



















Este viaje a las Antípodas no es uno cualquiera, para mí ha significado el VIAJE con mayúsculas. Es aquel que un viajero como yo sueña y que parece increíble que finalmente uno lo pueda llevar a cabo, por lejanía, por tiempo, por sobre todo el coste económico que supone, no sé, porque es un destino que parece inalcanzable pero gracias a un esfuerzo y tras una minuciosa preparación para evitar intermediarios y agencias y así ahorrar en el presupuesto, alcanzar este super destino fue posible. Además fue muy especial para mí porque lo pude hacer con mi hija de 11 años, cuarto viaje ya de su vida fuera de España y primero fuera de Europa, menudo destino para estrenarse.
Tengo que decir que me hubiera gustado estar más tiempo en el país, visitar la Gran Barrera de Coral, subir más hacia el este hacia Brisbane y Gold Coast, visitar el Monte Uluru e incluso la costa oeste pero el tiempo y el dinero son los que son y no se pueden estirar. Australia es enorme, recordemos que es el sexto país más grande del mundo y España apenas ocuparía un 6.5% de su territorio y sin embargo tiene un poco más de la mitad de habitantes que nuestro país, sólamente 26.5M (2023).
Para que os hagáis una idea de su tamaño, en este mapa podéis ver una simulación de lo que ocuparía Europa (sin tener en cuenta ni Rusia ni Escandinavia) dentro de Australia.

Pensé desde el principio no llegar al continente directamente porque el viaje (más bien, los viajes) en avión para llegar allí, realmente son terribles de cansancio y por ello preparé una escala para la ida y vuelta en un destino como Kuala Lumpur, que a la postre, resultó ser creo un gran acierto.
Después de para la ida hacer una escala de dos días y medio en la capital de Malasia y que podéis consultar en detalle en mi entrada KUALA LUMPUR llegamos a Melbourne en un vuelo con la compañía precisamente malasia de bajo coste Air China. Mucho cuidado con esta aerolínea porque nos cambió dos veces la fecha de ida y regreso y es muy muy exigente con el peso de las maletas. Si tienen que pesar 10 kg, debéis estar convencidos de que no os libraréis y os las pesarán.
Un 19 de marzo a las 5 de la madrugada y realmente muy cansados por haber dormido poco en el vuelo de 7 horas desde KL, tocábamos por primera vez un nuevo continente, Oceanía 🤗🤗.

Veníamos un poco asustados por la fama que tiene este país de hacer exhaustivos controles y trámites para entrar en él, pero nada más lejos de la realidad, sólamente encontramos un cartel de lo que estaba prohibido introducir en el país pero ni nos registraron el equipaje como esperábamos ni nada, no sé si influyó de dónde venía nuestro vuelo pero la verdad que nos sentimos aliviados porque traíamos comida de Malasia.
Obviamente no olvidéis tramitar el visado antes de llegar a Australia que se puede hacer fácilmente por internet y es gratuito.
En el propio aeropuerto compramos tarjetas SIM para todos con la compañía OPTUS, por las que pagamos 25$ (15€) por cada una. No recuerdo los gigas de almacenamiento que incluían pero nos dió de sobra para todo el viaje.
Nuestra intención de ese primer día era recoger el coche de alquiler que había gestionado desde España y comenzar nuestro camino hacia el oeste. Ese día que empezaba tan temprano teníamos planificado recorrer de este a oeste la famosa Great Ocean Road, una ruta que además de bonita, tiene una interesante historia detrás. Resulta que tras la Primera Guerra Mundial, muchos de los soldados que regresaron a casa no tenían trabajo con el que ganarse la vida. Por tanto, y por iniciativa popular, en 1931 se decidió construir la Great Ocean Road, para que por una parte pudiera emplear a todos esos trabajo a miles de soldados y por otra sirviera de homenaje a todos aquellos que fallecieron en combate. Con sus más de 240 kilómetros, es considerada el monumento de guerra más grande del mundo.
Sería recomendable dedicarle más tiempo del que quizás le dedicamos nosotros pero el tiempo es el que es, de todas maneras, sinceramente tampoco estaría aquí más de dos días para recorrerlo, salvo que dispongas de muchísimo tiempo y te interese cada detalle.
En cuanto al alquiler del coche deciros que hice la reserva desde España con la compañía East Coast Car Rentals y la verdad que la experiencia no pudo ser más satisfactoria, recomendable al 100%. Esperábamos un precio muy alto pero nada de eso. Pagamos por este magnífico Hyundai Tucson 1,260$ (al cambio actual unos 760€) por 9 días y lo mejor de todo, con seguro a todo riesgo y kilómetros ilimitados. Además al llegar a Melbourne te mandan unas instrucciones para que les avises por teléfono y te van a buscar ya que la oficina la tienen a unos minutos del aeropuerto.

El coche, casi nuevo y de cambio automático, pudimos enseguida conectarle el Google Maps que nos haría el viaje mucho más sencillo, siempre con Manolo a los mandos, y que sea ha hecho ya un experto de la conducción por la derecha. Cogimos rumbo hacia el suroeste y ¡¡empezamos la aventura aussie!!
Nuestra primera parada serían los famosos outlets de la ciudad de Torquay, absoluta cuna del surf y donde nacieron marcas comerciales tan internacionales y famosas como Rip Curl y Quicksilver. No es extraño que el surf en este país sea casi una asignatura obligatoria en la escuela, con el 85% de la población viviendo a un máximo de 5 km de la playa, se respira surf por todos sitios.
Esperábamos unas tiendas más grandes y «glamorousas» pero encontramos tiendas más bien pequeñas y apartadas, pero eso sí, a reventar de stock y la verdad que con buenos precios aunque no regalados. Con descuentos las camisetas salían por unos 20 – 25€ al cambio, y como no, compramos un par de ellas de recuerdo.



Después de esa parada nos acercamos a un supermercado a hacer una compra grande para los siguientes días. En Australia hay dos cadenas de supermercados que veréis por todo el país, Woolworths y Coles, también hay algún Lidl pero lo más numerosos son los primeros. Ese día entramos en un Coles y gastamos casi 100€, tengo que decir que acabaríamos coincidiendo en que en líneas generales nos gustó más Woolworths (nos pareció algo más barato este). Pensaréis como yo antes de ir que todo estaría mucho más caro que en España pero no lo encontramos tan exagerado, quizás de media entre un 30% – 40% (pensar que los sueldos son aproximadamente el doble (30,2K€ anuales en España vs 59,7K€ (datos 2023)) y dependiendo de los productos. Es verdad también que cuando fuimos, el euro estaba fuerte con respecto al dólar australiano, a un cambio de 1€ – 1.65$AUD, en el pico de cotización de los últimos 5 años. Por ejemplo en agosto de 2022 estaba a 1.47$.
No hacía muy buen tiempo con lo que de moral, con lo agotados que estábamos tras el viaje nocturno, no andábamos muy sobrados.
Hicimos como no una parada en una playa mítica, Bells Beach, que aunque con mal tiempo, siempre están ahí los valientes surfistas.
Allí se celebra la Bells Beach Pro, el evento más antiguo en la historia del surfing. Comenzó en 1962 y se volvió profesional en 1973. Para mucha gente este lugar define la esencia y el espíritu de la cultura de este deporte.

Tenía apuntado parar en el Anglesea Golf Club donde podríamos tener el primer encuentro con canguros, o wallabies, éstos últimos más pequeños que los primeros y más numerosos en el país aussie, pero decidimos no hacerlo finalmente ya que comenzó a llover.
Justo salió el sol y donde sí decidimos hacer un stop fue en el Memorial de la ruta (Memorial Arch), parada obligada para hacerse la foto… Os aconsejo que leáis los carteles informativos, son muy interesantes y cuentan la historia de esta mítica carretera.

Cerca de aquí si tenéis tiempo podéis visitar el pueblo de Lorne y las cascadas Erskine Falls (a 23 kms de Lorne).
Un rato después, nos pilló de nuevo un aguacero que hizo que no saliéramos a ver nuestro siguiente punto anotado, el Split point lookout, otro bonito mirador al lado de un faro.
Seguimos ruta y ahora sí que se abrió el cielo y pudimos parar y disfrutar del mirador Teddy’s Lookout, más conocido. Aquí no hacíamos más que mirar por el camino porque era posible ver algún koala, pero ni rastro de ellos.

