BALI / ISLAS GILI (INDONESIA)

Esta escapada asiática surgió de la decisión de hacer un viaje lejano después de tres años sin poder hacerlo, ya sabemos por qué. Tenía claro que quería que fuese a Asia, un continente que me encanta, y que al mismo tiempo no supusiera un desembolso grande viendo la situación como está de aumento de precios en casi todo, sobre todo los vuelos, que sufrimos especialmente. Si en los últimos años era posible llegar a Bali por unos 700€, esta vez por más que busqué y busqué combinaciones, finalmente no encontré una opción mejor y sobre todo más cómoda que con Qatar Airways, con una sóla escala en Doha, y por cuyo vuelo pagamos 930€.

Salimos un 15 de mayo, un mes más que recomendable para ir, una vez pasada la temporada de lluvias que en teoría termina en marzo-abril y además en mayo todavía no ha empezado la temporada alta de ocupación.

Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, con unos 282 millones de habitantes (2023), alberga más de 17,000 islas, siendo las más importantes las de Java (con más de la mitad de la población del país), Sumatra, Borneo, Timor y Nueva Guinea, ocupada sólo la mitad por Indonesia.

Bali, que alcanza en 2023 casi 4,5 millones de habitantes, es sobre todo conocida por sus playas, que aunque no son las típicas paradisíacas de aguas cristalinas, son ideales para practicar surf por su intenso oleaje. También destacan sus paisajes verdes, de espesa jungla, arrozales, volcanes y cascadas espectaculares y desde el punto de vista de la cultura y que personalmente me atraía mucho, sus templos hindúes, sí, hindúes, dentro del país con más población musulmana del mundo, con aproximadamente un 90% del total.

Después de siete horas de vuelo hasta Doha, escala y otras 10 horas hasta Bali, aterrizamos sobre las 23h. en el aeropuerto principal de la isla, en Denpasar. La verdad que la compañía Qatar Airways está muy bien, posee buenos aviones y ofrecen una muy buena atención. Nos ofrecieron comida y bebida casi a todas horas y por supuesto sin pagar nada. Como dato curioso, yo llevaba una mochila no muy grande tipo de montaña y mi pareja un trolley pequeño que estaban ambos en torno a los 10kg. Superaban los ocho que en teoría es lo máximo que permiten llevar en cabina, pues bien, mi mochila pudo ir arriba sin problemas pero el trolley no, así que yo más que contento porque últimamente si puedo no facturar, lo prefiero.

Habíamos contratado con el hotel el traslado, así que tras pasar los controles rutinarios, rellenar en unos ordenadores un documento de llegada (no tiréis el Boarding Pass al llegar porque lo necesitaréis) y pagar una tasa de 32€ de entrada al país, allí nos estaba esperando un sonriente balinés que nos llevaría a nuestro alojamiento, que elegimos que fuera en Ubud más que nada porque está más en el medio de la isla y es más cómodo para moverse. Por cierto, hay wifi gratis en el aeropuerto.

Pagaríamos por el traslado 400,000 rupias (unos 24€) al cambio. Yo ya no me complico cuando llego de un largo viaje a negociar un transporte en el momento. En aproximadamente una hora llegaríamos a nuestro alojamiento, que como tantos otros, es una casa acondicionada con unas pocas habitaciones que el propietario destina para los turistas, una opción muy sencilla y que permite, que al haber tantísimas en Ubud y en todo Bali, los precios sean tan económicos.

La habitación era correcta, sin lujos, con esta cama y una terraza que daba a una pequeña piscina, pagaríamos al cambio 3,300,000 rupias por las 6 noches que pasaríamos aquí, al cambio unos increíbles 200€ (33€ por noche con desayuno incluído).

DÍA 1. MIÉRCOLES 17 DE MAYO

Nos levantamos a las ocho y con un cantarín Good Mooorniiing! entró en nuestra habitación el propietario con nuestro estupendo desayuno. Nos lo serviría todas las mañanas en nuestra terraza previo acuerdo a una hora establecida, cosa que no me gusta especialmente, prefiero a la forma habitual, levantarte y bajar a desayunar sin hora acordada, pero bueno, es lo que hay.

Lo disfrutamos tranquilamente con vistas a la piscina y al trozo de jungla delante, fue de lo más relajante, ¡¡empezaba bien nuestro viaje!!

Tras terminar de desayunar, a las ocho y media ya teníamos fuera a Cristina, nuestra guía en español que ya contraté desde nuestro país con antelación y que me atendió my bien, incluso haciendo videollamadas por whatsapp unos meses antes.

Acordé con ella tres días de visitas, el primero, segundo y cuarto, el tercero estaríamos a nuestro aire. Os añado aquí ya su página web para recomendarla sin duda www.venabali.com. La mini agencia la componen cinco mujeres y todas hablan castellano, Cristina aunque ella decía que no, la verdad que nos comunicábamos perfectamente. Con ella acordamos pagarle en euros, 65€ el primero y segundo día, y el tercero, al ir más lejos, 75€.

Salimos de la callejuela donde estaba nuestro alojamiento y conocimos al que sería nuestro chófer, Putu, un hombre callado y muy correcto en todo momento y que para lo que es el país, conducía bien. El coche muy bien, un Toyota bastante nuevo y confortable.

Una cosa muy importante y que enseguida tenéis que tener en cuenta son las distancias, el tráfico es horrible casi a cualquier hora del día y cualquier trayecto, por pequeño que sea, se hace interminable, hay coches y sobre todo motos a millones y esto permite hacer medias de unos 40 kms /h en el mejor de los casos. Si sois valientes y os animáis a alquiler una moto, allá vosotros.

Dividimos los 3 días con ellos en rutas por el noreste de Ubud el primer día, zona central el segundo y dejamos el viaje más largo hacia el este llegando hasta Lempuyang para el cuarto día. Planificar bien la ruta y no querráis ver todo, es mejor poco y bien que mucho a toda prisa. Templos hay más de 10,000 en Bali y no me parece ni lógico querer ver los más posibles, al final, quitando los más famosos y originales, el resto son parecidos.

Nos pusimos en marcha y a unos 25 minutos hicimos nuestra primera parada para abrir boca, el templo de Taman Ayun, que destaca por tener una especie de canal alrededor que hace que esté como en una isla, lo que le da un toque muy especial.

Pagamos una pequeña entrada (30K IDR — 1.8€) por persona y accedimos al interior, no sin antes disponer, como en todos los templos, de un sarong que nos regaló Cistina, y que es un pañuelo grande que a modo de pareo permite taparte las rodillas, con independencia del sexo. Si no dispones de él, puedes comprar uno o alquilarlo.

Los templos de Bali son también muy distintos a otros templos hinduistas y aquí también reside su encanto. Llamados “puras”, los templos de Bali se construyen en un espacio abierto rodeado de unos muros y se dividen en distintos complejos que sirven para las ceremonias y en los que se pueden encontrar altares, “merus” (torres) y “bales” (pabellones). Lo primero que aprecié nada más llegar a este templo y luego lo corroboré en el resto, es lo cuidado al detalle que está todo, siempre rodeados de mucha vegetación.

El significado literal del nombre de este, es el Templo del Jardín en el Agua y fue construido en el año 1634 por el Rey de Mengwi, de nombre impronunciable.

También me soprendió que este como todos los de la isla, son todos abiertos porque ellos quieren conectar sin límite con los dioses, sin paredes, sin techos, y esto es verdad, que si me lo permitís les resta espectacularidad con respecto a los interiores de otros de Asia, como los que pude ver por ejemplo en Thailandia, Singapur o Hong Kong.

Estás torres o merus y que aquí veréis unos cuantos indican el santuario principal de un templo balinés.

En el recinto econtraréis también un par de pabellones que muestran una miniatura del mismo y un pequeño teatro para ver una proyección audiovisual.

Nuestra segunda parada, a otra media hora, y unos 18km, ya sería un templo mucho más conocido, de hecho es uno de los platos fuertes de la isla, el templo de Tanah Lot, cuya característica principal es que se encuentra al lado del mar.

Entramos en el complejo que tiene varios templos, el primero de los cuales, el de Batu Bolong, lo veréis junto a esta playa de arena negra volcánica.

La particularidad del templo más famoso del complejo es que se encuentra en un promontorio rocoso, una especie de isla, lo que le proporciona un atractivo indudable. Según la tradición, fue mandado construir en el siglo XVI por Dang Hyang Nirartha, un sacerdote y respetada figura religiosa en Bali y está dedicado a la Diosa del Mar, cuyas leyendas están sobre todo relacionadas con serpientes que cuidan del lugar.

Es muy popular visitarlo en el atardecer, momento en el que según Cristina, no cabe un alfiler.

Nos acercamos al que está encaramado en la roca por una zona de más templos y tiendas de souvenirs pero de nuevo no pudimos ni entrar ni acercanos al islote que lo alberga por estar la marea alta, una pena.

Aprovecho la visita a este templo, uno de lo más famosos para tratar de responder a la pregunta ¿de dónde viene el hinduismo balinés? pues llegó a ellos por los comerciantes hindúes, cuyas ideologías con el tiempo, se fueron adaptando a sus creencias animistas ( que creen que cualquier elemento del mundo natural está dotado de movimiento, vida, alma o consciencia propia). Esto significa que el hinduismo balinés no está tan dedicado a los principales dioses del hinduismo hindú, si no que está mucho más relacionado con la naturaleza. Una de las primera preguntas que le hicimos a Cristina fue esa ¿a qué figura adoráis? la respuesta fue, a ninguna especialmente, nos contó que ellos creen en todo lo que tienen a su alrededor, que siempre deben hacer el bien y por supuesto creen mucho en los espíritus y la energía.

Empezaba a hacer calor aunque estaba nublado, como casi todos los días que estuvimos en Bali, y más que lo iba a estar porque desde aquí comenzamos a subir al norte para ver otro de los atractivos turísticos de la isla, los famosos arrozales. Nos dirigimos hacia los de Jatiluwih, que son los segundos más turísticos y visitados, después de los de Tegalalang. Los que íbamos a visitar son más extensos que aquellos y si se me permite, más naturales.

Desde el templo tardamos más de una hora en llegar, y eso que son sólo unos 40 kms. Nos bajamos junto a la carretera y por un camino indicado comenzamos a recorrerlos, previo pago de entrada de 40,000 rp (unos 2.5€).

