimos disfrutando de la playa hasta el momento de irnos.

Pedimos algo en el mismo chiringuito y comimos tranquilamente por última vez con estas vistas.

Lamentablemente llegó la hora de llegada de nuestra lancha privada y nos tuvimos que despedir de esta isla que NOS HABÍA ENAMORADO ¡¡¡qué pena!!! 😭😭

Fijaos qué maravilla veíamos desde la lancha al alejarnos, esta es la zona donde podréis hacer snorkel viendo a las tortugas y los peces, espectacular ¿no?.

El llegar en lancha privada, además de la rapidez (apenas 10 minutos) nos permitía decirle al patrón del barco en qué lugar de la isla quería que nos desembarcara para además poder llegar caminando de la manera más rápida sin la ayuda de ningún transporte.

La isla Air es la más oriental de las tres y por tanto la más alejada de Trawangan. La definen como la isla favorita de los mochileros, entre la turística y desarrollada Trawangan y la tranquila e ideal para parejas Gili Meno.

Al poco tiempo, y no sé por qué, tuve la sensación de que me había equivocado al cambiar de isla.

Caminamos desde donde nos dejó el barco hasta el hotel, apenas 500 metros.

El alojamiento que había reservado con mucha antelación (a través de Booking.com como siempre) debía ser mejor que el anterior, valía un 30% más y dormiríamos dos noches. Pagamos 3,040,000 rp (unos 90€ por día) y tenía la particularidad, de ahí también el precio alto, de que además del bungalow, disponía de una pequeña piscina privada. Su nombre es Villa Marina.

Nada más llegar eché de menos Belukar, la recepción, las instalaciones, es lo que tiene venir de un sitio que te ha encantado, faltaba estaba estar todo al mínimo detalle como estaba aquel. La atención de nuevo fue muy buena, otro simpático chico que nos llevó hacia nuestro bungalow privado.

El bungalow estaba bien, está claro, pero repito, los detalles no eran los del alojamiento del que veníamos y además me daba rabia porque había sido más caro. Además, y eso ya lo sabía de leerlo en los comentarios de anteriores huéspedes, se oía perfectamente la llamada al rezo de la mezquita de la isla (recordar que estas islas son mayoritariamente musulmanas como el resto del país). Oir el megáfono al anochecer no molesta tanto, pero a las 5 y media de la mañana con el amanecer, ya es otra cosa 🥱. De todas maneras de esto no me quejo porque lo sabía de antemano y tampoco fue un problema insalvable.

Nos alquilaron unas bicicletas que al menos estas sí que estaban nuevas, no como las de Belukar, con más kilómetros que la de Alberto Contador😂.

Mientras Claudia descansaba, yo, como hice en Trawangan, me fui a dar una vuelta alrededor de la isla para echar un vistazo rápido. Se tarda menos porque esta es más pequeña que aquella.

Me encontré una isla mucho más rural y menos explotada y en general me gustó menos. Había muchos más tramos de arena con lo que la vuelta se hizo larga y pesada, tanto que llegó la puesta de sol y me encontré con un precioso atardecer coincidiendo con un grupo de niños bañándose divertidos y que me saludaron para la foto. He de decir que al menos estos me gustaron más que los de Trawangan, con Gili Meno en el horizonte.

Volví a nuestro alojamiento, nos duchamos y salimos a dar un paseo antes de cenar, acercándonos antes a la mezquita guiados por la llamada al adham, a la oración de la noche. Siempre me gusta ver el protocolo del rezo musulmán, desde Turquía donde le ví por primera vez hace muchos años, hasta Túnez, hace apenas unos meses.

Encontramos una isla más pequeña que Trawangan, con muchos menos sitios para cenar y los que vimos mucho más sencillos y más precarios, y además con mucho menos menos ambiente. Finalmente decidimos ir al italiano que nos había recomendado el dueño del restaurante de Trawangan. Este se llamaba Dolcemare y acertamos plenamente, de nuevo nos encontramos a camareros muy amables y simpáticos, con los que estuvimos charlando un buen rato. Comimos dos plazos de pasta, que con agua y dos helados de postre, pagamos 417,000 rp (unos 25€), en la media quizás por encima de lo de otros días pero la comida tenía muy buena calidad.

En esta isla la zona más bulliciosa (por decir algo) del «centro» está al sur, junto a la zona de la llegada de los barcos. Es apenas una calle con algunas tiendas y unos pocos restaurantes, nada que ver con Trawangan.

DÍA 10. JUEVES 26 DE MAYO

Nos levantamos y a la hora acordada nos trajeron el desayuno a nuestro bungalow. Muy completo y bueno en general.

Salimos del hotel en nuestras bicicletas buscando una buena playa del estilo de las de Trawangan, pero… no las encontramos. En las guías también ponía que había playas para ver tortugas, al este de la isla, así que para allí que fuimos, pero… buenas playas no encontramos. Subimos hacia el norte y encontramos una zona con tumbonas, ya en el noreste de la isla. Eran sobre las once y no había nadie en la playa, pero nadie. ¿Dónde estaba la gente?. Preguntamos a los trabajadores de los bares y nos dijeron que era pronto. Sobre las doce empezó a venir ya algún turista.

La playa estaba limpia y el agua también, pero el interior lleno de algas y el snorkel era imposible.

Estuvimos descansando y leyendo un poco hasta que llegó la hora de comer. Bajamos hacia el sur y paramos en un lugar muy agradable y con buenas vistas llamado Star Bar and Bungalows.

Comimos algo sencillo y la verdad que disfrutamos de este rato con estas vistas.

Volvimos al hotel y seguimos el protocolo de todos los días, salir a ver el atardecer. Fuimos a un bar que habíamos visto ya en Trawangan y que es fácil recordar porque es todo rosa, Pinkcoco. Un resort que yo creo que es de lo mejor que vimos en la isla y que por tanto recomiendo, una pena no haber escogido este para nosotros porque estaba aproximadamente al mismo precio que el nuestro y con buen ambiente.

Pedimos cocktails a los precios habituales, rondando los seis euros, y disfrutamos de la magnífica puesta de sol, muy muy bonita, aquí sí que nos animamos…

Cenamos ese día no lejos de este, en un italiano llamado Mamma pizza. Este sí es el mejor sitio que encontramos, estaba a tope, con no menos de 15 mesas sobre la arena de la playa y otras tantas en el interior del local. Buen ambiente, camareros simpáticos casi siempre con conversaciones con los clientes y buena comida, sitio este muy recomendable. Pagamos 478,000 rp (28.5€) por dos pizzas y dos cervezas (de ahí el incremento en en el precio).

Después de esto, y sobre las diez de la noche caminamos hacia el este en dirección a la zona del puerto buscando más animación para tomar algo, pero nada de nada, todo prácticamente vacío, depresivo, así que regresamos al hotel.

Aquí os muestro el recorrido que habíamos hecho más o menos en el día con los principales lugares que visitamos.

DÍA 11. VIERNES 27 DE MAYO

Último día en la isla y penúltimo en el país. Nos levantamos, desayunamos e hicimos la maleta para dejar el hotel. Como ya teníamos el billete comprado nos acercamos caminando al puerto para recoger nuestros pasajes. Nuestro ferry hacia Bali salía a las doce de la mañana (una pena que no saliera antes para aprovechar más tiempo en el destino) así que nos fuimos al puerto y allí esperamos. Tuvimos por última vez la vista a las aguas cristalinas de estas islas, qué maravilla.

Con bastante calor y con algo de retraso llegó nuestro Fast Boat (de la compañía Goldenqueen). Recordamos el plancentero viaje de ida subidos en la borda pero en este no era posible así que tuvimos que pasarlo sentado. Había máquinas de aire acondicionado, pero no enfriaban lo suficiente y además había que cerrar las ventanas porque entraba el agua, así que pasamos un viaje horrible de calor, vimos gente sudando, mareada… menos la que estaba a mi lado que estaba con sudadera!! 🤪. De verdad, el viaje, esperpéntico, no puedo entender que no haya una climatización decente. Menos mal al abanico que habíamos comprado a un ancianito que nos había dado pena en Ubud.

Llegamos sobre las 2 y media al puerto donde nos estaba esperando el conductor que teníamos incluído y que nos llevaría a nuestro último hotel.

En este mapa aparece el trayecto sin tráfico pero con un nivel de circulación normal tardamos más de dos horas!!!

Nuestro último hotel iba a resultar ser una maravilla, y nos dio un subidón al ánimo para nuestras últimas horas en Bali.

Para esta última noche y por no regresar con el ferry en el mismo día en el que teníamos que coger nuestro vuelo de vuelta por si había algún problema, decidí buscar un alojamiento en el sur, cerca del aeropuerto. Por casualidad encontré el fantástico Roots Tree House, un alojamiento de lo más original, ¿por qué? pues porque las habitaciones estaban colgadas en los árboles, en unas preciosas cabañas de madera.

El hotel se encuentra en el sur de la isla de Bali, y hay que decir que cuesta un poco acceder a él, con carreteras estrechas. No tiene muchas cosas alrededor pero no podía ser de otra manera si uno de los puntos fuertes del mismo es su tranquilidad y la ausencia de ruido. Allí comprobaréis lo que es despertarse con los ruidos de la naturaleza y no con los tubos de escape de los millones de motos que hay por todos lados.

La enorme puerta redonda de entrada tan original, ya prometía, parece que entras en un parque temático o en un escenario cinematográfico.

Nos salió a atender un tímido balinés y según íbamos paseando y viendo las instalaciones, tan cuidadas hasta el último detalle, alucinábamos.

Por supuesto destaca por encima de todo las casitas encaramadas en los árboles, todas diferentes y a cada cual más espectacular.

Esta era la nuestra, con un árbol literalmente atravesando la habitación.

Nuestra casa, tras subir las escaleras tenía esta pequeña terracita, toda hecha de madera, pero no con los típicos tablones como cabría esperar, sino con un gusto y un encanto especial. Por si la queréis solicitar en vuestra reserva, la habitación se llamaba Cinnamon House.

Pero lo que nos dejó boquiabierto fue el interior, con el árbol ahí en medio, integrado totalmente.

El baño de lo más original, todo con decoración 100% natural y la ducha no digamos, colocada justo al lado del tronco del árbol. Como ammenities curiosas había unos originales cepillos de dientes hechos de bambú y una ¡pasta de dientes negra! 100% ecológica.

Y las vistas estupendas, como no.

La propietaria de este alojamiento casualmente es española, y pudimos conversar con ella un buen rato. Nos contó el desafío que fue abrir este establecimiento en 2020 en pleno COVID y que para su construcción no se taló ni un sólo árbol ni se ha dañado ninguno, el hotel es 100% respetuoso con el medio ambiente.

Dispone de una pequeña piscina que es justa para refrescarse si el calor aprieta, aunque no debe ser muy utilizada porque le da poco el sol.

Y justo al lado se encuentra un restaurante donde os atenderán unas sonrientes camareras que aunque su rapidez no sea su fuerte, su permanente sonrisa, lo compensa. Tiene una pequeña carta con incluso algunos platos de la gastronomía española.

Descansamos un rato y como en breve se hizo ya de noche decidimos quedarnos en el hotel disfrutando de él y de sus instalaciones. Cenamos algo a pesar de que tenía una pequeña carta ya que la iban a ampliar con la llegada de la temporada alta en junio.

Aquí os muestro un vídeo del hotel y de nuestra habitación para que lo podáis ver mejor.

DÍA 12. SÁBADO 28 DE MAYO

Nos levantamos y bajamos a tomar nuestro desayuno que lo hacían sobre la marcha y al gusto de cada uno.

Como cerca del alojamiento teníamos una de las atracciones más visitadas de Bali y dado que el vuelo no salía hasta las seis de la tarde decidimos acercarnos a ver el templo de Luhur Uluwatu. Solicitamos un transporte por la APP Grab, que es la Uber de toda esta zona asiática, y un simpático conductor nos acercó hasta allí ya y nos esperó para la vuelta (este es su número de teléfono por si le queréis contactar vía whatsapp +62 81338533005).

Por el camino vimos la enorme estatua de ¡¡121 metros!! nada menos dedicada al dios hindú Visnu y Garuda, el ave mitológica que lo acompaña. El parque donde se encuentra ocupa unas 60 hectáreas y si tenéis tiempo es una buena opción visitarlo. La estatua es impresionante, una de las más altas de Asia. Para que os hagáis una idea, la Estatua de la Libertad 🗽 tiene 93 metros de alto.

Nuestro templo de destino es famoso sobre todo porque se encuentra en el borde un acantilado, y tiene una particularidad, que está lleno de monos alrededor y de nuevo no te dejan disfrutar del lugar con tranquilidad.

Entramos en el complejo y la verdad que los acantilados, que están a unos 70 metros sobre el nivel del mar, impresionan.

Caminamos hacia el sur y esquivando a los monos que como digo son bastante molestos porque se ponen a ambos lados del camino pudimos ver el bonito templo.

Llegamos a la zona del templo que como siempre no pudimos entrar pero desde fuera pudimos verlos en plena oración. Para los hinduistas balineses este templo tiene importancia por ser uno de los templos destinado a protegerles de los malos espíritus.

Aquí una bonita fuente con una estatua de Kumbhakarna Laga.

Seguimos más al sur donde se puede ver una bonita perspectiva del templo, que por lo visto es la ampliación en el siglo XI de otro anterior que ya existía anteriormente.

Al lado del cual hay un pequeño teatro donde se celebra en cada puesta de sol, una famosísima danza, llamada Kecak, que atrae a cientos de turistas cada día. Este templo, con danza o no, es de los destinos favoritos para ver el atardecer.

Aquí rezamos por última vez, ¡qué pena!, el tiempo se acababa…😥😥😥

El templo, si os digo la verdad, me decepcionó un poco, me esperaba un poco más pero bueno, vosotros ir, y juzgar.

Volvimos al hotel, comimos un clásico Mie Goreng, que con bebidas pagamos 243,000 rp (casi 15€) y para rematar, disfrutamos de un último masaje balinés a modo de despedida por aproximadamente el mismo precio que la comida.

El precio de la noche de hotel con desayuno incluído fue de 1,593,900 rupias (unos 97€ por noche). Es verdad que bastante por encima de los precios normales de Bali pero como pequeño capricho, de verdad que no os arrepentiréis.

Para terminar, el hotel nos permitió darnos una ducha después para irnos cómodamente al aeropuerto, que lo hicimos con el mismo conductor que nos llevó al templo de Uluwatu.

Y aquí acabaron estas casi 2 semanas en Indonesia, un viaje que tengo que decir que fue fantástico, nos encantó Bali, todo lo que ofrece en cuanto a paisajes, templos y la amabilidad de sus gentes. También vinimos enamorados de la isla Trawangan, espero algún día volver si se da la ocasión. Os recomiendo mucho este viaje si queréis descubrir ese fantástico continente que es Asia y además no os queréis gastar mucho dinero. Yo me gasté unos 2,000€ en total, vuelos de 930€ incluidos, que por dos semanas casi en el otro lado del mundo, no está mal, ¿no?.

TÚNEZ

A continuación voy a aportar mi granito de arena para que os animéis a visitar TÚNEZ porque estoy convencido de que os gustará tanto como a mí y a mis 4 compañeros. Lo hemos visitado en febrero y nos ha parecido un país extraordinario para conocer. Tras leer esta entrada espero haberos convencido de sus múltiples atractivos y os dén ganas de conocerlo.