Un rato después sí que llegaríamos a un punto donde según todo lo que leí se veían sí o sí en libertad en las copas de los árboles. El lugar se llama Kennett River Koala Walk.
Al llegar a ese punto veréis un bar que se llama Koala al lado de un camping, desde allí sale un camino asfaltado a mano izquierda paralelo al camping que está lleno de eucaliptos. Allí seguramente veréis ya a gente parada y si os acercáis los veréis como nos pasó a nosotros, ¡qué emoción!. Es verdad que estaban en las copas más altas de los árboles y no se podían apreciar del todo bien, pero esto ya nos hizo aplacar las ganas que teníamos de verlos. Liria estaba eufórica, ¡por fin los veíamos!
Continuamos el camino y decidimos parar a comer en Apollo Bay, quizás el pueblo con mayor oferta de restauración de la zona y decidimos hacerlo finalmente en un restaurante asiático llamado Chopstix Asian Noodle Bar. Por 6 platos y 2 bebidas pagamos 119$ (unos 68€), precio alto para lo que comimos, comida asiática, ¿opinión? normalito.

Emprendimos la marcha y por fin llegamos a un sitio emblemático, un lugar que la primera vez que lo ví, no sé si por la foto tan fantástica que despertó mi atención, me enamoré y desde ese día dije que algún día lo vería con mis propios ojos, son los famosísimos Doce Apóstoles. Una espectacular playa con gigantescas formaciones de piedra caliza que se alzan a más de 45 metros sobre el mar y de donde procede su nombre, rebautizado en los años 50 del pasado siglo.

En realidad, esos bloques nunca fueron 12, sino 9, y actualmente debido a la fuerza del mar, sólo quedan 8, el último colapsó en 2005. Ellos son los protagonistas del lugar más visitado de toda Australia después de la Opera de Sidney, ya que la visitan anualmente más de 2,5 millones de personas y se esperan ya 4 millones para 2026.

Agotados como nunca, con un sueño increíble llegamos a nuestro destino donde pasaríamos la noche, se llamaba Great Ocean Road Tourist Park, en la localidad de Peterborough. Este bungalow sería el alojamiento que iba a ser el más modesto de todo el viaje. Pagamos 215$ (unos 130€) por esa noche. No es que fuera el sitio más acogedor y amplio del mundo pero estaba limpio y en calidad-precio yo creo que resultó muy bien. Cenamos lo que habíamos comprado en el supermercado y nos fuimos a dormir enseguida, no podíamos más.





Esta es la ruta que habíamos hecho ese día, recorriendo de este a oeste la célebre Great Ocean Road.

JUEVES 21 MARZO. Día 2.
Este día dudé mucho antes de venir si por la mañana debíamos seguir o no hacia el oeste hasta el bonito pueblo pesquero de Flagstaff Hill Maritime Village pero finalmente decidí tomárnoslo más tranquilamente y volver hacia Melbourne. De esta manera también podríamos visitar de nuevo y más tranquilamente toda la zona de los Doce Apóstoles que tiene varios lugares interesantes además de la playa principal que habíamos visto el día anterior. Era temprano, sobre las 8 y media, habíamos descansado y lucía el sol, ¿qué más podíamos pedir?
Nuestra primera parada fue un lugar llamado The Grotto al que se accede bajando unas escaleras. Me gustó mucho el entorno de arenisca y el mar golpeando los acantilados.

Si bajáis unas escaleras encontraréis un pequeño embalse o sumidero (no sé exactamente cómo definirlo) que combinado con la erosión de los acantilados causada por el mar y el viento han dado como resultado la formación actual de la pequeña gruta, bien, sin más.

Volvimos al coche y nos acercamos a otro punto interesante que a mí personalmente me gustó más y que recomiendo visitar. Es esta playa tan bonita, que nos la encontramos tan tranquila y tan desierta, que nos encantó.

En la zona de la izquierda de nuestra vista asomados al mirador que hay, pudimos apreciar el llamado London Arch, anteriormente llamado London Bridge pero que cambió de nombre debido al derrumbe de la parte superior del arco en 1990. Como nota curiosa decir que ese colapso dejó a unos turistas atrapados que tuvieron que ser rescatados en helicóptero. En esta foto podéis apreciar el islote separado de la costa.

Volvimos al coche de nuevo para seguir nuestra ruta hacia el este, y nos detuvimos en una zona de numerosos senderos y que hay que tener cuidado de no salirse por las continuas señales de serpientes venenosas😱 .
Aquí encontraréis 3 puntos destacables. El primero es el llamado desfiladero Loch Ard o Loch Ard Gorge, que tiene una curiosa historia detrás ya que su nombre se debe a un barco llamado Loch Ard que naufragó allí en 1878. Los dos únicos supervivientes del desastre fueron dos adolescentes que atravesando la garganta y los acantilados, consiguieron llegar hasta la playa que hoy en día le da nombre.

Un poco más al este, caminando, llegaréis al mirador llamado Tom and Eva Lookout, cuyo nombre proviene de los dos adolescententes supervivientes y que se llama así a un par de grandes rocas que son lo que queda de otro arco derrumbado hace siete años, el de Island Archway.

Seguimos recorriendo los senderos para llegar a otra formación muy curiosa, llamada Razorback, que se asemeja a un gran barco encallado, impresionante.

Volvimos al coche para ya llegar de nuevo, y ya como último punto de todo este interentasintísimo recorrido al famoso acantilado de los Doce Apóstoles. Qué preciosidad verlo con un día soleado como el que teníamos.

Nos deleitamos un rato más contemplándolos y le dijimos, nunca se sabe pero un ¿hasta nunca?… esperemos que no, aunque Australia está muy lejos.

Eran como las 10 de la mañana así que para aprovechar el día y visitar lo más posible Melbourne, fuimos por una carretera interior para llegar de la manera más rápida según Google Maps.
Esta es el camino que habíamos seguido esa mañana antes de tomar rumbo rápido hacia la capital del estado de Victoria.

En unas dos horas y media llegamos a Melbourne. Aprovecho para decir que el precio de la gasolina estaba más bajo incluso que en España (1.83$ – 1.10€ gasolina, 1.98$ – 1.19€ el diesel).
En lugar de acercarnos a nuestro alojamiento tenía planificado ir directamente a visitar lugares interesantes pero no de la zona del centro, el cual visitaríamos al día siguiente. Esta es una gran urbe de unos 5,2 millones de habitantes contando todo el área metropolitana (2023) que compite con Sidney por ser la ciudad más importante del país con la que mantiene una continua rivalidad. Aunque las cifras bailan según las fuentes, esta última supera en población a la primera pero por poco. Melbourne digamos que tiene un espíritu más bohemio, es considerada la capital cultural de Australia debido a sus galerías de arte y museos de primer orden, así como por el arte callejero. Además, ha sido declarada varios años seguidos como la mejor ciudad del mundo para vivir, con Sidney pisándole los talones por cierto.
Para llegar a nuestro primer punto de interés introducimos en Google Maps el llamado Shrine of Remembrance y conseguimos aparcar muy cerca de este popular lugar. Me descargué la APP Easypark y pudimos pagar un par de horas mediante la aplicación (8$ – 4.8€) que más tarde tendríamos que alargar.

Este lugar es fantástico sobre todo por su ubicación, que ofrece una preciosa panorámica de la ciudad y tiene un entorno muy agradable. Fue construido como un monumento a los habitantes del estado de Victoria que sirvieron en la Primera Guerra Mundial y actualmente se ha convertido en un monumento a todos los australianos que han servido en la guerra.


Comimos en sus jardines un bocadillo y entramos dentro del memorial que además es gratuito donde se cuenta la historia militar de Australia, además de presentar objetos, uniformes y fotografías de la guerra.
Os aconsejo subir a la parte de arriba desde donde tendréis una espectacular panorámica del skyline de la ciudad. Una visita por tanto de lo más recomendable.

Desde allí no hacíamos más que oír el ruido de motores, no en vano tuvimos la coincidencia de que en el siguiente fin de semana se iba a celebrar allí el Gran Premio de Fórmula 1. Saber que estaban tan cerca compatriotas como Carlos Sainz y Fernando Alonso, piloto que admiro profundamente hizo que no pudiéramos evitar acercarnos al circuito.
Llegamos a las taquillas y pagamos los 45$ (27€) por los tickets. Recordemos, era jueves y ese día luego nos dimos cuenta que todavía no salen a rodar los monoplazas «famosos». El ruido ensordecedor que oíamos era de otro tipo de coches, Porsche concretamente.

Pero bueno, pudimos ver el ambiente, las diversas atracciones que muestran como coches antiguos, stands de merchandising, exhibiciones, etc. Nos subimos Liria y yo a una pequeña noria gratuita desde que la que pudimos ver esta espectacular perspectiva tanto del circuito como de la ciudad al fondo. Recordemos que esta zona se llama Albert Park, un bonito parque con un lago en medio.

Curiosamente esta foto de abajo sería anécdotica porque el domingo, 3 días más tarde, supimos que Carlos Sainz había ganado la carrera, la segunda de su carrera deportiva, le di suerte, ¿no?