Este paseo nos encantó, contándonos nuestra guía toda la información posible sobre este cultivo que como podréis imaginar salva de cualquier hambruna a media Asia y ni que decir tiene, que a Bali en particular, que lo comen hasta tres veces al día.

Por el camino compramos como no arroz y otras cosas para comer hechas con este cereal, todo muy barato y siempre los vendedores atendiéndonos con una sonrisa, qué buena gente esta balinesa, de verdad, y no es un tópico.

En esta época del año en la que fuimos, mayo, el arroz en general ya está alto y en algunos campos incluso ya empezaba a secarse. El paisaje es espectacular y el paseo entre los arrozales es muy muy bonito. El significado de Jatiluwih es “realmente maravilloso”, y no le viene nada mal el nombre.

Nos cuenta Cristina que en Bali se consiguen nada menos que hasta tres cosechas al año, cuando por ejemplo en España obtenemos una y gracias. El arroz no se siembra, se introducen las plantas una a una en un suelo encharcado que les ayuda a crecer, posteriormente ese agua se va secando.

Después de disfrutar de las famosas terrazas y de pasar un rato de lo más agradable y en el que las nubes ayudaban a que el calor no fuera tan sofocante nos dirigimos ya a comer. En esa zona el clima es más fresco, no en vano, las aproximadamente 600 hectáreas del arrozal se encuentran a unos 700 metros sobre el nivel del mar.

Cerca de la zona, nos llevaron a comer a un lugar que como suele ser habitual se trataba de un buffet para que entre todo lo que hubiera, siempre pueda haber algo que te guste. El restaurante se llamaba Mentari Restaurant.

Como decía anteriormente, era posible elegir entre unos cuantos platos y la verdad que no estuvo mal, había cosas que me gustaron. De postre había un plato que era plátano frito con una crema por encima que me encantó. Eso sí, también pobré un par de postres más que no me gustaron y el café que servían gratuito, malo.

Por la comida buffet para dos personas y dos bebidas, pagamos 309,600 rp (unos 19€), no está mal ¿no?

Continuamos la ruta sobre las tres y cuarto y hay que tener en cuenta, y esto es un fastidio para el visitante, que sobre las 18h anochece, con lo que la tarde se acorta muchísimo.

Nos dirigimos a otro templo, también muy visitado, el de Ulun Danan Beratan, fundado en 1633 por el Rajá de Mengwi y que está dedicado a la diosa del lago y la fertilidad.

Se ubica sobre una pequeña isla y consta de dos estructuras, el santuario principal con una torre meru de once niveles y otra de tres. Podría parecer que ese número no importa pero el número de tejadillos de paja además de que siempre son un número impar, de 3 a 11, representan la importancia del dios venerado.

La verdad que fue el que más me gustó de los que habíamos visto, incluso más que Tanah Lot. Si los anteriores templos estaban bien cuidados, este ya era otro nivel. El complejo es muy muy grande y estaba lleno de gente, de turistas pero sobre todo de muchos locales disfrutando de sus jardines.

Después de los tres templos y los arrozales, quedaba otra de las atracciones principales de Bali, y que a mí personalmente me vuelven loco, y estas son las cascadas. Fijaros qué día tan completo para ser el primero. Cascadas también hay unas cuantas pero Cristina afirmó que esta es su favorita, y además no es tan visitada como otras, su nombre es Nungnung.

La bajada hasta la catarata se las trae, son nada menos que unos 500 escalones y bastante empinados, aunque eso sí, rodeadas de una jungla y un verdor impresionante que hacen el camino más llevadero.

Bajamos el último peldaño y caminamos paralelo a un río hasta que de repente empezamos a oir un estruendo y apareció por fin ante nosotros el impresionante salto de agua, qué preciosidad.

Dada la hora que era, sobre las cinco y media y que ya estaba oscureciendo vimos que sólamente había dos parejas más, una que se fue enseguida, y otra española que estuvo un poco más, así que en poco tiempo, ¡¡nos quedamos sólos!!. Hacía viento y además tuvimos el único momento de lluvia de todo el viaje, lo que no nos permitió disfrutar al 100% de un baño placentero, pero eso sí, el estar ahí debajo de ese impresionante salto de agua de 70 metros , es algo que no olvidaré jamás. ¡Por dios no os la perdáis!!

Una vez que vimos que ya oscurecía más y más, decidimos volver y subir los 500 escalones que nos dejaron hechos polvo, pero bueno, al menos no hacía calor y la subida había más que merecido la pena.

Este fue nuestro último destino del día y regresamos con Cristina y Putu que nos habían esperado arriba para ahorrarse las escaleras.

Antes de llegar paramos en Ubud a dos cosas fundamentales, primero comprar una tarjeta SIM para tener datos en el móvil. Por una tarjeta de 14GB pagamos 309,000 rupias (unos 19€), esto me sorprendió porque no fue tan barato como me esperaba. De nuevo pasamos un buenísimo rato con las que nos atendieron, fotos e intercambios de Instagram incluidos.

También aprovechamos para cambiar los euros que traíamos en una de los cientos de casa de cambio que encontraréis por todos lados. Os recomiendo no cambiar mucha cantidad de cada vez porque si no os darán un gran fajo de billetes difícil de gestionar al ser la rupia indonesia de tan poco valor comparado con la moneda europea o dólares. Cambiamos unos 300€. Las casas de cambio las encontramos super legales y transparentes, con el cambio oficial bien indicado y todo con la calculadora y el contador de billetes delante de ti.

Una vez en nuestro pequeño hogar, yo me dí un baño en la piscina, nos duchamos y salimos a cenar. Por recomendación del propietario de nuestro alojamiento fuimos a un restaurante cercano, un warung como lo llaman en Bali, llamado Pondok Madu. No teníamos mucha hambre así que pedimos dos ensaladas y dos bebidas, pagando la friolera de 139,000 rp (unos 8,5€) en total. Al salir del restaurante ya le echamos un ojo a un local de masajes que había al lado, nos moríamos por recibir uno ya.

Este es el trayecto en el mapa que habíamos seguido ese primer día que había resultado ya muy muy interesante.

DÍA 2. JUEVES 18 DE MAYO

Con la misma rutina del día anterior, levantarse a la misma hora y desayuno a la misma hora comenzamos ese segundo día, con de nuevo un sol espléndido que como la mayoría de días se irá cubriendo de nubes a medida que avanzaba el día.

Nos subimos al coche con Cristina y Putu e iniciamos la ruta, esta vez tocaba la parte más central, sin alejarnos mucho de Ubud. La primera parada sería algo que nos encanta, conocer in situ una típica casa balinesa, que se encontraba en el mismo Ubud y que suele ser una habitual visita de turistas. Comenzamos visitando primero una muy humilde.

La casa típica balinesa es un patio rodeado por un muro para mantener alejados a los malos espíritus, decorada con estatuas de guardianes y con una entrada que generalmente se encuentra siempre abierta. Al traspasarla sorprende ver la cantidad de pequeños edificios que hay en la misma, cada uno de los cuales tiene su función y están construidos no de manera aleatoria sino basados ​​en los cuatro puntos cardinales. Por ejemplo en su parte central hay un pequeño edificio como lugar para celebrar ceremonias.

Luego están los de las habitaciones, unas para las personas de mayor edad y otras para el resto. Como nos comenta Cristina, cuando se casó, ella se tuvo que ir a vivir con sus suegros y en el mismo recinto conviven varias familias.

La cocina, de lo más humilde y en el que los animales comparten sitio tranquilamente con los humanos fue de lo más chocante para unos occidentales cuadriculados como nosotros.

Vimos también el granero, un importante lugar para albergar el preciado arroz y que puede albergar albergar alguna habitación.

Siempre en cada casa no puede faltar los estructuras a modo de templo familiar. Esta área es la zona más sagrada donde hay varios altares dedicada a los dioses y espíritus ancestrales.

Después de esta más humilde visitamos otra mejor cuidada y donde pudimos conversar un rato con sus simpáticos propietarios.

Tras abandonar la segunda casa y dejarle un pequeño donativo, acudimos a otra de las atracciones turísticas de la isla, ver quizás el baile más famoso de Bali, la danza Barong. Esta se celebra en el templo de Batubulan, que posee esta puerta que a mí personalmente me encantó.

Con todo bien organizado para el turismo, os darán esta hoja que os muestro por si queréis ver de qué va el espectáculo.

Entramos en una especie de teatro al aire libre con gradas en el que a pesar de lo pronto que era, y estar techado, hacía un calor importante, así que no os olvidéis el abanico. El espectáculo duró como una hora, pagamos 100,000rp (unos 6€) y aunque estos bailes siempre me han parecido que rozan la «turistada» y se me hizo un poco largo no deja de ser una representación de la cultura y tradición balinesa, lo recomiendo.

De nuevo en ruta nos acercamos a visitar ahora el templo de Goa Gajah, famoso por su Cueva del Elefante. El complejo es muy muy bonito, y desde arriba se puede ver las dimensiones y el impresionante entorno.

Este templo fue construido en el siglo XI y constituye un importante centro de meditación para los sacerdotes. La entrada de la cueva está constituida por un enorme elefante tallado en la roca. En el interior de la misma, con forma de T y no muy profunda, podréis ver diferentes esculturas hindúes, como una de Ganesha.

También se pueden ver tres piscinas en las que hombres, mujeres y niños son purificados antes de la oración.

Los alrededores son espectaculares, con una pequeña cascada y arroyos que llevan al río Petanu, donde el camino se convierte en unas escalinatas repletas de musgo que dan acceso a un bonito jardín natural, un remanso de paz que se agradece después del caos de las carreteras.

A continuación nos acercamos a otro templo top del país, Tirta Empul. Es uno de los templos más visitados de la isla y miles de balineses acuden a purificarse en sus aguas, por lo que es famoso. Disculparme si no añado los precios de las entradas porque son tantas y normalmente baratas que me cansé de apuntarlas.

Este templo de Bali consta de tres partes, pero la más conocida es la gran piscina rectangular con 12 fuentes que traen las aguas del río Pakrisan por el estanque de calor volcánico. En él, balineses y turistas, ataviados con un sarong, se meten en ella y hacen un rito de purificación.

Es un ritual de limpieza espiritual que se realiza con agua sagrada. El propósito del ritual es purificar mente, cuerpo y alma y las creencias dicen que es capaz de sanar enfermedades y limpiar las negatividades de nuestro karma.