Este país, cuya gran ventaja es que es pequeño, ya que en extensión es el menor del norte de África y el segundo con menos población (12.3 millones (datos de 2021)) sólo por delante de su vecino Libia. En lo que sí gana es que el país más tranquilo, abierto y el que mantiene una democracia más consolidada de toda esta zona.

Fue seguramente el caso más exitoso tras la Primavera Árabe que comenzó en Túnez con la inmolación el 17 de diciembre de 2010 del vendedor ambulante Mohamed Bouazizi desencadenando las revueltas y que se fue extendiendo a otros países como Egipto, Libia o Siria. Este hecho provocó la salida del dirigente Ben Ali que gobernaba Túnez desde 1987 y la aprobación finalmente de una nueva Constitución en 2014.

Este país fue un destino habitual a partir del año 2000 de turistas que buscaban sobre todo playa y hoteles del tipo todo incluído y que procedían sobre todo de Europa. Todavía recuerdo el «boom» que hubo en España en esos años, que ofrecían este destino en la mayoría de las agencias de viajes.

Todo iba «viento en popa» en aquella época, incrementándose el número de visitantes año tras año, pero los atentados de 2015 en Susa y en el Museo Nacional del Bardo por parte del Estado Islámico (ISIS), provocaron un frenazo importante al turismo, que pasó de 6 millones en 2014 y suponer aproximadamente el 8% del PIB, a menos de 3 millones tras esos ataques. Afortunadamente, comenzaron a recuperarse las cifras tras 2017, llegando a los 9.4 millones en 2019, pero llevó el maldito COVID19, que ha supuesto otro lamentable paso atrás del que ahora están tratando de recuperarse.

La agencia con la que contacté por mediación de mi amigo marroquí Hassan de viajes-marruecos4x4.com para hacer el viaje fue Magic Dunas, especializada en viajes a este país, y que resultó ser un auténtico acierto, así que la recomiendo especialmente (magicdunas.com). Me ofreció el tour estandar de 8 noches, al que añadí yo un día extra en el sureste del país, y además cambié algunos hoteles y actividades, todo con la máxima predisposición de la agencia. El resultado final no pudo resultar más espectacular. Un consejo, consultar antes de ir a un país musulmán, sobre todo si es en primavera, cuando se celebra el mes del Ramadán, por lo que os pueda afectar a nivel de horarios y actividades.

Tomamos un vuelo el día 17 de febrero con la aerolínea italiana ITA, que tras escala en Roma, aterrizamos en la capital tunecina sobre las 19h.

Allí ya nos esperaba nuestro guía, Abderrahman Rihani, que nos causó una muy buena primera impresión al llegar y que se confirmaría durante el viaje. Nos ayudó a cambiar dinero en el aeropuerto, íbamos a cambiar unos 250€ pero nos aconsejó que de momento sólo 100€, buena idea, teniendo los gastos del viaje prácticamente todos incluidos en el precio. También compramos una tarjeta para tener datos de Internet, algo ya indispensable en mis viajes. Nos sorprendió que fueran tan barata, pagamos por cada una 23 dinares, al cambio unos 7€ (menos de la mitad que en Egipto). Nos decidimos por una de 10 GB, aunque con una de 6 GB nos habría bastado.

Salimos del aeropuerto donde nos esperaba el que sería nuestro conductor, el gran Dris, otro profesional impecable y muy divertido, que nos invitó a acomodarnos en un minibus extraordinario, prácticamente nuevo y para más de 12 plazas, ¡¡iríamos como reyes, bueno, como sultanes!!

Esta era la ruta aproximada de 10 días que finalmente acordarmos con la agencia, llegando un viernes y partiendo el domingo siguiente. Con prácticamente todo incluído, 8 cenas, 8 comidas (bebidas aparte como siempre) y 9 noches de hotel con desayuno y por el que pagamos 2,050€ por persona, os puedo decir que el precio es muy muy bueno, poco a poco lo iréis viendo.

Esa primera noche ya dormimos en un hotel espectacular, de los mejores de la capital, el hotel Laico, un 5 estrellas tunecino que equivaldría a un 4 superior español.

Por dentro estaba muy bien, espectacular…

Y las habitaciones estaban también muy bien, con la ducha separada del retrete, con albornoz, chanclas de cortesía y hasta una cesta de fruta de bienvenida. Tuvimos algún problema para disponer de una habitación triple pero finalmente nos trajeron la tercera cama y se pudo solucionar.

Bajamos al comedor ya que la cena de este día era la única que no estaba incluida y por la que pagamos 85 DNR (25.5€). El buffet estaba espectacular, muy muy bueno, así que nos pegamos un buen homenaje, postres incluídos y nos fuimos a dormir.

Día 2. Sábado 18 de febrero

Comenzaba nuestra ruta pronto así que había que madrugar, Abderrahman nos esperaba a las siete y media de la mañana para comenzar nuestro tour así que antes de las sieta ya estábamos disfrutando de un estupendo desayuno buffet, y como no, bebiendo zumo de naranja en cantidades industriales, madre mía que ricas están aquí, mucho más dulces que en España.

Tras el desayuno Abderrahman nos acomodó en el hall del hotel e hizo una cosa muy sencilla que a veces no se hace, explicarnos tranquilamente con un mapa todo lo que íbamos a hacer ese día.

Con bastante frío matutino, atención a las temperaturas en febrero porque pasamos bastante más frío que calor, empezamos nuestro tour hacia el oeste de la capital, adentrándonos en una zona montañosa, continuación del Atlas que comienza en Marruecos y que atraviesa Argelia. El paisaje que veíamos era verde y nos recordaba muchas veces al de la mitad norte de nuestro país.

Nuestra primera parada fue Testour, un pueblo muy relacionado con España, ya que fueron los moriscos expulsados de nuestro país los que en el año 1609 fundaron la más emblemática de las ciudades andalusíes en Túnez.

Era sábado y temprano, pero en las calles ya había bastante gente, muy muy abrigada, eso sí, y con algunos habitantes, siempre hombres (ni una sola mujer como suele ser habitual) tomando té o café en las terrazas de los bares.

En Testour destaca la Gran Mezquita, construida en el primer tercio del siglo XVII con algo que la hace única en el mundo musulmán y se podría decir que en el mundo entero, que es su reloj, ubicado entre las dos torres octogonales. Simbólicamente, este reloj tiene los números colocados en sentido contrario a como suele ser habitual (reloj levógiro se llama técnicamente). Destacan además en su fachada oriental dos estrellas de David, símbolo de la convivencia entre musulmanes y judíos. Aquí tenéis una foto ampliada para que podáis apreciar lo curioso que es el reloj.

Tras dar un pequeño paseo para ver la mezquita por fuera y algunas calles estrechas, tomamos la calle principal para ver los puestos de los comerciantes, en los que siempre encontramos muchas clases de aceitunas, no en vano Túnez es uno de los mayores productores del mundo de aceite de oliva junto con España e Italia.

También pudimos ver otras cosas curiosas puestas a la venta y que siempre me gusta ver, y sobre todo probar, como dulces típicos de la zona.

También visitamos una tienda de chilabas, donde Abderrahman nos explicó el arte de confeccionar una buena chilaba, con el trabajo artesanal que llevan algunas, las más caras, que siempre hay que valorar.

Al final de la calle ya nos esperaba Dris con su flamante Hyundai impoluto para seguir nuestra ruta y llegar al plato fuerte del día, la ciudad de Dougga, una de las ciudades romanas más grandes y mejor conservadas del mundo, espectacular.

Dougga (también Thugga) declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO fue una ciudad del norte de África que fue primero un asentamiento númida y luego cartaginés antes de incorporarse al Imperio romano. La ciudad se construyó en una colina de piedra caliza estratégicamente favorable que dominaba el fértil valle de Wadi Khaled y floreció especialmente durante los siglos II y III a.C.

No os voy a dar mucha paliza con la historia porque para eso están los guías. Por favor, no visitéis estos lugares sin uno bueno, porque la diferencia es abismal, esto es algo que he aprendido con el paso del tiempo y que llevo a rajatabla en mis últimos viajes.

Llegamos sobre las once de la mañana y apenas había turistas, lo que confirma lo que observaríamos durante todo el viaje, que no hay muchos turistas todavía en este mes de febrero, y esto, aunque suele ser bueno, hay ocasiones en que no lo es tanto cuando llegas a los hoteles o buscas más ambiente en bares y restaurantes.

Lo primero que vimos fue el teatro, en buen estado de conservación para tener casi dos mil años.

Abderrahman tomó su tiempo en explicarnos con todo lujo de detalles infinidad de información sobre esta ciudad, que él considera única, y desde luego que lo es. El tamaño de lo que debió ser esta ciudad, es impresionante.

Podréis visitar templos, termas, baños públicos, casas, arcos triunfales y una calzada romana muy bien conservada.

Sin duda el área que más me gustó y que está mejor conservada fue la zona del templo y del foro.

Tras un par de horas disfrutando de esta fantástica ciudad romana, volvimos al minibus y Abderrahman y Dris nos ofrecieron la posibilidad de cambiar la comida que teníamos contratada por una barbacoa de carne de cordero a lo que dijimos, nosotros que somos bastante carnívoros y no renunciamos a una carne a la brasa así como así, por supuesto que sí.

Y nos dimos un buen homenaje, buenísimas costillas de cordero, acompañadas de ensaladas y platos de verdura y por supuesto un pan espectacular.

Una vez repuestas las fuerzas, la ruta prevista era ya acercarnos a la ciudad costera de Soussa donde teníamos nuestro alojamiento, pero como era pronto, le pedimos a Abderrahman si era posible visitar algún lugar antes de ir al hotel, y él, muy amable, nos ofreció la posibilidad de dar un paseo para conocer una localidad cercana, Monastir, ciudad costera y turística y entre las diez más populosas del país.

Nos dejó Dris junto al imponente Ribat de la ciudad, el más grande y antiguo del Magreb y que vimos por fuera. Fue edificado en el año 796 y ocupa nada menos que un espacio de 4200 metros cuadrados, resultado de importantes obras de ampliación desarrolladas a lo largo de su historia.

A continuación dimos un paseo muy agradable por una calle junto a la fortaleza y que estaba llena de ambiente.

Para llegar finalmente al Mausoleo de Habib Bourguiba, que es la tumba del primer presidente de Túnez, y por tanto el creador del país actual. Murió en el año 2000 y aunque no pudimos ver el espectacular mausoleo por dentro, destaca aunque sea por fuera por su grandiosidad, con su gran cúpula dorada flanqueada por dos altísimo minaretes.

Después nos acercamos a la zona del puerto deportivo, que a pesar de que era sábado, no había apenas ambiente pero en verano seguro que es un hervidero, bonita zona para pasear.

Finalmente ya cuando se estaba ocultando el sol, volvimos al bus para luego diriginos al hotel y despedirmos hasta el día siguiente.

Nuestro alojamiento fue uno de la cadena española Iberostar, concretamente el Iberostar Diar el Andalous

La habitación comparada con el Laico nos dejó un poco fríos, pero claro, veníamos de un hotelazo y este luego supimos que aunque la agencia había pedido que nos dieran buenas habitaciones, el hotel se encontraba llena por un congreso y nos dieron las habitaciones que quedaban, unas de las más sencillas.

Pero sin embargo el buffet estuvo muy muy bien, cenamos fenomenal con gran cantidad de comida a nuestra disposición y calidad bastante aceptable.

Pensamos en salir a tomar algo pero era complicado porque estos hoteles están a lo largo de la costa y hay que tomar algún transporte para ir al centro de Soussa y no nos apetecía, tampoco pudimos tomar nada en el hotel porque estaban todas las mesas ocupadas así que decidimos irnos a descansar.

Esta es la ruta que habíamos seguido este día.

Día 3. Domingo 19 de febrero

Normalmente me gusta dejar para el final las experiencias mejores en mis viajes pero en esta ocasión parece que por planing y por organización no podía ser así. La noche en el desierto, uno de los platos fuertes del viaje, tocaba ya disfrutarlo en este segundo día en el país.

Madrugamos de nuevo porque teníamos por delante un viaje largo hacia el sur. Tomamos una autopista y nos dirigimos hacia el desierto, parando antes en uno de las atracciones top del país, el monumento romano más visitado de Túnez, el espectacular anfiteatro de El Djem.

Cuando accedes al interior, la verdad que es impresionante. Construido en el siglo III dc podía acoger a nada menos que 35,000 espectadores y está en el top 4 de los más grandes del mundo, con 148 metros de largo y 122 de ancho. Recomiendo subir hasta lo más alto para tener la perspectiva entera de tan grandioso anfiteatro.

De nuevo con apenas turismo pudimos dar un gran paseo difrutando de las explicaciones de Abderrahman, sobre todo en la parte soterrada del anfiteatro, por donde circulaban las fieras y los gladiadores, yo, que todavía no conozco el Coliseo de Roma, disfruté como un niño con las historias, imaginando cómo sería aquella época.

Reemprendimos la marcha hacia el sur pararelos a la costa y paramos a comer en otra ciudad importante aunque sin ningún interés para visitar, Gabés, por cierto, muy contaminada por las minas de fosfato que hay en sus alrededores. Comimos en un restaurante llamado Alba Rosa, muy cerca del mar y aunque no tiene buenas críticas en Google, la verdad que comimos bastante bien.

Continuamos la ruta ya dejando la costa y adentrándonos en el interior y observando ya claramente el cambio del paisaje. Cabe recordar que aproximadamente el 40% del territorio de Túnez está ocupado por zona desértica, mientras que el terreno agrícola representa el 60% del total, aunque sólo el 32% el que está cultivado de manera permanente.

Dejamos las carreteras más transitadas y nos adentramos en un paisaje de ligeras subidas y en el que paramos en un bonito mirador donde ya apreciamos la cercanía del desierto, adoro estos paisajes.

Dejamos la altitud de las colinas y nos adentramos ya sí, en un paisaje que ejerce en mi una fascinación que no entiendo muy bien de dónde me viene, el paisaje árido, desértico, primero pedregoso y luego más adelante ya donde empezamos a ver esa arena fina y dorada que anticipa la llegada de ese coloso llamado Sáhara.

Esta foto, que me encanta, resume lo que estaba buscando en este viaje, dejar la civilización y adentrarnos en paisajes inhóspitos… Con la ayuda de mis anfitriones me coloqué el turbante que traía desde Marruecos y nos fuimos preparando para el colofón del día.

Llegamos al Ksar Guilane, un antiguo cuartel francés convertido ahora en varios campamentos enclavados en un oasis en medio del desierto y alimentados por un muy curioso manantial de aguas termales.

Aquí dejamos nuestro minibus y nos subimos a un 4×4 conducido por un simpático tunecino que tras unos 20 minutos nos llevaría al campamento donde pasaríamos la noche, la emoción se palpaba en el ambiente.

Y por fin llegamos al campamento Zmela, impresionante enclave en medio del desierto.

El campamento la verdad que estaba muy bien, mejor que en el que estuve en Marruecos, buenas edificaciones y bastantes comodidades para estar donde estábamos, lejos de todo.

Nos alojaron en estas tiendas, que sin grandes comodidades, pero que sinceramente, estaban limpias y no nos podíamos quejar.