Después del circuito volvimos al coche y nos acercamos a St Kilda Beach. El sol se estaba escondiendo en el horizonte y la playa, aunque hacía algo de viento frío, estaba llena de gente haciendo deportes de todo tipo. Un ambiente de lo más agradable.

La calle con más movimiento de esta zona es Acland Street, donde restaurantes, bares y tiendas se mezclan con antiguas casas de finales del siglo XIX, algunas de las cuales han sido reconvertidas en apartamentos. Dimos un paseo por la zona y de vuelta al coche vimos el famoso mini parque de atracciones Luna Park con su célebre boca de Mr Moon engullendo a los visitantes. Abierto en 1912 nada menos, alberga la montaña rusa de madera que ha funcionado durante más tiempo de todo el mundo.

En las calles aledañas encontramos un pequeño supermercado Woolworths que aprovechamos para hacer algo de compra y aquí os pongo una foto curiosa, fijaos que regalan a los niños, nada de chucherías precisamente…

Tras esto regresamos al coche y ahora sí nos fuimos a nuestro alojamiento, y qué gran alojamiento, fue de lo mejor del viaje, y eso que lo encontré en el último mes porque el anterior me lo ordenó cancelar el propietario. Su nombre es este tal cual como aparece en Booking.com Dylan的小屋 (os pongo aquí la dirección por si cambiara de nombre: 12 Stalwart Street, 3030 Point Cook) y realmente era una casita baja, típica australiana, similar a las estadounidenses y de la que os pongo un vídeo para que veáis bien lo fantástica que era, 3 habitaciones, 2 baños, un salón enoooorme y hasta una habitación con lavadora y secadora, impresionante, ¿y os preguntaréis cuánto pagamos por las dos noches? 386€, para nada desorbitado, nos enamoramos de ella.
Como anécdota, si no tenéis una pastilla para el lavavajillas, no le echéis en su lugar un chorrito del típico líquido que tenemos todos para fregar a mano porque ya véis lo que pasa…. estuvimos a punto de hacer la fiesta de la espuma 🤣🤣.

Después de limpiar todo bien, nos fuimos a dormir.
Os muestro como siempre el recorrido que habíamos hecho esa tarde ya en Melbourne.

VIERNES 22 MARZO. Día 3.
Madrugamos y desayunamos en nuestra flamante casa y de la que pongo otro vídeo del barrio y del exterior para que veáis de nuevo como mola. Ya sabéis, si venís a Melbourne y no necesitáis un alojamiento super céntrico, esta es una buenísima opción.
Por no llevar el coche al centro, lo aparcamos junto a la parada del metro de Williams Landing Station y tras comprar una tarjeta llamada Myki Money que podéis adquirir en las estaciones y recargar hasta en los supermercados 7eleven nos dirigimos al centro.
Nuestra primera parada fue la espectacular State Library Victoria. Fue fundada en 1854, unos años más tarde que la de Sidney. Os aconsejo subir hasta la cúpula, entrar hasta la Cowen Gallery y coger el ascensor hasta el tercer piso. Luego veréis unas escaleras que os llevarán hasta la cúpula en el sexto piso desde donde podréis disfrutar de estas preciosas vistas.

A continuación nos acercamos al Parliament House, que se comenzó a hacer en 1855 y luego fueron construyéndose poco a poco las diferentes secciones de este enorme edificio. Entre 1901 y 1927, sirvió como lugar de reunión del Parlamento de Australia, durante el período en que Melbourne era la capital nacional temporal. Hay visitas gratuitas guiadas pero nosotros no pudimos porque justo ese día había una sesión plenaria.

Cerca del anterior nos acercamos al Old Treasury Building, uno de los mejores edificios del siglo XIX del país y de estilo neorrenacentista. Fue construido entre 1858 y 1862 en el apogeo de la fiebre del oro de Victoria y reflejaba la riqueza de este estado en aquel momento. Me pareció muy curioso que el arquitecto que lo diseñó (JJ Clark) lo hizo con tan sólo ¡¡19 años!! y diseñó las bóvedas de oro en el sótano para almacenar el mineral precioso que inundaba la ciudad. Entramos gratuitamente y nos atendió una entrañable septuagenaria que nos explicó muy amablemente esta historia del edificio.

Para descansar un poco, hicimos en una parada en uno de los múltiples cafés de la ciudad, no en vano, Melbourne es famoso por su obsesión por el café. Se estima que sus habitantes se gastan de media unos 750$ por persona en esta bebida.
A las 13h había reservado desde España un free tour con Civitatis cuyo punto de encuentro se encontraba en la espectacular Flinders Train Station, inaugurada en 1909.

Allí nos esperaba nuestro guía, un desaliñado francés con un buen castellano que sería nuestro cicerone en las siguientes dos horas a una veintena de hispanohablantes.
Comenzó con diversas informaciones interesantes sobre la historia de la ciudad y enseguida nos acercamos a la cercana catedral de Saint Paul. Pertenece a la diócesis anglicana y es de estilo neogótico.

Nos contó también la interesante historia de John Batman, que fue el firmante del llamado Tratado de Batman, un documento firmado en 1835 con un grupo de aborígenes que se trata de la única ocasión documentada en la cual los europeos negociaron su presencia y ocupación de tierras con los dueños tradicionales de ellas.

Caminamos por las orillas del río Yarra donde tuvimos unas preciosas vistas de la ciudad, esto tenéis que hacerlo sí o sí.


Luego fuimos a descubrir el street Art, una joya de identidad de esta ciudad. Comenzamos quizás con la más famosa, que os presenta Liria 😁, la fantástica Hosier Lane.

Hay graffitis espectaculares, muy bonitos, cuidados, todo muy limpio.

Pasamos también por Presgrave Place, otra calle célebre, cuya característica novedosa son estos originales marcos.

Como no, teníamos que ir a la AC/DC Lane, calle dedicada en 2004 al famosísimo grupo británico-australiano de rock. Curiosamente en ese año, las autoridades hicieron varias copias adicionales de la placa con el nombre previendo que alguien se las llevara de recuerdo.

Podréis ver otras calles como Duckboard Place, Hardware Lane, Rutledge Lane de las que no pongo fotos, mejor que las descubráis.
A continuación tocaba ver las dos galerías comerciales más bonitas e interesantes de Melbourne. La primera es Block Arcade, espectacular, situada en Collins Street, ocupa todo un antiguo edificio de estilo victoriano. Entre sus tiendas encontraremos las más famosas firmas de lujo a nivel internacional y las firmas australianas con más reconocimiento en ropa o joyas.

La otra está muy cerca, y es la más antigua y también la más bonita para mi gusto, la Royal Arcade, inaugurada en 1869.

Terminamos ya sobre las 15h y muertos de hambre nos propusimos hacer otra experiencia un tanto «friki», si lo podemos llamar así, que no era otra que probar la carne de canguro. La verdad que no fue fácil encontrar un restaurante y es que no es muy frecuente consumir esta carne pero tuvimos la suerte de que el lugar donde nos dejó el guía estaba al lado del que tenía apuntado, Metro Burgers. Una vez allí, que es un lugar de lo más sencillo y pequeño, pedimos la hamburguesa que según nos dijo el dueño, lo hacen del solomillo porque es una carne bastante dura. La verdad que estaba muy buena y no la noté especialmente diferente a la que estamos acostumbrados de ternera. Pagamos 36$ – 22€ cada uno por la hamburguesa, que aunque la foto engañe, era pequeñita.

A continuación dimos un paseo por el centro y compramos algunos souvenirs. Os informo que en la zona del centro el tranvía es gratuito así que os podéis mover prácticamente a todos los lugares más visitados de la manera más cómoda y sin gastar un dólar.

Para descansar y tomar un café, a pesar de que no es difícil ya que en la ciudad hay más de 2,000 cafeterías, nos acercamos a una llamada Brunetti. Se trata de uno de los cafés más emblemáticos de Melbourne que comenzó su andadura en 1985.




Estaba como no llena de gente, lo cual es habitual según nos comentó una simpática camarera española. Hay multitud de helados, tartas y dulces con una pinta extraordinaria. Pagamos 25.2$ (15€) por dos cafés y dos zumos, me lo esperaba más caro la verdad.
Después de esto, ya bastante cansados, decidimos regresar a nuestro apartamento. El día había sido largo y habíamos hecho una buena kilometrada.
Si tenéis tiempo os recomiendo ir desde el Riverslide Skate Park hasta el puente Princes Bridge para ver el atardecer y continuar recorriendo el Southbank Promenade si os véis con ganas, nuestro día no daba ya para más.
Este es el recorrido con algunas de las paradas que habíamos hecho ese día.