Caminamos por el recinto, y vimos a varios balineses rezando en un espacio al que como siempre no pudimos acceder.

Tiene también un estanque lleno de peces y la verdad que el recinto es precioso, y eso que cuesta ya impresionarse después de ir viendo más y más templos.

Como siempre los balineses, tan tan simpáticos.

Por recomendación de Cristina, y por eso es lo bueno de llevar una buena guía, nos recomienda hacer la purificación en otro sitio cercano, mucho menos concurrido, 100% local y alejado de turistas, es Pura Mengening, un lugar MARAVILLOSO.

Bajamos estas escaleras rodeadas de un color verde impresionante y de pequeños arroyos y cascadas. El sitio era increíble, qué tranquilidad. Cruzamos el pequeño templo que dejamos a nuestra izquierda.

Para llegar a un sitio que no podía ser más bonito, rodeado de musgo, helechos y una humedad increíble. La piscina donde se hace la purificación estaba vacía, recordar como estaba la de Tirta Empul, repleta de gente.

Nos pusimos el sarong como manda la tradición (recordar que si no lo tenéis os los prestan o lo alquilan por un precio insignificante) y nos introdujimos en esas frías aguas para tener un momento de meditación y de relajación, de purificación. Aquí no necesitáis tener prisa, disfrutar del momento y del entorno.

Disculparme si me reitero mucho pero el lugar me enamoró, para mí lo mejor de ese día. Por dios, ¡¡no os lo perdáis tampoco!!

Dado que ya era la hora de comer, Cristina nos llevó a un lugar con una vistas espectaculares. Se llamaba Waroeng D’Yoni.

El restaurante está en una plataforma de bambú en un alto del que se tiene una vista maravillosa de la selva, un lugar fantástico para descansar y reponer fuerzas.

De nuevo «tiramos» de un clásico, el Mie Goreng, los noodles que descubrimos y que nos encantaron.

Para beber yo me pedí un zumo de una fruta que descubrimos en Bali y que no nos podía gustar más, la fruta del dragón.

Como se nota que este sitio es turístico, los precios son un poquito más altos, por dos platos y dos zumos naturales de frutas, pagamos 322,000 rp (unos 20€), se paga el lugar y las vistas, aunque es verdad que la atención y la comida fueron muy buenas, 100% recomendable.

Una vez que terminamos y viene Cristina, nos dice que en este mismo lugar es uno en los que se elabora el considerado como el café más caro del mundo, el famoso Kopi Luwak, otra atracción de la isla.

Al final de este restaurante hay una pequeña exposición que muestra todo el proceso de elaboración. Como sé que iréis si no a este, a otro parecido, no me enrollo con todo el proceso, que como sabéis finalmente se obtiene de los excrementos de un mamífero llamado civeta.

Por supuesto os lo preparan para que lo podáis probar y tengo que decir, que la característica de este café me viene muy bien, porque a mí, que no me gusta el amargor de esta bebida, por lo que destaca el luwak es que el proceso digestivo del animal, junto con la eliminación de algunas de sus cáscaras previamente, hacen que le quiten este característico amargor.

Con lo que a mí personalmente, me gustó mucho porque lo pude beber sin azúcar, cosa que nunca hago.

Por la «cata» del café pagamos 60,000 rp (unos 3€) y además incluye una degustación de diferentes tés y con la que pasamos un rato divertido, no os lo perdáis tampoco.

Ni que decir tiene que hay una tienda que vende el famoso café. Tener cuidado con lo que os venden en otros sitios que no sean estos como los supermercados porque muchas veces son mezclas que apenas tiene este preciado grano, que si es tan caro es por su escasa producción.

A continuación nos acercamos al mirador de Kintamani donde podréis disfrutar si las nubes lo permiten, que no fue nuestro caso, de una fantástica vista del volcán y el lago Batur, que se encuentran uno al lado del otro. El volcan Batur es uno de los volcanes en Bali y tiene 1,719 metros de altura. Esta montaña ha registrado más de veinte erupciones, la mayor de las cuales ocurrió en 1926 que casi dañó toda el área de Kintamani. El volcan Batur es también uno de los mejores lugares para escalar en Bali, cada mañana, muchos turistas suben por sus laderas para disfrutar de la belleza del amanecer.

En las fotos difícilmente se aprecia el volcán y el lago, por culpa de las nubes.

Desde allí y ya de regreso a Ubud, hicimos una última parada en el arrozal más turístico y visitado de Bali, las famosas terrazas de arroz de Tegalalang.

Aparcamos y enseguida pudimos verlo apenas salir del coche, las plantas están preciosas, verdes y altas. Aquí enseguida se nota la presencia de turistas, mucho más que en Jatiluwih, sobre todo porque es mucho más pequeño, se concentra en un estrecho valle que desde luego lo hace muy fotogénico y espectacular.

Encontraréis el famoso columpio para hacer las fotos para Instagram y otras redes sociales, además con carteles y photocalls de Bali y Tegalalang, con plataformas redondas, ¡hasta una tirolina para cruzar el valle en bicicleta! la imaginación del ser humano es inexcrutable. Intentar venir a una hora que no sea muy concurrida, a primera hora de la mañana o última de la tarde, si no esto nos cuenta Cristina que es un hormiguero de gente móvil en mano. Qué alegría venir en mayo, pensé en ese momento.

A ver, el lugar es precioso, pero está muy dedicado y enfocado 100% al turista y si me lo permitís a Instagram, parece un parque temático, personalmente, me quedo con Jatiwulih pero desde luego es una visita obligada porque además está cerca de Ubud.

Dado que ya comenzaba a oscurecer, qué fastidio que anochezca tan pronto, dimos por concluido este segundo y también intenso día y regresamos a nuestro alojamiento.

Por el camino, y dado que el día anterior habíamos visto un spa junto al restaurante en el que cenamos y vimos que tenía buenas críticas en Google, le enviamos un whatsapp para una sesión esa misma noche. Se llama Pondok Bali Spa. Veréis por todas partes lugares de masajes, hay más lujosos y que pueden llegar a los 40-50€ por sesión, pero luego otros cientos mucho más baratos. Hay que andar con atención porque vimos cada sitio que tenía pinta de no haber mucha limpieza así que fiaros de las recomendaciones o de las opiones de otros. La verdad que con este sitio acertamos. Aquí están sus precios, nos dimos el masaje balinés de 60 minutos y fue estupendo, más que estupendo, y todo ¡¡por menos de siete euros!!! Primero te lavan los pies, luego te dan ropa interior de un sólo uso y te tumban en la típica camilla. Es un masaje de todo el cuerpo que te deja más que relajado. A mí me lo dio una chica con unas manos fuertes y maravillosas, se llamaba Coman, y el de este día no sería el último.


Después del masaje nos fuimos a duchar porque estábamos un poco «pringosos» por el aceite que utilizan. Como estábamos cansados, salimos a cenar a un sitio sencillo cerca del hotel (2 pizzas y 2 cervezas y pagamos 184,000 rp (11.2€ en total) y nos fuimos a dormir.

Esta es la ruta que habíamos seguido en esto segundo día.

DÍA 3. VIERNES 19 DE MAYO

Este tercer día lo habíamos dejado para ir a nuestro aire, para no saturarnos de visitas organizadas. Nos levantamos un poco más tarde y tras desayunar salimos a pie hacia nuestro primer destino, el Monkey Forest.

Aquí os dejo alguna foto más de nuestro alojamiento con la luz de la mañana, una casa sencilla en una calle sencilla.

Comenzamos nuestra ruta paseando tranquilamente por las calles, viendo las ofrendas frente a cada casa y negocio, su fin es agradar a sus dioses y ahuyentar lo maligno. Todavía sigo alucinando con el trabajo que suponen renovarlas cada día.

Tras unos 20 minutos llegamos al Monkey Forest, que es una reserva natural de más de 27 hectáreas de extensión en la que se encuentran varios templos, pero que es especialmente conocida gracias al numeroso grupo de monos que habitan en ella.

Pagamos la entrada de 80,000 rp (unos 5.3€) y accedimos al recinto que la verdad que es precioso, de un frondoso verde y húmedo al que apenas accede la luz del sol. Leímos que hay más de cien especies diferentes de árboles pero lo que caracteriza y su principal atracción es que hay más de 300 monos sueltos por el área.

Después de poco tiempo ya comenzamos a ver un grupo de macacos de cola larga rodeados de gente. Ni que decir tiene que hay que tener mucho cuidado con ellos, acercarse muy despacio y no hacer movimientos bruscos, procurar no mirarles a los ojos, no darles de comer y cuidado con las mochilas porque son capaces de llevarse lo que pillan, gafas y móviles incluidos.

Pagando un poco más es posible con la ayuda del personal del parque acercarte a ellos, que se te pongan encima e incluso ¿hacerte un selfie? tendréis que descubrir allí cómo lo hacen 😉.

Caminamos por el recinto que repito, es una auténtica jungla llena de árboles, lianas por donde suben y bajan los monos y que permiten pasar un rato divertido.

Nos dirigimos hacia otra zona de menos vegetación y en el que se podía ver a los monos más a ras de tierra y terminamos en la zona del templo en la que los macacos se movían como pez en el agua.

Resumiendo, una visita recomendable en la que pasaréis un tiempo divertido y en un entorno muy muy bonito, eso sí, precaución.

Tras salir del parque nos dirigimos hacia el centro de Ubud, el calor apretaba de lo lindo y eso que no eran más de las 11 de la mañana. Nuestro destino era el Palacio Real de Ubud, y es de los pocos en los que la entrada es gratuita.

Por el camino veo un grupo de indonesios gritando y me acerco y veo que están celebrando una pelea de gallos. Tradición con la que por supuesto no comulgo así que salí disparado.

El palacio real data del siglo XIX (1800 – 1823) y fue erigido por el rey Yokorda Putu Kandel. Se encuentra rodeado de un fastuoso jardín y cuenta en su recinto también con un bello templo: el Puri Sare Agung.

La verdad es que se puede visitar más bien poco y por tanto se tarda apenas unos minutos en verlo, y más si no vas con guía como era nuestro caso.

Este me pareció el pabellón más bonito, lleno de estatuas rodeadas de vegetación.