Eran como las seis de la tarde y dejamos el equipaje a toda prisa porque la puesta de sol se acercaba y queríamos verlo entre las dunas, así que corrimos a adentrarnos entre ellas para disfrutar de tan increíble espectáculo. Otra vez recordé lo que es esta maravillosa experiencia, el silencio impresionante del desierto, qué climax… aquí os dejo un vídeo cortito y una foto que espero os dé ganas de sentir esta maravillosa sensación.

Cuando se fue el sol regresamos al campamento y allí nos sentamos alrededor de un fuego donde un bereber hizo pan horneándolo en las brasas y que luego nos dio a probar a todos. El campamento, este sí, estaba lleno de gente de muchos países, sobre todo europeos de cierta edad en plan raid con coches y motos.

Al poco ya nos acercamos a cenar al comedor y tengo que decir que comimos muy muy bien, el cordero espectacular, el pan como siempre, de diez. La verdad que la cena en general estuvo top, lo disfrutamos mucho y lo pasamos genial ahí todos juntos.

Por supuesto tras la cena nos alejamos un poco del campamento para disfrutar de otra de las atracciones del desierto, contemplar su cielo estrellado. Una experiencia fantástica ver nítidamente esos cientos de estrellas y que tan pocas veces disfruto viviendo en Madrid. En ese momento ya nos dimos cuenta, sobre todo yo que cada día soy más sensible a las bajas temperaturas, el intenso frío que hacía y que íbamos a sufrir esa noche.

Tras disfrutar del espectáculo nos dirigimos a la zona del bar a tomar algo (allí nos dieron alcohol sin problemas) y tras charlar un rato nos fuimos a dormir. Hacía tanto frío que yo cogí las 4 mantas que había, que no eran muy gruesas por cierto, y me las puse sobre la cama y me metí con sudadera y gorro!!!. No tardaría mucho en despertarme, porque a las tres de la mañana ya me entraron ganas de ir al baño y casi me muero yendo, buff, que frío….❄❄

Esta es la ruta aproximada que hicimos ese día, y digo aproximada porque el campamento donde pasamos la noche no aparece en Google Maps pero como ya he dicho, se encontraba a unos 20 min en coche del Ksar Ghilane, hacia el interior de esa masa marrón que aparece en el mapa.

Día 4. Lunes 20 de febrero

Este día como decía, me desperté a las tres para ir al baño, pero es que a las cinco y media ya estaba despierto y no podía dormir más, pasé mucho frío, así que si váis en esta época, ir preparados.

Salí de la tienda y dí un paseo abrigado con todo lo que tenía, debía estar como a 4 ó 5 grados calculo. La verdad que a pesar de todo disfruté de nuevo del cielo estrellado y de este maravilloso amanecer.

Sobre las seis fuimos a desayunar que para estar donde estábamos no estuvo mal, básico pero bien, café, pan tostado, algunos dulces y dátiles.

Sobre las 8 ya cogimos nuestras maletas para dejar el campamento y volver al Ksar Guilane, donde ya nos esperaba nuestro amigo Dris y su minibus para afrontar este día extra que pedí a la agencia y que no suelen incluir en los tour estandar. Ibamos a adentrarnos en el sudeste del país, en buscar de los ksar, las ghorfas y los fantásticos pueblos bereberes de montaña de los que me enamoré viendo fotos e investigando sobre lo menos conocido de Túnez.

¿Y qué son los ksar o ksour en plural? pues estos “castillos del desierto” se definen comúnmente como graneros que aprovechaban también como vivienda las tribus nómadas bereberes de la región. Allí almacenaban sus cosechas para protegerlas de los saqueadores, en compartimentos superpuestos llamados ghorfas. Todos ellos distintos y espectaculares, los Ksour se parecen a grandes colmenas, formadas por celdas superpuestas en torno a un gran patio y algunos de ellos incluso se esculpían en las montañas de manera que así pasaban más desaparecibidos ante los posibles invasores. Esa mañana comenzaríamos visitando estos últimos, excavados en lo alto de pequeños cerros o picos.

Seguramente el pueblo más famoso fues por el que comenzamos, Chenini, el único pueblo en la cima de una montaña aún poblado por una comunidad bereber de pocos habitantes.

Dejamos el coche abajo y por supuesto subimos hasta lo más alto, cruzándonos con algún lugareño trabajando en la reconstrucción de alguna vivienda.

Y ya desde arriba pudimos disfrutar de una magnífica vista, tanto hacia la parte delantera, donde podréis ver la parte deshabitada y donde destaca por su color la fotogénica mezquita blanca.

Como de la parte de atrás de la montaña, también con una vista fantástica.

Luego nos acercamos a otro pueblo, Douiret, este muy pequeño, y que según mi opinión podéis descartar si no tenéis el suficiente tiempo.

Subimos también hasta arriba y tomamos algo en un bar que como hecho curioso, el camarero no quería abrirnos el baño y tuvo que ponerse serio Abderrahman amenazándole con llamar a la policía, hecho que hizo replantearse rápidamente su decisión y al fin pudimos aliviarnos previa consumición, por cierto, con precios de lo más económico.

A continuación nos acercamos a un bonito ksar, dejando atrás los esculpidos en las montañas, llamado Ouled Dabbab, que alberga un restaurante y un hotel.

Y que tiene una preciosa parte de atrás restaurada en los que se ven bien los graneros encima de las viviendas y en las que se mantenían los alimentos frescos y secos dentro de los gruesos muros de adobe, bonitos ¿no?

Llegaba la hora de comer y Abderrahman nos llevó a un restaurante en la localidad de Guermassa, llamado Realais Dar Guermassa. Comimos una sopa, como no, que probaríamos muchas veces en este viaje y a mí, sopero por excelencia lo comía encantado, picaba un poco, pero nada exagerado. Luego nos dieron un brik, una especie de empanadilla de queso y huevo, muy buena, y un plato de otro clásico, pollo. Todo muy rico y la verdad que salimos encantados.

Tras la comida, seguiríamos disfrutando de los grandiosos paisajes de montañas y altiplanos desérticos donde surgen los asombrosos ksour. Nos dirigimos a las gorfhas de Guermassa, otro enclave único en la cima de dos colinas, estas lamentablemente ya deshabitadas pero de verdad que me encantó este sitio, desde cuya cima no puedes dejar de admirar los magníficos paisajes de esta zona conocida como Dhahar.

Pudimos dar un paseo tranquilamente e incluso entrar en las viviendas y ver de primera mano cómo vivían y sobre todo el minúsculo tamaño de las edificaciones.

Tengo que decir que a mí personalmente me encantó este sitio, tanto o más que Cherini, no sólo por las numerosas edificaciones que formaban una estampa única y muy curiosa sino también por las espectaculares vistas de los alrededores.

Para terminar el día, nos acercaríamos a un lugar, este ya más turístico gracias a algo muy conocido y que oiréis por todas partes en esta zona, la saga cinematográfica Star Wars, de la que yo soy cero fan, y que la verdad que detesto bastante los lugares que se hacen famosos por el rodaje de películas y que explotan hasta la saciedad, lo entiendo, pero no sé por qué en mí todo este ejerce un sentimiento de turistada que repudio, lo siento, eso sí, entiendo que George Lucas se enamorara de todos estos escenarios.

Pues ahí estábamos, en el ksar Hedada, y donde como no, había que pagar una pequeña entrada (eso sí, apenas 2.6 DR — 0.8€) aunque sea sólo, como indica el cartel, por el «tirón» de ser escenario de esta famosa saga.

El lugar lo encontramos de obras, estaban en pleno trabajo de renovación y por lo visto estaban haciendo un hotel, que como no, con estas edificaciones tan originales y Star Wars, supongo que tendrán éxito casi seguro.

La verdad es que apreciando lo bonito del lugar, desde luego no fue lo más interesante que ví de este estupendo día, y todavía quedaba el ksar más bonito de todos y que veríamos al día siguiente.

Ya como final del día y a modo de pausa para café, lo tomamos en un último ksar, este ya bastante deteriorado, el ksar el Farech, de dos alturas y que al no estar reconstruído en su gran mayoría también tenía su encanto.

Tras dejar el recorrido de ksar y ghorfas por entonces, nos acercamos ya a Tataouine, una localidad caótica, desordenada y la más grande de la zona, y que durante mucho tiempo fue una parada de las caravanas que venían de Libia.

Nos bajamos del bus para dirigirnos a una tienda y comprar unos ricos dulces llamados «cuernos de gacela» de miel y almendara y que por supuesto dimos cuenta de ellos en ese momento y en la cena.

Finalmente ya nos acercamos a nuestro hotel, que ya me había avisado Amparo de Magic Dunas que sería el alojamiento más sencillo de todos, más que nada porque no hay mucho más donde elegir por la zona, existía otro hotel grande hace unos años, llamado Sangho, pero se vio obligado a cerrar a causa del COVID19.

Nuestro hotel se llamaba Dakyanus, un alojamiento muy grande, que en época de apogeo turístico estaba por lo visto muy bien pero que tras la pandemia, tenía un alarmante falta de mantenimiento, y eso que las instalaciones mostraban el esplendor que tuvo en su día.

Nos llevaron a las habitaciones, creo que eramos los únicos huéspedes y sin duda que fue el hotel más sencillo de todos los del viaje.

Nosotros no es que vayamos por ahí pidiendo un hotel de cinco estrellas pero después de la noche en el desierto en el que no nos habíamos duchado (sólo los muy valientes lo hacen a 5 grados de temperatura) nos hubiera gustado un alojamiento al menos con una buena ducha caliente, pero lamentablemente es justo lo que no tuvimos, porque debe ser que por la falta de clientes, aquel agua de la ducha no salía caliente ni a la de tres. Esperamos más de 15 min con el grifo abierto como nos dijo el recepcionista (madre mía que desperdicio en una zona con tan poca agua) para acabar duchándonos como pudimos en una agua más bien fresca y finalmente con un hilo de agua desesperante. Además hacía un frío terrible en las habitaciones, menos mal que al menos, había calefacción de aire caliente.

Nos dirigimos a cenar que la verdad que es que no estuvo mal, volvimos al pollo y a la sopa de siempre, y ¿de postre? naranjas, como no, eso sí, de nuevo riquísimas, como el pan, que untado en aceite, nos hacía olvidar lo de la ducha, sobre todo a Manolo, el panero del grupo por excelencia.

Tomamos un gin tonic (marca MG que por cierto es español) en el solitario bar que nos abrieron sólo para nosotros y nos fuimos a dormir.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día, muy completa y super interesante, siempre y sobre todo, por las explicaciones de nuestro guía Abderrahman.

Día 5. Martes 21 de febrero

Nos levantamos y fuimos a desayunar, como sospechaba, el desayuno era de lo más básico, pan tostado, mantequilla, dátiles y poco más, muy pobre, pobrísimo, pero bueno, es lo que hay en un hotel con sólo siete húespedes, nuestro grupo.

Este día tocaba pasar la noche de nuevo en una jaima cerca del desierto, pero nada que ver con la última, pero eso lo contaré después.

Al poco de dejar Tataouine, paramos en un último ksar, pero qué ksar, impresionante, el mejor de todos, el espectacular Ksar Ouled Soltane, también escenario de Star Wars, pero eso es lo de menos, lo de más, es que es un imponente castillo con ghorfas de nada menos que cuatro niveles. Con la luz de la mañana reflejada en él, con esos colores anaranjados, repito, precioso, maravilloso.

Después de disfrutar de este último ksar, nos dirigimos hacia el norte. Por las casi desiertas carreteras veíamos constantemente a nuestro alrededor pequeñas presas de tierra y piedras, son los jessour, un sistema para retener la escasa agua de lluvia y permitir el cultivo en terrazas para cubrir las necesidades de los pueblos, y es que el agua obviamente escasea y de qué manera en esas tierras.

De vez en cuando hicimos paradas para hacer fotos de estos increíbles paisajes, que repito, no me extraña que enamoraran a George Lucas, fijaos en las formas de las montañas del fondo de la foto.

Cruzamos el precioso pueblo de Toujene, encastrado entre dos montañas y de una belleza espectacular.

Después de unos 130 kms pero de casi tres horas llegamos a otro pueblo turístico, Matmata, el más grande y conocido de los denominados pueblos trogloditas, que se caracterizan por tener sus casas excavadas en la roca.

También como no, es muy célebre por ser de nuevo escenario de la saga de las Galaxias. El más conocido es el ahora convertido en hotel Sidi Driss, que recrea la vivienda de la familia de Luke Skywalker en el planeta de Tatooine, episodios II, III y IV.

De verdad que el que sea fan de Star Wars aquí lo va a gozar, aunque tengo que decir, que este hotel no estaba muy bien mantenido, parece que no les debe merecer la pena, el lugar se vende sólo…

Para los cinéfilos aquí os muestro una foto que tomé, con los escenarios de las películas que figuran abajo y que están repartidos por todo el país, hasta el mismísimo Indiana Jones estuvo por aquí con su látigo y su sombrero.

Enseguida dejamos el lugar en el que por cierto ya olía muy bien a comida, para dirigirnos a una visita sorpresa que nos tenía preparado Abderrahman. Fue conocer por dentro una de las numerosas casas troglodidas que los bereberes, muy sabiamente habían decidido instalarse aprovechando el secreto de un aire acondicionado natural. Sus viviendas bajo tierra mantienen una temperatura constante de 17ºC durante todo el año.

Tuvimos la ocasión de entrar en la casa de una familia, experiencia que a todos nos encantó. Nuestros anfitriones, que nos agasajaron con un té y un aperitivo de pan y aceite de oliva, nos mostraron muy sonrientes su humilde y original vivienda. Jugamos con los dos niños de la familia, conocimos sus animales y por supuesto le dimos una pequeña ayuda económica a modo de agradecimiento y que espero les sirva de ayuda a mantenerse en estas yermas e infértiles tierras.

Después de esta muy interesante visita había llegado la hora de comer y nos acercamos al hotel – restaurante Dar Ayed Tamezret. El lugar era espectacular, todo nuevo, cuidado, con una torre de piedra con bonitas vistas y una piscina para los huéspedes del hotel, pero eso sí, estaba vacío, de nuevo tuvimos esa sensación de desolación que gusta tan poco como el del turismo de masas.

La verdad que el sitio prometía pero de primero nos pusieron una sopa o no sé como denominarla, tipo potaje pero con pasta que a casi nadie nos gustó mucho. Luego un cordero que tampoco nos entusiasmó con lo que personalmente fue de los sitios peores en los que comimos, y como decía no fue por la atención o el lugar, que estaba muy bien.

Después de comer y tomar un café tranquilamente en su patio, continuamos el camino hacia el oeste, hacia el desierto de nuevo para llegar a la localidad de Douz, a la que se le conoce como la puerta del desierto, por ser el comienzo de los mares de arena del Sáhara.

Las rutas de caravanas trans-saharianas llegaban hasta aquí, agradeciendo el fin del desierto. Desde aquí parten la mayoría de las excursiones en dromedario y 4×4 hacia las dunas, y aquí precisamente íbamos a disfrutar de otra experiencia que ya hice en Marruecos y que me encantó. Tenía claro que no quería más la turistada del paseo en dromedario y que a cambio quería lo de los quads, de más adrenalinda, y según mi gusto más excitante, aunque también menos ecológico, pido perdón de antemano…🙏

Pagamos por el paseo al cambio unos 25€, por unos 45 minutos de tour y la verdad que lo pasamos muy bien, nuestro guía local hizo todo lo posible porque disfrutáramos de la experiencia.