SÁBADO 23 MARZO. Día 4.
Este era el último día en Melbourne y comenzaba nuestro recorrido hacia el este, hacia Sidney, pero antes teníamos unos cuantos planes todavía en el estado de Victoria.
Lo primero que ibamos a hacer era algo que sobre todo a mi hija le apetecía mucho, y no era otra cosa que ver de cerca a los koalas. Habréis oído muchas veces lo del abrazo del koala, pues bien, hay un hecho curioso que hace que en el estado de Victoria no esté permitido tocar a un koala, cosa que sí sucede por ejemplo en el estado de Queensland, así que si lo queréis abrazar os tocará ir a Brisbane por ejemplo.
Habíamos reservado la llamada Koala Experience en un zoo llamado Healesville Sanctuary, y que se encontraba al noreste de Melbourne, a unos 95 kms de nuestro hotel.
Entramos en el recinto y fuimos viendo los diferentes animales, algunos de ellos endémicos australianos como el emú, el dingo y por supuesto el canguro saltarín.




Pero lo más emocionante llegó cuando vimos a los koalas, esos tiernos animalitos que parecen más un peluche que un ser vivo, son tan monoooos, no paraba de decir mi hija 🐨🐨

La actividad que contraramos permite ver de cerca a este gracioso animal en un grupo reducido de sólo 12 personas. Habíamos pagado 39$ (23€) por la experiencia y aparte la entrada 53$ (32€) que pagamos ese día. Aquí lo tenemos ahí al tío 🐨 todo tranquilo (como no)….
¿Algunas curiosidades de este animalito? pues que duermen nada menos que hasta 20 – 22 horas al día, básicamente porque les permite ahorrar energía y que aprovechan para digerir su alimento favorito, las hojas de eucalipto, de muy poco valor nutritivo. Pueden comer más de un kilo de este alimento que en grandes cantidades puede resultar tóxico y que matarían a cualquier otro mamífero incluso de mayor tamaño, pero que a ellos lógicamente no les afecta, están tan panchos.
Tras verlo un rato, todos pensamos lo mismo, qué pena no poder abrazarlo y tocarlo, pero…🤷♂️

Continuamos viendo la zona de reptiles, aves, etc, me recordaba mucho al pequeño zoo Faunia de Madrid.
Tras unas tres horas de visita volvimos al coche y condujimos durante una hora y cuarto aproximadamente para llegar a nuestro siguiente destino, la famosa playa de Brighton Beach. Realmente comprende varios kilómetros de playa divididos en zonas con distintos nombres: Brighton, Middle Beach y Dendy Street Bech (en esta última están las casillas de colores). Dejamos el coche en un parking donde tuvimos que pagar por el tiempo que estimábamos nos llevaría la visita y tras prepararnos unos bocadillos nos acercamos a comernóslos junto al mar.
La playa es de aguas cristalinas y lamentablemente el clima no acompañaba y con el viento frío no apetecía el baño.

Si tenéis tiempo y os gusta caminar, hay por lo visto un paseo desde la Playa St Kilda hasta aquí de aproximadamente una hora bordeando la costa.
Lo que se ha hecho más célebre de esta playa, quizás por su colorido que siempre queda muy bien en Instagram😛, son las Bathing Boxes, que son de propiedad privada. LLevan ahí desde incluso el siglo XIX y hay familias que simplemente las utilizan para guardar su “material playero”, pero otras han conseguido montar en ese diminuto espacio cocinas, duchas y salas de estar. He leído por ahí que en 2019 se vendió una de ella en nada menos que al cambio unos 200,000€!!!

Volvimos al coche y continuamos camino hacia el sur, ahora hasta la Isla Phillip, otro de los lugares más visitados de Victoria que en verano incluso cuadruplica su población. Es un lugar muy visitado por los habitantes de Melbourne y es famoso internacionalmente por celebrarse ahí un gran premio de motociclismo, quién no recuerda al piloto australiano Casey Stoner ganando siempre en 500 CC aquí.
Por si os sirve, y que a nosotros no nos dió tiempo, tenía apuntado lo siguiente, por si vosotros sí que disponéis de él:
Subir a ver la playa de Woolamai Surf Beach, luego el pueblo de Rhyll al norte. Visitar también Flynns Beach y llegar al Noobies Centre.
No visitamos todo eso porque ya llegábamos un poco justos de tiempo a la isla y teníamos las entradas a la atracción principal de la isla. La verdad que planificando el viaje dudé en reservar o no esto porque podía rozar la turistada pero finalmente lo hice porque es verdad que es algo diferente.
La atracción se llama Penguin Parade y es ver desde la orilla como una colonia de pingüinos regresan del mar a sus madrigueras en la playa tras ponerse el sol. La organización que gestiona esto vió en su día un filón y ha fijado 3 lugares diferentes para su observación. Una más barata más alejada de la zona de llegada con una grada grande, una plataforma de madera que es donde fuimos nosotros y por el que pagamos 75$ (45€) cada adulto y la mitad Liria, e incluso hay una opción más cara debajo de nuestra plataforma a ras de suelo y cerrado por si hiciera mal tiempo. Podéis consultar toda la información en la web Penguins Parade.
Aparcamos el coche y ya vimos las riadas de gente hacia la atracción. Entramos en un gran pabellón de bienvenida donde tenéis diferentes informaciones, aseos, cafetería, souvenirs, etc.

Chequearon nuestros tickets que llevaban semanas reservados (era sábado) y salimos al exterior donde pudimos ver ya algún animalito tranquilamente custodiando su casa, ese día le habrá dado pereza salir 🤣🤣. No esperéis un pingüino como los que estamos acostumbrados, su talla habitual es de 40 centímetros de altura y apenas pesan un kilogramo.

Caminamos por un camino de madera y nos sentamos en nuestra plataforma asignada desde donde se veía toda la playa. Afortunadamente no hacía mucho viento ni mucho frío aunque llevábamos encima toda la ropa de abrigo que habíamos llevado al viaje por si acaso.

Llegamos pronto para coger un buen sitio y ahí esperamos a que fueran llegando los animalitos.
No dejan grabar cuando llegan para no distraerlos y piden estar en silencio, afortunadamente la gente lo cumplía. Llegaron por grupos y es verdad que los primeros hacen mucha gracia con sus graciosos andares, además emiten ruidos muy fuertes e incluso algunos se pelean. La verdad que son tantos (un cartel decía que el día anterior habían llegado 759) que se está un buen tiempo ahí esperando y se puede hacer un poco largo al final. Aún así como digo, no está mal la experiencia (sobre todo si vas con niños) y yo repetiría aunque tiene el componente comercial que no me gusta del todo.
Volvimos al coche ya de noche cerrada y a pesar de que no era muy tarde (en torno a las 20:30h), teníamos todavía un camino de casi dos horas y 150 kms hasta nuestro alojamiento, el Morwell Motel. Efectivamente hacía honor a su propio nombre y tenía las características de un motel como el de las películas americanas. Estaba bien, limpio, ideal para descansar tranquilamente.

Esta es la ruta que habíamos hecho ese día de alojamiento a alojamiento, parece que no nos alejamos mucho de Melbourne pero hicimos en realidad casi 500 kms, no está mal.

DOMINGO 24 MARZO. Día 5.
Nos levantamos y este era uno de los pocos alojamientos que incluía el desayuno así que fuimos a aprovecharlo y por cierto no estaba mal. Pagamos por dos habitaciones dobles 281$ (168€) que me pareció un buen precio.

Este día era a priori el menos interesante de todos y sólamente consistía en hacer kilómetros y acercarnos a la fiesta final del viaje, la esperada Sidney. La distancia entre las dos ciudades principales de Australia por la carretera más rápida son unos 900 kms, pero haciéndolo bordeando la costa como haríamos nosotros porque iríamos parando en algunos sitios, la distancia se va a más de 1,000 kms (unas 13h nada menos). Esto dice mucho de lo enorme que es este país.
Pocos sitios interesantes teníamos por delante, quizás la Ninety Mile Beach (una playa larguísima) y Raymond Island (posibilidad de ver koalas y a la que hay que llegar en ferry) pero no nos desviamos a verlo. Sí que paramos en Eden, un bonito pueblo en el que en invierno se ven orcas y que incluso tiene un museo sobre ballenas (Eden Killer Whale Museum). Buscamos un restaurante para comer pero como era domingo era difícil encontrarlo así que acabamos en un Mcdonald’s. Un menú pequeño nos valió 10$ (6€).
Muchos kilómetros de coche de nuevo este día, pobre Manolo.