Salimos del recinto y nos dirigimos al cercano (apenas 5 minutos caminando) Pura Taman Saraswati. Este sí es muy bonito por fuera con un lago delante lleno de flores de loto. Es un templo real dedicado a la diosa hindú Saraswati, la diosa del aprendizaje, la literatura y el arte.

Y poco más porque no se puede visitar prácticamente más que eso, por ese supongo que es gratuito, aún así lo que se ve, muy bonito.

Una vez visitadas las dos atracciones históricas más importantes de Ubud y tras sudar de lo lindo, decidimos parar para comer. Improvisamos y buscamos un lugar cercano. Terminamos eligiendo un lugar llamado Tropical donde estábamos tan hambrientos que «tiramos» de clásicos y nos comimos un buen plato de pasta que por cierto estaban muy logrados, yo como siempre, spaghetti carbonara. De postre pedimos un plato de frutas que nos encantó.

Por los dos platos de pasta, dos bebidas, este plato de fruta y además un helado de postre pagamos 351,000 rp (unos 22€).

Después de comer ya sí nos perdimos por las cercanas callejuelas llenas de puestos de souvenirs donde obviamente hicimos algunas compras, siempre con el arte del regateo del que soy bastante poco fan. Por supuesto son duros los balineses, pero siempre simpáticos.

Después de un buen rato viendo puestos y sufriendo el intenso calor decidimos regresar al hotel. En mi cabeza ya estaba otro masaje en el horizonte que reservamos por whatsapp. Bañito en la piscina y de nuevo otro masaje reparador.

Tras ducharnos y arreglarnos caminamos un poco más lejos del hotel y encontramos una zona chula de restaurantes que habíamos visto de camino al Monkey Forest. Cenamos muy bien en uno llamado Monkey Legend, pero hay muchos por esa zona, algunos con música en directo y mucho turista extranjero, sobre todo como no australianos, norteamericanos y de Europa mayoría de franceses.

Comimos un tipo de fideos muy ricos, Bihun Goreng se llama y yo de postre Pisang Goreng, plátano frito que tanto me gustó en el warung del primer día. Por los tres platos y dos bebidas pagamos 260,000 rp (16€).

Esta es la ruta toda a pie que habíamos hecho este tercer día, dedicado en exclusiva a Ubud que creo que merece la pena.

DÍA 4. SÁBADO 20 DE MAYO

Tercer y último día de ruta guiada con Cristina y Putu, con el día anterior por medio, lo cogimos con ganas. Este sería el día de más distancia y más kilómetros recorridos de todos.

Nos pusimos en ruta y la primera parada era a unos 45 minutos, un pueblo especial llamado Penglipuran. Una vez allí recordé que aquí se grabó uno de mis programas favoritos, que nunca me perdía,  Pekín Express.

Comenzamos dando un pequeño paseo por el pequeño bosque de Bambú que hay cercano y que siempre son impresionantes.

Penglipuran es una pequeña aldea tradicional balinesa, protectora de sus costumbres y tradiciones. Cristina nos dice que cuenta con una población aproximada de 750 personas y 192 familias, donde la mayoría se dedican a la  agricultura y ahora también al turismo.

Son muy curiosos los carteles que hay a la entrada de cada vivienda. En ellos se indica el número de hombres y mujeres que viven en la misma y  los miembros de la familia que ya han fallecido. Recuerdo que esa fue de las pruebas del programa de TV.

Con el máximo respeto como siempre entramos en alguna vivienda, todas simétricas, que aquí están muy bien conservadas y presentan un aspecto muy refinado, además de estar todo muy limpio.

Encontramos a algún habitante en su momento de rezo lo que siempre nos hace darnos cuenta de qué importante es la religión y la espiritualidad para los balineses.

Hablamos con sus habitantes, bueno, más bien Cristina y en un determinado momento nos da por probar frutas exóticas. Probamos una marrón que véis abajo cuya piel parece una serpiente, salak se llama, que nos gustó mucho.

Luego decidimos probar la famosa durián, fruta apestosa la llaman en Asia por el olor tan fuerte y desagradable que por lo visto desprende cuando se va pudriendo. No es precisamente barata, pagamos 50,000 rp (unos 3€) y tengo que decir que esta cambio no me gustó, la textura muy blanda, puag! eso sí, para ellos es un manjar, no veáis como se lo comieron Putu y Cristina cuando la llevamos al coche.

La verdad que nos reímos mucho y pasamos un muy buen rato en este pueblo.

Esta aldea es un ejemplo de muchas cosas, de convivencia, de gestión de los recursos para utilizarlos en mejoras para la educación de los más pequeños. Hasta la gestión de residuos es un referente.

Proseguimos la marcha y en unos 45 minutos llegamos al templo más grande y sagrado de toda la isla, al que llaman el templo Madre, es el gran Pura Besakih. Su Candi Bentar o puerta dividida nos daba la bienvenida.

El templo está situado a unos 900 metros de altura, a los pies del volcán Agung, lo que hace que todavía sea más espectacular. En realidad es un complejo de más 20 templos, siendo el más importante el Pura Penataran Agung.

Por supuesto os recomiendo que subáis las escaleras, donde os podréis asomar, no entrar, al templo más importante, y si os dáis la vuelta, tendréis estas espectaculares vistas.

Podréis seguir subiendo por los laterales porque tiene hasta 6 niveles y podréis ir viendo la multitud de templos, donde vimos a los balineses celebrar sus ceremonias. Al mismo tiempo y como siempre, Cristina nos da múltiples explicaciones que nos hacen como siempre muy amena la visita.

Solo pueden acceder al interior los hinduistas, pero, como visitante, puedes contemplarlo perfectamente desde las escaleras laterales.

Parece que no está claro su origen exacto, unos hablan del siglo X y otros sostienen la hipótesis de una procecencia mucho más antigua, lo que está claro es que fue sobreviviendo al paso de los siglos y fue fruto de varias ampliaciones y reconstrucciones, ya que fue víctima de catástrofes naturales aunque Cristina nos dice que sobrevivió a las últimas erupciones del volcán y de ahí que se considere aún más sagrado y venerado. Hay un gran ambiente y aunque da el sol de pleno, al estar tan alto no se siente tanto el calor.

Ni que decir tiene que este templo es un absoluto imprescindible de la isla, no os vayáis de Bali sin visitarlo.

Terminamos la visita sobre la una y Cristina nos ofrece y a ir al «lunch», no teníamos mucha hambre y menos tras la fruta que habíamos comido en Penglipuran pero insiste en que hay un restaurante con unas vistas espectaculares y que se come bien, así que accedimos.

El restaurante en cuestión se llama Lereng Agung y…. madre mía, tenía razón, ¡¡qué vistas!!

El restaurante es tipo buffet y de nuevo comimos bien porque al final puedes elegir y repetir lo que más te guste.

Claramente orientado a los turistas, tenéis varios lugares para haceros buenas fotos, el columpio de turno y diversos escenarios. La verdad que estuvimos muy agusto, y además comiendo con esas vistas, ¿quién no repetiría?

Pagamos 384,000 rp los dos (Cristina nunca quiso que le invitáramos a comer), unos 23.5€. Siempre tener en cuenta que el alcochol es caro, por ejemplo pagaréis por una cerveza mucho más que por un refresco o un zumo natural. Si estos valen unos 25,000 – 30,000 rp (alrededor de 1.8€), la cerveza siempre sube en torno al doble de precio.

Continuamos nuestra ruta ya hacia los dos últimos destinos del día. Por el camino Cristina, nos cuenta una de sus múltiples historias y curiosidades, los nombres de los hijos cuyo segundo nombre está casi ya previamente establecido. El primer hijo varón es Gede, la primera hija mujer es Luh o independientemente del sexo se puede poner al primer hijo Putu o Wayan. Además, las parejas no dejan de tener hijos hasta que llega el primer hijo varón. Nos cuenta que conoce matrimonios de hasta 9 niñas y 1 niño!! ¿apostáis quién es el menor de todos? 😉

Primer destino, Tirta Gangga. No es un templo, si no que es un palacio rodeado de jardines y de construcción «reciente», fue erigido en 1937 por el rey Karangasem, que por lo visto se involucró tanto en su construcción que a veces parecía un obrero más.

Dimos un tranquilo paseo para recorrer el complejo que tampoco es muy grande, se visita bastante rápido. Tirta Gangga tiene varias piscinas o estanques decoradas con estatuas de dioses y los jardines de este palacio del agua muestran una mezcla de arquitectura balinesa y china.

El agua de aquí siempre ha sido considerada como santa y se utiliza regularmente para las ceremonias religiosas del templo.

Después de una media hora nos dirigimos ya al último destino, y aquí quizás voy a ser quizás polémico pero mi mayor decepción de la isla, el famoso templo Lempuyang. La decepción no viene tanto del templo y alrededores, que están bien aunque los hay mucho mejores, si no del negocio que hay montado alrededor o quizás es que se trate de los efectos colaterales del turismo masivo actual.

El templo se sitúa al pie de una montaña llamada Monte Lempuyang, lo que le hace especialmente bonito y fotogénico. Se encuentra a 600 metros sobre el nivel del mar y se nota porque hace mucho menos calor y está bastante nublado.

En el ticket que pagas a la entrada aparece un número en grande, ¿para qué será? nos preguntamos. Un minibús te sube por una cuesta empinada llena hasta arriba de tiendas y comercios hasta llegar al monumento.

Para empezar, el recinto es pequeño, a la derecha de la entrada hay unas escaleras que subimos para ver la perspectiva. La vista no desmerece aunque como digo, el día esté nublado.

Este lugar es archifamosísimo por la llamada Puerta del Cielo, demasiado famosa tal vez, y ahí pierde para mí todo su encanto. Aunque todos recordaréis la foto típica de esta puerta como si hubiera agua en la parte de abajo que provoca un efecto espejo espectacular, lamento deciros que no es así, se trata simplemente de un truco, un fake visual que a alguien se le ocurrió. ¿Y cómo se consigue? pues colocando un espejo delante de la lente de la cámara de un teléfono móvil. Fijaós bien en esta foto que hice 🧐

Pues bien, el número de la entrada es tu turno para que el «experto» del lugar te haga con tu móvil, una serie de fotos y poses a toda prisa utilizando el truco de la foto anterior. Además de lo pagado por la entrada (100,000 rp, unos 6€) hay gente que les da propina, así que negocio redondo.