Cuando terminamos, no pudimos evitar de nuevo quedarnos embobados disfrutando de las dunas y del desierto. Esta parte tenía la arena de un color mucho más clara que la de hace dos noches pero igualmente maravillosa, con esas olas que provoca el viento y que no puede ser mejor definido que mar de arena…

No volveré a hablar de ello en el viaje pero lamentablemente vimos muchos, muchos plásticos y basura repartida por muchos sitios y en general durante el viaje, es una pena y espero que algún día pueda revertirse esa tendencia cultural y también haya los medios necesarios para que se inviertan recursos en recogerlos.

Se iba haciendo tarde y nos acercaron al que sería nuestro alojamiento esa noche, el original y peculiar campamento Tente el Bey, regentado por dos hermanos bastante personajes (uno de ellos aparece en la foto con ese inadvertido atuendo blanco).

Las instalaciones exteriores eran cuanto menos curiosas, entre «lujosas» y bien montadas, aunque con una sensación también de estar todo algo recargado, no sé raro, pero bueno, el sitio en medio de un palmeral, la verdad que estaba bien mantenido, eso sí.

La jaima que hacía de habitación estaba muy muy bien, decorada al detalle, además disponía de un radiador y de un aparato de frío / calor que funcionaba perfecto. Era una triple con una cama de matrimonio y otras dos camas individuales, todas coincidimos en que fueron muy cómodas. El baño estaba también muy bien, amplio. De nuevo teníamos una bandeja de fruta de bienvenida, botellas de agua y una bolsa de dátiles con una cesta de mimbre cortesía esto de la agencia de viajes Magic Dunas, buen detalle.

Nos dimos una ducha estupenda, esta vez sí, y nos dispusimos a cenar. Nos habían preparado preparado una mesa en una jaima sólo para nosotros, calentita, buah, qué lujo pensamos todos.

Antes de la cena, nos invitaron a ver cómo cocinan en un horno subterráneo la carne, que puede ser cabrito, cordero, pollo y hasta dromedario. Dudé en probar este último pero Abderrahman me había avisado que había que saber bien donde comerlo, que es rico pero si está bien cocinado, así que no me quise arriesgar y opté por lo seguro.

Nos sirvieron unas ensaladas, una especie de rollitos fritos y para terminar una bandeja enorme de arroz con lo que habíamos pedido, cabrito, cordero y pollo. Le faltó la guinda de la comida para que hubiera sido una cena espectacular, la carne estaba algo seca, ya la habíamos comida antes mucho mejor, y el arroz también, aún así, la cena fue estupenda.

Al terminar nos ofreció uno de los hermanos propietarios sentarnos con él junto al fuego tomando un té y dulces y ahí estuvimos charlando un rato con este, cuanto menos, peculiar tunecino, eso sí, fue correcto y amable con nosotros en todo momento.

Esta es la ruta que habíamos hecho esee también completo día.

Día 6. Miércoles 22 de febrero

Nos levantamos y nos propusimos a desayunar, hacía de nuevo un frío considerable y cuando esperábamos que ibamos a tener otra jaima calentita preparada, cuál fue nuestra sorpresa cuando nos ofrecieron tomarlo al aire libre, a lo que nos negamos rotundamente y nos tuvieron que preparar una mesa cubierta a toda prisa, nos sentamos pero hacía un frío tremendo y hasta que prepararon las brasas a modo de calefacción y aquello comenzó medio a caldearse, ya habíamos terminado. El desayuno no estuvo mal, pan con mantequilla, huevos duros, dátiles, miel, queso y zumo de naranja, pero lo de que nos ofrecieran tomarlo al aire libre y el frío que pasamos, nos arruinó el momento, bueno, espero que hayan tomado buena nota.

Hicimos borrón y cuenta nueva y nos preparamos a disfrutar del día. Esa mañana la pasaríamos dando un paseo por la ciudad de Douz, que está en torno a 32,000 habitantes (2022). Alberga a finales de diciembre y durante cuatro días, el célebre Festival Internacional del Sáhara, cuatro días de conciertos, folclore, carreras de dromedarios y en definitiva una fiesta que por lo visto, atrae a muchos miles de visitantes.

Abderrahman nos guió por las calles mientras nos iba contando historias de todo tipo y nosotros friéndole a preguntas, es la suerte de tener un gran guía, ¿no créeis?.

Durante el recorrido nos llevó a ver una tienda de un artesano que hace calzado, estas visitas siempre nos gustan.

Como no, no podíamos dejar de visitar el Mercado de Douz, ubicado en la plaza principal del municipio. En él se encuentra de todo como suele ocurrir en estos mercados, mayoritariamente ropa, frutas y hortalizas, parecido a cualquiera de nuestro país.

Tengo que decir que antes de este viaje los dátiles no me hacían mucha gracia pero de tanto verlos, y animarme a comerlos (no tienen nada que ver los de aquí con los que hay en España) les fui cogiendo el gusto y la verdad que comí infinidad de ellos porque los había por todas partes, sobre todo en Douz y Tozeur, donde hay grandes palmerales.

Hago aquí un inciso para otro de los momentos top del viaje. A mí, que cada vez me gusta más buscar alternativas diferentes a las típicas de siempre, acordé con Amparo de la agencia una actividad que consistía en cocinar con una familia bereber. Esta experiencia tocaba este día, cocinaríamos con ellos la comida que a continuación disfrutaríamos todos juntos.

Llegamos a la vivienda donde nos esperaba el patriarca de la familia junto con su mujer, su hija y un par de niños. Era sobre la una de la tarde y ya tenían los ingredientes preparados, cocinaríamos couscous de cordero, con briks y unas ensaladas.

Además propusimos hacerles nosotros (bueno, más bien, el gran Chuchi) una tortilla de patata para que probaran algo de nuestra gastronomía.

También nos mostraron como hacer el pan casero, ese que tanto nos gusta.

Lo pasamos bien, nos reímos, aprendimos, disfrutamos y finalmente resultó una comida espectacular, ¿no lo parece?

Y lógicamente nos pusimos las botas, aunque a ellos parece que la tortilla no les gustó tanto como a nosotros, el patriarca de la familia, ni la tocó, respetable, siempre cuesta comer algo a lo que no estás acostumbrado…

Nos tomamos un té y nos despedimos de la familia dándole las gracias y todos encantados de la experiencia.

Dejamos ya Douz para dirigirnos a otra ciudad importante del sur del país, Tozeur.

Al poco de salir y cuando estábamos en medio de la siesta, paramos para ver otra cosa curiosa, qué grande eres Abderrahman, qué bien elegidas esas interesantes paradas.

Este edificio que parece medio derruido, se trata de un pozo de agua subterránea. Según nos contó Abderrahman, el agua sale tan caliente que no vale para regar, por lo que primero tiene que enfriarse antes de pasar a regar el oasis circundante. Y no sólo las palmeras se aprovechaban del agua, porque vimos al menos a una decena de lugareños bañándose en sus aguas termales, pero con esponja y jabón.

Poco después llegamos a otro lugar muy muy curioso y otra de las mejores experiencias de Túnez, este país no dejaba de sorprendernos, y este lugar no era otro que el lago salado Chott el Djerid, un lago interior que en su día estuvo unido al Mar Mediterráneo y que ocupa una superficie similar a la de la provincia de la Rioja. Cruzamos la carretera que lo atraviesa, haciendo una parada para ver de cerca tan curioso fenómeno, que hace que incluso se haya comparado con las condiciones en el planeta Marte.

Escenario también de la saga de Star Wars (exactamente de la Episodio IV: Una Nueva Esperanza), lo normal es que el lago se encuentre completamente seco, ya que las temperaturas en verano pueden alcanzar los 50º C y por tanto la escasa precipitación anual se evapora rápidamente, produciendo el efecto óptico llamado Fata Morgana, en el que los objetos del horizonte se alargan y se elevan, los famosos espejismos del desierto.

Por el camino podréis ver acumulaciones de sal y pequeñas lagunas de colores variopintos, qué lugar tan extraordinario y curioso.

También encontramos alguna embarcación varada, que algún gracioso lo bautizó con un divertido nombre…

Cruzamos el lago, para llegar a Tozeur, que es considerado el oasis más grande de Túnez, cuyo palmeral, que ocupa una extensión de 8.000 hectáreas y unas 300 mil palmeras, impresiona. Este produce la mayor parte de los dátiles que se exportan al extranjero, siendo especialmente apreciados los de la variedad “deglat en nur” (dedos de luz).

La primera parada que hicimos en la ciudad fue el museo del dátil, donde un guía local nos fue explicando y Abderrahman traduciendo, mil y una historias de la palmera y el dátil, ese fruto tan importante para esta zona y para el país en general. No os aburriré pero nos explica cosas muy curiosas como la de que hay más de cien variedades o el sistema manual por el cual se poliniza de forma manual cada palmera, ah, también que hay machos y hembras ¿lo sabíais?

Sorprende ver el sencillo pero al mismo tiempo sofisticado y eficaz sistema de regadío del palmeral creado por el matemático Ibn Chabbat en el siglo XIII, que mediante 200 fuentes se consigue conservar la frondosidad del oasis en medio del desierto, increíble.

Tras la visita ya nos dirigimos al hotel, bueno, más bien llamada casa de huéspedes, llamada Dar Tozeur y que fue el alojamiento sin duda con más encanto del viaje, además tendríamos la suerte de disfrutarlo durante dos noches.

La habitación, sin ser espectacular, también estaba bien, pero lo que destaca de este alojamiento, son sus instalaciones, con esa piscina en el centro del establecimiento y otra fuera y una azotea para disfrutar de la puesta de sol y del palmeral al fondo.

Manolo aprovechó para darse un masaje de una hora en el servicio de masaje y spa que ofrece el hotel y tras ducharnos cenamos muy bien en su restaurante, donde por cierto vimos una familia de españoles, los únicos compatriotas que veríamos en todo este viaje.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día, sin duda el de menos kilómetros recorridos

Día 7. Jueves 23 de febrero

No madrugamos mucho y por tanto aprovechamos para desayunar tranquilamente y disfrutar del fantástico desayuno servido, otro punto positivo para el hotel.

Esa mañana, como hicimos en Douz, daríamos un agradable paseo por la mañana por Tozeur, ciudad más interesante que la anterior, que sin ser espectacular ni muy grande, es curiosa sobre todo por su arquitectura de ladrillo que adorna todos los edificios de la antigua medina.

Como tampoco la ciudad da para mucho ya que se ve rápido lo más interesante, es una buena opción si visitar un lugar que me sorprendió para bien, el Museo Dar Chraiet, o Museo de las Artes y Tradiciones. Se trata del primer museo privado de Túnez y fue creado por Abderrazak Cherait, que fue alcalde la ciudad, para mostrar la cultura y estilo de vida tunecino.

Tras su entrada de ladrillo claro se esconde un verdadero palacio, réplica de una residencia burguesa.

El museo alberga una colección de objetos artísticos de los siglos XVII a XX procedentes de Túnez y de las principales regiones del Imperio otomano (Turquía, Siria) y unas cuantas escenas costumbristas que con las explicaciones de Abderrahman resultaban siempre muy interesantes, una boda, diferentes oficios, labores domésticas, etc.

La verdad que el museo como he dicho, me sorprendió para bien, y además como siempre digo, si tienes el tiempo suficiente y no tienes una mejor alternativa, es una muy buena opción.

Después de la visita y como quedaba todavía algo de tiempo para comer, Abderrahman nos llevó a una ciudad cercana, Nefta, donde primero fuimos al llamado mirador de Vue Corbeille, donde se tiene una bonita vista del palmeral que rodea la ciudad.

Luego dimos una vuelta por la medina, que no tiene nada del otro mundo pero bueno, estuvo bien la visita.

Por el camino de vuelta, circulamos paralelo al enorme oasis de Tozeur, vimos las diferentes fábricas de dátiles, incluida la española el Monaguillo y también una residencia fastuosa que tiene la familia real qatarí y que puede que no la vuelven a pisar en su vida, pero ahí está, con su antena de telecomunicaciones encriptada según nos contó Abderrahman.

Volvimos al hotel donde nos esperaba una fantástica mesa para comer preparada al lado de la piscina al aire libre.

Comimos de nuevo muy bien, un pastel de verdura, pollo con salchichas y de postre sorprendentemente había postres de verdad y no naranjas, todo muy rico. Solíamos pedir agua en las comidas, que como sabéis no suelen estar incluídas las bebidas en los precios de estos tours, y por las botellas de litro o litro y medio, pagábamos siempre menos de un euro al cambio, baratísimo.

Esa tarde tocaba otro plato fuerte, otra excursión que a la postre sería otra de las mejores del viaje👏👏👏 .

Nos vino a buscar un 4×4 con un amable tunecino y nos pusimos en ruta poniendo rumbo al norte para visitar dos de los lugares más visitados e interesantes de todo Túnez.

Recordemos que un oasis es un zona situada en un erg, es decir, en la zona arenosa de un desierto en el cual se puede encontrar agua y vegetación, pero también hay otro tipo, los denominados oasis de montaña, y dos de los más importantes de Africa los íbamos a conocer a continuación, Tamerza y Chebika, escenario de nuevo de películas como el Paciente Inglés y el episodio IV de Star Wars.

Se encuentran a unos 60 kms de Tozeur, dejando el lago salado a la espalda y llegando a la cadena montañosa del Bajo Atlas que hay más al norte, transcurriendo por una estrecha y serpenteante carretera entre montañas y un bellísimo paisaje.

Por todos lados veíamos a la venta, por cierto, muy muy barata, la famosa rosa del desierto, que es el nombre coloquial con el que se conocen las formaciones de cristales de yeso o un mineral llamado barita donde generalmente están incluidos granos de arena. Los cristales de esta roca se forman mediante la evaporación del agua. Fijaos en las de la foto qué tamaño tienen, de unos 40cm de alto, aunque generalmente las venden de pequeño tamaño para su fácil transporte.

Primero nos dirigimos al oasis de Tamerza, a escasos kilómetros de la frontera con Argelia. No llegamos al pueblo del mismo nombre, y donde se encontraba la antigua población romana de Ad Turres, sino a su principal atracción, su cañón cercano formado por la erosión del agua del que brotan cascadas y un arroyo.

Dejamos el coche y seguimos un sendero hacia abajo, rodeado de tiendas de souvenirs hasta llegar al imponente cañón de unos 150 metros de altura.

Y enseguida podréis ver de cerca esa maravilla denominada, y así lo encontraréis en los mapas, como la Grand Cascade. Ahí, en medio de un lugar tan árido, resultaba ESPECTACULAR.

Tras disfrutar del entorno y hacernos fotos con un grupo de jóvenes tunecinos alguno de los cuales están aprendiendo castellano, regresamos a nuestro 4×4 para ir a nuestro siguiente destino, el oasis de Chebika.

Llegamos rápidamente y tras dejar el coche, subimos la colina para enseguida disfrutar una estupenda vista del antiguo pueblo del mismo nombre, ahora abandonado, y el palmeral regado por el agua del manantial que íbamos a ver de cerca.

Caminamos por un sendero delimitado y muy chulo, como siempre escuchando muy atentamente las explicaciones siempre interesantes de Abderrahman, qué tío, sabe de todo.