Avanzamos sin parar y por fin llegamos a la zona de Bermagui, fin de nuestro trayecto de ese día. Por cierto esta zona es preciosa, llena de casitas bajas, todo verde, rodeado de bosques. Esa noche dormiríamos en un complejo llamado Ingenia Holidays Ocean Lake cuya entrada vaticinaba un lugar muy muy chulo.

Teníamos reservado un bungalow de 2 habitaciones por el que pagaremos 229$ (139€). El sitio no estaba mal, sin lujos pero muy amplio y estaba limpio, ideal para los cuatro que eramos. Aquí os muestro unas fotos y un vídeo.







Dimos una vuelta y la verdad que el complejo era una pasada de tranquilo y bonito.

Y abajo del todo llegamos al lago que tenía enfrente, espectacular.

Cenamos la comida que habíamos comprado en supermercados y pasamos una noche super tranquila y agradable, con una temperatura perfecta.
Esta es la ruta que habíamos hecho este día.

LUNES 25 MARZO. Día 6.
Arrancamos ruta pronto porque de nuevo teníamos bastantes kilómetros por delante. Este era el día en el que llegaríamos ya a Sidney y nos quedaban unas jornadas que para mí fueron las mejores del viaje, qué bien que estaban al final, lo bueno, siempre hay que procurar dejarlo para los últimos días.
Pasamos por la zona de Batemans Bay que es super bonita y a una hora y media de nuestro alojamiento ya teníamos un plato fuerte para parar donde tendríamos una de las experiencias mejores del viaje. Buscábamos Pebbly Beach. El GPS nos llevó en el último tramo por un camino de tierra y por fin llegamos al parking que dado que no eran todavía las 10 de la mañana no tuvimos que pagar nada. Nos acercamos a la playa, donde había leído que podríamos ver marsupiales (¿canguros? wallabies?) en libertad, ¿sería verdad? ¿podríamos incluso tocarlos de lo mansos que eran? la respuesta fue SÍ.
Con un fondo precioso mezclando lo verde con la playa y el mar, pudimos acariciar y disfrutar de un buen rato de los afables y tranquilos wallabies? canguros? no soy un experto y no me atrevo a decir cuál es cuál porque había uno pequeño pero otro que tenía una cierta altura y recordemos que los canguros pueden sobrepasar los 1,5 metros de altura y alcanzar pesos de 90 kilogramos. En el caso de los wallabies, su tamaño no rebasa el metro de altura y su peso apenas llega a los 20 kilogramos. En cualquier caso, como lo disfrutamos, ¡buah! fue increíble, como digo, de lo mejor del viaje.


Aquí os muestro un pequeño vídeo. En todo momento fuimos super respetuosos con los animales, que quede claro.
Después de esta parada que a todos nos dejó con tan buen sabor de boca, llegó otra no menos interesante. Se nota que estábamos yendo al norte con respecto a Melbourne porque el calor apretaba así que que mejor momento que por fin probar las aguas del Océano más grande de la Tierra, el Pacífico. Había visto que hablaban muy bien de la bahía de Jervis, y más concretamente de la Hyams Beach, una playa por lo visto con una arena blanca inmaculada.
Dejamos el coche junto a la misma y cuando pisamos la arena… flipamos 😲, qué maravilla.

Después de un par de horas bañándonos y disfrutando de la playa seguimos hacia Sidney y nuestra intención era tomar un café en un mirador llamado Cambewarra Mountain. Llegamos y lamentablemente el restaurante estaba cerrado pero bueno, al menos estuvimos un rato disfrutando de estas fantásticas vistas.

Ahora ya sí que reemprendimos la marcha para llegar al broche final de nuestro viaje, que sería nuestra base para las próximas 4 noches.
Sidney, o Sydney en inglés, es desde luego la ciudad más importante de Australia. Ya sabéis, Juegos Olímpicos del año 2000 y una ciudad que compite con Melbourne, con una población como ya dijimos parece que ligeramente superior que aquella, unos 5,3 millones. Daré más adelante más datos de ella pero si hablamos por ejemplo de nivel de vida, el problema de esta ciudad es claramente la vivienda, ya que cuesta de media nada menos que un 82% más que la media nacional. Además la cesta de la compra también es más alta que por ejemplo en Melbourne.
Llegamos a nuestro alojamiento llamado Meriton Suites Waterloo reservado como siempre por la página Booking.com y la verdad que no pudimos haber elegido mejor opción porque como decía antes, todo en Sidney es carísimo, y por supuesto también los alojamientos. Dejamos el coche en la calle y como era ya tarde, no tuvimos que pagar, y al día siguiente saldríamos antes de la hora del comienzo.
Por este bonito apartamento pagamos por 4 noches 1,100$ (661€), eso son 165€ por noche para 4 personas, yo creo que está muy bien.




Hartos ya de comer bocadillos, buscamos un sitio cerca del hotel para ponernos ciegos y encontramos, como no, uno de pizzas 🍕.

Resultó ser una estupenda opción, las pizzas super buenas, incluso sin gluten, y nos atendieron de maravilla…. no sería el único día que iríamos.

Pagamos 101$ (62€) bebidas aparte, 15€ cada pizza, no está nada mal.
Este es el recorrido que habíamos hecho ese día.

MARTES 26 MARZO. Día 7.
En las proximidades de Sidney, tenía claro a qué lugar íbamos a dedicar un día entero, y ese era las famosas Blue Mountains, una cadena montañosa de hasta 1.200 metros de altitud. En esta ocasión no reservé las entradas con antelación porque me dijeron que aunque estábamos en la Semana Santa, los días fuertes serían entre el jueves y el domingo. Recordemos que las visitan unos 1,4 millones de turistas al año.
Desde nuestro hotel hasta las Montañas Azules teníamos unos 80 kms. y os recomiendo que si las váis a visitar, preparar bien lo que váis a ver porque hay «mil» miradores y «mil» rutas de senderismo.
Planifiqué bien la visita, y el primer mirador que íbamos a ver para abrir boca sería el Eagle Hawk Lookout, bien para abrir boca, sin más.

A continuación fuimos a comprar las entradas (pagamos 54$ –> 32€ los adultos, 32.4$ –> 19€ mi hija) para lo que llaman Scenic World, cuyo resumen viene muy bien explicado en esta imagen.

Este pase permite subir las veces que se quiera en las atracciones que lo componen.
Por cierto, no os habéis preguntado ¿por qué ese nombre de Montañas Azules? deciros que este parque nacional cuenta con una gran cantidad de eucaliptos que contribuyen a que la atmósfera esté llena de gotas de aceite finamente dispersas que, en combinación con partículas de polvo y vapor de agua, desprenden rayos de luz predominantemente de color azul, por eso a una gran distancia, parece apreciarse una nieblina de ese color, curioso ¿no?.
Este mapa también creo que os vendrá bien para vuestra planificación.

Comenzamos subiendo en uno de las atracciones del Scenic World, el llamado Scenic Skyway, un teleférico con el suelo de cristal, que cruza a 270 metros de altura sobre el valle Jamison y las cataratas Katoomba. Inaugurado en 1958, el Scenic Skyway fue el primer teleférico de Australia y permite llegar al otro lado para luego continuar hacia Echo Point y Three Sisters.

Una vez que bajáis tenéis que coger el camino para llegar al Echo Point Visitor Center, el sendero llamado Prince Henry Cliff Walk. A lo largo de él fuimos asomándonos a diferentes miradores como el Cliff View Lookout o el Wollumai Lookout, que es el de la foto.

Seguimos viendo otros como el Allambie Lookout o el Lady Darley’s Lookout, todos parecidos, bonitos obviamente, para terminar en uno de los más famosos, el Echo Point Lookout (Three Sisters). A la izquierda veréis las 3 formaciones rocosas que dan nombre a este lugar y que tienen como no, una leyenda detrás. Si podéis procurar llegar a este mirador por la tarde ya que por la mañana cuando llegamos nosotros daba todavía la sombra y no lucía tan espectacular como dándoles el sol.

Nos acercamos al Echo Point Visitor Center a comprar unos souvenirs. Desde aquí podéis acercaros a Katoomba, el pueblo de la zona, desde cuya estación de tren se puede llegar a Sidney si no disponéis de coche.

Tras las compras seguimos con mi ruta prevista, ahora de bajada.

Nos asomamos al Oreades Lookout para luego comenzar a descender los 800 escalones que componen la Giant Starway. Enseguida llegamos hasta la más cercana «Sister» de las tres, a la que se puede llegar atravesando un puente llamado Honeymoon Bridge pero que actualmente está cerrado por seguridad, qué vértigo.