Cuando fuimos nosotros, ya cerca de las cinco de la tarde, no había mucha gente y quizás hubiéramos tenido que esperar poco más de una hora, que yo desde luego no estaba dispuesto, pero respeto, como todo lo que se haga sin perjudicar a otro, que la gente espere y lo haga. Pero es que nos dice Cristina que hay veces que ha estado con clientes esperando más de tres horas, y que es recomendable llegar cuando empiezan con la sesión fotográfica, al amanecer, ¡¡sobre las 6 de la mañana!!

¿Cuál es el efecto secundario además de esta práctica?, pues que no es posible ni ver la puerta tranquilamente ni hacer una foto por libre, que es lo que más molesta, y según mi humilde opinión, le quita toda la magia que tiene el lugar, que podría ser espectacular.

Este es un ejemplo de pose de una pareja y una foto 100% real, sin montajes, bonita también, ¿no? y digo yo, ¿no sería más fácil una foto como esta trucarla por ordenador y dejarla como la que pretenden y permitir a los visitantes disfrutar del lugar como del resto de atracciones de la isla?

En un cambio de clientes y a toda prisa porque no es fácil ni eso, pudimos cruzarla y ver lo que hay abajo, que estaba desierto y para mí esta vista también es bonita.

Terminamos la visita un tanto desencantados y si queréis que os diga la verdad, si no os vais a hacer la famosa foto, tengo mis dudas si merece la pena, si no tenéis días suficientes el haceros semejante camino hasta aquí. Es verdad que tiene Tirta Gangga también cerca pero es que la vuelta a Ubud son nada menos que ¡¡3 horas en coche!!, una auténtica paliza. Yo ahí lo dejo.

Antes de subirnos en el coche para nuestro último trayecto, quise hacernos una foto con nuestros acompañantes que tan bien se portaron y tanto aprendimos y nos amenizaron los tres días de estancia con ellos en Bali. Como viajero frecuente que soy, sigo recomendando encarecidamente la visita con acompañantes locales para además de hacerte el viaje más cómodo, poder intercambiar con ellos y conocer mucho mejor cada rincón y cada costumbre de cada lugar.

¡¡Mil gracias Cristina & Putu!!

Llegamos al hotel sobre las nueve de la noche donde nos esperaba una bolsa de ropa limpia que habíamos dejado antes a nuestro anfitrión, 3.5kg de ropa lista por 70,000 rp (¡¡poco más de 4€!!). ¿Créeis en serio que merece la pena llevar un maletón a Bali?.

Salimos a cenar muy hambrientos y decidimos comer algo que nos encanta, pizza, así que encontramos un italiano que os recomiendo, L’Osteria Pizza e Cucina que estaba hasta arriba de turistas. Nos comimos dos pizzas muy buenas (la buena crítica de pizzas la tengo muy cerca) que con dos bebidas pagamos 313,000 rp (unos 19€), lo que en cualquier sitio turístico de casi cualquier lugar del mundo nos habrían cobrado mínimo el doble.

Y hasta aquí llegó ese largo, cansado pero provechoso día. Nos fuimos a dormir porque al día siguiente tocaba otro no menos largo e intenso.

Esta fue la ruta de este largo y último día de ruta organizada en Bali.

DÍA 5. DOMINGO 21 DE MAYO

Para este quinto día, y dado que ya habíamos visto bastante de Bali, al menos lo más importante, planeé desde España hacer algo diferente y decidí visitar la isla de Nusa Penida. Hablé con Cristina y ella nos organizó un tour de ida y vuelta, porque es verdad que como siempre se recomienda pernoctar en este tipo de islas para verla bien pero eso implica ya mucho ajetreo de maletas, cambio de hoteles, etc y preferí hacer un ida y vuelta aunque no tengo muy buenas experiencias en esas rutas, por ejemplo en Filipinas (Balicasag) y Thailandia (Phi Phi).

El tour nos incluía recogernos en el hotel a las 7 de la mañana para llevarnos al puerto de Sanur Harbor al que llegamos en unos 40 minutos. Una vez allí esperamos a que abriera la oficina de la compañía que nos llevaría a Nusa Penida, llamada Marlin. Nos dieron los billetes y una simpática balinesa nos acompañó hasta el puerto que estaba llenísima de gente, turistas pero sobre todo gente local.

Por fin entramos en el barco que no me dio muy buena «espina» al llegar, asientos muy juntos y muy poco espacio para ir al aire libre.

Como era pronto, sobre las 8 y media, no hacía todavía mucho calor así que el trayecto fue más o menos cómodo, la vuelta no sería así.

Llegamos al puerto y allí nos estaba esperando otro balinés que no hablaba muy buen inglés pero era simpático.

Situada en el sureste de Bali y separada de esta por el estrecho de Badung, emerge de unas aguas increíblemente turquesas esta bella y salvaje isla. Con una población de 7,000 habitantes y una superficie de aproximadamente 200 kilómetros cuadrados, es la hermana mayor de las cercanas Nusa Lembongan y Nusa Ceninga.

En la isla hay varios lugares para visitar y que tendrás que elegir, Diamond Beach, Broken Beach, Crystal Bay, Angel Billabong, Atuh Beach, etc, pero yo había oído que uno de los mejores planes que hacer en Nusa Penida era poder ver mantarrayas así que prefería priorizar esto a todo el resto (craso error), aunque tenía claro que también quería ver la célebre y fotogénica Kelingking Beach.

Al llegar a la isla fuimos a un espacio junto a la playa donde nos dieron el material para hacer snorkel y, lo peor de todo, es que tuvimos que esperar a que llegara la suficiente gente para llenar un barco y partir. Esto me impacientó mucho, yo que soy de aprovechar mucho el tiempo, y estuvimos esperando ahí no menos de 40 minutos.

Por fin salimos del puerto y nos encaminamos hacia el suroeste.

La verdad que el trayecto duró como unos 20 minutos y a medida que íbamos doblando cabos sentíamos el mar más movido y más complicado. Finalmente llegamos a lo que sería nuestra primera parada y la estrella de la excursión, la llamada Manta Bay, pues bien, llegó la gran decepción, el mar estaba muy «picado», y en esas condiciones, las mantarrayas, no se acercan por ahí así que mi gozo en un pozo, la naturaleza es así…

Dimos la vuelta, justo antes de la Kelingking beach y regresamos por donde habíamos venido. La excursión incluía otras tres paradas más para hacer snorkeling.

La primera de ellas fue lamentable, cuatro peces por ahí y los que llevaban el barco teniendo que echar pan a ver si se acercaba alguno más… en fin.

Luego en la segunda ya había más coral en el fondo y más peces, las paradas iban de menos a más. En las lanchas, llena de turismo sobre todo chino, al borde del mareo y que apenas saben nadar, era de lo más variopinto. Los que llevaban el barco la verdad que eran majos y se portaron bien, siempre sonrientes, nos hacían fotos y vídeos con una cámara submarina, para luego vendernoslas, pensaba yo.

No recuerdo si la segunda o tercera parada fue en la llamada Crystal Bay, donde allí sí que el fondo merecía la pena, aunque es verdad que en las islas Gili como luego diré, me gustó más el snorkeling ahí sin duda.

Finalmente llegamos al puerto, ¿conclusión de la excursión? me pareció que como es una lotería el ver mantarrayas y no se asegura y eso es lógico porque los animales no son robots teledirigidos, el resto no me mereció la pena, he hecho excursiones de snorkel mucho mejores. Eso sí, tuvieron un detalle que no sé ve muy a menudo, nos pidieron los números de teléfono y nos enviaron de manera gratuita todas las fotos y vídeos que nos habían hecho durante la excursión.

Nos recogió nuestro amigo y nos llevó en su original coche naranja por dentro y por fuera a comer, que estaba incluido en el precio de la excursión.

Comimos en un restaurante llamado Bong Café muy cerca del puerto donde teníamos este menú a elegir. Pedimos los Fried Nodle y el chicken satay y coincidimos en que fue el peor sitio que comimos del viaje.

Tras la comida y ya sobre las dos y media (teníamos el ferry de vuelta a las cinco), fuimos a la búsqueda de la principal atracción de la isla, la fantástica Kelingking Beach, apodada también playa del T-Rex.

Comenzamos a subir por una estrecha y sinuosa carretera que al comienzo no nos cruzábamos con muchos coches pero aquello fue creciendo más y más y casi todos de bajada. Tardamos como media hora y a medida que llegábamos a la parte final, la carretera se fue llenando de más y más coches, lo que me hacía temer que arriba habría unas colas tremendas para hacer fotos y sobre todo poder contemplar la playa. Me recordó muchísimo a la visita a la maravillosa playa en Grecia (Shipwreck Beach) desde el mirador en lo alto.

Una vez que llegamos, a pesar de que había muchísimos turistas, es verdad que había mucho espacio para que se repartiera la gente y por tanto pudimos ver la playa y disfrutarla con relativa tranquilidad. Qué playa tan maravillosa, había merecido la pena.

Procurar ir sobre la hora en la que fuimos nosotros, sobre las 3 y media, que es cuando da el sol completamente sobre la isla y no hay sombras.

Es posible descender a la playa, pero el camino es complicado sobre todo al final, precisa de un calzado adecuado, nada de chanclas, incluso la última parte hay que ayudarse de una cuerda para descender. También llevar agua porque si os da el sol, hace muchísimo calor. Nosotros no bajamos finalmente porque no teníamos tiempo pero subía gente empapada litermalmente de sudor. Además cuidado si os bañáis porque la playa tiene un intenso oleaje y nuestro acompañante nos dice que ya se han ahogado allí más de un turista.

Después de un buen rato disfrutando de la playa y del precioso acantilado, descendimos ya hacia el puerto. Allí estuvimos esperando pasando un calor horrible hasta que al fin salió el barco (compañía Idola Fast Boat) lleno hasta la bandera, y los 20-30 minutos de travesía fueron terribles, haciendo mucho calor dentro, con un aire acondicionado que no enfriaba lo suficiente, horrible.

Al menos la llegada de nuevo a Bali nos regaló un bonito paisaje crepuscular.

Al llegar al puerto allí nos estaba esperando el mismo chófer de la mañana que nos llevó al hotel a una velocidad endiablada. Pagamos 75€ cada uno por la excursión, de la que ya he opinado anteriormente.

Esa noche, que era la última no dejaríamos pasar la oportunidad de darnos un nuevo masaje en el mismo sitio y salir a cenar al restaurante italiano L’Ostería Pizza e Cucina y que tanto nos había gustado hacía dos días.