En una de las muchas rocas del camino, nos muestra restos de fósiles de moluscos y conchas marinas, lo que indica que todo esto hace muchísimos años, estuvo bajo el mar.

Continuamos por un sendero pedrogoso hasta alcanzar finalmente el origen de la fuente de agua, un pequeño riachuelo, y que nunca deja de tener agua incluso en las épocas de más calor y pleno verano.

Seguimos el curso del río hasta que llegar a una pequeña cascada y una laguna donde en verano seguro que buenos baños se darán los visitantes con el calor que hará.

Por el camino os econtraréis vendedores ambulantes con todo tipo de piedras a la venta a los que finalmente le compramos algo porque daban pena verlos allí con tan poco turismo y cuyos bajos precios no merecían ni el regateo. Aquí uno nos hizo una demostración con la flauta para captar nuestra atención, y lo consiguió.

Y ya finalmente regresamos a nuestro punto de partida, en un trayecto que habíamos hecho, no muy largo pero muy interesante.

Regresamos por la misma carretera que nos había traído desde Tozeur pero todavía falta un plato fuerte, la guinda a esta excursión tan recomendable.

En un determinado moment nos desviamos del camino para tomar una pista semidesértica por donde circularon los vehículos en el año 1989 en el famoso rally París – Dakar de ese año.

Comenzamos tranquilos por esas pistas, en algunos tramos había agua y barro con lo que tuvo que ir mucho cuidado, pero…. más adelante, y sin previo aviso el conductor empezó a acelerar y comenzó a hacer maniobras, pactadas con el «sinvergüenza» de Abderrahman que no nos había dicho nada y lo sabía todo. Aquel coche se puso de lado, subimos y bajamos en plan montaña rusa… no os doy detalles porque espero que lo probéis, sólo decirnos que a mí, que me encanta la adrenalina, fue de lo mejor de todo el viaje…. y para muestra, este vídeo, no soy mucho de poner vídeos y menos de nosotros porque mi blog no es hablar de mí mismo, pero es que este vídeo es tan bueno y muestra tan bien este momento que no me resisto a mostrarlo, lo siento…🙏

Aquí una foto con el culpable y experimentado conductor, qué gran momento nos hizo pasar…

Continuamos y nos acercamos a la guinda final de la excursión, otro escenario mítico de Star Wars, el llamado Mos Espa. Por lo visto es la ciudad de origen de Luc Skywalker, situado en el planeta Tatooine.

Los responsables de los escenarios de Star Wars, decidieron no desmontar el set de rodaje y lo dejaron ahí. Supongo que para los amantes de la Guerra de las Galaxias, este sitio es un lugar de culto, pero tengo que decir que no lo tienen nada bien mantenido, con los vendedores y sus puestos dentro del recinto y lleno de excrementos de dromedarios, ¿sería tan difícil dejar entrar sólo a los visitantes y mantener eso limpio y en las mejores condiciones? así no se decepcionaría el visitante. Abderrahman me dijo que ya se lo habían comentado a los responsables en múltiples oportunidades, qué pena da este tipo de cosas.

Y aquí terminó esta fantástica excursión cuando ya anochecía.

Regresamos al hotel donde cenamos, tomamos algo y nos fuimos a dormir, al día siguiente nos esperaba el madrugón más importante del viaje y también el recorrido más largo.

Aquí como siempre os marco en Google Maps la ruta de ese día, de nuestra segunda jornada en Tozeur y sus alrededores.

Día 8. Viernes 24 de febrero

Nos levantamos muy pronto para estar desayunando a las cinco de la mañana, hoy tocaba un largo viaje hacia el norte ya que hoy de nuevo dormiríamos en Sousse, a unos 360 kms de distancia de Tozeur.

Antes de llegar a nuestro destino final, haríamos concretamente dos paradas para ver interesantes lugares. El primero de ellos era Sbeitla, a unas tres horas de nuestra partida, para visitar otra antigua ciudad romana (también llamada Sufétula) similar a la que vimos el segundo día (Dougga) aunque seguramente no atrae tanto como la primera al estar en un paisaje diferente, al lado de una carretera y no en una ladera con espectaculares vistas como Dougga. Aún así, su estado de conservación es muy bueno y creo que merece mucho la pena. Fue fundada en el siglo I d.C. y alcanzó su máxima prosperidad a finales del III d.C.

Esta puerta de arco de medio punto, llamada de Antonino, es uno de los mejores conservados, junto al cual podemos ver la muralla que rodeaba parte de la villa y que da acceso al foro.

Lo que más atrae de las ruinas, seguramente sean estos tres templos dedicados a los dioses romanos, Júpiter, Juno y Minerva, cuya separación difiere de los templos capitolinos clásicos, que suelen acoger el culto a las tres divinidades en uno que juntase los tres.

Podréis ver las termas, un teatro y hasta un ¿spa de la época? 🤷‍♂️🤷‍♀️

Pues no, es un magnífico baptisterio o pila donde se celebraba la ceremonia del bautismo, impresionante su estado de conservación.

Disfrutamos de la visita y de las explicaciones de nuestro querido guía, que siempre aporta un plus imprescindible a este tipo de visitas a ruinas arqueológicas.

Continuamos ruta para hacer aproximadamente otros cien kilómetros hasta llegar a nuestra siguiente visita, esta sí que imprescindible, Kairouan, la ciudad más antigua de Túnez. Fundada en el año 670, fue la primera base árabe del Norte de África y terminó por convertirse en la cuarta ciudad santa del Islam, con la Meca, Medina (ambas en Arabia Saudí) y Jerusalén. Actualmente cuenta con unos 120,000 habitantes (2022).

Destaca por encima de todo en la ciudad su imponente mezquita.

Llamada también Mezquita de Sidi Uqba, se levanta sobre las ruinas de una más antigua del año 670, pero reconstruida con mayores dimensiones.

Es posible ver el interior aunque no entrar, reservado únicamente para los que profesan la religión musulmana y mantiene espacios diferenciados para hombres y mujeres.

Salimos del recinto y tuvimos la oportunidad de contemplar un muy fotogénico cementerio árabe, que como podéis observar en la foto nunca tienen flores u otro tipo de adornos como hacemos por ejemplo los católicos.

Al salir, cruzando la calle, teníamos la visita a la fábrica de alfombras (Cooperative des Tapis). Ninguno íbamos con intención de comprar pero bueno, normalmente estas visitas suelen ser interesantes, sobre todo porque algo se suele aprender. Tuvimos buen recibimiento con té y dulces, un poco de bromas y luego a la venta. Sinceramente no me gustó mucho la actitud finalmente del vendedor, que pasó de la información a la insistencia en tratar de vender, rozando la incomodidad, así lo vivimos todos.

Desde allí nos dirigimos a comer, a un hotel de los mejores de la ciudad, Hotel La Kasbah. Está catalogado como de 5 estrellas pero ya sabéis, que no es lo mismo que en España aunque he de decir que las instalaciones estaban muy bien. Aquí fue donde tomamos el café tranquilamente tras comer.

Nos acomodaron muy amablemente en un salón donde pudimos disfrutar de un buffet muy bueno, una comida muy agradable.

Aquí nos hicimos varios popurrís de comida, un poco de aquí, otro poco de allí…

Tras comer nos dirigimos a visitar la medina de la ciudad, que se encuentra en el interior de su gran muralla de arcilla de una altura de unos cinco metros, protegida por seis puertas.

Comenzamos viendo el llamado mausoleo del barbero y que alberga la tumba de Abou Dhama, un discípulo de Mahoma que era apodado “Sidi Sahab”, es decir, “el portador de tres pelos”, ya que se creía que llevaba con él tres pelos de la barba del Profeta.  La mezquita fue construida en el siglo VII y ampliada en el siglo XVII. Tengo que decir que es muy bonita y que merece la pena la visita, además encontraréis sus paredes y columnas con bonitos azulejos de Nabeul y yesería de estilo andalusí que os recordará a la Alhambra de Granada.

Después de la visita ya nos perdimos por las calles de la medina, por sus puestos ambulantes que siempre son interesantes y sin agobios de los vendedores, cosa que se agradece (como no acordarse de todo lo contrario en Egipto..)

Tuvimos tiempo de caminar por sus callejuelas estrechas, con esas puertas que me tenían enamorado, sobre todo las de color azul.

Abderrahman nos llevó también a ver las piscinas de los Aglabíes (s. IX), antiguos depósitos de agua diseñados para abastecer la ciudades y que estaban alimentados por un acueducto de 36 km que traía el agua desde las montañas.

Tras este más que agradable paseo dejamos la ciudad para dirigirnos más al norte hacia la costa para llegar al lugar donde de nuevo dormiríamos, Soussa, pero que este vez sí visitaríamos, no como a la ida que simplemente dormimos.

Esta es una de esas ciudades a las que suelen acercarse los habitantes de la capital para pasar un día de playa, sin embargo su legado histórico y monumental también es importante. No en vano su magnífica medina está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1988.

Comenzamos dando un paseo y ya vimos una medina mucho más cuidada y atractiva, nada que ver con las de Tozeur o Douz.

Con la ayuda como siempre de nuestro guía Abderrahman que siempre nos llevaba a los mejores sitios, acudimos a una tienda a comprar especias, se llamaba El Mazgar. Quién más quien menos compró algo porque estaban a buen precio, un poco de sésamo, un poco de canela. La comunicación con los vendedores no es difícil, el idioma oficial del país es el árabe pero tiene el francés como segunda lengua, sobre todo en las zonas urbanas y turísticas, y yo ahí, me defiendo, alguno incluso, aunque no es frecuente, «chapurrea» algo de castellano.

Continuamos con el paseo, que a pesar del bullicio y la animación, se nos hizo muy agradable, sin agobios y sin molestias. Qué bien se viaja así por estos lugares, siempre guiados por los mejores sitios.

Se acercaban las seis de la tarde y por tanto la caída del sol, y como ya habíamos visto bastante y el cansancio por el madrugón pasaba factura, decidimos ya retirarnos a nuestro hotel cuyo nombre completo es Sousse Pearl Marriott Resort & Spa.

Este alojamiento ya había acordado con la agencia que estaría más céntrico porque este día teníamos más tiempo que cuando fuimos al Iberostar.

Según nos acercábamos con nuestro vehículo la fachada nos dió una no muy buena impresión. He tenido malas experiencias con hoteles de las cadenas norteamericanas porque a veces son muy antiguos y están pidiendo a gritos una renovación (como no recordar el Hilton de El Cairo), pero cuando llegamos al hall del hotel y vimos que esa parte era nueva, nos sorprendió para bien.

Solicitamos nuestra habitación triple y de nuevo como el primer día en el Laico Túnez, no la tenían preparada. Hubo un par de llamadas de Abderrahman con su contacto de nuestra agencia en Túnez para quejarse y surtió efecto, porque nos dieron nada más y nada menos que ¡¡¡una estupenda suite en la última planta!!!!!

Y qué decir de las vistas que tenía hacia el mar…

Nos dimos una fantástica ducha y bajamos a cenar, otro espectacular buffet y otro homenaje para el cuerpo, ya habíamos perdido la cuenta.

Para terminar el día nos tomamos un cocktail en el agradable bar que tenían y aprovecho para decir que el alcohol es caro en Túnez en comparación con otras bebidas que tomamos en el país, como tés y cafés, refrescos o zumos de naranja. Los precios rondan los de España.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese completo día.

Día 9. Sábado 25 de febrero

Desafortunadamente este era ya el penúltimo día en el país pero todavía quedaban sitios imprescindibles y muy visitados de Túnez.

Tras un estupendo desayuno buffet en el hotel y con un día nublado que hasta amenazaba lluvia nos dirigimos hacia Cartago, otro lugar obligado si venís a Túnez. Cerca de la famosa ciudad, capital en su día del estado Púnico, Abderrahman nos mostró un ejemplo de como casi en la misma calle pueden convivir una mezquita y una iglesia católica. Hay que decir que lógicamente el Islam es la religión de Túnez y de la casi totalidad de la población, apenas hay un 3% de católicos y una todavía más pequeña colonia de judíos. La constitución garantiza la libertad religiosa y Túnez es un ejemplo de convivencia en paz de diferentes dogmas y creencias.

Pararíamos en varios sitios ya que los vestigios arqueológicos están bastante dispersos. Esta ciudad es, hoy en día, un suburbio adinerado de Túnez, con villas rodeadas de jardines llenos de flores.

Primera visita, el llamado Tophet de Cartago, un santuario religioso llenos de tumbas con una gran cantidad de inscripciones y símbolos ubicada en el barrio de Salambó, cerca de los puertos púnicos. En él se llevaban a cabo los sacrificios de niños como ofrenda a las divinidades.

Decir que bajo la dinastía Magonid, Cartago se convirtió en la principal potencia comercial del Mediterráneo occidental, pero su éxito provocó un conflicto con la otra potencia mediterránea, Roma, que tras las tres guerras púnicas completaron la completa destrucción de su rival en el 146 a. C. Posteriormente, los romanos ocuparon la zona y la llamaron Julia Carthago.

Subimos a continuación a la colina de Birsa desde la que se tiene unas magníficas vistas del Golfo de Túnez.

Se ha identificado esta ciudadela como la ciudad vieja o acrópolis de Cartago, construida sobre una colina cercana al lago de Túnez en el 814 a. C. y hoy ocupada por la Catedral de San Luis, que se encontraba en obras de restauración.

A continuación nos acercaríamos a uno de los platos fuertes, las famosas Termas de Antonino, unas de las más importantes del Imperio romano.

Desde un pequeño mirador se puede apreciar, primero, el espectacular tamaño de las mismas, con una longitud de unos 200 metros, y su situación privilegiada frente al mar, lástima que el día estuviera nublado.

Bajamos a visitar lo que queda de ellas, porque a pesar de terremotos y abandono a partir del año 638, gracias a las expliaciones de nuestro guía, es posible hacerse una idea de lo que fue esta inmensa obra, alimentada de agua gracias a un larguísimo acueducto.

Vimos de cerca donde se encontraba el caldarium, las saunas, el gimnasio, la columa frigidarium de 15 metros de altura y los sótanos de las termas, lugar de trabajo de los esclavos, todo espectacular.

Terminamos esta visita que nos había llevado una buena parte de la mañana, pero antes de ir a comer y a conocer la capital, faltaba la visita a otra de las atracciones turísticas del país, el precioso pueblo de Sidi Bou Said.

A apenas 20 kms de la capital, se eleva esta pequeña joya sobre un promontorio sobre el Mediterráneo atravesado por callejuelas peatonales y escalinatas.

La historia de Sidi Bou Said es milenaria aunque ciertamente esta localidad no respondía al nombre que tiene actualmente hasta el S.XIII, fue entonces cuando vivió aquí un sabio religioso de nombre Sidi Bou Said.

Nos dejó Dris a la entrada del pueblo y subimos por una cuesta empinada para sumergirnos en esta joya azul y blanca.

Apenas habíamos comprado souvenirs en el viaje, y a pesar de que cada año que pasa compramos menos, los imanes nunca fallan, para nosotros y para regalar, así que aquí, aprovechando la gran cantidad de tiendas que había, casi arrasamos con ellos.

Guiados por Abderrahman, nos perdimos por sus calles adoquinadas, algunas de las cuales no eran muy transitadas.