El descenso por las escaleras es bien empinado pero a mí me encantó por las vistas y el entorno. No tanto por ver a la gente que lo estaba haciendo al revés y subían echando literalmente el corazón por la boca….🥵

Tras bajar la gran escalera y seguir un tramo del Dardanelles Pass Walking Track, continuamos hacia la derecha por el Federal Pass camino de la parte baja del Scenic Railway. Ni que decir tiene que hay otras bifurcaciones con senderos que van a sitios como las Leura Falls por ejemplo. Todo estaba en general muy bien señalizado.
Caminamos como casi una hora por un bosque frondoso y muy bonito.

Y finalmente llegamos al llamado Scenic Walkway, un sendero que recorre una zona que parece una selva tropical. Se trata de un paseo de unos 20 minutos de duración que totalizan 2.4 Km. sobre una pasarela elevada de madera que resulta ser la más larga de Australia.

También podréis ver en esta zona una antigua mina de carbón con la entrada original y fuera diferentes utensilios y réplicas, puesto para los turistas.

Por fin llegó la hora de montar en la atracción seguro más excitante de este Scenic World y que más nos apetecía montar, sobre todo a Liria, el Scenic Railway. Se trata del tren de pasajeros con más inclinación del mundo que recorre una ruta de 206 metros a través de un túnel antes de emerger al suelo del valle de Jamison. La pendiente es de nada menos que 52°. El ferrocarril original se construyó a finales del siglo XIX para dar servicio a la mina de carbón de Katoomba.




Nos pareció tan divertido que nos montamos dos veces, uno de subida y otro de bajada. Aquí os presento 2 videos cortos:
Estando abajo y como último trayecto para terminar arriba tomamos el último de los transportes del Scenic World, el Scenic Cableway, otro teleférico que asciende 545 metros hasta la cima de la montaña y que representa el transporte por cable más grande de Australia.

Una vez arriba dimos por finalizada esta zona, comimos un bocadillo y volvimos a nuestro coche para ir a descubrir otros miradores interesantes y que tenía apuntados.
Esta es la ruta aproximada que habíamos hecho en esta zona, como digo, yo hice esta, pero existen otras muchas posibilidades, ahí ya decidir vosotros.

A unos 13 kms llegamos a un mirador que había leído que era uno de los más impresionantes, el Govetts Leap Lookout. No se equivocaban, para mí fue el mejor de todos. Las vistas son mucho más amplias que los otros y no te pierdas a la derecha el hilito de agua que cae al vacio, la Bridal Veil Falls. Me quedé un buen rato alucinando con las vistas.

También fuimos al Evans Lookout, precioso también. Me gustaron estos dos más que el resto de los que vimos en cualquier otro sitio.

Por último nos acercamos a otro que tenía apuntado, Sublime Point, este no me gustó tanto, también porque había una neblina que no permitía apreciar bien el paisaje.

Con este mirador decidimos dar por finalizada la visita a las Blue Mountains, eran como las 18h.
Volvimos al hotel y descubrimos por azar que a los huéspedes se les permitía entrar en un complejo de piscinas en un edificio aledaño, así que para allí que fuimos a relajarnos un poco.

Dió la casualidad que nos encontramos dos españolas muy simpáticas con las que estuvimos hablando de sus experiencias en Sidney, estaban muy contentas, aunque los comienzos siempre son duros. Os recuerdo que el desempleo en Australia es de apenas un 4%, la tercera parte que en España y el PIB per cápita 64K€ (aprox el doble que en nuestro país). Allí hay un nivel de vida impresionante pero no seamos ingenuos, hay que currárselo, como en todos los sitos.
Después de esto fuimos a nuestra pizzería favorita y nos fuimos a dormir.
MIÉRCOLES 27 MARZO. Día 8.
Estos dos últimos días los íbamos a dedicar al 100% a Sidney y empezamos con quizás la aventura más espectacular de todo el viaje, ver la ciudad australiana desde el aire 🚁.
Antes de ir a Australia pensé en hacer algo diferente en Sidney, miré una atracción que es subir al Sydney Harbour Bridge que más adelante os explicaré pero cuando estaba a punto de reservarlo, miré por casualidad lo de sobrevolar la ciudad en helicóptero creyendo que iba a ser carísimo pero no, resultó más barato que lo del puente, y además encontré una compañía que realmente era una escuela de pilotos que además de más barata, sobrevolaba durante más tiempo, 30 minutos, también porque su base estaba más lejos del centro que las otras.
La comunicación con esta compañía vía mail fue estupenda desde el primer momento, no tuve que adelantar nada de dinero así que allí estábamos a las 10 de la mañana con un día estupendo para disfrutar de la experiencia. Pagaríamos 610$ (370€ las 3 personas que nos montamos, 123€ por persona no está nada mal (pagamos 100€ en Iguazú hace 8 años por un vuelo de apenas 10 min sobre las cataratas). La empresa se llama Helicopter Transport & Training (HTT) (helipad.com).

Hicimos el papeleo con un amable australiano que sería nuestro piloto, firmamos un contrato y enseguida salimos fuera donde nos esperaba el helicóptero, era pequeño, apenas para 4 plazas, modelo Robinson R44, ¡¡estábamos listos para la aventura!!

Nos dieron las instrucciones de seguridad y ¡¡¡despegamos!!! Nada más subir ya vimos el Parque Olímpico con el estadio de los JJOO del año 2000.

Fuimos siguiendo el curso del río Parramatta dándonos cuenta de la extensión tan grande que tiene la ciudad y es que he leído que un 70% de las viviendas de Sidney son unifamiliares.

Seguimos avanzando en aquel cacharro que a veces dudaba de cómo podía volar de lo poca cosa que era y nos fuimos acercando al plato fuerte, primero el fantástico y mítico Harbour Bridge, qué pasada verlo desde esta perspectiva.

Y como no, ver desde lo alto el monumento más emblemático de toda Oceanía, se me pusieron los pelos de punta, ¡¡wow!! gritaba para mis adentros. Esta yo creo que es claramente la foto del viaje.

Este vídeo resume ese momento, IMPRESIONANTE, por favor, si podéis, no os lo penséis y hacerlo.
Regresamos extasiados después de lo que habíamos visto y nos despedimos del amable piloto, ¡qué experiencia! Liria estaba eufórica 👏👏.
Cogimos el coche y nos dirigimos a otro lugar emblemático de la ciudad, la fantástica y legendaria Bondi Beach cuyo nombre significa “lugar donde el agua rompe en las rocas”.

Aparcamos justo enfrente y sacamos un ticket para las siguientes 4 horas (al módico precio de 8$ (casi 5€) la hora) porque nuestra intención era hacer un tramo del paseo Coastal Walk que recomendaban hacer en todos los blogs que pude devorar.
Liria y yo, que somos tan acuáticos, no podíamos dejar la ocasión de darnos un chapuzón. Había un buen oleaje y el agua no estaba muy fría. Supimos que hay una red para tiburones submarina en esta y otras playas para evitar sorpresas, aunque el número de accidentes con escualos, no nos engañemos, es muy baja.
Tras el baño, caminamos hacia su lado derecho o oeste que era donde comenzaba el Coastal Walk.
No os perdáis los murales que hay junto a la playa, algunos son chulísimos.

Desde ese lado, el paseo comienza desde una parte más elevada, y que permite disfrutar de esta fantástica perspectiva de la playa.

Un lugar muy famoso es el Bondi Icebergs Swimming CLUB, con esas dos piscinas de agua salada, la más grande las cuales llega a los 50 metros de largo. Parece que no hace falta ser socio para poder disfrutar de ellas pagando una entrada de 9$.

Seguimos el camino y pude apreciar que toda esta zona es preciosa, y con unas viviendas que no quiero ni pensar lo que pueden costar.

Llegamos a otra playa muy chula, Tamarama Beach. Todo lo encontrábamos super limpio y cuidado, qué gran país, pensaba.

Aquí ya teníamos hambre así que vimos una especie de chiringuito australiano con una agradable terraza y allí nos comimos una hamburguesa que nos supo a gloria. El sitio se llamaba Tamarama Beach Cafe. Pagamos 16$ (10€) cada uno por la hamburguesa y una bebida.

El paseo es muy muy bonito, y el ambiente genial, mucha gente haciendo running o con sus tablas de surf, todo muy cool 🤙🤙

Llegamos a otra playa, Bronte Beach donde están las Bronte Baths en las que se puede uno bañar gratuitamente, pero se encontraban cerradas por trabajos de renovación. Este arenal es también muy chulo, agua limpia, con algo de piedras en la orilla pero sólo en una parte.