DÍA 6. LUNES 22 DE MAYO

Madrugamos mucho de nuevo este día porque nos venían a buscar para llevarnos a las islas Gili a las siete de la mañana. Contratamos el ferry y los desplazamientos también por medio de Cristina, pagamos 65€ cada uno, seguramente un sobre coste pero resultó de lo más cómodo. El trayecto desde el hotel hasta el puerto de donde sale el barco es largo, sobre 40 kms pero que se tarda una hora.

Una vez en Padangbai nos llevaron a una oficina y nos dieron los billetes, todo muy claro y bien organizado. En la foto inferior tenéis el trayecto que íbamos a hacer. Nosotros nos bajaríamos en la primera isla de las tres, Gili Trawangan, de la que anticipo que nos enamoramos.

A posteriori coincidimos en que fue un gran acierto terminar nuestro viaje así, después del ajetreo y de visitar cosas en Bali, es una buenísima ida terminar en Gili, unas islas de fantásticas playas como a continuación explicaré.

Estas tres pequeñas islas empezaron a ser conocidas en la década de los 90 por viajeros mochileros hasta que tras la aparición de los primeros centros de buceo las Gili se convirtieron en los que son actualmente, un destino turístico muy importante para Indonesia y un complemento ideal a las visitas a Bali y Lombok.

Subimos al barco y de nuevo nos metieron en una sala llenísima de gente, hacía calor y ya había gente incluso mareada. Pero aquí tuvimos el acierto de adelantarnos y salir al exterior para hacer el trayecto sentados en la borda en unos asientos en el suelo acondicionados y con una brisa gracias a la cual no pasamos nada de calor. Además pusieron música y con un grupo animado de jóvenes norteamericanos pasamos la hora y media aproximada que dura el viaje, de lo más cómodo. La vuelta no sería ni parecida.

Sobre las 12 llegamos por fin al puerto de la isla Trawangan, la que dicen más animada de las tres islas, siendo Air la intermedia y la de Meno la más tranquila. Al final os diré nuestra experiencia porque visitamos las dos primeras.

En un puerto abarrotado de gente y bajo un sol abrasador, nos bajaron las maletas y este fantástico NO color de agua nos estaba esperando, no pude más que animarme…¡¡esto prometía!! 👏👏

En estas islas y como buenísima decisión, no es posible los vehículos a motor, gran idea para el tema de contaminación y ruido. A cambio hay algo que no es que me guste mucho, pequeños carros tirados por caballos de los que tuvimos que hacer uso al llegar para que nos llevaran al hotel. Inviable ir a pie con la distancia y el calor que hacía, pagamos 100,000 rp (unos 6€).

El hotel fue un auténtico descubrimiento, superó todas nuestra expectativas, tanto es así que lo he colocado en mi top 5 de mejores hoteles de todos mis viajes por el mundo. El alojamiento se llamaba Belukar.

Nada más llegar nos dimos cuenta de que en el alojamiento íbamos a estar muy bien, zumo de bienvenida y atención muy amable de los siempre sonrientes indonesios.

Lo mejor del hotel es el entorno, no sólo la piscina, sino la exhuberante vegetación, la tranquilidad, solo se oyen los pájaros y todo está cuidado al detalle.

Los alojamientos son todos iguales, bungalows sin paredes compartidas con otros vecinos y dispone de un pequeño porche donde poder estar sentado tranquilamente.

Las casitas por dentro están bien, aunque sin grandes lujos, son grandes, con espacio suficiente para moverse, con una cama de matrimonio grande y perfecta para descansar.

Tras el pequeño muro de detrás de la cama, hay unas estanterías y unas perchas para colgar la ropa, todo amplio y con espacio de sobra para colocar todo. También dispone de una mesa de trabajo y una pequeña nevera, con una cafetera al lado y algunos detalles curiosos como por ejemplo paracetamol, ¿quizás para la resaca de los fiesteros? 🤔

El baño, como casi siempre en Indonesia y Bali, está prácticamente al aire libre, lo que le hace muy original y sobre todo cómodo, aunque es verdad que en días de mucho calor, se nota mucho salir del aire acondicionado al calor que hace en él.

Aquí os muestro un vídeo de un minuto que muestra todo de manera más visual.

Dispone de un pequeño restaurante muy agradable que tiene una corta carta con platos sencillos.

Por supuesto no puede faltar los clásicos Nasi y Mie Goreng, de arroz y noodles respectivamente, y que comimos ese día que llegamos. También tendréis la opción de pedirlo en el desayuno.

El precio fue de 2,891,700 rupias por 3 noches, al cambio de 2023 son unos increíbles 59€ por noche, desayuno incluído, espectacular.

Como dije, comimos algo y nos quedamos descansando en el hotel y yo por supuesto disfrutando de la estupenda piscina.

Sobre las seis nos acercamos a ver un obligado de la isla y ya de todos este tipo de lugares, la puesta de sol, el famoso ‘sunset’ 🌅. Lo disfrutamos en un lugar muy agradable, que a la postre sería el mejor que nos encontramos, se llamaba Window Bar | Sunset Bar & Cocktails.

Es verdad que la playa que había enfrente no era nada buena, llena de algas y con algo de nubes en el horizonte, no fue el mejor atardecer de nuestras pero vendrían otros mejores.

Volvimos al hotel para ducharnos y arreglarnos para salir a cenar. El alojamiento se encuentra en el norte de la isla y permite ir caminando a la zona del puerto o a las playas sin problemas. El hotel dispone gratuitamente de unas luces para la noche porque la mayoría del camino no está muy bien iluminado. También os puede prestar unas gafas y tubo para hacer snorkel. Además ofrece el alquiler de bicicletas (45,000 día –> casi 3€) y el servicio de lavandería a unos precios de lo más económico (35,000rp kg –> poco más de 2€).

Salimos a cenar a pie a la zona del puerto y nos topamos con un mercado local lleno de mesas y puestos de comida y un bullicio que nos enganchó enseguida. A pesar de que como ya ha dicho en múltiples ocasiones, yo no soy mucho de probar las gastronomías locales, sobre todo si son de países lejanos y exóticos decidimos probar, que no se diga.

Los puestos tenían buena pinta, cada pincho de los de la parte superior de esta foto valía 25,000 rp (1.5€) y te incluía un plato entero del resto de comida que ofrecían.

Nos vinimos arriba ayudados también por la simpatía y la «chispa» de los vendedores y pedimos unos cuantos pinchos, estos y luego otra tanda.

Aunque alguno de ellos me gustó, tengo que decir que otros no me convencieron y por tanto, y eso que estaba motivado al 100%, no nos fuimos del todo satisfechos 🤷‍♀️🤷‍♀️

Caminamos por esta zona, que nos gustó mucho. No tiene pérdida, se encuentra en la parte este de la isla y es la zona más animada junto con la parte oeste pero aquella a la hora de la puesta de sol e inmediatamente después para la gente que suele cenar poco tiempo después de la hora del sunset, que como ya comenté es aproximadamente en torno a las 6 – 6.30pm.

La isla en general alterna negocios de tres tipos casi exclusivamente:

  • Excursiones acuáticas para hacer buceo, snorkel y de otro tipo como treking por volcanes, visitar la isla de Komodo, etc.
  • Masajes de todo tipo, tanto de cuerpo entero como de pies, manos, etc que son extremadamente baratos y que veíamos hacer a clientes constantemente.
  • Bares y restaurantes para todos los gustos, algunos tan bonitos y bien decorados como estos.

De todas maneras no os creáis que la isla desborda lujo y sobre todo buenas infraestructuras. Los caminos salvo el que rodea toda la isla son de tierra y las farolas en la mayoría de las calles brillan, pero por su ausencia.

DÍA 7. MARTES 23 DE MAYO

Nos levantamos tranquilamente, por una vez sin el despertador. El desayuno estaba espectacular, había una carta con varias opciones pero nosotros descubrimos las tostadas de un pan estupendo, nada que envidiar al de España, con un café muy bueno y zumos de diferentes frutas que podías cambiar como quisieras y por supuesto la fruta no podía faltar, todo buenísimo.

Alquilamos una bicicleta (45,000 rp día (casi 3€)) y nos fuimos a la playa que había leído que era la más recomendable y que además era bastante probable ver tortugas, ¿será verdad?. Con el recuadro azul indico la playa que yo recomiendo🙏

Y la playa fue fantástica, enseguida nos enamoramos de ella. Agua limpia, oleaje suave, temperatura estupenda y muy segura porque apenas cubre.

Pero lo mejor de todo es que en esa playa no os aburriréis. Llevamos los equipos de snorkel que nos dejó el hotel y nos metimos en el agua, enseguida vimos grupos de gente y efectivamente ahí estaban las tortugas, alimentándose tranquilamente en el fondo, y lo mejor de todo, a apenas escasos metros de la orilla y a sólo ¡¡un metro de profundidad!!

Me lo pasé bomba buceando al lado de ellas (siempre con el máximo respeto, nada de tocarlas) y más cuando subían a la superficie a respirar, que tienen que hacerlo aproximadamente cada 3 – 4 minutos. Es una sensación increíble, sobre todo cuando consigues estar sólo y dejarte llevar y disfrutar. Además por la mañana estaban durante tanto tiempo que siempre había un hueco para poder estar sólo con ellas.

Y el disfrute no se terminaba ahí, porque adentrándote un poco más en el mar, a apenas 15 – 20 metros pero a nu mucha profundidad, se abría un fondo de coral con muchos peces de colores de los que disfruté tanto como con la tortuga. Este fondo no tiene nada que envidiar al que ví en la jornada en Nusa Penida, y sobre todo, ¡era gratis!. Por eso decidí no coger ningún tour alrededor de las islas en los que van parando en diferentes sitios para hacer snorkel. Aquí disfruté tanto y estando sólo, sin prisas, que me bastó de sobra.

Después de pasar un buen rato disfrutando, salí del agua y decidí con la bicicleta dar una vuelta completa a la isla.

Paré varias veces a ver magníficas playas, con fondos marinos transparentes.

Pude ver otro hotel llamado Kardia, con vistas al mar, y que mantuve la duda hasta el final entre el que finalmente elegimos Belukar y este Kardia. La verdad que tenía muy buena pinta, es un poco más caro pero una buena opción para que la consideréis.