En el año 1912, el inglés Barón d´Erlanger se construyó un palacio en Sidi Bou Said que llamaba la atención por su parecido con las viviendas típicas de Santorini, en Grecia. A causa de esto, el barón presionó y finalmente consiguió que el gobierno tunecino aprobase, en 1915, una ley que estableció que todas las construcciones del pueblo debían de ser blancas con las ventanas y puertas en azul intenso. El resultado fue un rotundo éxito, y se extendió a más localidades del país.

Y precisamente es esto lo que me enamoró de este pueblo, las preciosas puertas de sus casas, la mayoría de color azul, algunas amarillas, con sus remaches de metal, absolutamente maravillosas.

Las puertas en Túnez y en general en el mundo islámico son un símbolo de fé, hospitalidad y bienvenida, pero también de protección, por eso también están llenas de amuletos, formas geométricas, medias lunas, manos de Fátima para ahuyentar el mal de ojo, etc.

Nuestro cicerone tunecino nos invitó a probar en un puesto callejero un dulce llamado Bambalouni, una especie de rosquilla con azúcar, que la hora en la que estábamos, cerca de la una del mediodía, entraba de maravilla.

No vimos muchos rincones con vistas al mar, al menos por las calles por las que se paseamos no están tan orientadas hacia el Mediterráneo, como puede pasar en otros pueblos de Grecia por ejemplo o España, y eso sí lo eché en falta. Esta son las únicas que encontramos.

Tomamos un café en un establecimiento célebre, Café des Nattes, desde cuya terraza hay una bonita vista de una de las calles principales.

Ya saliendo del pueblo y antes de subirnos al bólido de Dris, Abderrahman nos llevó, ya que se lo habíamos pedido, a un sitio de confianza para comprar dátiles, pero buenos dátiles. La tienda se llamaba Deyma y hay varias repartidas por el país. Los precios no eran elevados, y la presentación sin embargo, espectacular. Su especialidad o su artículo más original son los dátiles rellenos de frutos secos, y que como véis en la foto, una caja valía 30 DT (unos 11.5€ al cambio), pero los normales eran más baratos y estaban deliciosos, nada que ver con los que había comido en España.

Después de Sidi Bou Said ya nos dirigimos a nuestro destino final del viaje, la capital del país.

Dris nos dejó junto al Monumento Plaza de la Alcazaba, un lugar emblemático y que se encuentra rodeado de edificios oficiales.

Caminamos un poco y nos adentramos ya en la medina de la ciudad, observando antes este mapa que había en la pared y que aprovechó Abderrahman para explicarnos lo más importante.

Entramos y lo primero que nos encontramos fue la mezquita Hammouda Pacha construida en 1655 y en el que destaca su interesante torre, que se ve desde casi cualquier lugar de la medina.

Pronto nos encontramos con la Mezquita Zitouna, que es el gran centro patrimonial y espiritual de la ciudad. Muy cerca de la mezquita está ya el Zoco El Bey (Dar El Bey), un mercado cubierto, el típico zoco pero infinitamente más tranquilo que el de El Cairo, Estambul o Marrakech, por decir alguno que he visitado, mucho mejor así.

En la capital y zonas turísticas vimos a mucha más gente, sobre todo mujeres, vestidas como en Europa. Hay que decir que Túnez es sin duda unos de los países musulmanes más liberales y tolerantes, pero ello no implica que no deban acatarse unas normas básicas en cuanto a cultura y ética.

Hicimos una pausa para comer en un restaurante llamado Fondouk El Attarine, muy céntrico, en un bonito patio interior y que estaba hasta arriba de gente.

Pedimos lo que se asemeja al menú del día español, con varios platos a elegir y la verdad es que de nuevo comimos muy muy bien. El menú de dos platos abundantes y postre costaba 45 dinares, unos 14€ al cambio en ese momento, nada caro.

Tras la comida, teníamos que hacer alguna compra más así que nos llevó Abderrahman a una tienda donde compramos unos perfumes y sobre todo aceite de Argán, que después de comprarlo en Marruecos tenía ganas de volver a adquirirlo. En Túnez no hay mucho aceite de este tipo y la mayoría viene de Marruecos, no es barato, así que por supuesto no os fiéis de lo que os ofrecen por ahí a bajo precios, son burdas imitaciones.

Seguimos recorriendo la medina de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 en la que podréis encontrar agradables cafés y por supuesto muchos y muchos comercios.

Caminamos hasta que ya un poco cansados, regresamos al hotel Laico, en el que nos alojamos también la primera noche.

Fue el momento de despedirnos de nuestro increíble guía, el amigo ya Abderrahman Rihani. Ya le dije a él, y lo vuelvo a repetir, nunca tuve un guía como él, tan profesional, tan formado y sobre todo tan buena persona. ¡¡¡¡Mil gracias Abderrahman y seguro que volveremos a vernos amigo!!!. Os paso su contacto para si en algún momento os queréis comunicar con él para visitar Túnez, podéis hacerlo por whatsApp sin problemas +21620050420.

Nos dimos un baño relajante en la piscina climatizada del alojamiento, cenamos y nos tomamos el último gin-tonic en el país brindando por los estupendos 9 días que habíamos pasado.

Esta fue la ruta de este penúltimo día en el país

Día 10. Domingo 26 de febrero

Este día, dado que teníamos el vuelo de regreso a España a las 20h. nos levantamos tranquilamente y nos dirigimos a pie ya los cinco sólos de nuevo a la zona de la medina que estaba a apenas unas manzanas del hotel, llegando a ella por la céntrica avenida Habib Bourguiba.

En la plaza de la Independencia, justo antes de acceder a la medina, nos encontramos con la fastuosa Catedral católica de San Vicente de Paul, inaugurada en 1897 y que mezcla estilos románico, gótico y bizantino.

Era domingo y aunque parecía que estaba cerrada su puerta principal, es porque la entrada se encuentra en la parte posterior a la que nos acercamos y pudimos acceder gratuitamente diciéndoles a los de seguridad de la puerta que íbamos a rezar… no hay que pagar por entrar.

A continuación ya nos dirigimos a la medina y caminamos como el día anterior por las calles estrechas del zoco cuyos comercios, al ser domingo muchos de ellos estaban cerrados.

En la Plaza de la Victoria, junto a una de las entradas al este del zoco, veréis el precioso Hotel Royal Victoria, que acogió el consulado del Reino Unido en Túnez, y más tarde su embajada después de la independencia del país en 1956.

Decidimos en su agradable terraza tomarnos algo para agotar las últimas horas antes de comer. Esta es una plaza ideal para observar a los vendedores ambulantes ofreciendo sus artículos y personajes de todo tipo deambulando. De nuevo cuando pedimos la cuenta, confirmamos que excepto el alcohol, las consumiciones en Túnez en los bares y restaurantes son muy asequibles, más barato que en España incluso en lugares turísticos como este.

Volvimos ya por la Avenida Bourguiba de regreso al hotel. Esta zona que es la más moderna por lo visto de la ciudad, tampoco es que viéramos nada especial que nos atrajera, salvo corroborar que el imperio Inditex está por todos lados.

Y volvimos al hotel tras haber hecho esta ruta a pie.

En el hotel Laico ya disfrutamos de la última comida en su buffet y a título anecdótico y para que corroborar lo de que era quizás el mejor hotel de la capital, nos encontramos en su hall con unos cuantos integrantes de la familia real de Arabia Saudí, y fijaos los coches tan sencillos que había fuera esperándoles para transportarlos.

A la hora acordada nos vino a buscar el gran Dris, elegante como siempre para llevarnos al aeropuerto, donde nos despedimos con un gran abrazo de despedida, fue un placer conocer también a una persona como él.

El vuelo de regreso a España lo haríamos con la aerolínea local Tunisair y la verdad que la experiencia fue nefasta, comenzaron a anunciar retrasos en nuestro vuelo y en otros de la misma compañía. Los ánimos se empezaron a caldear, gente protestando, enfadada, nadie de la compañia nos dió explicaciones ni nos ofreció ningún tipo de compensación. El vuelo tenía que salir a las 20:10 y acabamos saliendo a la 01:20h del día siguiente, es decir, más de cinco horas de retraso. Hemos reclamado indemnización pero se defienden diciendo que como no pertenecen a la UE, no tienen por qué indemnizarlo, en fin, lamentable.

A pesar de este último contratiempo, desde luego no consiguió empañar un estupendo viaje a un país que nos encantó, TÚNEZ, espero volver algún día y os lo recomiendo 100%.

Por último si te ha gustado el post sólo te pido un favorcito, ¡ayúdame a difundirlo!, puedes compartirlo con tus amig@s usando los botones de facebook, y si quieres puedes seguir mi blog. Por supuesto también puedes añadir cualquier comentario que será muy muy bien recibido. ¡¡Muchas gracias y hasta la próxima!!

EGIPTO

La verdad que Egipto nunca me atrajo especialmente pero no por el país en sí, que alberga tesoros impresionantes, sino por ser un clásico del turismo internacional y por tanto ser sinónimo de masificación de visitantes (algo que detesto especialmente) pero este año que lo ofrecían recurrentemente casi todas las agencias de viajes, pensé que esta época post COVID podía ser una buena oportunidad de visitarlo sin tantas aglomeraciones así que nos lanzamos mi compañero de viajes Manolo, con la pareja de aventureros Lourdes y Chuchi, a visitarlo.

La opción de viaje que nos ofrecía la agencia, que es lo que suelen ofrecer la mayoría, era vuelo charter hasta Luxor, en el medio del país, para luego ir bajando en un crucero por el Nilo hasta la zona de Asuán y finalmente tomar un avión para subir a El Cairo y regresar. Por el viaje pagamos unos 1,039€ (a lo que hubo que añadir otros 95€ de gestiones del visado y cuota de servicio que llaman ellos). Elegirmos la opción 3 de 4 que nos ofrecieron, siendo 4 la categoría más «alta» de hoteles, crucero y ojo, y aquí pongo mucho énfasis porque esto es importante, todo aquello que incluye y no incluye ese precio. Esto me fuí dando cuenta de que es fundamental en un viaje organizado (repito que yo nunca he ido con viajes programados al 100% con lo que soy bastante novato en este tipo de escapadas ya con planing hecho).

Por este motivo, esta entrada va a ser diferente a todas las que he completado hasta ahora en mi blog, va a ser mucho más breve, ya que como supongo que haréis si váis a Egipto, lo realizaréis con un viaje organizado, recordemos que años atrás este país tuvo varios atentados que hicieron de la seguridad un obstáculo catastrófico para la llegada de visitantes y el hundimiento del turismo en el país. Con no muchas opciones de elección yo os iré diciendo mi opinión sobre lo que visitamos y lo que hicimos y todo aquello en lo que os pueda ayudar a elegir a la hora de coger del viaje antes o elegir una vez allí las visitas extras que os ofrecerán recurrentemente, eso sí, siempre será una opinión 100% subjetiva.

Comenzaré dando, eso sí, un consejo muy importante a la hora de elegir la época del año en la que viajar a Egipto y os lo digo porque yo cometí un error que me hizo sudar más de lo previsto en el destino. Yo revisé las temperaturas en el Cairo a lo largo del año y ví que en mayo por ejemplo las previsiones arrojaban unos 32 – 33º de máxima y 18º de mínima y dije, bueno, soportable, ¡ERROR! Tenéis que tener en cuenta que más de la mitad de vuestro viaje se desarrollará en la mitad sur de Egipto, de Luxor hacia abajo, y el clima es mucho más árido y por supuesto, sofocante. Por poner un ejemplo, en Luxor nos encontramos casi 40 grados de máxima (incluso 3 días antes de llegar nosotros, daban máximas de 43), así que ya sabéis, fijaos en las temperaturas medias de ciudades como Luxor o Asuán, más al sur. Yo sin duda, trataría de no ir de mayo a septiembre, y más con el cambio climático en el que estamos desgraciadamente inmersos.

Llegamos un 7 de mayo a Luxor en un vuelo charter y tras los controles de pasaportes salimos fuera del aeropuerto donde empezó el caos de repartir a todo el mundo a los diferentes grupos, esto fue bastante tedioso y lento. Nosotros fuimos con la agencia mayorista MONTURISTA TRAVEL (no la conocía anteriormente, ni me sonaba, nos fiamos de la agencia de viajes local con la que contratamos el viaje).

Nos llevaron directamente a nuestro barco, llamado Concerto. No os esperéis un barco moderno, estos son como edificios enteros y que así a ojo me arriesgo a decir que no tienen menos de 40 años. Madre mía que contaminación generaban cuando se juntaban varios formando unas apestosan nubes negras de polución, pero bueno, poco a poco le fuimos cogiendo cariño.

La parte de arriba, con la piscina, las tumbonas y un pequeño bar para tomar algo, estaba muy bien y desde luego nos ayudó a pasar los momentos de navegación y calor sofocante.

El primer día y tras dejar nuestras pertenencias en los camarotes, que la verdad que estaban reformados y tenían tanto la habitación como el baño un tamaño adecuado, cenamos en el buffet del barco y salimos a hacer una excursión por Luxor que nos ofrecieron por 15€. El buffet pues bueno, siempre había algo que se podía comer pero la calidad no era «para tirar cohetes»

Al salir del barco para la excursión, nos estaban esperando unas calesas, medio de transporte que probaríamos varias veces en este viaje, para darnos una vuelta por Luxor y hacernos una idea ya nada más llegar del caos, suciedad y desorden de las ciudades egipcias. Después de unos minutos de paseo por la ciudad que la verdad que lo hicimos cómodamente y siempre recibíamos las sonrisas de los egipcios, terminamos en la famosa Avenida de las Esfinges, que en el año 2012 el Gobierno del país rehabilitó para poder unir de nuevo Luxor y Karnak a través de este paseo de 2,7 kilómetros de longitud y que tiene nada menos que 1.350 esfinges (650 recuperadas en las excavaciones). El paseo de noche iluminado estaba bien bonito. Allí nos invitaron a tomar sentados junto al paseo un té a todo el grupo y tras unos minutos de charla nos llevaron de vuelta a nuestro barco. La verdad que como toma de contacto con el país y por lo barata que fue esta excursión de un par de horas, yo sí que recomiendo hacerla.

Domingo 8 de mayo

El día siguiente fue el más agotador y sobre todo en el que más sufrimos el azote del dios «Ra» de todo el viaje. Madrugamos y comenzamos visitando el Valle de los Reyes, a unos 30 kms de Luxor, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del llamado Imperio Nuevo. Son auténticas obras de arte, decoradas por los pintores y escultores más importantes de aquella época. Hay la opción de ver la famosa de Tutankamon, que hay que pagar aparte pero no la considero interesante ya que todo lo que había dentro, tanto las ofrendas como el sarcófago, y sobre todo la maravillosa máscara de oro macizo, se encuentran en el museo de El Cairo. Además este murió joven (con sólo 19 años), con lo que la ornamentación de la tumba es menor que la de otras, pero bueno, si no os importa gastaros el dinero, adelante. Las dos que visitamos, espectaculares (sólo pongo esta foto de los exteriores para no adelantaros nada).