Como desde ahí hasta la siguiente playa que es Clovelly Beach había casi un kilómetro y medio decidimos volver para que no nos multaran por sobrepasar la hora límite del aparcamiento, habíamos reservado 4 horas. El camino como digo continua hasta esa Clovelly Beach, después Coogee Beach (que es hasta donde normalmente suele ir la gente) y más allá hay otra llamada Marubra Beach. El total del trayecto hasta esta última playa llega a los 9 kilómetros sólo de ida. Ah, encontraréis más allá incluso un cementerio junto al mar en el camino.
Volvimos al coche y ahora ya nos adentramos en el centro neurálgico de Sidney. Encontramos aparcamiento justo debajo del Harbour Bridge, en un espacio verde que aparece en Google Maps como Hickson Road Reserve. Volvimos a poner un par de horas en las máquinas de aparcamiento y nos pusimos a explorar la zona a pie. Primero, como no, teníamos que recorrer el precioso y emblemático puente, ¿cómo no recordar a los de New York?. Decir que este puente se inauguró en 1932 como enlace entre el distrito central de negocios de la ciudad y la costa norte, zona comercial y residencial. Tiene 49 metros de alto y 1,135m de largo.

Subimos y lo recorrimos más o menos hasta la mitaddel puente. Las vistas desde el mismo, os podéis imaginar, impresionantes, sobre todo de la maravillosa Opera.

También de toda la zona de la Bahía que es la principal atracción de la ciudad y que es absolutamente única y de esos lugares que dices, ¡wow!

Bajamos y nos dirigimos a conocer el barrio The Rocks. Por el camino nos encontramos con la oficina donde se puede hacer la experiencia que yo pensé hacer en un principio, el llamado Bridgeclimb Sydney. Menudo negocio, el precio más barato por adulto empieza en los 298$ (181€) que sería hacerlo por la noche y luego va subiendo hasta el de la hora de la puesta de sol que llega a los 394$ (239€), vamos, el doble que el paseo en helicóptero. Es verdad que este dura unas dos horas y media y que te van dando explicaciones mientras caminas sobre el puerto con un arnés para evitar accidentes. Te visten con una especie de mono y no te dejan llevar móviles ni nada de objetos personales que se puedan caer, las fotos y vídeos os lo harán ellos.
Seguimos caminando, vimos el Harbour View Hotel de 1922 y seguimos caminando hacia el barrio The Rocks, el más antiguo de la ciudad. Fue el lugar escogido por los colonos británicos para asentarse y fundar la que hoy es la capital de Nueva Gales del Sur. Las casas bajas y los antiguos almacenes portuarios reconvertidos de ladrillo nos hacen que parezca que estemos en Reino Unido, como me recordaba a Liverpool.

Estuvimos caminando un buen rato por el barrio que a mí personalmente me gustó bastante. El perderse por sus laberínticas callejuelas, con sus galerías de arte, locales de música en directo y restaurantes de moda dan al barrio un ambiente muy bohemio.
Las terrazas estaban a tope de ambiente así que decidimos tomar algo fresco en un pub donde lógicamente el sablazo era esperado, Manolo y yo nos tomamos una Endeavour Ginger Beer Pint a 14$ (8.5€).



Para ir terminando el día nos acercamos a la zona del Circular Quay donde las vistas del skyline de la ciudad son impresionantes. Todo esto estaba lleno de turistas. Os recuerdo que a Australia la visitan unos 9.5 millones de personas actualmente (9 veces menos que los que vienen a España que como sabréis está en el 2º puesto a nivel mundial sólo por detrás de Francia y su invencible capital).

Y cruzamos hacia la otra parte para disfrutar de la puesta de sol, se me acaban los adjetivos ¡SUBLIME!

La verdad que esta zona de la Ópera y la Bahía es increíble, me ganó absolutamente, por eso para mí no hay comparación con Melbourne. Además había muchísimo ambiente, tanto de turistas como de habitantes de la ciudad. Es de esos lugares que han visto mis ojos como Times Square, el Puente de Brooklyng, el Taj Mahal, la zona del Marina Bay en Singapur, el skyline de Hong Kong, etc que te quedan en la mente para siempre, y que dices, qué buena es la vida que permite poder pisar lugares tan impresionantes como estos, que siempre había visto en la televisión o en fotos, y por fin estaba ahí, a casi 18,000 kms de mi casa, y encima, en compañía de mi niña, ¿qué más se puede pedir?.

Volvimos hacia nuestro coche, no sin antes volver a tener unas vistas inmejorables ya de noche tanto de los edificios modernos.

Como de la Ópera y el Puente, sobran las palabras.


Llegamos al hotel, donde pudimos lavar la mayoría de la ropa sucia y es que para tema de maleta, ya aprendí hace tiempo que llevar un equipaje grande a un viaje largo es ridículo (según mi humilde opinión), y más si es un país donde o bien puedes lavar ropa sin gastarte mucho, por ejemplo, la mayoría de los países asiáticos, o bien tienes la opción como aquí en Australia de hacerlo en los propios apartamentos. Sin tanto equipaje os podréis de manera más cómoda y además se evitan pérdidas de maletas y esperas al llegar a los aeropuertos. Hacerme caso, que yo era reacio al principio 😜
Esta es la ruta que habíamos hecho ese día.

JUEVES 28 MARZO. Día 9.
Este sería el penúltimo día en Australia y en Sidney así que teníamos que darlo todo y aprovecharlo al máximo. Nos esperaba el centro con sus monumentos más importantes, por supuesto la Ópera, que visitaríamos por dentro y para finalizar una visita guiada con una simpática chica, éstas dos últimas reservadas con antelación.
Dejamos esta vez sí el coche en el parking del hotel (30$ –> 18€) y nos movimos en transporte público, concretamente en autobús para llegar a nuestra primera parada. Aquí pudimos pagar directamente con la tarjeta de crédito en el propio transporte, estupendo, aunque lo podéis hacer con la OPAL, que se recarga como hicimos en Melbourne, creo que con esta opción sale algo más barato.
Nos bajamos en el Distrito Financiero de Sidney (CBD), en King Street, calle donde están las mejores marcas internacionales de moda. A mí personalmente me encantan estas calles, lo reconozco.

A continuación entramos en la iglesia de Saint James, un templo parroquial anglicano finalizado en 1824.

Una vez fuera nos acercamos a uno de los monumentos más importantes de la ciudad, la imponente catedral de Saint Mary. La torre central tiene 46 metros de altura, pero las torres de ambos lados alcanzan nada menos que los 74 metros.

Construida en arenisca local, el estilo neogótico de su arquitectura recuerda a las grandes catedrales medievales de Europa. Entramos en su interior, que como suponía viendo las dimensiones desde fuera, impresiona. Tiene 107 m de largo y 22,5 m de altura del techo.

Nos acercamos al cercano Hyde Park, con su ANZAC memorial, y desde donde veréis un poco más adelante la Sydney Tower, la tercera torre más alta del hemisferio sur con 309 metros de altura. Obviamente subir es de pago para disfrutar de las vistas y hay un restaurante arriba, seguro que a módicos precios.

Nos acercamos a los Hyde Park Barracks, que alberga un museo con una interesante historia detrás. Seguro que ya sabes que los primeros pobladores europeos de Australia fueron convictos de las islas británicas, a quienes se conmutaba o acortaba la condena si se iban a cumplirla a las Antípodas. Estos Hyde Park Barracks forman parte de una red de antiguas prisiones, cuarteles y barracones que fueron construidos por los propios presos y estuvieron en funcionamiento de 1819 a 1887.

Al lado de estos y a lo largo de la Macquarie Street hay una concatenación de edificios importantes que vimos por fuera porque si no se nos iba el día. Comenzando por The Mint, un edificio que inicialmente era parte del hospital y fue reconvertida en casa de la moneda hasta 1926. Junto a él está el Sydney Eye Hospital, el más antiguo del país, de finales del siglo XIX, el Parlamento del Estado y por fin la bonita llamada State Library of New South Wales, la más antigua de Australia, construida inicialmente en 1826.

Este edificio nos gustó tanto por fuera que decidimos entrar. Admiramos el hall tras cruzar sus puertas, muy elegante, y luego llegamos a una luminosa sala de lectura. Desde luego que no es la impresionante State Library Victoria de Melbourne pero sí que nos gustó mucho el edificio.

Había leído que en su interior se encontraba una bonita sala llamada William Shakespeare, y por fin la encontramos. La historia de la misma viene de que cuando se acercaba el 300 aniversario de la muerte de Shakespeare en abril de 1916, los admiradores de todo el mundo comenzaron a planificar eventos conmemorativos. En NSW, la Sociedad de Shakespeare celebró un baile lujoso y otras actividades, recaudando una importante suma que fue utilizada para establecer esta sala conmemorativa y encargar un busto del famoso dramaturgo.