Continué por el norte, con tramos en los que el camino estaba lleno de arena y tocaba bajarse de la bici para recorrerlos. Encontré playas muy bonitas, de intenso color azul y mucho menos visitadas que las del este de la isla.

En la parte oeste, y a medida que iba a hacia el sur las playas no las encontré tan chulas, algunas con algas, sobre todo en las que luego se llena de gente para ver el atardecer, con lo que pude llegar a la conclusión de que las mejores playas están en el este y noreste, que es donde os indiqué anteriormente en el mapa.

Al mediodía fuimos a comer, estábamos muy hambrientos y tiramos de un clásico, un restaurante italiano de buenas críticas, Francesco’s Pizza. Nos comimos unos gnocchi con gorgonzola y unos ravioli con salmón muy buenos, y por dos platos, bebidas y un postre, pagamos 358,000 rp (21€) como véis, seguíamos con precios muy buenos, a pesar de lo turística que es la isla.

Volvimos a la playa, estuvimos un rato y nos movimos sobre las seis al otro extremo de la isla para ver el atardecer, en el mismo lugar que el día anterior. Ofrecen paseos en caballo y sesión de fotos con la puesta de sol si estáis interesados. Buen ambiente, buena música y una agradable y tranquila experiencia.

Tras esconderse definitivamente el sol, regresamos al hotel, nos arreglamos y salimos a cenar a la zona del pueblo. Terminamos haciéndolo casi al final del mismo, en un impresionante edificio de bambú que por lo visto es un resort de lujo de origen alemán, y en el que cenamos muy bien de nuevo. El lugar se llamaba Pearl Beach Lounge.

De nuevo con una atención excelente y sentados en unas mesas enfrente del mar, por una hamburguesa, otro plato, dos bebidas (no alcohol) y un helado de postre pagamos 335,000 rp (20€). Muy recomendable. Al terminar no pudimos resistirnos a dar un pase por el complejo que estaba espectacular.

Un plan que podéis hacer y que estaba bastante demandado era una clase de cocina balinesa, la vimos en varios sitios, y cobraban por una hora y media 300,000 rp (18€). Nosotros no lo hicimos pero me parece interesante, no todo va a ser playa y buceo.

DÍA 8. MARTES 24 DE MAYO

Nos levantamos sin despertador, desayunamos y nos fuimos en bici a nuestra magnífica playa favorita. Como el día anterior disfrutamos de las tortugas, peces, etc, y de la vista al fondo de la isla Meno.

Comimos en la playa porque nos apetecía seguir disfrutándola a tope y directamente sobre las cinco y media nos fuimos a la otra parte de la isla a ver el atardecer. No nos podíamos resistir a hacer la típica foto, con este increíble escenario, frente al hotel Taj Maza.

Decidimos cambiar a otro bar para ver el sunset y probamos en el Villa Julius Restaurant pero la verdad que nos gustó menos el ambiente, la música y los cocktails así que coincidimos en que nuestro sitio favorito definitivamente fue el Window Bar | Sunset Bar & Cocktails de los primeros días.

Por la noche para cenar volvimos al restaurante del día anterior al mediodía, el Francesco’s Pizza. Esta vez comimos pizza y nos gustaron mucho. Por dos pizzas, bebidas y un tiramisú muy bueno de postre pagamos 268,000 rp (16€). Coincidimos con el dueño del restaurante, un italiano muy serio pero correcto que nos recomendó además otro lugar de comida del país transalpino en la isla Gili Air.

Hago un inciso si me lo permitís para hablar de la gente en los lugares turísticos. Siempre he dicho que odio las aglomeraciones pero tengo que decir que tanto detesto el excesivo turismo como el poco. A mí definitivamente me gustan los lugares con animación por la noche y en el que haya gente cenando, tomando algo, etc, no hay nada más deprimente (y en las islas Jónicas lo sufrí) que que haya pocos visitantes. Por eso Trawangan, sabiendo que era mayo y que no era temporada alta, creo que es la mejor isla con diferencia. Después de que se va el sol a las seis de la tarde, ¿qué alternativas hay si no es salir a cenar y tomar algo?. Había noches que no veíamos mucha gente cuando salíamos a cenar y quizás era un tema de como solemos decir en mi trabajo, de «decalaje» de horas, o bien la gente cenaba antes de nuestra hora (21h aprox) o luego ya salían a partir de medianoche los más noctámbulos a darlo todo hasta la madrugada.

DÍA 9. MIÉRCOLES 25 DE MAYO

Nos levantamos de nuevo tranquilamente el que sería nuestro último día en esta isla porque para los dos siguientes, y por conocer otra, nos moveríamos a la isla Air. Una vez terminado el viaje puedo afirmar claramente que fue un gran error movernos.

Deciros que lógicamente hay barcos colectivos que os llevarán de isla a isla por menos de un euro pero por comodidad y ganar tiempo, preguntamos a un simpático chico que trabajaba en un chiringuito si conocía a alguien que nos llevara de forma privada a la otra isla, nos dijo que sí, por 300,000 rp (18€) , y como no conseguimos reducir el precio mucho y preguntamos a otro que encontramos y nos daba el mismo precio, decidimos aceptar. Este chico, llamado Dodo, y que habíamos conocido el día anterior era más que majo, pude hablar con él en inglés durante un buen rato y me pude dar cuenta de nuevo de lo privilegiado que soy. Con un sueldo mensual de 150,000 rp (unos 90€) tenía incluso que ayudar a sus padres. ¡Un abrazo fuerte amigo!

Como teníamos la hora acordada a las 13h, me dio tiempo a utilizar la bicicleta para llevar las maletas a la playa desde el hotel, allí me las guardó Dodo y estuvimos disfrutando de la playa hasta el momento de irnos.

Pedimos algo en el mismo chiringuito y comimos tranquilamente por última vez con estas vistas.

Lamentablemente llegó la hora de llegada de nuestra lancha privada y nos tuvimos que despedir de esta isla que NOS HABÍA ENAMORADO ¡¡¡qué pena!!! 😭😭

Fijaos qué maravilla veíamos desde la lancha al alejarnos, esta es la zona donde podréis hacer snorkel viendo a las tortugas y los peces, espectacular ¿no?.

El llegar en lancha privada, además de la rapidez (apenas 10 minutos) nos permitía decirle al patrón del barco en qué lugar de la isla quería que nos desembarcara para además poder llegar caminando de la manera más rápida sin la ayuda de ningún transporte.

La isla Air es la más oriental de las tres y por tanto la más alejada de Trawangan. La definen como la isla favorita de los mochileros, entre la turística y desarrollada Trawangan y la tranquila e ideal para parejas Gili Meno.

Al poco tiempo, y no sé por qué, tuve la sensación de que me había equivocado al cambiar de isla.

Caminamos desde donde nos dejó el barco hasta el hotel, apenas 500 metros.

El alojamiento que había reservado con mucha antelación (a través de Booking.com como siempre) debía ser mejor que el anterior, valía un 30% más y dormiríamos dos noches. Pagamos 3,040,000 rp (unos 90€ por día) y tenía la particularidad, de ahí también el precio alto, de que además del bungalow, disponía de una pequeña piscina privada. Su nombre es Villa Marina.

Nada más llegar eché de menos Belukar, la recepción, las instalaciones, es lo que tiene venir de un sitio que te ha encantado, faltaba estaba estar todo al mínimo detalle como estaba aquel. La atención de nuevo fue muy buena, otro simpático chico que nos llevó hacia nuestro bungalow privado.

El bungalow estaba bien, está claro, pero repito, los detalles no eran los del alojamiento del que veníamos y además me daba rabia porque había sido más caro. Además, y eso ya lo sabía de leerlo en los comentarios de anteriores huéspedes, se oía perfectamente la llamada al rezo de la mezquita de la isla (recordar que estas islas son mayoritariamente musulmanas como el resto del país). Oir el megáfono al anochecer no molesta tanto, pero a las 5 y media de la mañana con el amanecer, ya es otra cosa 🥱. De todas maneras de esto no me quejo porque lo sabía de antemano y tampoco fue un problema insalvable.

Nos alquilaron unas bicicletas que al menos estas sí que estaban nuevas, no como las de Belukar, con más kilómetros que la de Alberto Contador😂.

Mientras Claudia descansaba, yo, como hice en Trawangan, me fui a dar una vuelta alrededor de la isla para echar un vistazo rápido. Se tarda menos porque esta es más pequeña que aquella.

Me encontré una isla mucho más rural y menos explotada y en general me gustó menos. Había muchos más tramos de arena con lo que la vuelta se hizo larga y pesada, tanto que llegó la puesta de sol y me encontré con un precioso atardecer coincidiendo con un grupo de niños bañándose divertidos y que me saludaron para la foto. He de decir que al menos estos me gustaron más que los de Trawangan, con Gili Meno en el horizonte.

Volví a nuestro alojamiento, nos duchamos y salimos a dar un paseo antes de cenar, acercándonos antes a la mezquita guiados por la llamada al adham, a la oración de la noche. Siempre me gusta ver el protocolo del rezo musulmán, desde Turquía donde le ví por primera vez hace muchos años, hasta Túnez, hace apenas unos meses.

Encontramos una isla más pequeña que Trawangan, con muchos menos sitios para cenar y los que vimos mucho más sencillos y más precarios, y además con mucho menos menos ambiente. Finalmente decidimos ir al italiano que nos había recomendado el dueño del restaurante de Trawangan. Este se llamaba Dolcemare y acertamos plenamente, de nuevo nos encontramos a camareros muy amables y simpáticos, con los que estuvimos charlando un buen rato. Comimos dos plazos de pasta, que con agua y dos helados de postre, pagamos 417,000 rp (unos 25€), en la media quizás por encima de lo de otros días pero la comida tenía muy buena calidad.

En esta isla la zona más bulliciosa (por decir algo) del «centro» está al sur, junto a la zona de la llegada de los barcos. Es apenas una calle con algunas tiendas y unos pocos restaurantes, nada que ver con Trawangan.

DÍA 10. JUEVES 26 DE MAYO

Nos levantamos y a la hora acordada nos trajeron el desayuno a nuestro bungalow. Muy completo y bueno en general.