Después visitamos los Colosos de Memnon, hicimos foto y poco más, para luego acercarnos después a un templo espectacular, el de Hatshepsut. En este lugar si me permitís os daré un consejo, que se repetirá en el resto del viaje. Atención a los gentilezas de los egipcios que están «vigilando» los monumentos, algunos se ofrecen a enseñarte algo «oculto», otros a hacerte fotos, a colocarte el pañuelo de la cabeza, pero ya sabes, al final, os pedirán dinero así que tenerlo en cuenta. Incluso el que os lleva en un cochecito eléctrico, aprovecha la mínima para extender la mano, pero bueno, si no queréis darle, con educación se les dice que no y ya está, hay que entenderlos también, no les prometáis lo que no váis a cumplir en plan, a la vuelta te doy, porque tienen muy buena memoria, os lo puedo asegurar.

Tras esquivar a los vendedores que os ofrecerán sus artículos con una insistencia que en pocos sitios he visto, nos acercamos al siguiente punto, el Templo de Luxor. Este recinto fue concebido como un complemento del otro gran templo de la ciudad, el de Karnak, y su construcción fue impulsada principalmente por los faraones Amenhothep III y Ramsés II. Es uno de los templos mejor conservados del antiguo Egipto.

A continuación nos acercarmos al próximo Templo de Karnak, otro templo imprescindible y espectacular, el más grande del país. Por supuesto es muy importante el guía que os toque para todo el viaje. Nosotros tuvimos la gran suerte de tener a Mustafá, un profesor de Egiptología de la Universidad de El Cairo metido a guía turístico, que tenía unos conocimientos increíbles, y su atención en general, fue muy muy buena.

Terminamos sobre las dos de la tarde este intenso día, y agotados y muertos de calor, rozando los 40 grados, volvimos a nuestro barco para comer y descansar toda la tarde. El barco comenzaba su navegación hacia el sur por el río Nilo. Ese mismo día nuestro guía nos ofreció tarjetas para tener internet en el móvil por las que pagamos 17€ y que nos funcionaron muy bien (en el aeropuerto estaban más caras).

Lunes 9 de mayo

Al día siguiente nos levantamos en la ciudad de Edfu, desayunamos y de nuevo en calesas y tras cruzar unas calles más que humildes y sucias llegamos al templo, sorprendiéndonos de nuevo para mal lo poco ciudado que tienen los accesos a esos espectaculares lugares, aunque es verdad que nos olvidamos enseguida cuando comenzamos a visitarlo. Este fue uno de mis favoritos del viaje, junto con Abu Simbel. Este templo de Horus o del dios Halcón, a diferencia de los del día anterior, es de la época helenística, cuando Alejandro Magno conquistó Egipto. Es el segundo más grande después de Karnak y se encuentra también en muy buen estado de conservación en general y no será porque haya vigilantes o seguridad controlando el patrimonio o alguna pantalla para cubrir sus maravillosos relieves.

A la salida y entrada de los templos, los vendedores nos ofrecían constantemente cambiarnos monedas de euro por billetes, esto les interesa a ellos porque les permite luego cambiarlas por libras egipcias ya que los bancos sólo aceptan papel. Es una buena opción coger sus monedas de vez en cuando porque os permitirá tener «suelto» para comprar cosas baratas, dar propinas, etc.

Volvimos a nuestro crucero para continuar navegando hacia el sur y realizar la siguiente parada para visitar otro templo importante, el de Kom Ombo, también de la época helenística como el de Edfu aunque mucho más pequeño.

Aunque su tamaño e importancia es menor, lo compensa la belleza del lugar en el que está enclavado, junto al río Nilo y cuya vista desde nuestro barco al atardecer, era espectacular.

Además de la visita al templo, la entrada incluía la entrada a un museo dedicado al cocodrilo del Nilo, un animal divinizado por los antiguos egipcios en la figura del dios Sobek. Encontraréis unas cuantas estatuas del animal e incluso unos cuantos disecados, bien, sin más.

Continuamos nuestro camino hacia el sur para llegar al final del trayecto con nuestro barco, la ciudad de Asuán, de unos 350,000 habitantes.

Martes 10 de mayo

Nos levantamos y tras desayunar en el buffet del barco, que como podéis ver en esta foto tenía bastante variedad aunque la calidad no fuera la mejor, mucho industrial y poco «casero».

La ciudad de Asuán es interesante y muy importante en Egipto, es célebre sobre todo porque además de todas las joyas arquitectónicas que alberga, también lo hace de la famosa presa del mismo nombre sobre el Nilo. Esta es una de las mega construcciones de ingeniería más importantes del siglo XX. Su construcción, que dio origen al lago Nasser, duró de 1960 a 1970. La presa se construyó para aliviar las inundaciones anuales y las sequías ocasionales que vivía el país pero a cambio tuvo algunos efectos colaterales como que sumergió algunos templos bajo sus aguas, algunos fueron rescatados, como Philae o Abu Simbel, y otros incluso volaron unos cuantos miles de kilómetros como el de Debod que acabó en la capital de España como agradecimiento a la ayuda prestada por nuestro país a su construcción.

Hay una excursión barata que te permite ir a la presa y que no hicimos pero una compañera que la hizo dijo, y es su opinión, que no merecía mucho la pena.

Madrugamos de verdad para salir a las 4 de la mañana en autobús y recorrer los aproximadamente 282 kms que hay hasta nuestro destino, el deseado y lleno de expectativas, Abu Simbel. El tiempo en autobús es de aproximadamente unas 3 horas de ida y lógicamente lo mismo de vuelta. Se llega casi hasta la frontera con Sudán y la carretera, cruzando puro desierto, es de esas dignas de ver. Lógicamente el viaje en el mismo día, es una paliza, pero sin duda merece la pena. Hay gente que organiza el viaje para ver el amanecer desde allí, sobre todo los que tienen la opción de un crucero por el lago Nasser.

Perdonarme que aquí me extienda un poco más pero es que todo de este templo es impresionante como nos contó nuestro guía. Realmente no es uno sólo, si no dos, el más famoso dedicado al faraón Ramsés II y el otro a su primera y favorita esposa Nefertari. Luego de la caída del Imperio Egipcio estos templos fueron enterrados por el tiempo bajo las arenas del desierto, hasta que en 1813 y 1817 un explorador egipcio y uno italiano respectivamente los descubrieron.

Con la construcción de la presa, este templo como el de Philae quedaría sumergido debajo del lago Nasser así que entre 1964 y 1968 se llevó a cabo una obra colosal. Durante estos 4 años los gigantescos templos fueron desarmados pieza a pieza y reubicados con ayuda de un grupo de ingenieros de varios países y una inversión de 36 millones de dólares. Los templos fueron desmantelados y armados de nuevo en una colina artificial 65 metros más alta y 200 metros más alejada, impresionante.

El templo dedicado a Ramsés, ofrece cuatro enormes estatuas del faraón de nada menos 20 metros de altura y que fueron esculpidas directamente sobre la roca. Pero el interior no le va a la zaga en cuanto a espectacularidad, las salas interiores de ambos templos están decorados con frescos enormes que han conservado su color pese al paso del tiempo y estatuas gigantescas que sostienen la estructura.

Cuando Ramses II construyó su templo en este terreno, al lado del mismo, ordenó construir uno similar pero más pequeño. Este templo sería en honor a su mujer Nefertari.

Una vez que regresamos a Asuán y comimos en el barco, hicimos una visita a una tienda de especias, es la típica visita de esas que a priori pueden resultar pesadas pero yo la verdad que en mis últimos viajes me gustan cada vez más. Está claro que son 100% comerciales pero nadie te obliga a comprar nada y si no tienes una mejor opción que te pueda quitar ese tiempo, no me parecen mal. Fuimos a una tienda que debe ser de las más conocidas de la ciudad y que por lo bien que estaba montada, debía ser un próspero negocio. La tienda se llama Al Attar Spices y es enorme. Sólo recomiendo una cosa si váis a comprar, aseguraos de lo que pagáis y que al cambio al euro, es lo acordado.

Más tarde tomamos una barca para acercarnos a visitar un templo imprescindible, el de Philae. Como comenté antes, fue rescatada y trasladada piedra a piedra de su localización original y se situó en una isla lo que le proporciona una belleza espectacular.

Este templo me encantó, pasamos un buen rato allí recorriéndolo, y si lo podéis ver al atardecer, mucho mejor.

Volvimos al hotel para ducharnos y cambiarnos, y ver qué figura hecha con toallas nos había dejado esta vez el servicio de habitaciones en nuestro camarote, y la verdad que este día, se merecía un premio 🏆, qué pasada ¿no? jeje.

A continuación, y ya de noche, nos ofrecieron otra excursión por 25€ para conocer Assuán que finalmente aceptamos. De nuevo nos vinieron a buscar en calesa y los cuatro, junto con el guía comenzamos nuestro tour. Visitamos primero la Iglesia copta del Arcángel Miguel que nos abrieron sólo para nosotros, interesante y más con las explicaciones de nuestro guía.

Luego sí que nos dieron un buen paseo por la ciudad, y me gustó mucho porque nos metieron por calles no sólo principales si no por barrios de lo más humildes que no nos habríamos metido de no ir con el guía. Me encantó esta parte, además en un medio de transporte tan cómodo. Tomamos un café en una plaza de la zona moderna de la ciudad y regresamos a nuestro alojamiento flotante. La verdad que sin ser nada del otro mundo, la excursión me gustó.

Miércoles 11 de mayo

Al día siguiente teníamos incluido en el precio, aunque supimos que su precio era de 40€, la excursión llamada visita al pueblo Nubio, y tengo que decir que sin ninguna duda, fue el mejor tour de todo el viaje, tenerlo en cuenta.

Comenzamos subiéndonos a una faluya, típica embarcación del país.

El clima estaba fantástico, era temprano, no hacía calor y corría una brisa muy agradable. Comenzamos con un poco de turisteo, baile, cánticos del país y abalorios para comprar pero todo sin agobios, la complicidad con el grupo y nuestro guía, permitió un más que agradable paseo por el Nilo hasta llegar al pueblo Nubio. Durante el trayecto podréis ver el mausoleo del sultán Aga Khan, con una más que interesante historia que espero os cuente vuestro guía, me recordó al Taj Majal, salvando las distancias obviamente. Tras unos minutos, sabréis que habéis llegado al pueblo nubio Gharb Soheil por lo colorido de sus casas.

Nos bajamos y recorrimos sus coloridas calles, llenas de tiendas para los turistas y que en todo momento nos recibieron con sonrisas, lejos de los agobios de otros vendedores. Los nubios son una cultura milenaria que se desarrolló entre el sur de Egipto y el norte de Sudán. Actualmente existen varios pueblos nubios, del que Gharb Soheil es la localidad más importante, pero el resto se extiende a lo largo del valle del Nilo.

Nos llevaron a una zona cubierta muy agradable llena de asientos donde nos ofrecieron un aperitivo de pan con miel y bebidas calientes, café o té. Una vez allí comenzamos con un par de turistadas como un cocodrilo pequeño para hacernos fotos, poder fumar un narguile o cachimba con la que nos echamos unas risas. También por cinco euros te hacían un pequeño tatuaje con henna. El ambiente era de lo más agradable y pudimos jugar con los niños que como siempre estaban muy entretenidos con la llegada de estos turistas blancos.

Poco después nos invitaron a conocer su escuela donde vino lo más divertido de todo.

Allí nos guió hasta una clase un maestro que parecía muy serio y nos hizo sentarnos en las sillas cual alumnos. No os desvelo la clase que nos dio pero nos reímos mucho y el profesor fue muy muy simpático, de los mejores momentos del viaje.

Tras la visita volvimos al barco y paramos no muy lejos de allí para darnos un chapuzón en las aguas del Nilo, que en esta zona, la verdad es que estaba muy limpio.

Después del tour, nos llevaron a otra visita 100% para turistas, esta para comprar esencias de perfume, gran tradición por supuesto en Egipto. El guía nos llevo a Gheve Perfumes (grupo Hispano Egipcio de Ventas de Esencias). Ya sabéis, charla, un poco de humor y luego una hoja donde aparecían las esencias que ofrecen y al lado un espacio para apuntar las marcas internacionales equivalentes que nos iban dictando.

Como siempre digo en este tipo de negocios, el que quiera comprar bien y el que no, pues no. La «pureza» de las esencias que venden… pues habrá opinión para todos los gustos, yo compré un par de esencias y la verdad que no me sentí engañado a mi vuelta una vez probados.

Desde ahí ya nos acercaron al aeropuerto para tomar nuestro vuelo a El Cairo al que llegamos ya de noche. Nos acercaron en autobús a nuestro hotel, el Ramses Hilton donde en la recepción hubo un caos monumental con tanta gente hasta que nos dieron las habitaciones.

El hotel, en teoría es de lujo, y seguro que así fue cuando se construyó, nada menos que hace 41 años y por fuera parece impresionante, pero enseguida se podía ver por dentro que seguía así desde ese año 1981. Sin duda necesita una renovación y adaptación a los nuevos tiempos. Algunas habitaciones las estaban renovando pero no nos tocaron esas, la nuestra, a pesar de su mobiliario de hace décadas, la verdad que el tamaño de las camas era lo mejor así como el de la habitación en general.

Las vistas desde la terraza, espectaculares, de todo el caos del tráfico y el río Nilo y sus espectaculares edificios cercanos. Complicado decir los habitantes que tiene esta caótica ciudad, la más poblada no sólo del país, si no de toda Africa, se dice que juntando toda la zona metropolitana, se va por encima de los 20 millones, qué locura.

Bajamos a cenar a su espectacular buffet, enorme, prometía, aunque de nuevo la calidad de la comida decepciona, de repente se termina una lasaña y la sustituyen… por unos spaguetti con tomate de autor, está claro que este macro hotel se ha quedado con un precio muy ajustado para las agencias de turismo masivo que amortizan los precios gracias a meter mucha gente aprovechando su enorme capacidad.

Ese día un pequeño grupo de nuestra excursión, que por cierto, tuvimos mucha suerte porque coincidimos con unos compañeros de viaje sensacionales, nos propusimos salir a dar una vuelta por el Cairo.

Por no alejarnos mucho del hotel, decidimos acercarnos a la isla Gezira, donde está su espectacular Torre, construida en 1961 y de 187 metros de altura.

La entrada costaba 150 libras egipcias para extranjeros (unos ocho euros al cambio) pero la mayoría del grupo no quiso subir así que seguimos caminando por los alrededores. Todo lo que os pueda decir del tráfico es poco, sobre todo para cruzar una calle porque directamente NO HAY semáforos ni pasos de cebra. He estado en otras ciudades caóticas como Delhi, Agra, Manila, Marrakech,… pero nada comparado con esto, cuántos atropellos y accidentes habrá cada día 🤦‍♂️.

Nos acercamos a la zona del famoso restaurante Blue Nile para intentar dar un paseo por esa zona junto al Nilo que se veía muy animada, pero de nuevo encontramos los típicos pícaros que nos querían hacer pagar por entrar en la zona de las barcas iluminadas flotantes a estos ingenuos turistas, pero fue tan descarado que nos negamos rotundamente.

Así que finalmente decidimos volver al hotel que lo teníamos al lado (al fondo en esta última foto).

Al día siguiente, penúltimo en el país, teníamos la visita a un lugar que os sonará y protagonista del viaje, qué bien que estuviera casi al final.