Aquí decidimos hacer un break para almorzar en su agradable cafetería, nos vinimos arriba y pedimos unos cafés con unos dulces y pagamos 51$ entre los 4 (unos 31€) pero qué buen momento pasamos, qué extremadamente amable y educada es la gente en este país.
Una vez que estábamos de nuevo con fuerzas renovadas decidimos sumergirnos de lleno en el corazón de la ciudad, descubriendo edificios muy bonitos como el de Correos y el del Banco de Australia, este último me recordaba a muchos de New York o Chicago.

Justo al lado tenéis la Angel Place donde encontraréis una calle muy curiosa con un montón de jaulas vacías colgadas, se trata de una instalación artística conocida como «Forgotten Songs». Por lo visto está hecho en recuerdo de los pájaros que habitaban en la zona antes de la construcción de la ciudad y por la tarde incluso se activan sonidos de los mismos para recordarlos.

Nos acercamos a la calle comercial George Street, llena de tiendas y servicios de todo tipo, Decathlon Sydney incluído 😜. Esta es una de las calles más transitadas de la ciudad.

No es difícil fijarse viendo a la gente por la calle en la cantidad de inmigración que hay en Australia y especialmente en Sidney, no en vano, se calcula que alrededor del 30% de la población australiana no ha nacido allí (el doble que en nuestro país).
Desde allí como ya se acercaba la hora del mediodía, nos dirigimos a la zona del embarcadero de Circular Quay porque teníamos nuestra visita a las 3 y media de la tarde a la Opera.
Vimos tantos lugares que os pongo aquí la ruta que habíamos hecho esa mañana.

Queríamos comer algo rápido así que lo hicimos en un puesto callejero, un kebab atendido por un simpático jordano (pagamos 17$ (11€) cada uno por un kebab y bebida). La verdad que aquí te puedes encontrar gente de todos los rincones del mundo.
Hicimos tiempo hasta la hora comprando algunos souvenirs en las tiendas que están en la zona del embarcadero, justo ya antes de llegar a la Ópera. De nuevo frente a ella, seguía alucinando, este es uno de esos lugares, al menos a mí me pasa, que te parece increíble que por fin estés frente a ellos.

Recomiendo reservar las entradas con antelación si estás interesado en las visitas guiadas. Deciros que las hay en muchos idiomas, castellano incluído. Toda la información la tenéis en la página oficial de la Ópera. Pagamos 43$ (26€) los adultos por estas entradas y 23$ (14€) mi hija.
Deciros que la visitan unos 8.2 millones de personas al año (datos de 2023), que para estar en las Antípodas y en un país de 26 millones, no está nada mal.
El tour dura aproximadamente una hora y os irán explicando toda la historia del edificio, que a mí me pareció de lo más interesante. A nosotros nos tocó una sueca muy simpática y con un castellano muy correcto, os darán auriculares para escuchar bien.

Entramos dentro y te quedas boquiabierto, las dimensiones el edificio son impresionantes, casi todo está hecho de hormigón y madera.

No os contaré toda la historia de la Ópera porque espero que podáis visitarla y escucharla vosotros mismos, sólo daré unos cuantos datos que creo que son interesantes. Como habréis oído, la diseñó el arquitecto danés, Jørn Utzon, un perfecto desconocido por aquel entonces que presentó el proyecto ganador de los 223 que se presentaron.

Nos contó nuestra guía que la construcción estuvo llena de dificultades, se pensaba hacer en 4 años y gastarse unos 7 millones en su construcción y finalmente fueron nada menos que ¡¡14 años y 102 millones!!. El Teatro abrió por fin sus puertas en 1973.
Salimos al exterior del edificio, desde donde hay unas preciosas vistas del Harbourd Bridge y también de las enormes bóvedas o velas tan características y cuya construcción resultó ser un auténtico desafío.

La historia de los azulejos y sus curiosidades son también muy interesantes, no os las cuento, sólo deciros que son más de 1 millón y de fabricación sueca. Nada está hecho al azar en este edificio, el color de los azulejos, tampoco.

El enorme edificio cuenta con 5 teatros, 5 estudios de ensayos, 2 salas principales, cuatro restaurantes, seis bares y un montón de tiendas. El complejo entero cuenta con más de 5,500 asientos (en todos sus espacios) y alrededor de 800 ambientes diferentes, IMPRESIONANTE, ¡¡no tenía ni idea de que era tan grande!!
Accedimos en el interior a la joya de la corona, la gran sala de conciertos (Concert Hall) que te deja con la boca abierta. Puesto que en ese momento no había gente en el escenario (si no está estrictamente prohibido hacer fotos) saqué esta instantánea que muestra la grandiosidad de la sala, que puede albergar a 2,679 espectadores. Lo que nos contó nuestra guía sobre el órgano es una locura, tiene más de 10,000 tubos, por supuesto es el más grande del mundo, tardaron 7 años en construirlo y ¡¡2 años más sólo para afinarlo!!

Pudimos entrar también en el Joan Sutherland Theatre, con unos 1,500 asientos. El Opera House representa cada año hasta 1,500 espectáculos a los que asisten más de 1.2 millones de personas.
Desgraciadamente terminó nuestro tour que se me pasó volando. Ni que decir tiene que por supuesto esta visita es absolutamente imprescindible si venís a Sidney.
Después de la visita teníamos una cita con una chica acordada semanas atrás vía mail. Gracias a la asociación International Greeter pudimos disfrutar de su ayuda para conocer un poco más de la ciudad. Esta es una asociación sin ánimo de lucro con voluntarios y que se surte de donaciones. Podéis visitar su página web: https://internationalgreeter.org/destinations/sydney y podéis escribirles para ver si es posible una visita guiada como conseguí yo.
Nosotros tuvimos la suerte de encontrar una guía que hablaba castellano y quedamos con ella en Circular Quay. Nuestra cicerone se llamaba Berenice, francesa de nacimiento en sus territorios de ultramar pero que llevaba ya unos cuantos años en la ciudad.
Super simpática y muy habladora, desde el comienzo conectamos muy bien con ella y disfrutamos muchísimo de su compañía.
Nos habló de muchas cosas y nos acompañó a ver el impresionante edificio Queen Victoria. Una estructura enorme, que se extiende a lo largo de toda una manzana.

Ha sido reconvertido en un centro comercial con más de un centenar de tiendas, galerías y restaurantes. Nos quedamos boquiabiertos cuando accedimos a su interior, precioso, no os lo perdáis.

Seguimos por la George Street con Berenice hablándonos del auge de las marcas comerciales, Chanel que ya tenía 2 tiendas, planeaba abrir otra más grande todavía. Nos habla de la cantidad de chinos y japoneses adinerados que están llegando a Sidney para hacer shopping. Nos lleva a varios comercios que a ella le encantan, una librería, una tienda de regalos…
Pasamos junto al bonito edificio del Ayuntamiento. De estilo victoriano, fue construido en la década de 1880 sobre el sitio del primer cementerio europeo oficial de Sydney.

Seguimos caminando y ella adaptándose a nuestras necesidades, decidió acercarse a Chinatown para enseñarnos algunos sitios curiosos y que obviamente no habíamos visto.

Entramos en un centro comercial donde parecía que estábamos a veces en China, a veces en Japón, a veces en Korea. Probamos un dulce japonés buenísimo, nos llevó a una tienda de belleza coreana (supongo sabéis que los coreanos son los reyes mundiales de la cosmética) donde compramos un par de cremas.
Por consejo de nuestro guía, Liria se atrevió a probar un batido o smoothie en un puesto de la marca Gong cha y que por lo visto se está extendiendo por todo el mundo. Se trata de una compañía china que comenzó su andadura en Taiwan, qué cosas se aprenden en los viajes….

Después de un par de horas dimos por terminado el tour, estábamos agotados. Berenice se portó genial, nos acompañó hasta el autobús urbano y nos ayudó para volver a nuestro hotel. No aceptó ninguna propina en línea con lo que la asociación International Greeter propone así que al menos más adelante les hice una donación en la web.
Nos despedimos de ella agradeciéndole su agradable compañía. ¡¡Mil gracias Berenice!!

Y bueno, ese día volvimos al hotel, cenamos lo que nos quedaba de comida por no deshacernos de ella y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos salía el vuelo a las 9 de la mañana con Air Asia rumbo a Kuala Lumpur así que fuimos con el coche al aeropuerto, lo devolvimos sin problemas y esperamos a que saliera nuestro vuelo.
Aquí se había acabado este maravilloso viaje al otro lado del mundo y que recordaremos para siempre. Espero que todo esto os ayude a planificar vuestro viaje a Australia que si tenéis la oportunidad, por tiempo y sobre todo por dinero, seguro que váis a disfrutar tanto como lo hicimos nosotros.
Esta es la ruta completa resumida que hicimos en el país aussi.