Salimos del hotel en nuestras bicicletas buscando una buena playa del estilo de las de Trawangan, pero… no las encontramos. En las guías también ponía que había playas para ver tortugas, al este de la isla, así que para allí que fuimos, pero… buenas playas no encontramos. Subimos hacia el norte y encontramos una zona con tumbonas, ya en el noreste de la isla. Eran sobre las once y no había nadie en la playa, pero nadie. ¿Dónde estaba la gente?. Preguntamos a los trabajadores de los bares y nos dijeron que era pronto. Sobre las doce empezó a venir ya algún turista.

La playa estaba limpia y el agua también, pero el interior lleno de algas y el snorkel era imposible.

Estuvimos descansando y leyendo un poco hasta que llegó la hora de comer. Bajamos hacia el sur y paramos en un lugar muy agradable y con buenas vistas llamado Star Bar and Bungalows.

Comimos algo sencillo y la verdad que disfrutamos de este rato con estas vistas.

Volvimos al hotel y seguimos el protocolo de todos los días, salir a ver el atardecer. Fuimos a un bar que habíamos visto ya en Trawangan y que es fácil recordar porque es todo rosa, Pinkcoco. Un resort que yo creo que es de lo mejor que vimos en la isla y que por tanto recomiendo, una pena no haber escogido este para nosotros porque estaba aproximadamente al mismo precio que el nuestro y con buen ambiente.

Pedimos cocktails a los precios habituales, rondando los seis euros, y disfrutamos de la magnífica puesta de sol, muy muy bonita, aquí sí que nos animamos…

Cenamos ese día no lejos de este, en un italiano llamado Mamma pizza. Este sí es el mejor sitio que encontramos, estaba a tope, con no menos de 15 mesas sobre la arena de la playa y otras tantas en el interior del local. Buen ambiente, camareros simpáticos casi siempre con conversaciones con los clientes y buena comida, sitio este muy recomendable. Pagamos 478,000 rp (28.5€) por dos pizzas y dos cervezas (de ahí el incremento en en el precio).

Después de esto, y sobre las diez de la noche caminamos hacia el este en dirección a la zona del puerto buscando más animación para tomar algo, pero nada de nada, todo prácticamente vacío, depresivo, así que regresamos al hotel.

Aquí os muestro el recorrido que habíamos hecho más o menos en el día con los principales lugares que visitamos.

DÍA 11. VIERNES 27 DE MAYO

Último día en la isla y penúltimo en el país. Nos levantamos, desayunamos e hicimos la maleta para dejar el hotel. Como ya teníamos el billete comprado nos acercamos caminando al puerto para recoger nuestros pasajes. Nuestro ferry hacia Bali salía a las doce de la mañana (una pena que no saliera antes para aprovechar más tiempo en el destino) así que nos fuimos al puerto y allí esperamos. Tuvimos por última vez la vista a las aguas cristalinas de estas islas, qué maravilla.

Con bastante calor y con algo de retraso llegó nuestro Fast Boat (de la compañía Goldenqueen). Recordamos el plancentero viaje de ida subidos en la borda pero en este no era posible así que tuvimos que pasarlo sentado. Había máquinas de aire acondicionado, pero no enfriaban lo suficiente y además había que cerrar las ventanas porque entraba el agua, así que pasamos un viaje horrible de calor, vimos gente sudando, mareada… menos la que estaba a mi lado que estaba con sudadera!! 🤪. De verdad, el viaje, esperpéntico, no puedo entender que no haya una climatización decente. Menos mal al abanico que habíamos comprado a un ancianito que nos había dado pena en Ubud.

Llegamos sobre las 2 y media al puerto donde nos estaba esperando el conductor que teníamos incluído y que nos llevaría a nuestro último hotel.

En este mapa aparece el trayecto sin tráfico pero con un nivel de circulación normal tardamos más de dos horas!!!

Nuestro último hotel iba a resultar ser una maravilla, y nos dio un subidón al ánimo para nuestras últimas horas en Bali.

Para esta última noche y por no regresar con el ferry en el mismo día en el que teníamos que coger nuestro vuelo de vuelta por si había algún problema, decidí buscar un alojamiento en el sur, cerca del aeropuerto. Por casualidad encontré el fantástico Roots Tree House, un alojamiento de lo más original, ¿por qué? pues porque las habitaciones estaban colgadas en los árboles, en unas preciosas cabañas de madera.

El hotel se encuentra en el sur de la isla de Bali, y hay que decir que cuesta un poco acceder a él, con carreteras estrechas. No tiene muchas cosas alrededor pero no podía ser de otra manera si uno de los puntos fuertes del mismo es su tranquilidad y la ausencia de ruido. Allí comprobaréis lo que es despertarse con los ruidos de la naturaleza y no con los tubos de escape de los millones de motos que hay por todos lados.

La enorme puerta redonda de entrada tan original, ya prometía, parece que entras en un parque temático o en un escenario cinematográfico.

Nos salió a atender un tímido balinés y según íbamos paseando y viendo las instalaciones, tan cuidadas hasta el último detalle, alucinábamos.

Por supuesto destaca por encima de todo las casitas encaramadas en los árboles, todas diferentes y a cada cual más espectacular.

Esta era la nuestra, con un árbol literalmente atravesando la habitación.

Nuestra casa, tras subir las escaleras tenía esta pequeña terracita, toda hecha de madera, pero no con los típicos tablones como cabría esperar, sino con un gusto y un encanto especial. Por si la queréis solicitar en vuestra reserva, la habitación se llamaba Cinnamon House.

Pero lo que nos dejó boquiabierto fue el interior, con el árbol ahí en medio, integrado totalmente.

El baño de lo más original, todo con decoración 100% natural y la ducha no digamos, colocada justo al lado del tronco del árbol. Como ammenities curiosas había unos originales cepillos de dientes hechos de bambú y una ¡pasta de dientes negra! 100% ecológica.

Y las vistas estupendas, como no.

La propietaria de este alojamiento casualmente es española, y pudimos conversar con ella un buen rato. Nos contó el desafío que fue abrir este establecimiento en 2020 en pleno COVID y que para su construcción no se taló ni un sólo árbol ni se ha dañado ninguno, el hotel es 100% respetuoso con el medio ambiente.

Dispone de una pequeña piscina que es justa para refrescarse si el calor aprieta, aunque no debe ser muy utilizada porque le da poco el sol.

Y justo al lado se encuentra un restaurante donde os atenderán unas sonrientes camareras que aunque su rapidez no sea su fuerte, su permanente sonrisa, lo compensa. Tiene una pequeña carta con incluso algunos platos de la gastronomía española.

Descansamos un rato y como en breve se hizo ya de noche decidimos quedarnos en el hotel disfrutando de él y de sus instalaciones. Cenamos algo a pesar de que tenía una pequeña carta ya que la iban a ampliar con la llegada de la temporada alta en junio.

Aquí os muestro un vídeo del hotel y de nuestra habitación para que lo podáis ver mejor.

DÍA 12. SÁBADO 28 DE MAYO

Nos levantamos y bajamos a tomar nuestro desayuno que lo hacían sobre la marcha y al gusto de cada uno.

Como cerca del alojamiento teníamos una de las atracciones más visitadas de Bali y dado que el vuelo no salía hasta las seis de la tarde decidimos acercarnos a ver el templo de Luhur Uluwatu. Solicitamos un transporte por la APP Grab, que es la Uber de toda esta zona asiática, y un simpático conductor nos acercó hasta allí ya y nos esperó para la vuelta (este es su número de teléfono por si le queréis contactar vía whatsapp +62 81338533005).

Por el camino vimos la enorme estatua de ¡¡121 metros!! nada menos dedicada al dios hindú Visnu y Garuda, el ave mitológica que lo acompaña. El parque donde se encuentra ocupa unas 60 hectáreas y si tenéis tiempo es una buena opción visitarlo. La estatua es impresionante, una de las más altas de Asia. Para que os hagáis una idea, la Estatua de la Libertad 🗽 tiene 93 metros de alto.

Nuestro templo de destino es famoso sobre todo porque se encuentra en el borde un acantilado, y tiene una particularidad, que está lleno de monos alrededor y de nuevo no te dejan disfrutar del lugar con tranquilidad.

Entramos en el complejo y la verdad que los acantilados, que están a unos 70 metros sobre el nivel del mar, impresionan.

Caminamos hacia el sur y esquivando a los monos que como digo son bastante molestos porque se ponen a ambos lados del camino pudimos ver el bonito templo.

Llegamos a la zona del templo que como siempre no pudimos entrar pero desde fuera pudimos verlos en plena oración. Para los hinduistas balineses este templo tiene importancia por ser uno de los templos destinado a protegerles de los malos espíritus.

Aquí una bonita fuente con una estatua de Kumbhakarna Laga.

Seguimos más al sur donde se puede ver una bonita perspectiva del templo, que por lo visto es la ampliación en el siglo XI de otro anterior que ya existía anteriormente.

Al lado del cual hay un pequeño teatro donde se celebra en cada puesta de sol, una famosísima danza, llamada Kecak, que atrae a cientos de turistas cada día. Este templo, con danza o no, es de los destinos favoritos para ver el atardecer.

Aquí rezamos por última vez, ¡qué pena!, el tiempo se acababa…😥😥😥

El templo, si os digo la verdad, me decepcionó un poco, me esperaba un poco más pero bueno, vosotros ir, y juzgar.

Volvimos al hotel, comimos un clásico Mie Goreng, que con bebidas pagamos 243,000 rp (casi 15€) y para rematar, disfrutamos de un último masaje balinés a modo de despedida por aproximadamente el mismo precio que la comida.

El precio de la noche de hotel con desayuno incluído fue de 1,593,900 rupias (unos 97€ por noche). Es verdad que bastante por encima de los precios normales de Bali pero como pequeño capricho, de verdad que no os arrepentiréis.

Para terminar, el hotel nos permitió darnos una ducha después para irnos cómodamente al aeropuerto, que lo hicimos con el mismo conductor que nos llevó al templo de Uluwatu.

Y aquí acabaron estas casi 2 semanas en Indonesia, un viaje que tengo que decir que fue fantástico, nos encantó Bali, todo lo que ofrece en cuanto a paisajes, templos y la amabilidad de sus gentes. También vinimos enamorados de la isla Trawangan, espero algún día volver si se da la ocasión. Os recomiendo mucho este viaje si queréis descubrir ese fantástico continente que es Asia y además no os queréis gastar mucho dinero. Yo me gasté unos 2,000€ en total, vuelos de 930€ incluidos, que por dos semanas casi en el otro lado del mundo, no está mal, ¿no?.

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