Jueves 12 de mayo

Madrugamos para salir pronto y dirigirnos a la ciudad de Guiza atravesando calles y carreteras y contando cientos y cientos de coches en un día laborable. En una hora llegamos a nuestro destino, otra macro ciudad que ha crecido tanto que parece unida a El Cairo. Entramos en el complejo y nuestro guía, con muy buen criterio y con esos «trucos» que siempre considero cruciales nos llevó lo primero a un estupendo mirador de las pirámides, para que pudiéramos hacer las fotos tranquilamente y sin agobios de gente. Y así lo hicimos, con prácticamente el paisaje para nosotros sólos y disfrutando de las vistas, ¡¡¡qué maravilloso lugar!!!. No suelo poner fotos en el blog en las que salgo yo, pero la ocasión, junto a la única de las siete Maravillas de la Antigüedad que se mantienen en pie, lo merecía, ¿me lo permitís?

Desde este punto teníamos una ruta incluida en camello de unos minutos que me parecen una turistada y que no habría hecho pero bueno, nos echamos las típicas risas subiendo y bajando del animal, que por cierto, con una sóla joroba, es más bien un dromedario, ¿no?

Tras esos minutos de disfrutar del paisaje nos acercamos junto a las tres Pirámides, las de Keops, Micerinos y Kefrén. Yo y mis amigos teníamos incluída en el paquete del viaje la visita al interior de esta última pero yo entre que me dijeron que no había mucho para ver, lo estrecho del camino para entrar, y luego además el calor que hacía dentro, decidí no entrar y dejar mi entrada para otro compañero. Habrá opiniones para todos los gustos pero de mi grupo, ninguno salió muy impresionado de lo que vieron en su interior.

A continuación y tras el guía hablarnos de tantas y tantas curiosidades sobre estas maravillas de la antigüedad y de las diversas teorías sobre cómo se construyeron (no os las perdáis) descendimos un poco, para ver de cerca otro plato fuerte del complejo, como no, la Esfinge.

Entramos en el templo del valle de Kefren, punto de entrada para verla de cerca y que por cierto no es muy interesante, y allí pudimos ver de cerca a la famosísima Esfinge, como un león tumbado con cabeza humana, como se solían hacer las representaciones en aquella época. ¿El origen de su nariz rota? un misterio y de nuevo muchas teorías, desde luego no la de que fueron las tropas de Napoléon las que la destruyeron. ¿Un terremoto, la erosión, un fanático musulmán…? 🤷‍♀️

En este punto sí que hay poco espacio y mucha gente, y todos buscando la mejor foto, así que no tardé mucho en salir de ahí, además ya hacía bastante calor aunque nada que ver con el que nos hizo en el Alto Egipto (al sur desde Luxor hasta Asuán).

A continuación, en el programa del viaje estaba la visita a otro lugar que vendía otro clásico del país, los papiros, y para ello fuimos a uno llamado Egypt Papyrus Museum. De nuevo una interesante explicación de cómo se hacen los papiros utilizando una planta y de manera artesanal. Sorprende ver cómo brillan en la oscuridad algunos. Luego de la explicación nos dieron tiempo libre para el que quisiera comprar algo.

Era ya la hora de comer así que nos acercamos al establecido típico para los tours. Este no nos disgustó, tenía sobre todo un estupendo pan de pitta cocido en directo en un lado del restaurante. Nos pusieron una especie de mini barbacoa en cada mesa donde nos podíamos asar la carne que nos iban trayendo. Todo estaba bastante bien y no hubo queja.

Tras la comida había otra excursión (la enésima) que algunos del grupo teníamos incluída y otros no. Esta era la visita a las «ciudades» de Menfis y Saqqara, ya me anticipo a decir que os la recomiendo.

Comenzamos por Menfis, y aquí sorprende sobre todo la enorme estatua de Ramsés II. A pesar de faltarle parte de las piernas, la enorme figura mide nada menos que 13 metros de altura, tumbada en el suelo se apreciaba mejor esta obra colosal.

Luego en el exterior había más estatuas donde nos contaron su historia bajo un sol de mediodía que pedía más bien estar a la sombra tranquilamente. El cansancio se acumulaba y hacía más difícil prestar atención a las interesantes explicaciones.

A continuación se suele visitar otro lugar interesante, este me gustó más. En Saqqara se encuentra la Pirámide Escalonada de Zoser, considerada la primera pirámide del mundo y la gran estructura de piedra más antigua.

A esta también se puede entrar dentro y esta sí que merece más la pena que las tres más famosas. No pongo fotos para que la veáis por vosotros mismos.

Tras esta última visita que repito me gustó por el lugar en el que está enclavado y la belleza de la pirámide volvimos al bus para dirigirnos al hotel. Por el camino, y por desgracia, bastante pobreza y mucha suciedad, grandes contrastes…

Nos ofrecieron de nuevo otro plan para esa misma noche, a mí no me apetecía mucho, costaba unos 50€, pero mis compañeros que se apuntan a un bombardeo hicerion que al final aceptara (ellos no tuvieron la culpa, jeje). Nos duchamos rápidamente y nos llevaron esta vez con mucha prisa y pasando a milímetros de medio mundo, golpe en un bordillo incluído de nuevo, a la zona de las pirámides para su espectáculo nocturno de luces. Todo apuntaba a que podía estar muy bien, un escenario estupendo, auriculares para escuchar la explicación y apenas gente, estábamos expectantes, pero…. como suelen llamarlo los angloparlantes, la «performance» me decepcionó bastante. Una historia contada sin mucha atracción y bastante sosa, y luego una espectáculo de luces lento, sin ritmo y sin apenas momentos brillantes.

Es una exhibición que por lo visto lleva muchos años y que con el escenario que tiene, seguramente uno de los mejores del mundo, podía ser increíble, pero repito, y como siempre, es mi humilde opinión, no merece lo que vale, si no te importa gastarte el dinero, y si no tienes una mejor alternativa, pues ya sabes, vas y luego me cuentas tu opinión.

Pero lo que acabó ya de rematar para mal esta excursión, fue la cena, qué horror, el restaurante le tomé el nombre para ponerlo aquí y si os enteráis que os van a llevar a este, NI SE OS OCURRA ACEPTAR, el restaurante se llamaba CHERISTO. Y no es el que lugar en sí sea malo, todo lo contrario, podréis comer o cenar en su zona al aire libre con vista a las pirámides pero tanto la comida, horrorosa, como el trato, camareros rudos que te echan la comida como si lo hicieran al ganado hacen de este sitio una experiencia que no recuerdo haberla tenido tan malo en mis múltiples viajes. Esto es uno de los peligros de los viajes organizados, lugares que no puedes chequear antes en las típicas webs de opiniones y que no tienes más remedio que aceptar.

Viernes 13 de mayo

Madrugamos de nuevo y tras nuestro copioso desayuno, teníamos el día entero para visitar el Cairo.

Comenzamos el día yendo a la mezquita de Muhammad Alí, también llamada de Alabastro por el material utilizado en su construcción. Aquí es importante llegar pronto porque es una de las principales atracciones de El Cairo y se llena de autobuses rápidamente. Para acceder primero a la llamada Sala de Oración hay que descalzarse así que podría ser buena opción llevar en la maleta unas calzas para esta y otras mezquitas.

Fue construida entre los años 1830 y 1848 en memoria del difunto hijo del gobernador otomano Muhammad Alí y es una visita más que imprescindible. Su interior es maravilloso y me recordó a las enormes y preciosas mezquitas de Estambul.

Este punto tiene unas magníficas vistas ya que está situada en un punto elevado de la Ciudadela de Saladino, la residencia de los soberanos de Egipto durante 700 años. Desde allí podréis ver los colores ocre de esta megaurbe, siempre azotada por la arena del desierto. A menudo pensaba, si se propusieran en algún momento limpiar a fondo esta ciudad, ¿cuánta gente y sobre todo tiempo se necesitaría? yo creo que años…

Tras esta visita nos dirigimos al otro imprescindible de la ciudad, el Museo Egipcio. Lamentablemente y por apenas unos meses no pudimos disfrutar del nuevo museo, mucho más grande y moderno que abrirá sus puertas en teoría en este 2022. Reunirá más de 45,000 piezas procedentes de diferentes museos, de las cuales más de 20,000 no han sido todavía mostradas al público y su coste parece que alcanzará los 1,000 millones de dólares, ocupando una superficie de más de 50 hectáreas.

Aunque nos tuvimos que conformar con el actual, por los tesoros que alberga, no deja de ser un lugar espectacular.

Guiada por las explicaciones de nuestro amigo Mustafá fuimos haciendo paradas en lo que le parecía lo más importante. Por supuesto nos habló de todos los expolios de arte egipcio que han hecho que algunas obras, como por ejemplo la célebre Piedra de Rosetta se encuentre en el Museo Británico, el tema se ve que lo llevan ahí clavado los pobres egipcios.

Hay mucha historia que contar y dejo que os la cuente vuestro guía, que seguro lo hará mucho mejor. Encontraréis momias reales y objetos de todo tipo, la mayoría fascinantes.

Como no, la joya del museo es la tumba de Tutankamon, descubierta en 1922 por Howard Carteen, que trasladó a este museo lo que se encontró en aquella tumba del Valle de los Reyes de Luxor, más de 5,000 piezas entre la que destaca la maravillosa máscara funeraria de oro macizo y que alucinaréis al verla en su vitrina. ¡¡Carter tardó 10 años en catalogar todo lo que encontró!!

Nos llevaron a comer al restaurante Bonne Soirée, un buffet de unos 20 platos que este no estuvo mal para la media del viaje, este sí lo recomendaría.

Por la tarde dimos un paseo por el atractivo y singular barrio copto. Los coptos son los egipcios cristianos, la mayor comunidad cristiana de Oriente Medio. En origen, la palabra copto se refería a todos los habitantes de El Cairo, pero con la llegada de los árabes y la expansión del islam, el concepto pasó a referirse a todos los cristianos egipcios.

Visitamos la llamada Iglesia Colgante, aunque su nombre oficial es la Iglesia Ortodoxa Copta de la Santa Virgen María, aunque en árabe es simplemente Al-Muallaqa. Es el santuario copto más importante y antiguo de El Cairo y su nombre se debe a que su nave principal fue construida sobre la puerta sur de lo que un día fuera la fortaleza romana de Babilonia. Su construcción se remonta al siglo III o IV d. C.

Luego recorrimos las callejuelas estrechas de toda esta zona que a mí me encantan, tanto o más que las iglesias y templos, me apasionan estos lugares, con sus mercados y sus negocios de todo tipo.

A continuación nos dejaron tiempo libre para visitar el gran bazar de la ciudad, el llamado zoco de Khan el Khalili.

Ojo cuando os metáis en el zoco, no acabéis perdidos porque como os imaginaréis acabaréis absorbidos en esa maraña de calles estrechas y abarrotadas de gente.

El grupo en el que íbamos enseguida nos llevó a visitar la tienda del famoso «Jordi», un egipcio que se hizo llamar así y cuya tienda se ha hecho muy famoso entre nuestros turistas compatriotas. Aunque no compramos nada, pudimos saber por boca de nuestros compañeros de viaje que la tienda efectivamente tiene buenos precios y además la atención del egipcio «catalán» es bastante buena.

Tras una media hora de pasear por las calles decidimos volver a nuestro punto de encuentro, el cansancio pesaba ya. Por supuesto recomiendo visitar este mercado y con tanta competencia siempre es posible conseguir buenos precios, así que a los amantes del regateo, este es vuestro paraíso.

Después de aquella visita, y dado que ya era nuestro último día, nos despedimos de Mustafá, nuestro fantástico guía para continuar con otra excursión incluida en nuestro pack de viaje, denominado Cairo nocturno, así que con otro guía diferente comenzamos un paseo por la calle Moez, muy famosa y conocida, de un kilómetro de longitud y que además de puestos de artesanos, a lo largo de ella encontraréis mezquitas fabulosas como la deslumbrante Al Hakim.

La excursión en teoría incluída la visita al famoso Café de los Espejos pero ni rastro de él, en su lugar nos llevaron a tomar algo en la azotea de un café llamado Abo Alaraby, pero como cuesta encontrarlo en Internet, os paso la dirección: 100 Al Moez Ldin Allah Al Fatmi, El-Gamaleya. La verdad que el sitio estaba bien, al lado de la mezquita Al Aqmar y con buenas vistas de la calle Al Moez, además coincidimos con uno de los cinco momentos de oración al día y sentados ahí charlando, escuchando de fondo la llamada al rezo, fue de lo más auténtico, me encantó.

Continuamos hasta el final de esta calle que me encantó, nada de inseguridad y sí mucho ambiente y tiendas muy originales, para al final volver a subir al autobús que nos llevó cerca del río para cenar.

Entramos en el restaurante Al Saraya, muy cerca del hotel, que es un barco convertido en restaurante. Es antiguo, parece lujoso, de nuevo con esa decoración que lo defino como un poco «casposo», y no os esperéis mucho de la comida, servicio lento y poco profesional, ¿lo mejor? las vistas, sin más.

Esta excursión, a pesar de que la cena fue un poco decepcionante, también la recomiendo si no tenéis una mejor opción que hacer.

Tras este último tour volvimos al hotel, y aunque estábamos bastante cansados, subimos al bar que hay en la azotea para disfrutar de sus espectaculares vistas y que recomiendo visitar.

Tras tomar una copa a un módico precio, volvimos al hotel para al día siguiente ir al aeropuerto para tomar nuevo vuelo de vuelta a Madrid.

La nota general del viaje es buena, y aquí os pongo, para finalizar, pros y contras de este viaje organizado:

PROS:

  1. El hecho lógicamente de que todo está organizado es una ventaja en sí misma ya que no hay que preocuparse de nada y en general estuvo bien planeado todo y no hubo retrasos de consideración.
  2. Coste del viaje: buen precio que difícilmente habría salido más barato yendo por libre, todo muy ajustado.
  3. Visitas guiadas: el tener un guía tan bueno como el que teníamos, o al menos alguien que te explique todo es una grandísima ventaja, nada que ver si visitásemos todo esto sin ninguna explicación o con las frías audioguías. Además con un guía en otros momentos puedes preguntarle todo tipo de cosas y eso creo que le da un plus importante a cualquier visita.
  4. En este viaje en concreto, la verdad que el guía intentó en todo momento hacernos el viaje lo más cómodo posible, evitando aglomeraciones siempre que pudo y tiempos de espera, aplicando para ello los «trucos», la experiencia y la picardía lo mejor que pudo.
  5. Nos tocó, y eso sí que es suerte, un grupo de compañeros muy muy bueno, lo pasamos bien, con el paso de los días cada vez fuimos estrechando lazos y esto sí que, si tienes la suerte que tuvimos nosotros, es un plus más del viaje.

CONTRAS:

  1. Como todo viaje organizado ya de antemano, no tienes opción de modificar nada del programa del día, sólo coger excursiones extras que os ofrecerán.
  2. En ciertos momentos había mucha confusión en las diferentes excursiones que tenía incluída cada uno del grupo y perdimos bastante tiempo en organizar cuánto pagaba cada uno, qué hacía cada uno, con qué guía iba cada grupo (esto ya más en El Cairo), etc. Lo mejor sería que todos los del grupo fueran con el mismo mayorista o todos tuviéramos el mismo tipo de viaje con las mismas visitas.
  3. La comida podría mejorar, ya sé que el precio está ajustado pero también sabiendo los precios en estos países, a veces no disfrutamos del mejor servicio y calidad.